/ lunes 2 de mayo de 2022

Veneno Electoral

López Obrador lo cumplió. Dobló la apuesta. No esperó mucho para sacudirse de la derrota en el Congreso que le propinó la oposición al negarle la aprobación de su reforma en materia de electricidad. Después de lanzar obuses propagandísticos y llamar traidores a la patria a los miembros del PRIAN, ahora alista la segunda parte del ataque: los traidores a la democracia.

El régimen morenista, presentó una reforma electoral venenosa. Busca dinamitar el sistema electoral como lo conocemos hasta el día de hoy e instaurar en su lugar instituciones y personas que no representen contrapesos políticos, jurídicos, Intelectuales o sociales. Como buenos embaucadores saben vender su producto milagro envueltos en celofanes de colores, pero con contenidos dañinos para quien los consume.

La reforma electoral sugiere la desaparición de los diputados plurinominales, órganos y tribunales electorales, sustitución de Consejeros y Magistrados en materia electoral por integrantes electos con el voto universal, dejar sin presupuesto a los partidos políticos para operar de manera regular, voto electrónico, incorporación del voto migrante y la creación de un Instituto Electoral Nacional y de Consultas. La forma de presentar los cambios es genial. Los mexicanos odiamos a los plurinominales; cualquiera que los defienda enfrenta una situación de desventaja

Vale la pena recordar un poco de la historia de los orígenes del INE. El antes IFE, nace a partir de la necesidad de contar con un árbitro electoral que no estuviera en manos del gobierno. Bartlett fue el encargado de organizar las elecciones del 88 con la ya conocida caída del sistema. La sociedad, academia, partidos políticos Organismos de la sociedad civil participaron en la creación de del IFE. La propuesta no vino del gobierno. El sistema participó como un actor más, pero no llevó la voz cantante tuvo que aceptar la visión que se gestó desde la oposición; hoy es distinto: el gobierno es quien pretende ser el único actor que decida sobre el futuro electoral de nuestro país

Los cambios que se proponen desde una posición de poder está pensados para retenerlo; no en hacer las reglas del juego más justas para la mayoría. El gobierno de MORENA no tiene la intención de incorporar propuestas de la oposición u otros actores de la sociedad a la reforma. Lo que buscan es regresar a un sistema de control ejercido por el priismo del Siglo XX.

MORENA y sus aliados obtuvieron menos del 50% de los votos de los mexicanos en el 2018, pero su representación en la Cámara de Diputados es superior a ese 50%. Si se aceptaran los cambios en la iniciativa de López Obrador de desaparecer las posiciones plurinominales, su presencia en la cámara alcanzaría más del 60%, algo injusto que no consiguieron en las urnas. El veneno de la reforma radica en convencer a los mexicanos que es mejor el control total de un partido de las estructuras del gobierno que mantener a una bola de legisladores inútiles.

El producto chatarra de la reforma electoral habla del voto electrónico. Nuestra democracia es cara porque no confiamos en nosotros. Partimos de la idea de fraude. Los candados cuestan. El voto electrónico es la cúspide de la desconfianza. Es barato, pero no estamos listos en confiar en las computadoras nuestro destino en la urna.

Una verdadera reforma electoral tendría que incorporar una segunda vuelta. El propio presidente descartó esa idea porque, según sus propios intereses, eso significa que la oposición siempre se uniría para derrotarlo. La segunda vuelta electoral obliga a las fuerzas políticas a ponerse de acuerdo en planes de gobierno y sumar diferentes grupos que, por lo general son descartados y desechados por los grandes partidos.

Otra propuesta interesante debería ser el flexibilizar la mayor cantidad posible de partidos políticos con registro. Entre más mejor, pero sin financiamiento público. Entre más partidos políticos existan y con una segunda vuelta electoral vigorosa, cientos de propuestas de partidos pequeños que defienden ideas en particular (animalistas, ambientalistas, derechos de las infancias, etc)

Pronto veremos lo nuevos capítulos de la lucha por imponer la reforma electoral. No caigamos en provocaciones por ninguna de las partes. Toda democracia merece evolucionar. México necesita cambios en su legislación, pero tienen que incorporarse todas las voces; no únicamente las voces de los que quieren seguir en él.

¿O usted que opina amable lector? ¿Cree que la reforma es pura casta y virginal o es un veneno en botella de perfume?

López Obrador lo cumplió. Dobló la apuesta. No esperó mucho para sacudirse de la derrota en el Congreso que le propinó la oposición al negarle la aprobación de su reforma en materia de electricidad. Después de lanzar obuses propagandísticos y llamar traidores a la patria a los miembros del PRIAN, ahora alista la segunda parte del ataque: los traidores a la democracia.

El régimen morenista, presentó una reforma electoral venenosa. Busca dinamitar el sistema electoral como lo conocemos hasta el día de hoy e instaurar en su lugar instituciones y personas que no representen contrapesos políticos, jurídicos, Intelectuales o sociales. Como buenos embaucadores saben vender su producto milagro envueltos en celofanes de colores, pero con contenidos dañinos para quien los consume.

La reforma electoral sugiere la desaparición de los diputados plurinominales, órganos y tribunales electorales, sustitución de Consejeros y Magistrados en materia electoral por integrantes electos con el voto universal, dejar sin presupuesto a los partidos políticos para operar de manera regular, voto electrónico, incorporación del voto migrante y la creación de un Instituto Electoral Nacional y de Consultas. La forma de presentar los cambios es genial. Los mexicanos odiamos a los plurinominales; cualquiera que los defienda enfrenta una situación de desventaja

Vale la pena recordar un poco de la historia de los orígenes del INE. El antes IFE, nace a partir de la necesidad de contar con un árbitro electoral que no estuviera en manos del gobierno. Bartlett fue el encargado de organizar las elecciones del 88 con la ya conocida caída del sistema. La sociedad, academia, partidos políticos Organismos de la sociedad civil participaron en la creación de del IFE. La propuesta no vino del gobierno. El sistema participó como un actor más, pero no llevó la voz cantante tuvo que aceptar la visión que se gestó desde la oposición; hoy es distinto: el gobierno es quien pretende ser el único actor que decida sobre el futuro electoral de nuestro país

Los cambios que se proponen desde una posición de poder está pensados para retenerlo; no en hacer las reglas del juego más justas para la mayoría. El gobierno de MORENA no tiene la intención de incorporar propuestas de la oposición u otros actores de la sociedad a la reforma. Lo que buscan es regresar a un sistema de control ejercido por el priismo del Siglo XX.

MORENA y sus aliados obtuvieron menos del 50% de los votos de los mexicanos en el 2018, pero su representación en la Cámara de Diputados es superior a ese 50%. Si se aceptaran los cambios en la iniciativa de López Obrador de desaparecer las posiciones plurinominales, su presencia en la cámara alcanzaría más del 60%, algo injusto que no consiguieron en las urnas. El veneno de la reforma radica en convencer a los mexicanos que es mejor el control total de un partido de las estructuras del gobierno que mantener a una bola de legisladores inútiles.

El producto chatarra de la reforma electoral habla del voto electrónico. Nuestra democracia es cara porque no confiamos en nosotros. Partimos de la idea de fraude. Los candados cuestan. El voto electrónico es la cúspide de la desconfianza. Es barato, pero no estamos listos en confiar en las computadoras nuestro destino en la urna.

Una verdadera reforma electoral tendría que incorporar una segunda vuelta. El propio presidente descartó esa idea porque, según sus propios intereses, eso significa que la oposición siempre se uniría para derrotarlo. La segunda vuelta electoral obliga a las fuerzas políticas a ponerse de acuerdo en planes de gobierno y sumar diferentes grupos que, por lo general son descartados y desechados por los grandes partidos.

Otra propuesta interesante debería ser el flexibilizar la mayor cantidad posible de partidos políticos con registro. Entre más mejor, pero sin financiamiento público. Entre más partidos políticos existan y con una segunda vuelta electoral vigorosa, cientos de propuestas de partidos pequeños que defienden ideas en particular (animalistas, ambientalistas, derechos de las infancias, etc)

Pronto veremos lo nuevos capítulos de la lucha por imponer la reforma electoral. No caigamos en provocaciones por ninguna de las partes. Toda democracia merece evolucionar. México necesita cambios en su legislación, pero tienen que incorporarse todas las voces; no únicamente las voces de los que quieren seguir en él.

¿O usted que opina amable lector? ¿Cree que la reforma es pura casta y virginal o es un veneno en botella de perfume?