Culiacán, Sin.- El olfato de Casandra aún recuerda el perfume que usaba Carlos cuando se preparaba para salir. Sus brazos aún sienten cómo era abrazarlo y , su vista, todavía guarda una cantidad innumerable de recuerdos; desde los últimos chiles rellenos que degustó en casa, los pantalones y camisa que vestía, y la risa de galán que le brotaba del rostro porque él, dice, era muy enamorado.
Ahora sus sentidos se han agudizado para atrapar los rastros escondidos que dejó Carlos Enrique Pérez Beltrán, cuando el 11 de noviembre del 2017, recibió una llamada, salió de su trabajo y no volvió.
Desde entonces, la condición física de Casandra Guadalupe Beltrán Aispuro, se ha puesto a prueba para andar en los montes, terrenos peligrosos, el fuerte sol y el húmedo clima; todo para saber de su tesoro, su hijo.
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“Año y medio después de la desaparición de mi hijo, yo me integro al colectivo de Sabuesos Guerreras y es cuando a la vez me llaman de la Fiscalía para decirme que ya tienen avance en la investigación, pero, un año y medio como para qué o qué” expresa.
En sabuesos ha encontrado no sólo un soporte emocional, sino una escuela que le ha enseñado a desarrollar habilidades que no pensó que iba a necesitar.
“Mi condición física se ha puesto a prueba. Cada que vamos a las búsquedas tenemos que tener los ojos y el olfato bien listo. Ver dónde la tierra está suelta porque ahí, pudieron haber enterrado algo o alguien. El olor de la sangre ya nos lo sabemos y el de los cuerpos” relata.
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Esto ha puesto en las manos de Casandra un par de palas, que excavan con la fuerza que la da su corazón, la voluntad y el coraje.
Yo haré todo por encontrar a mi hijo, ahora sí que, como sea que esté, pero encontrarlo.
Casandra
Cuando Carlos fue desaparecido tenía 17 años, fechas como su cumpleaños, días de las madres y la navidad; ha faltado en la mesa. Han faltado sus abrazos y las palabras “te quiero” de sus familiares a él y viceversa. Su madre lo recuerda como un hijo muy amoroso, él es el mayor de tres hijos, y su abuela le consentía todo.
"Su comida favorita son los chiles rellenos. Él es muy amoroso y trabajador, también muy enamorado el canijo, no te voy a decir que no" comentó.
LA ESPERANZA SIEMPRE ESTÁ
Las palabras de aliento y el abrazo solidario, Casandra, lo ha encontrado en el grupo de búsqueda, lo que le ha dado la esperanza y la energía de seguir buscando, pues, aunque no se crea, la misma familia muchas veces suele dejar solas en su búsqueda a las madres que, con todo su aliento, nombran cada día a su hijo. O a las mujeres, que aún esperan a sus hermanas, madres o tías.
“Yo siempre he dicho, primeramente Dios, aunque el día de mañana encuentre a mi hijo, yo voy a seguir en el colectivo, porque es mucho lo que se tiene que agradecer, desde el espacio, hasta los aprendizajes” dice.
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De acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda, en Sinaloa, han desaparecido al menos 7 mil 067 personas. Desde enero del 2000 al 26 de agosto del 2020. Esta cantidad solo incluye personas de entre 18 a 60 años de edad.
Culiacán es el municipio con más desaparecidos con la cifra de 2 mil 898 personas que, se fueron y no han vuelto.
LA CRIMINALIZACIÓN DE LAS VICTIMAS
Casandra Guadalupe recuerda que, al día siguiente de la desaparición de su hijo, por redes sociales se corrieron rumores que ese día, 11 de noviembre, “levantaron” a jóvenes que presuntamente “andaban en malos pasos”.
“Cuando le desaparecen a alguien, a uno le dicen que fue por algo, pero yo no creo eso. Al día siguiente andaban diciendo en Facebook que habían levantado a varios muchachos y entre ellos había amigos de mi hijo pero, de él, nunca mencionaron nada” destaca.
DÍA INTERNACIONAL DE LAS VICTIMAS DE DESAPARICIÓN FORZADA
El 30 de agosto, Casandra refiere que es un día que no debería existir, se trata del Día Internacional de las Victimas de Desaparición Forzada, En esta fecha declarada en 2011 por la Organización de Naciones Unidas (ONU), se espera que los Estados promuevan el respeto universal y efectivo de los Derechos Humanos y libertades fundamentales.
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