PorAntonio Velázquez Zárate
No noscabe la menor duda que la Serie del Caribe, la segunda organizadaen Culiacán, superó sin duda a alguna casi todas lasexpectativas. Casi todas porque en lo estrictamente deportivo algran pastel le faltó la cereza que hubiese representado lacoronación de las Águilas de Mexicali, en representación de laLiga Mexicana del Pacífico. Puerto Rico, calificado en cuartolugar del rol regular, frenó el ánimo de la fiel afición quedurante 7 días colmó el estadio de los Tomateros.
Elbatazo final, directo al short stop boricua para consumar el outnúmero 30, provocó el enésimo y último ahhh! del partido porparte de los aficionados, que no dejaron de alentar al equipo decasa maniatado por el pitcheo rival que solo se vio seriamenteamenazado una ocasión durante todo el partido.
Pocos,muy pocos aficionados permanecieron en el estadio Tomateros paraatestiguar la ceremonia de premiación en la cual se entregóreconocimientos individuales a los jugadores más sobresalientes.Injustos los abucheos para el manager de Mexicali al recibir eltrofeo al mejor de la serie, distinción que no siempre recae enel manager del equipo campeón. Desde nuestro punto de vista, eltimonel águila, hizo los méritos suficientes para ganarse elgalardón, otra cosa es que sus jugadores salieran con la pólvoramojada en el juego final y además, hay que darle crédito alpitcheo rival.
Enfin, los expertos en materia beisbolera tienen la palabra enrelación al tema y en general al desempeño del equiporepresentativo de nuestra liga. En este renglón, antes de pasar aotros temas, debemos apuntar que cuando nuestros equipos iniciaronsu participación en las Series del Caribe, casi siempre eranconsiderados los patitos feos. Fracaso, tras fracaso, era lonormal, pero con el paso de los años, la situación fue cambiandoa tal grado que es nuestra liga la más ganadora de los últimostorneos. El subcampeonato de Mexicali pues, debe valorarse desdeesa perspectiva.
Eldeporte del beisbol ha importado jugadores mexicanos a las GrandesLigas en mucho mayor número que jugadores de futbol a los mejorestorneos del planeta, llámese, España, Inglaterra, Alemania oFrancia. Los peloteros nacionales ganan sueldos mucho más altosque los futbolistas mexicanos mejor pagados, entre ellos y losextranjeros contratados para nuestra liga, mantienen al circuitoinvernal como el mejor y máximo exponente de la pelotamexicana.
Asíde sencillo.
GANAR,GANAR EN LO ECONOMICO
Paraalgunos expertos la Serie del Caribe, puede pasar a mejor vidadebido a que en países como Puerto Rico y Dominicana y hastaVenezuela, la situación en cuanto a participación del público,no ha sido la mejor, sin embargo, se comenta, la solución en todocaso, sería que las diferentes plazas de la Liga Mexicana delPacífico, se rolaran la sede luego de los éxitos económicos,especialmente en relación a esta última.
Deacuerdo a las propias palabras de los directivos guindas, elboletaje se agotó semanas antes del evento, bueno, casi todoporque el día de la inauguración aun había, según aficionadosque buscaron boletos, alguno que otro carnets para toda la serie.El caso es que, por ese detalle, fue ganar, ganar para todos.Hablamos de los organizadores, comerciantes instalados en el fanfest y los alrededores, hoteleros, restauranteros y desde luego,revendedores.
Eneste tema, la verdad, las autoridades y quienes propician estaactividad (que alguien nos explique cómo es que los revendedorestenían en su poder tantos boletos), se burlaron de la afición. Lacomplicidad fu total, absoluta y descarada. Quienes no alcanzaronboletos, se vieron en la necesidad de pagar mucho más de su valornominal con tal de no perderse la fiesta, en este sentido, laafición sobre todo, merece un diez.
Culiacán vivió un pequeño carnaval especialmente en losalrededores del estadio, pero debemos destacar el esfuerzo de lasautoridades por ofrecer otras alternativas como la callejoneada quetuvo gran respuesta. Desafortunadamente en el epílogo de la serie,la violencia desatada en algunos puntos de nuestro municipio nopasó inadvertida para los visitantes, así como las protestas deconstructores y al inicio el intento de manifestaciones por lo delgasolinazo, que no prosperó no solo por la intervención de lapolicía, sino porque en esos momentos nada importaba más que elbeisbol.
Ríosde cerveza se consumieron dentro y fuera del impresionanteinmueble, así como se vendieron cientos de productos de comidaropa y souvenirs, estos últimos rematados algunos de ellos hastael 40 por ciento y en los días por venir, ya lo verá usted,bajarán hasta 70 por ciento, pero nada como haberlo lucido duranteel evento. Lo demás será como valioso recuerdo.
LASPOLÉMICAS
Comoen todo deporte, los aficionados generalmente se convierten encuerpo técnico. Opinan a favor y en contra de de las decisiones,en este caso de los managers. En el estadio Tomateros estuvimosnada menos que 20 mil personas diariamente opinando sobre lasjugadas y movimientos ordenados por el cuerpo técnico.
Antela derrota final, algunos consideraron que Alexander, comorelevista fue una decisión equivocada. Otros le echaron leña enserio a Juárez, por haberse despegado de la tercera base, cortandode tajo el ataque más de Mexicali.
Una delas polémicas más encontradas fue lo relacionado con lanacionalidad. Nos explicamos: los equipos de la Liga Mexicana delPacífico, siempre llevan en el uniforme el nombre de México. Paramuchos es incorrecto simple y sencillamente porque, plagados deextranjeros en su roster, no pueden considerarse representativos denuestra nación. Como ejemplo pusieron el caso del CampeonatoMundial a iniciarse el próximo mes, en el que solo peloterosnacidos en México podrán representarnos. Otros solo señalan quees ‘pecata minuta’ y no por ello rasgarnos lasvestiduras.
Opiniones ambas respetables, como debe ser.
Enfin, todo es parte de la fiesta en la que por cierto, el estadioTomateros fue tema obligado por los visitantes. Desde las gradas,aficionados a nuestro alrededor y nosotros, nos dimos cuenta de laactitud especialmente de los jugadores cubanos, quienessorprendidos por el gran escenario, fueron los que más fotostomaron en todas sus apariciones. Ni por asomo su mejor estadio enla Habana, con todo y su cupo para 40 mil aficionados, eso sí, notan cómodamente sentados o parados, tiene nada que ver con el deTomateros.
Sí,es un orgullo para Culiacán. Y pensar que un pequeño grupo de“luchadores sociales” se opuso a su construcción. En fin, pocoa poco esta serie quedará en el recuerdo, pero en un bellorecuerdo. Inolvidable.
La pregunta final ¿hasta cuándo otra vez?
