/ lunes 12 de julio de 2021

Vivir del asombro

1) Para saber

Uno de los grandes logros del siglo XX fue poder desintegrar el átomo. Cuando un átomo se divide produce una liberación de energía enorme. ¿Cuánta energía? Einstein la calculó con su famosa fórmula: multiplicando la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, que es un valor gigantesco. Esa energía se puede utilizar para el bien, como las plantas nucleares, o para mal como las bombas atómicas. Aplicándolo en otro sentido, el mismo Einstein afirmó “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. El Papa Francisco nos previene contra la “dictadura de los prejuicios”, que consiste cuando hacemos prevalecer nuestro pensar, a veces poco fundado y por comodidad, en vez de abrirnos a la verdad dejándonos asombrar por ella. Sucede muchas veces, continua el Papa, que buscamos solo la confirmación de nuestras ideas para nunca esforzarnos en cambiar y rechazamos lo distinto a nuestro pensar. Esto puede suceder también en relación con Dios: Podemos pensar que sabemos ya mucho sobre Jesús y nos basta seguir igual. Sin cuestionarnos si Dios no estará esperando algo más de nosotros.

2) Para pensar

Se le atribuye a un legendario maestro chino la anécdota de “La Sospecha”. En ella nos relata que un día, un hombre perdió su hacha, y empezó a sospechar del hijo de su vecino. Todo en él le indicaba que se trataba del ladrón: observó la forma de caminar del muchacho (y le pareció que andaba como un ladrón); observó su forma de hablar (y pensó que hablaba igual que un ladrón); y observó minuciosamente sus gestos… No tenía ninguna duda: ¡eran los gestos de un ladrón! Pero días después, encontró su hacha tirada en el valle. Y al regresar a su casa, comenzó a observar que el hijo de su vecino realmente no tenía ninguna pinta de ladrón. Sucede que a veces vemos solo lo que queremos ver. Las emociones nos engañan y nos confunden. Nos dejamos llevar por los prejuicios guiados por el odio, la ira o incluso la envidia, que nos hace desfigurar la percepción de la realidad. En esta historia, el hombre estaba muy enfadado. Guiado por la ira, deseaba tanto que el muchacho del que sospechaba fuera el culpable, que empezó a transformar la realidad y a interpretar a su manera todo lo que veía. Los prejuicios la mayoría de las veces suelen estar muy lejos de la realidad. Es un riesgo que todos corremos: pensamos que sabemos mucho de una persona, y lo peor es que la etiquetamos y la encerramos en nuestros prejuicios. Pensemos si nos dejamos llevar por prejuicios, impidiéndonos estar en la verdad.

3) Para vivir

El asombro nos facilita abrirnos a la verdad, nos permite abrirnos al encuentro real con Dios. Sin asombro, nuestra fe se puede convertir en una letanía cansada que se apaga y se vive solo como una costumbre social, dice el Papa. Es ir a la Misa o una boda simplemente por costumbre. Falta asombrarnos que todo un Dios Omnipotente e infinito venga a nuestro encuentro con todo su Amor. Nosotros, en el encuentro con Dios, tenemos que ir en el camino del asombro. Concluye el Papa diciéndonos que el asombro es como el certificado de garantía que ese encuentro no se ha vuelto costumbre, sino que es verdadero. (articulosdog@gmail.com)

1) Para saber

Uno de los grandes logros del siglo XX fue poder desintegrar el átomo. Cuando un átomo se divide produce una liberación de energía enorme. ¿Cuánta energía? Einstein la calculó con su famosa fórmula: multiplicando la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, que es un valor gigantesco. Esa energía se puede utilizar para el bien, como las plantas nucleares, o para mal como las bombas atómicas. Aplicándolo en otro sentido, el mismo Einstein afirmó “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. El Papa Francisco nos previene contra la “dictadura de los prejuicios”, que consiste cuando hacemos prevalecer nuestro pensar, a veces poco fundado y por comodidad, en vez de abrirnos a la verdad dejándonos asombrar por ella. Sucede muchas veces, continua el Papa, que buscamos solo la confirmación de nuestras ideas para nunca esforzarnos en cambiar y rechazamos lo distinto a nuestro pensar. Esto puede suceder también en relación con Dios: Podemos pensar que sabemos ya mucho sobre Jesús y nos basta seguir igual. Sin cuestionarnos si Dios no estará esperando algo más de nosotros.

2) Para pensar

Se le atribuye a un legendario maestro chino la anécdota de “La Sospecha”. En ella nos relata que un día, un hombre perdió su hacha, y empezó a sospechar del hijo de su vecino. Todo en él le indicaba que se trataba del ladrón: observó la forma de caminar del muchacho (y le pareció que andaba como un ladrón); observó su forma de hablar (y pensó que hablaba igual que un ladrón); y observó minuciosamente sus gestos… No tenía ninguna duda: ¡eran los gestos de un ladrón! Pero días después, encontró su hacha tirada en el valle. Y al regresar a su casa, comenzó a observar que el hijo de su vecino realmente no tenía ninguna pinta de ladrón. Sucede que a veces vemos solo lo que queremos ver. Las emociones nos engañan y nos confunden. Nos dejamos llevar por los prejuicios guiados por el odio, la ira o incluso la envidia, que nos hace desfigurar la percepción de la realidad. En esta historia, el hombre estaba muy enfadado. Guiado por la ira, deseaba tanto que el muchacho del que sospechaba fuera el culpable, que empezó a transformar la realidad y a interpretar a su manera todo lo que veía. Los prejuicios la mayoría de las veces suelen estar muy lejos de la realidad. Es un riesgo que todos corremos: pensamos que sabemos mucho de una persona, y lo peor es que la etiquetamos y la encerramos en nuestros prejuicios. Pensemos si nos dejamos llevar por prejuicios, impidiéndonos estar en la verdad.

3) Para vivir

El asombro nos facilita abrirnos a la verdad, nos permite abrirnos al encuentro real con Dios. Sin asombro, nuestra fe se puede convertir en una letanía cansada que se apaga y se vive solo como una costumbre social, dice el Papa. Es ir a la Misa o una boda simplemente por costumbre. Falta asombrarnos que todo un Dios Omnipotente e infinito venga a nuestro encuentro con todo su Amor. Nosotros, en el encuentro con Dios, tenemos que ir en el camino del asombro. Concluye el Papa diciéndonos que el asombro es como el certificado de garantía que ese encuentro no se ha vuelto costumbre, sino que es verdadero. (articulosdog@gmail.com)

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