/ lunes 14 de septiembre de 2020

¿Y las otras para cuándo renuncian?

Bastaron unos segundos de declaraciones desafortunadas, estigmatizantes y sobre todo revictimizantes por parte de la ahora ex procuradora de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del DIF Culiacán, Liliana Pimentel Villalobos, para que presentara su renuncia (aunque el alcalde señala que no se la ha aceptado aún), y en cambio, nada, nada, ni el maremoto que causó en la opinión pública su franco rechazo en el Congreso del Estado, ha logrado que Araceli Tirado Gálvez se vaya del Instituto Sinaloense de las Mujeres (Ismujeres).

Como bien se sabe, Pimentel Villalobos decidió dejar el cargo en el DIF Municipal tras las exigencias y críticas de parte de los colectivos, por llamar a las adolescentes Brenda y Andrea, víctimas de feminicidio, “niñas ingobernables”, y al exponer en una entrevista con esta Casa Editorial la situación de precariedad en la que las jovencitas desarrollaban su vida. Palabras por demás, estigmatizantes.

Pero Liliana, y a pesar de que el alcalde Jesús Estrada Ferreiro la defendió, alegando que hace muy bien su trabajo, decidió mejor marcharse. Ella misma lo había adelantado un día antes a este medio: prefería marcharse que continuar en el ojo del huracán, criticada por sus desafortunadas palabras y no por sus resultados. ¿Un ejemplo de congruencia? ¿Una funcionaria con piel delgada? Apenas ella lo sabe.

Lo que sí cobra relieve es que para Araceli Tirado y otras mujeres que ocupan cargos en dependencias tan sensibles que tratan la violencia de género, la desvergüenza de sus pésimas gestiones, y el asalto políticomo que toman a los institutos, no les mueve a la menor preocupación para retirarse del área en la que es urgente designar a mujeres realmente comprometidas, capaces y sensibles en la lucha por la erradicación de la violencia de género.

Tirado Gálvez siempre se niega y siempre se esconde cuando brinca a la paletras pública el tema de feminicidios, de la violencia sistemática que padecen las mujeres, y por el contrario, parece optar por escudarse en las “limitaciones” que tiene el Ismujeres.

Lo mismo Gabriela Inzunza en el Cepavif, Alejandra Vellatti en el Centro de Justicia para Mujeres, y Margarita Urías, en el Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA). Las cuatro, sin excepción alguna, parecen ejercer un cargo en la más absoluta grisura oficial que no pretende molestar al señor gobernador, quien desde que asumió la gubernatura se ha mostrado insensible y alejado de los temas de género. ¿Qué no es cierto? Revisen su gabinete y la ausencia notaria de mujeres. Revisen los presupuestos dedicados al combate de la violencia de género y revisen el perfil de quienes impulsan dentro de las instituciones la Alerta de Género.

La misma Tirado Gálvez ha sido defendida una y otra vez por Quirino Ordaz, pero en realidad no se dan cuenta, desde la visión del poder, que mantener a este tipo de perfiles no aptos para cargos sensibles, deviene en el intento de acallar las voces de la sociedad civil, ¿cuándo Araceli y compañía han alzado sus voces para gritar junto con las defensoras de derechos humanos la exigencia de justicia que nos indigna y nos enrabia por tanto crimen y violencia hacia las mujeres de Sinaloa?

Si en verdad les diera vergüenza usar como trampolín estos cargos o, en el peor de los casos, como ariete político o cuotas de poder, renunciarían a esa responsabilidad. Siempre se ha dicho: el gobernador no necesita a mujeres con el perfil idóneo en estas dependencias, sino quiere cómplices que le hagan la chamba de no reclamar ante la violencia sistemática del patriarcado. Por eso se tardó tanto en elegir a una sucesora de Araceli Tirado, y sobre todo, para que su empleada continuara cobrando miles de pesos como “encargada de despacho”.

En todo caso, ya se habla que una vez que llegue Laura González Bon, Reyna Araceli seguirá reinando en el Ismujeres. Ya se sabrá.

Por lo pronto, Liliana Pimentel sí tuvo vergüenza.

Bastaron unos segundos de declaraciones desafortunadas, estigmatizantes y sobre todo revictimizantes por parte de la ahora ex procuradora de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del DIF Culiacán, Liliana Pimentel Villalobos, para que presentara su renuncia (aunque el alcalde señala que no se la ha aceptado aún), y en cambio, nada, nada, ni el maremoto que causó en la opinión pública su franco rechazo en el Congreso del Estado, ha logrado que Araceli Tirado Gálvez se vaya del Instituto Sinaloense de las Mujeres (Ismujeres).

Como bien se sabe, Pimentel Villalobos decidió dejar el cargo en el DIF Municipal tras las exigencias y críticas de parte de los colectivos, por llamar a las adolescentes Brenda y Andrea, víctimas de feminicidio, “niñas ingobernables”, y al exponer en una entrevista con esta Casa Editorial la situación de precariedad en la que las jovencitas desarrollaban su vida. Palabras por demás, estigmatizantes.

Pero Liliana, y a pesar de que el alcalde Jesús Estrada Ferreiro la defendió, alegando que hace muy bien su trabajo, decidió mejor marcharse. Ella misma lo había adelantado un día antes a este medio: prefería marcharse que continuar en el ojo del huracán, criticada por sus desafortunadas palabras y no por sus resultados. ¿Un ejemplo de congruencia? ¿Una funcionaria con piel delgada? Apenas ella lo sabe.

Lo que sí cobra relieve es que para Araceli Tirado y otras mujeres que ocupan cargos en dependencias tan sensibles que tratan la violencia de género, la desvergüenza de sus pésimas gestiones, y el asalto políticomo que toman a los institutos, no les mueve a la menor preocupación para retirarse del área en la que es urgente designar a mujeres realmente comprometidas, capaces y sensibles en la lucha por la erradicación de la violencia de género.

Tirado Gálvez siempre se niega y siempre se esconde cuando brinca a la paletras pública el tema de feminicidios, de la violencia sistemática que padecen las mujeres, y por el contrario, parece optar por escudarse en las “limitaciones” que tiene el Ismujeres.

Lo mismo Gabriela Inzunza en el Cepavif, Alejandra Vellatti en el Centro de Justicia para Mujeres, y Margarita Urías, en el Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA). Las cuatro, sin excepción alguna, parecen ejercer un cargo en la más absoluta grisura oficial que no pretende molestar al señor gobernador, quien desde que asumió la gubernatura se ha mostrado insensible y alejado de los temas de género. ¿Qué no es cierto? Revisen su gabinete y la ausencia notaria de mujeres. Revisen los presupuestos dedicados al combate de la violencia de género y revisen el perfil de quienes impulsan dentro de las instituciones la Alerta de Género.

La misma Tirado Gálvez ha sido defendida una y otra vez por Quirino Ordaz, pero en realidad no se dan cuenta, desde la visión del poder, que mantener a este tipo de perfiles no aptos para cargos sensibles, deviene en el intento de acallar las voces de la sociedad civil, ¿cuándo Araceli y compañía han alzado sus voces para gritar junto con las defensoras de derechos humanos la exigencia de justicia que nos indigna y nos enrabia por tanto crimen y violencia hacia las mujeres de Sinaloa?

Si en verdad les diera vergüenza usar como trampolín estos cargos o, en el peor de los casos, como ariete político o cuotas de poder, renunciarían a esa responsabilidad. Siempre se ha dicho: el gobernador no necesita a mujeres con el perfil idóneo en estas dependencias, sino quiere cómplices que le hagan la chamba de no reclamar ante la violencia sistemática del patriarcado. Por eso se tardó tanto en elegir a una sucesora de Araceli Tirado, y sobre todo, para que su empleada continuara cobrando miles de pesos como “encargada de despacho”.

En todo caso, ya se habla que una vez que llegue Laura González Bon, Reyna Araceli seguirá reinando en el Ismujeres. Ya se sabrá.

Por lo pronto, Liliana Pimentel sí tuvo vergüenza.