/ sábado 29 de febrero de 2020

Caso de Javier Valdez, un poco de justicia sin verdad

"Quédense así, inmutables, escondidos, ausentes, hasta que nos lleve a todos la chingada”, escribió una vez el bato

Culiacán, Sin.- Una sala medio iluminada con decenas de personas medio preocupadas ven aún hombre mediano con gesto indiferente, le hace una pregunta tan repetida que se espera la respuesta promedio:

"Señor Heriberto Picos Barraza, ¿acepta usted la responsabilidad del delito de homicidio con premeditación y ventaja?"

Ya son mil veinte días desde que mataron a Javier Valdez a unas cuadras de Riodoce. Casi tres años de que nos quitaron al bato querido. La novela de las audiencias, juicios y capos implicados cada vez es más vulgar e inverosímil, pasan las conferencias y los surcos en la piel de la esposa de Valdez, Griselda Triana, son más marcados y los mensajes de sus hijos siguen doliendo.

La versión más aceptada dice que a Heriberto le pagaron con una pistola que tiene las cachas del "Mini Lic" y unos miles de pesos. Lo suficiente para apantallar a un muchacho lleno de ignorancia y violencia, precariedad en un país donde la vida se ha degradado. Un demonio en potencia que se le presentó la oportunidad de graduarse al matar a quien para él es un desconocido; un reportero, decían.

En una ciudad que no se cansa de parir impunidad, matar a alguien puede ser más fácil que conseguir trabajo. Un auto, unas pistolas y esos aires de sicario son el cóctel tóxico que inunda las historias de policiaca en Culiacán.

Mataron a Javier, al mediodía a unas calles del semanario que fundó y dio tantos dolores de cabeza a las esferas de poder. Lo mataron de doce balazos luego de que un Versa gris le tapara el paso y lo bajara, sin conocer nada de él, sin preguntar ni decir nada. Sin siquiera leer aquellas historias en las que Valdez muchas veces retrató los infortunios de la vida narca, la vida recia del sicario rentado por unas monedas.

El “sí” que se escuchó en la sala

Una sorpresiva respuesta del Koala que dejó un sabor agridulce en los familiares de Javier. Sí, aceptó su responsabilidad, pero no confesó el crimen, dijo Gridelda Triana, viuda de Valdez.

Twitter se inundó de indignación real y falsa. “En catorce años y ocho meses no cabe tanto dolor y rabia, no caben las lágrimas de una ciudad huérfana de Valdez”. Los colegas de Valdez se resignaban a lo que la ley dice; nadie preguntó: ¿por qué tan poco? Nadie se atrevió por lo obvio de la respuesta.

Sí, dijo el Koala. Ese muchacho analfabeta que vendió su vida por una pistola, ese morro que quizás solo iba manejando y pensó que el muerto era uno más, como los que salen vulgarmente todos los días en la nota roja.

La duda obligada es que si realmente el Koala tiene la culpa, la verdad oficial es esa y aunque la justicia se asoma, la verdad está lejos. “Allá en Eldorado dicen que no fueron los Dámaso, que fueron Los Chapitos ¿quién sabe?”, dicen en las redes.

Griselda Triana ofreció conferencia de prensa en las oficinas de Ríodoce, ahí donde su Javier entregó su vida por la verdad, por los morros del narco y la malayerba. Con más cansancio que ganas, la viuda dijo que esto apenas comienza, que la verdad está lejos y que esta justicia asoma apenas la nariz.

Ahora sigue la otra audiencia, la del Quillo, el que le disparó y mató. Después, por el "Mini Lic", “el sicario de utilería”, como lo llamó Javier, porque de fiesta y parranda se hizo su fama y cuando la muerte le pisó los talones, se fue a entregar a los gringos; ahora enfrentará algunos años, quién sabe cuántos le den los “gabachos”, y después de eso, el gobierno mexicano tiene que litigar para conseguir su extradición. El “Mini Lic” ya en una carta de intentó desligar del artero crimen, pero será hasta que en frente al juez en que se sepa.

Fotos: Jesús Verdugo y Juan Carlos Cruz │ El Sol de Sinaloa

Los lunes siguen siendo insípidos sin la malayerba, las tardes en la cantina El Guayabo ya no saben a nada sin el sombrerudo y mientras no caiga hasta el último culpable no habrá verdad ni justicia.

“Esto apenas empieza”, dijo Gris con una mirada triste que desliza desde que le arrebataron a su pareja.

MARZO

Dentro de un mes se realizará la audiencia intermedia en donde El Quillo enfrentará el juicio oral. De encontrarse culpable, podría alcanzar 40 años.

BANQUILLO

El Mini Lic podría durar varios años en Estados Unidos antes de ser extraditado a México para ser juzgado por el crimen del periodista.

15

De mayo próximo Javier Valdez Cárdenas cumple 3 años de haber sido asesinado a balazos a una cuadra del semanario que ayudó a fundar.


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Culiacán, Sin.- Una sala medio iluminada con decenas de personas medio preocupadas ven aún hombre mediano con gesto indiferente, le hace una pregunta tan repetida que se espera la respuesta promedio:

"Señor Heriberto Picos Barraza, ¿acepta usted la responsabilidad del delito de homicidio con premeditación y ventaja?"

Ya son mil veinte días desde que mataron a Javier Valdez a unas cuadras de Riodoce. Casi tres años de que nos quitaron al bato querido. La novela de las audiencias, juicios y capos implicados cada vez es más vulgar e inverosímil, pasan las conferencias y los surcos en la piel de la esposa de Valdez, Griselda Triana, son más marcados y los mensajes de sus hijos siguen doliendo.

La versión más aceptada dice que a Heriberto le pagaron con una pistola que tiene las cachas del "Mini Lic" y unos miles de pesos. Lo suficiente para apantallar a un muchacho lleno de ignorancia y violencia, precariedad en un país donde la vida se ha degradado. Un demonio en potencia que se le presentó la oportunidad de graduarse al matar a quien para él es un desconocido; un reportero, decían.

En una ciudad que no se cansa de parir impunidad, matar a alguien puede ser más fácil que conseguir trabajo. Un auto, unas pistolas y esos aires de sicario son el cóctel tóxico que inunda las historias de policiaca en Culiacán.

Mataron a Javier, al mediodía a unas calles del semanario que fundó y dio tantos dolores de cabeza a las esferas de poder. Lo mataron de doce balazos luego de que un Versa gris le tapara el paso y lo bajara, sin conocer nada de él, sin preguntar ni decir nada. Sin siquiera leer aquellas historias en las que Valdez muchas veces retrató los infortunios de la vida narca, la vida recia del sicario rentado por unas monedas.

El “sí” que se escuchó en la sala

Una sorpresiva respuesta del Koala que dejó un sabor agridulce en los familiares de Javier. Sí, aceptó su responsabilidad, pero no confesó el crimen, dijo Gridelda Triana, viuda de Valdez.

Twitter se inundó de indignación real y falsa. “En catorce años y ocho meses no cabe tanto dolor y rabia, no caben las lágrimas de una ciudad huérfana de Valdez”. Los colegas de Valdez se resignaban a lo que la ley dice; nadie preguntó: ¿por qué tan poco? Nadie se atrevió por lo obvio de la respuesta.

Sí, dijo el Koala. Ese muchacho analfabeta que vendió su vida por una pistola, ese morro que quizás solo iba manejando y pensó que el muerto era uno más, como los que salen vulgarmente todos los días en la nota roja.

La duda obligada es que si realmente el Koala tiene la culpa, la verdad oficial es esa y aunque la justicia se asoma, la verdad está lejos. “Allá en Eldorado dicen que no fueron los Dámaso, que fueron Los Chapitos ¿quién sabe?”, dicen en las redes.

Griselda Triana ofreció conferencia de prensa en las oficinas de Ríodoce, ahí donde su Javier entregó su vida por la verdad, por los morros del narco y la malayerba. Con más cansancio que ganas, la viuda dijo que esto apenas comienza, que la verdad está lejos y que esta justicia asoma apenas la nariz.

Ahora sigue la otra audiencia, la del Quillo, el que le disparó y mató. Después, por el "Mini Lic", “el sicario de utilería”, como lo llamó Javier, porque de fiesta y parranda se hizo su fama y cuando la muerte le pisó los talones, se fue a entregar a los gringos; ahora enfrentará algunos años, quién sabe cuántos le den los “gabachos”, y después de eso, el gobierno mexicano tiene que litigar para conseguir su extradición. El “Mini Lic” ya en una carta de intentó desligar del artero crimen, pero será hasta que en frente al juez en que se sepa.

Fotos: Jesús Verdugo y Juan Carlos Cruz │ El Sol de Sinaloa

Los lunes siguen siendo insípidos sin la malayerba, las tardes en la cantina El Guayabo ya no saben a nada sin el sombrerudo y mientras no caiga hasta el último culpable no habrá verdad ni justicia.

“Esto apenas empieza”, dijo Gris con una mirada triste que desliza desde que le arrebataron a su pareja.

MARZO

Dentro de un mes se realizará la audiencia intermedia en donde El Quillo enfrentará el juicio oral. De encontrarse culpable, podría alcanzar 40 años.

BANQUILLO

El Mini Lic podría durar varios años en Estados Unidos antes de ser extraditado a México para ser juzgado por el crimen del periodista.

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