/ martes 18 de agosto de 2020

Roberto Rueda presenta "Pétalos negros", relato de un mundo contaminado antes del Covid-19

La novela del escritor se vuelve en una suerte de retrato del presente caótico sin que fuera la intención original del relato cercano a un thriller psicológico

Cuando Roberto Rueda Monreal escribía su reciente novela Pétalos negros, la idea de vivir un mundo contaminado, que lo mantuviera en una suerte de cárcel por el riesgo del contacto físico, era propia de la imaginación. Un mundo distópico que él pensaba sólo como ficción.

Ahora vive, como todos, un confinamiento tan irreal como agonizante, y su novela se vuelve en una suerte de retrato del presente caótico sin que fuera la intención original del relato cercano a un thriller psicológico donde Mar, la protagonista, hoy puede ser cualquier persona.

“Tenemos un mundo concentrado en ese país donde la realidad es oscura, está contaminado y de tal suerte que, si bien es cierto que no hay un bicho, en esa distopía no puedes salir sin una máscara porque puedes morir. En ese mundo distópico se plantea un mundo terrible”, describe el también traductor sobre la novela que se desarrolla en el ficticio país Espoir d´Amour, en una “ciudad azulada” llamada Redención.

El relato se centra en la vida de Mar quien desde la infancia sueña con ser médica forense, pero en el transcurso de su vida se topa con las desilusiones de la sociedad que la encierran en una cárcel donde “las buenas acciones” son oscuras, de maldad y falsedad.

El también fundador de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios señala que el relato es una reflexión sobre cómo en la actualidad se impulsan ideas de ensimismamiento disfrazadas de superación personal que terminan aislando a las personas por falta de empatía con el otro.

"Mar representa al típico ciudadano que tiene todos los sueños de este país pero es una ciudadana muy ensimismada, una ciudadana que quiso ser feliz y luchó por el amor pero queda dentro de sí misma y tiene que ver con el mensaje con el que nos bombardean de que somos especiales, de que somos únicos y extraordinarios pero sin pensar en el otro y pensar que nuestra verdad es la única verdad, cosa que para mí es peligroso”.

La novela, refiere el autor, se concibió hace cinco años, y en ese momento no pensaba posible un mundo tan caótico como el actual: “En la analogía de mi novela con el presente, resultan sorprendentes cosas como lo de Líbano, por qué guardar centeno justo a químicos tan peligrosos”, cuestiona.




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Cuando Roberto Rueda Monreal escribía su reciente novela Pétalos negros, la idea de vivir un mundo contaminado, que lo mantuviera en una suerte de cárcel por el riesgo del contacto físico, era propia de la imaginación. Un mundo distópico que él pensaba sólo como ficción.

Ahora vive, como todos, un confinamiento tan irreal como agonizante, y su novela se vuelve en una suerte de retrato del presente caótico sin que fuera la intención original del relato cercano a un thriller psicológico donde Mar, la protagonista, hoy puede ser cualquier persona.

“Tenemos un mundo concentrado en ese país donde la realidad es oscura, está contaminado y de tal suerte que, si bien es cierto que no hay un bicho, en esa distopía no puedes salir sin una máscara porque puedes morir. En ese mundo distópico se plantea un mundo terrible”, describe el también traductor sobre la novela que se desarrolla en el ficticio país Espoir d´Amour, en una “ciudad azulada” llamada Redención.

El relato se centra en la vida de Mar quien desde la infancia sueña con ser médica forense, pero en el transcurso de su vida se topa con las desilusiones de la sociedad que la encierran en una cárcel donde “las buenas acciones” son oscuras, de maldad y falsedad.

El también fundador de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios señala que el relato es una reflexión sobre cómo en la actualidad se impulsan ideas de ensimismamiento disfrazadas de superación personal que terminan aislando a las personas por falta de empatía con el otro.

"Mar representa al típico ciudadano que tiene todos los sueños de este país pero es una ciudadana muy ensimismada, una ciudadana que quiso ser feliz y luchó por el amor pero queda dentro de sí misma y tiene que ver con el mensaje con el que nos bombardean de que somos especiales, de que somos únicos y extraordinarios pero sin pensar en el otro y pensar que nuestra verdad es la única verdad, cosa que para mí es peligroso”.

La novela, refiere el autor, se concibió hace cinco años, y en ese momento no pensaba posible un mundo tan caótico como el actual: “En la analogía de mi novela con el presente, resultan sorprendentes cosas como lo de Líbano, por qué guardar centeno justo a químicos tan peligrosos”, cuestiona.




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