Luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador señalara a fines de mayo pasado que el Triángulo Dorado debería llamarse “Triángulo de la gente buena y trabajadora”, los diputados de Sinaloa, Chihuahua y Durango se tomaron demasiado en serio la propuesta, y se reunieron en la comunidad de Santa Gertrudis el viernes 1 de julio pasado para intentar decretar que ahora se llame “Triángulo de la Bondad”.
Sin programas sociales de fondo, ni estrategias para combatir la cultura arraigada del narcotráfico en la región serrana de estos tres estados, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Sinaloa, Feliciano Castro Meléndrez, dijo que acudió al llamado propuesto por la diputada Luz Verónica Avilés Rochín, originaria de Surutato, Badiraguato.
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En las elecciones de junio de 2021, la hoy legisladora fue en fórmula con el alcalde José Paz López Elenes, de Morena, quien fue acusado por su contrincante del PRI, Guadalupe Iribe, de haber realizado pactos con el crimen organizado para alzarse con el triunfo. De hecho, un hermano de la ex candidata fue levantado y golpeado por un grupo armado.
Bajo este contexto, de un municipio con recio raigambre criminógeno, una población que por décadas se ha sometido a la violencia del Ejército y de los narcos, en connivencia con los gobiernos, es que las y los diputados pretenden, por decreto, llamar a esa región controlada por el Cártel de Sinaloa, el “Triángulo de la Bondad.”
QUEDAR BIEN CON AMLO
El despropósito lo encabezan el presidente de la Jucopo, Feliano Castro Meléndrez, y la diputada Avilés Rochín.
El viernes 1 de julio, se reunieron con algunos diputados de Chihuahua y Durango para un encuentro “por la dignidad y el bienestar social de esta región.”
En un comunicado oficial emitido por el Congreso, Castro Meléndrez manifestó que se atenderán temas de carácter social, económico y cultural, así como los reclamos de educación y salud de las mujeres, hombres, niñas y niños de esta zona.
De Durango estuvo presente el legislador Cristian Alán Jean y de Chihuahua los legisladores Noel Chávez y David Óscar Castrejón.
Castro Meléndrez sentenció: “A esta tierra debemos llamarle el Triángulo de la Bondad, el triángulo de la gente buena dedicada al trabajo, y así será”.
Dijo que llamar Triángulo Dorado a la región es una forma denigrante de referirse a la población.
“Ojalá todos le cambiemos de nombre, por derecho propio de ustedes y porque el presidente así lo propone”, expresó Feliciano Castro en su mensaje.
Precisó que el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, ya aceptó participar en ese encuentro en donde podrán participar, 50, 70, o hasta 100 diputadas y diputados para abrir un debate sobre las iniciativas a impulsar y que lleve a políticas públicas que tienen que ver con la producción, generación de empleo, ingresos de la gente, salud y educación.
FUE EL ESTADO
En realidad, fue el Estado mexicano el que nombró Triángulo Dorado a esa región en donde tradicionalmente se sembraban enervantes, como amapola y mariguana, y que hoy en día está plagada de narcolaboratorios de metanfetamina y fentanilo, drogas más rentables que las siembras.
Durante la Operación Cóndor, el despliegue en la década de los 70 que tantas violaciones a los derechos humanos arrojó, la Secretaría de la Defensa Nacional ya le denominaba “triángulo crítico”, pero en el habla popular, en los medios, se le conoció como Triángulo Dorado.
Desde hace décadas, esta región montañosa, aislada de centros urbanos, alejada de la mira de cualquier gobierno, con un clima benéfico, fue la preferida para plantar la amapola y mariguana que se importaba hacia la frontera.
Pero también fue la zona en donde el Ejército y sus tareas militares arrasaron no sólo con plantíos, sino con pueblos y familiares que después ascendieron en la vida criminal del país.
Ha sido semillero de personajes históricos del narcotráfico mexicano, desde los capos de viejo cuño como Eduardo Fernández Lerma, “Don Lalo”, Ernesto Fonseca Carrilo, “Don Neto”; Rafael Caro Quintero y sus familiares, los Quintero Payán de Babunica.
De Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, a Joaquín Guzmán Loera y sus primos los Beltrán Leyva, no hay más que un camino que recorre sus comunidades natales.
Se trata de una zona contradictoriamente pobre, depauperada, en la que muchos de sus habitantes trabajaron en la siembra de enervantes como una manera de subsistir, en donde el desplazamiento forzado ha sido la moneda de cambio de guerras entre facciones criminales y donde el gobierno simplemente no existe, porque en la zona quienes controlan son los jefes regionales del Cártel de Sinaloa.
De ahí que cambiar el nombre de Triángulo Dorado, no es la forma más eficiente de cambiar una cultura arraigada por generaciones, ni menos de combatir las desigualdades en ese punto equidistante entre violencia, marginación e ilegalidad.
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