/ lunes 27 de julio de 2020

Una pelea de “como perros y gatos”



A Morena en Sinaloa se le acaba el tiempo. Ya en la antesala del proceso electoral que designará a gobernador, alcaldes y diputados, en la que se mueven sus opositores que no están parejos en las encuestas pero que sacan ventaja en el trabajo a ras de tierra, pareciera que tiene más remedio la pandemia del Covid-19 que este partido.

Mientras que la delegada Carol Berenice Arriaga García arribó al estado para apagar las llamas de la pugna entre quienes ostentan cargos populares gracias a la fuerza de las votaciones de julio del 2018, las diferencias son abismales entre ellos. Profundizadas por su orgullo perverso.

Todos se creen generales aunque hasta algunos alcaldes y legisladores, fueron hojas secas que el viento que levantó Andrés Manuel López Obrador acomodó en los ayuntamientos y en el Congreso del Estado.

Y todos se consideran dueños del Movimiento de Regeneración Nacional, cuando se cierran a entender que muchos fueron producto de un accidente. Gigantesco, hay que reconocer.

Tras pasar por un lado de la rueda de la fortuna que los tocó y los puso arriba, aquellos que ni siquiera supieron que era el morenismo, soberbiamente no quieren a nadie. Cierran las puertas del instituto y despotrican que tanto la directiva como las próximas candidaturas en juego, les pertenecen.

Difícilmente en la entidad, encontrará la enviada del Comité Ejecutivo Nacional militantes puros. Ese grado no lo alcanza ni el senador Rubén Rocha Moya, que primero fue abanderado del Partido de la Revolución Democrática, luego empleado de gobiernos priistas, y por azares del destino integrante de la Cámara Alta en este periodo.

Sus más cercanos, traen el facsímil del PRD o de otras firmas que en tiempos muy remotos se consideraron como partidos.

A poco más de dos años de aquella odisea que cambió el timón de mando en el país, el barco que abordaron en el estado, sigue extraviado.

Las envidias de los grupúsculos o de quienes exhiben posiciones muy personalistas y enfermas, abortaron desde un principio el nombramiento de Alma Alcaraz. Y mucho antes, la de Juan de Dios Gámez.

Se entrelazaron en una lucha cruenta, miembros de los dos bloques que buscan el poder: el que encabeza el edil de Mazatlán, Guillermo Benitez y el ex colaborador del mandatario Quirino Ordaz Coppel que hoy ocupa un escaño en el Senado.

El Congreso del Estado no es la excepción. Desde una de las tribunas más altas del territorio sinaloense, entre los morenistas se pegan “hasta con la cubeta”. Ejercen funciones por intereses claramente vistos.

Aunque traen una riña a “muerte” con el ejecutivo estatal, cada vez se le complica a la bancada predominante procesar las iniciativas o los acuerdos como fuerza colectiva, siempre hay quien agarra monte en las propuestas o simplemente no concuerda con lo que le piden u ordenan.

Los últimos ejemplos, asi los muestran: frágiles y confrontados.

La diputada Francisca Abelló Jordán, ensalzó a algunos como los más corruptos del panorama político. Les imputó directamente que cambiaron su voto por dinero que les ofreció Gobierno del Estado para que apoyaran el procesamiento de la dirigencia del Instituto Sinaloense de Mujeres, que todo accidentado, aún no lo resuelven.

A todo lo largo de la historia, se asoman unos a otros para verse las caras con agrio modo. Enfrentados y sin remedio.

Como éstos que son los que ocupan puestos importantes son los personajes más visibles, la gente se pregunta, ¿cómo estarán los demás que nadie conoce dentro de Morena?

Imaginándose a una embarcación que va sin brújula y en la que se llevan “como perros y gatos”.



A Morena en Sinaloa se le acaba el tiempo. Ya en la antesala del proceso electoral que designará a gobernador, alcaldes y diputados, en la que se mueven sus opositores que no están parejos en las encuestas pero que sacan ventaja en el trabajo a ras de tierra, pareciera que tiene más remedio la pandemia del Covid-19 que este partido.

Mientras que la delegada Carol Berenice Arriaga García arribó al estado para apagar las llamas de la pugna entre quienes ostentan cargos populares gracias a la fuerza de las votaciones de julio del 2018, las diferencias son abismales entre ellos. Profundizadas por su orgullo perverso.

Todos se creen generales aunque hasta algunos alcaldes y legisladores, fueron hojas secas que el viento que levantó Andrés Manuel López Obrador acomodó en los ayuntamientos y en el Congreso del Estado.

Y todos se consideran dueños del Movimiento de Regeneración Nacional, cuando se cierran a entender que muchos fueron producto de un accidente. Gigantesco, hay que reconocer.

Tras pasar por un lado de la rueda de la fortuna que los tocó y los puso arriba, aquellos que ni siquiera supieron que era el morenismo, soberbiamente no quieren a nadie. Cierran las puertas del instituto y despotrican que tanto la directiva como las próximas candidaturas en juego, les pertenecen.

Difícilmente en la entidad, encontrará la enviada del Comité Ejecutivo Nacional militantes puros. Ese grado no lo alcanza ni el senador Rubén Rocha Moya, que primero fue abanderado del Partido de la Revolución Democrática, luego empleado de gobiernos priistas, y por azares del destino integrante de la Cámara Alta en este periodo.

Sus más cercanos, traen el facsímil del PRD o de otras firmas que en tiempos muy remotos se consideraron como partidos.

A poco más de dos años de aquella odisea que cambió el timón de mando en el país, el barco que abordaron en el estado, sigue extraviado.

Las envidias de los grupúsculos o de quienes exhiben posiciones muy personalistas y enfermas, abortaron desde un principio el nombramiento de Alma Alcaraz. Y mucho antes, la de Juan de Dios Gámez.

Se entrelazaron en una lucha cruenta, miembros de los dos bloques que buscan el poder: el que encabeza el edil de Mazatlán, Guillermo Benitez y el ex colaborador del mandatario Quirino Ordaz Coppel que hoy ocupa un escaño en el Senado.

El Congreso del Estado no es la excepción. Desde una de las tribunas más altas del territorio sinaloense, entre los morenistas se pegan “hasta con la cubeta”. Ejercen funciones por intereses claramente vistos.

Aunque traen una riña a “muerte” con el ejecutivo estatal, cada vez se le complica a la bancada predominante procesar las iniciativas o los acuerdos como fuerza colectiva, siempre hay quien agarra monte en las propuestas o simplemente no concuerda con lo que le piden u ordenan.

Los últimos ejemplos, asi los muestran: frágiles y confrontados.

La diputada Francisca Abelló Jordán, ensalzó a algunos como los más corruptos del panorama político. Les imputó directamente que cambiaron su voto por dinero que les ofreció Gobierno del Estado para que apoyaran el procesamiento de la dirigencia del Instituto Sinaloense de Mujeres, que todo accidentado, aún no lo resuelven.

A todo lo largo de la historia, se asoman unos a otros para verse las caras con agrio modo. Enfrentados y sin remedio.

Como éstos que son los que ocupan puestos importantes son los personajes más visibles, la gente se pregunta, ¿cómo estarán los demás que nadie conoce dentro de Morena?

Imaginándose a una embarcación que va sin brújula y en la que se llevan “como perros y gatos”.