Culiacán, Sin.- Era miércoles por la noche, la dirección marcaba la Colonia 6 de Enero, por una calle con el nombre de uno de los tres Reyes Magos, una joven mujer se encontraba en la sala de la casa, lloraba y se quejaba del dolor de las contracciones.
Filiberto sabía que esa muchacha se encontraba en labor de parto, nervioso junto a su compañero y el jefe de servicio subieron a la joven en la parte trasera de la unidad de socorros.
Las sirenas de la ambulancia resonaban en el sector, siendo dos cuadras delante donde estas pararon; el jefe de servicio indicó que el bebé estaba coronando, que sería ahí donde la joven madre iba a parir.
EL PARTO
En los pocos años que tenía dentro de la institución Lozoya jamás había presenciado un nacimiento, esta era su primera vez.
Nervioso el joven socorrista observaba cada uno de los movimientos de su mentor; cómo éste se aproximaba a la joven, y de qué manera la abordaba, así como las intervenciones a realizar.
En la colonia desolada se podían oír los gritos de la mujer, quien se encontraba sudando helado por el esfuerzo, ya que, al ser el primer parto sería complicado.
Pasaron pocos minutos entre gritos y explicaciones; de a poco se fueron asomando los hombros del bebé, así hasta que logró salir, con cuidado el “maestro” tomó al recién nacido e inició a limpiar el rostro, poros y oídos.
Filiberto sentía la adrenalina correr por sus venas, para él resultaba algo sumamente hermoso el haber ayudado a una vida nueva a nacer.
LA BIENVENIDA
Emocionado, tomó una de las sábanas y envolvió al pequeño, quien chillaba en busca de su madre; esta al verlo y poder tocarlo una sonrisa se hizo presente en su rostro; donde lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas.
Era su único hijo, razón por la cual la felicidad y emoción eran aún mayores.
Filiberto daba gracias Dios de que el parto no se hubiese complicado, así podían partir serenos y sin prisas hacia el hospital, donde la mujer sería limpiada y atendida por profesionales.
ESPERANZA
Del hecho han ocurrido más de 30 años, en los que Filiberto no supo nada más de la joven madre y su hijo; dice a la fecha le gustaría saber qué fue de esa vida, saber en qué se convirtió.
Cuenta jamás tuvo la suerte de ser agradecido por algún paciente, sin embargo, dice sentirse satisfecho por haber realizado bien su trabajo.
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PERFIL
Filiberto Lozoya ingresó a Cruz Roja a inicios de la década de los 80´s siendo un estudiante de bachillerato, ahí mismo tuvo su ingreso a la universidad, misma que tuvo que dejar por un accidente en servicio.
Actualmente apoya desde veteranos, un grupo que se conformó en 2014 siendo ese su regreso a la benemérita institución.
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