/ viernes 8 de enero de 2021

Vacunas y la Cuarta Transformación

Las vacunas representan, sin duda, una gran luz de esperanza en el largo, oscuro y funesto túnel en el que nos mantiene atrapados la pandemia global del Covid-19. Debe reconocerse el enorme esfuerzo de la comunidad científica y médica internacional, así como de la industria farmacéutica, para disponer en un tiempo record de estos productos que generarán inmunidad contra el terrible coronavirus.

Trascurrió solo un año entre la decodificación del genoma del Covid-19 y la aprobación de las primeras vacunas, cuya aplicación masiva permitirá crear la inmunidad de “rebaño”, detener la cadena de contagios y atenuar el impacto tan negativo que ha tenido la pandemia en la salud y la economía.

En estos complicados meses, el desarrollo científico y médico ha sido realmente impresionante. Se han creado aproximadamente 200 vacunas en el mundo contra el coronavirus, de las cuales 50 han realizado pruebas con seres humanos.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos ha autorizado para uso de emergencia las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna. Vacunas como AstraZeneca, Janssen y Novavax se encuentran en la etapa de ensayos clínicos a gran escala. Y hay vacunas que se están aplicando en otros países como la CanSino Biologics y la Sputnik V.

México ha suscrito acuerdos para adquirir 34.4 millones de vacunas Pfizer-BioNTech, 77. 7 millones de la vacuna AstraZeneca y 35 millones de dosis de la vacuna CanSino Biologics. En total, el gobierno federal estima adquirir 147 millones de dosis. Con ello, se pretende inmunizar al 75% de la población de 16 y más años, porque no hay que perder de vista que las vacunas de Pfizer-BioNTech y AstraZeneca requieren dos dosis.

Habría que decir que el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, que todos los días habla de transparencia y combate a la corrupción, desde noviembre del año pasado clasificó los convenios con las farmacéuticas como información reservada, lo que impide conocer las condiciones de estos acuerdos, como lo es el precio de las vacunas.

Pero el problema más grave es que las vacunas están llegando a cuentagotas. Hasta el momento, México ha recibido únicamente 111 mil 305 dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech. El gobierno federal anunció que en las próximas semanas llegarán 436 mil de estas vacunas, y que para el cierre de enero se acumularán 1 millón 421 dosis y en marzo se llegará a 7. 5 millones vacunas, muy por debajo de los 34.4 millones contratados con Pfizer-BioNTech.

A la fecha, no han llegado a nuestro país las vacunas AstraZeneca y CanSino Biologics, y está última incluso todavía no ha sido autorizada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS).

México es el único país del mundo en el que el gobierno federal ha celebrado, con bombo y platillo, y en transmisión nacional en vivo, el arribo de los aviones con las vacunas contra el Covid-19. La fiesta oficial ha sido en grande. Como si llegara el Santo Grial. Y siendo las vacunas indudablemente muy importantes, no hay que perder de vista que hasta hoy solo hemos recibido 111 mil vacunas, de doble dosis, para inmunizar a más de 90 millones de mexicanos.

Se ve complicado que el flujo de vacunas llegue en el volumen y tiempo que ha proyectado el gobierno mexicano, debido a la limitada capacidad de producción y a la competencia que existe a nivel mundial entre los países para adquirir más dosis en el menor tiempo posible.

Pero aun cumpliéndose el programa de suministro previsto por el gobierno federal, debe quedar claro que una cosa es disponer de las vacunas y otra muy distinta es contar con la capacidad para aplicarlas con celeridad y en condiciones óptimas a la población. Para lograr esto último, se requiere un adecuado plan de inmunización.

México tiene una gran experiencia en la materia. Uno de los mayores logros de nuestro sistema de salud ha sido, precisamente, alcanzar altas coberturas de vacunación y contar con uno de los esquemas de inmunización más completos del mundo.

Gracias al ejemplar Programa de Vacunación Universal, en México se erradicaron enfermedades como la poliomielitis y la difteria, y durante años se han podido tener bajo control otros padecimientos como la rubéola, tosferina y sarampión.

Sin embargo, fiel a su vocación destructiva, y con el pretexto de la austeridad y el combate a la corrupción, el gobierno de la Cuarta Transformación ha debilitado la estructura y la cadena de suministro de vacunas. En estos dos años, han escaseado las vacunas contra el sarampión, tuberculosis, influenza y papiloma humano.

De acuerdo con el Dr. Julio Frenk, ex secretario de salud, la mala gestión del Programa de Vacunación Universal ha ocasionado que en el 2020 se registraran en México 196 casos de sarampión. Estamos hablando del mismo número de casos acumulados en 20 años.

El gobierno federal, ha definido un plan de vacunación que consta de 5 etapas, para cubrir a los distintos grupos de la población. Según este plan, de diciembre de 2020 a febrero del 2021 se debe inmunizar al personal de salud que labora en la primera línea de combate al Covid-19, de febrero a abril del 2021 se vacunará al personal de salud restante y a las personas de 60 años y más, de abril a mayo a las personas de 50 a 59 años, de mayo a junio a las personas de 40 a 49 años, y de junio de 2021 a marzo de 2022 al resto de la población.

Además de prolongado, este plan de vacunación presenta algunos problemas. En su primera etapa, la logística ha sido excesivamente, centralista, burocratizada y lenta. Ha sido penoso ver al personal de salud que está en la primera línea de combate contra la pandemia hacer largas filas, por horas, para recibir la vacuna. Se ha excluido al personal de salud de las instituciones privadas, donde también se atiende a un importante número de enfermos de coronavirus.

¿Cuáles son los resultados hasta estos momentos? En nuestro país se ha inmunizado a 48 mil 236 trabajadores del sector salud, de la Ciudad de México, Coahuila, Nuevo León, Querétaro y Estado de México. Se ha vacunado apenas al 0.03% de la población y ocupamos el lugar 32 en el mundo en inmunización por cada 100 mil habitantes.

En nuestro país, se han aplicado en promedio 5 mil 500 vacunas por día. Deberían ser 52 mil para cumplir con los plazos y la meta que ha fijado el gobierno federal en su plan de vacunación. Para la segunda etapa, que debe iniciar en febrero, las bases son endebles: se aplicaría la vacuna CanSino, que no ha llegado y que no ha sido todavía autorizada por COFEPRIS. Adicionalmente, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que en la segunda etapa se dará prioridad a las comunidades apartadas, y no a las zonas más densamente pobladas, que concentran el mayor número de contagios.

En lugar de aprovechar la estructura y la red de vacunación construida a lo largo de muchos años, en una primera etapa el gobierno federal delegó en el ejército (¿en quién más?) la estrategia de inmunización a los trabajadores del sector salud. Recientemente se anunció la creación de 10 mil brigadas de vacunación, integradas por militares, servidores públicos, personal de salud y voluntarios.

Lo preocupante es que en estas brigadas participarán los llamados promotores sociales, que coordinan la entrega de los apoyos de los programas sociales estelares del gobierno federal. El riesgo aquí es que se pretenda lucrar políticamente con la vacuna, lo cual sería inmoral e indigno en el marco de la tragedia que vivimos como país.

Resulta muy lamentable la pretensión de Morena de buscar sacar provecho político, presentando la vacuna como un logro de este partido, cuando en realidad es un derecho de todos los mexicanos recibirla y una obligación del gobierno suministrarla en condiciones de equidad y sin distinciones de ningún tipo.

Con todo, disponer de vacunas contra el Covid-19 es un gran logro que alienta la esperanza, pero ello no significa todavía el fin de la pandemia. Como la ha dicho el Dr. Julio Frenk: para que la vacuna sea realmente efectiva, se requiere continuar con las medidas de salud pública, como el uso de cubrebocas y la sana distancia.

Las vacunas representan, sin duda, una gran luz de esperanza en el largo, oscuro y funesto túnel en el que nos mantiene atrapados la pandemia global del Covid-19. Debe reconocerse el enorme esfuerzo de la comunidad científica y médica internacional, así como de la industria farmacéutica, para disponer en un tiempo record de estos productos que generarán inmunidad contra el terrible coronavirus.

Trascurrió solo un año entre la decodificación del genoma del Covid-19 y la aprobación de las primeras vacunas, cuya aplicación masiva permitirá crear la inmunidad de “rebaño”, detener la cadena de contagios y atenuar el impacto tan negativo que ha tenido la pandemia en la salud y la economía.

En estos complicados meses, el desarrollo científico y médico ha sido realmente impresionante. Se han creado aproximadamente 200 vacunas en el mundo contra el coronavirus, de las cuales 50 han realizado pruebas con seres humanos.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos ha autorizado para uso de emergencia las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna. Vacunas como AstraZeneca, Janssen y Novavax se encuentran en la etapa de ensayos clínicos a gran escala. Y hay vacunas que se están aplicando en otros países como la CanSino Biologics y la Sputnik V.

México ha suscrito acuerdos para adquirir 34.4 millones de vacunas Pfizer-BioNTech, 77. 7 millones de la vacuna AstraZeneca y 35 millones de dosis de la vacuna CanSino Biologics. En total, el gobierno federal estima adquirir 147 millones de dosis. Con ello, se pretende inmunizar al 75% de la población de 16 y más años, porque no hay que perder de vista que las vacunas de Pfizer-BioNTech y AstraZeneca requieren dos dosis.

Habría que decir que el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, que todos los días habla de transparencia y combate a la corrupción, desde noviembre del año pasado clasificó los convenios con las farmacéuticas como información reservada, lo que impide conocer las condiciones de estos acuerdos, como lo es el precio de las vacunas.

Pero el problema más grave es que las vacunas están llegando a cuentagotas. Hasta el momento, México ha recibido únicamente 111 mil 305 dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech. El gobierno federal anunció que en las próximas semanas llegarán 436 mil de estas vacunas, y que para el cierre de enero se acumularán 1 millón 421 dosis y en marzo se llegará a 7. 5 millones vacunas, muy por debajo de los 34.4 millones contratados con Pfizer-BioNTech.

A la fecha, no han llegado a nuestro país las vacunas AstraZeneca y CanSino Biologics, y está última incluso todavía no ha sido autorizada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS).

México es el único país del mundo en el que el gobierno federal ha celebrado, con bombo y platillo, y en transmisión nacional en vivo, el arribo de los aviones con las vacunas contra el Covid-19. La fiesta oficial ha sido en grande. Como si llegara el Santo Grial. Y siendo las vacunas indudablemente muy importantes, no hay que perder de vista que hasta hoy solo hemos recibido 111 mil vacunas, de doble dosis, para inmunizar a más de 90 millones de mexicanos.

Se ve complicado que el flujo de vacunas llegue en el volumen y tiempo que ha proyectado el gobierno mexicano, debido a la limitada capacidad de producción y a la competencia que existe a nivel mundial entre los países para adquirir más dosis en el menor tiempo posible.

Pero aun cumpliéndose el programa de suministro previsto por el gobierno federal, debe quedar claro que una cosa es disponer de las vacunas y otra muy distinta es contar con la capacidad para aplicarlas con celeridad y en condiciones óptimas a la población. Para lograr esto último, se requiere un adecuado plan de inmunización.

México tiene una gran experiencia en la materia. Uno de los mayores logros de nuestro sistema de salud ha sido, precisamente, alcanzar altas coberturas de vacunación y contar con uno de los esquemas de inmunización más completos del mundo.

Gracias al ejemplar Programa de Vacunación Universal, en México se erradicaron enfermedades como la poliomielitis y la difteria, y durante años se han podido tener bajo control otros padecimientos como la rubéola, tosferina y sarampión.

Sin embargo, fiel a su vocación destructiva, y con el pretexto de la austeridad y el combate a la corrupción, el gobierno de la Cuarta Transformación ha debilitado la estructura y la cadena de suministro de vacunas. En estos dos años, han escaseado las vacunas contra el sarampión, tuberculosis, influenza y papiloma humano.

De acuerdo con el Dr. Julio Frenk, ex secretario de salud, la mala gestión del Programa de Vacunación Universal ha ocasionado que en el 2020 se registraran en México 196 casos de sarampión. Estamos hablando del mismo número de casos acumulados en 20 años.

El gobierno federal, ha definido un plan de vacunación que consta de 5 etapas, para cubrir a los distintos grupos de la población. Según este plan, de diciembre de 2020 a febrero del 2021 se debe inmunizar al personal de salud que labora en la primera línea de combate al Covid-19, de febrero a abril del 2021 se vacunará al personal de salud restante y a las personas de 60 años y más, de abril a mayo a las personas de 50 a 59 años, de mayo a junio a las personas de 40 a 49 años, y de junio de 2021 a marzo de 2022 al resto de la población.

Además de prolongado, este plan de vacunación presenta algunos problemas. En su primera etapa, la logística ha sido excesivamente, centralista, burocratizada y lenta. Ha sido penoso ver al personal de salud que está en la primera línea de combate contra la pandemia hacer largas filas, por horas, para recibir la vacuna. Se ha excluido al personal de salud de las instituciones privadas, donde también se atiende a un importante número de enfermos de coronavirus.

¿Cuáles son los resultados hasta estos momentos? En nuestro país se ha inmunizado a 48 mil 236 trabajadores del sector salud, de la Ciudad de México, Coahuila, Nuevo León, Querétaro y Estado de México. Se ha vacunado apenas al 0.03% de la población y ocupamos el lugar 32 en el mundo en inmunización por cada 100 mil habitantes.

En nuestro país, se han aplicado en promedio 5 mil 500 vacunas por día. Deberían ser 52 mil para cumplir con los plazos y la meta que ha fijado el gobierno federal en su plan de vacunación. Para la segunda etapa, que debe iniciar en febrero, las bases son endebles: se aplicaría la vacuna CanSino, que no ha llegado y que no ha sido todavía autorizada por COFEPRIS. Adicionalmente, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que en la segunda etapa se dará prioridad a las comunidades apartadas, y no a las zonas más densamente pobladas, que concentran el mayor número de contagios.

En lugar de aprovechar la estructura y la red de vacunación construida a lo largo de muchos años, en una primera etapa el gobierno federal delegó en el ejército (¿en quién más?) la estrategia de inmunización a los trabajadores del sector salud. Recientemente se anunció la creación de 10 mil brigadas de vacunación, integradas por militares, servidores públicos, personal de salud y voluntarios.

Lo preocupante es que en estas brigadas participarán los llamados promotores sociales, que coordinan la entrega de los apoyos de los programas sociales estelares del gobierno federal. El riesgo aquí es que se pretenda lucrar políticamente con la vacuna, lo cual sería inmoral e indigno en el marco de la tragedia que vivimos como país.

Resulta muy lamentable la pretensión de Morena de buscar sacar provecho político, presentando la vacuna como un logro de este partido, cuando en realidad es un derecho de todos los mexicanos recibirla y una obligación del gobierno suministrarla en condiciones de equidad y sin distinciones de ningún tipo.

Con todo, disponer de vacunas contra el Covid-19 es un gran logro que alienta la esperanza, pero ello no significa todavía el fin de la pandemia. Como la ha dicho el Dr. Julio Frenk: para que la vacuna sea realmente efectiva, se requiere continuar con las medidas de salud pública, como el uso de cubrebocas y la sana distancia.