/ miércoles 16 de junio de 2021

Una mayoría de mujeres

“La igualdad de género ha de ser una realidad vivida”

-Michelle Bachelet


México llevó a cabo este 2021 la que se considera la elección más grande de su historia hasta el momento: el domingo 6 de junio se eligieron más de 21 000 cargos públicos en una elección intermedia. El calificativo histórico es amplio: número de mujeres contendiendo para dar cumplimiento a la paridad, las acciones afirmativas de inclusión, la tipificación de la violencia política en razón de género, la pandemia…y en específico, en Sinaloa, el lastre de la violencia que atenta cada día más contra nuestra democracia.

En medio de todo, las mujeres pasaron de estar presentes en la vida política a volverse protagonistas, superando una enorme dificultad: pasar de ser candidatas para ser electas en un periodo de votación, y esto ocurrio así: en los 24 distritos locales resultaron 13 ganadoras del proceso de elección; también fue así en los distritos federales, donde de 7, en 4 de ellas resultaron electas. Las alcaldias, sin embargo, muestran las mayores dificultades en el acceso: solamente 7 de los 18 municipios serán presididos por mujeres.

Si bien las reformas constitucionales y acciones afirmativas previas al proceso, llevaban como reto fudamental cumplir con el principio de paridad, llevando a las mujeres no solo desde su participación sino hasta la integración de sus órganos. El pasado domingo el Instituto Estatal Electoral aplicó las acciones afirmativas estableciendo a la paridad como un piso y es así como por primera vez en la historia, la conformación del Congreso del Estado en la próxima LXIII Legislatura contará una participación del 57% de mujeres, superando los resultados de la integración del actual Congreso, en donde ya se había llegado al 47.5%, lo cual da cuenta del impacto de las reformas en las leyes desde una perspectiva de género que se observa en el número de escaños legislativos para las mujeres en esta elección.

Este hecho inédito se repite de nueva cuenta en Morelos y se extiende en los congresos de Ciudad de México, Jalisco, Yucatán, Michoacán, Querétaro, Sonora y Tlaxcala.

¿Esta nueva mayoría de mujeres representa una injusticia en este nuevo modelo de democracia? Para ello es importante considerar que los derechos políticos no se reducen al sufragio, la exclusión y sub representación histórica de las mujeres; la falta de evidente ejercicio pleno y activo de la ciudadanía por parte de las

mujeres requiere acciones tendientes a superar la asimetría ocasionada por una práctica social desigual y discriminatoria; esto requiere un trato desigual que tome en cuenta las diferencias. Con ese fin, se adoptan las acciones afirmativas que, aunque temporales, representan solo un principio de base para corregir las condiciones persistentes de la discriminación de hecho.

Partimos de entender que el cambio legal no hace de manera instantánea al cambio social, ni genera condiciones automáticas, por eso mientras tales condiciones persistan y hasta que se alcance la igualdad de oportunidades y de resultados, que puedan sostenerse en todas las esferas del desarrollo, y fuera de los mandatos legales.

Al respecto, la Convención CEDAW establece la adopción por los Estados Parte de medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer, y estas medidas cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato.

Sabemos que esto apenas inicia, y hay que considerar, por ejemplo, cómo la presencia de un mayor número de mujeres en el Congreso no garantiza su posicionamiento paritario, por lo que será importante prestar atención a la integración de las comisiones y de los órganos de gobierno, que se permita el completo desempeño de sus funciones y que lo hagan libres de violencia.

Las mujeres en la XLII Legislatura presiden 17 de 27 Comisiones legislativas, por lo que la LXIII representa la oportunidad permear en el trabajo legislativo desde una perspectiva de género como herramienta principal en vías de minimizar los efectos negativos de las desigualdades, de erradicar las asimetrías de género, pero sobre todo urge erradicar la violencia contra las mujeres en el Estado, en donde han permeado políticas que limitan derechos de mujeres, su capacidad y potencialidad, confinándolas y estigmatizándolas a través de roles inadecuados y arcaicos que, como resultado, han vulnerado derechos que limitan el pleno desarrollo sostenible en el Estado.

La presencia de las mujeres cambia el ambiente en la política. Una mujer es la que les abrirá la puerta a otras. La participación política de las mujeres no sólo se circunscribe a la cuestión de representación en cargos de elección popular: la participación de las mujeres en la gobernanza del país y en los órganos de dirección y de decisión en la vida pública y privada es fundamental para el desarrollo de México.


“La igualdad de género ha de ser una realidad vivida”

-Michelle Bachelet


México llevó a cabo este 2021 la que se considera la elección más grande de su historia hasta el momento: el domingo 6 de junio se eligieron más de 21 000 cargos públicos en una elección intermedia. El calificativo histórico es amplio: número de mujeres contendiendo para dar cumplimiento a la paridad, las acciones afirmativas de inclusión, la tipificación de la violencia política en razón de género, la pandemia…y en específico, en Sinaloa, el lastre de la violencia que atenta cada día más contra nuestra democracia.

En medio de todo, las mujeres pasaron de estar presentes en la vida política a volverse protagonistas, superando una enorme dificultad: pasar de ser candidatas para ser electas en un periodo de votación, y esto ocurrio así: en los 24 distritos locales resultaron 13 ganadoras del proceso de elección; también fue así en los distritos federales, donde de 7, en 4 de ellas resultaron electas. Las alcaldias, sin embargo, muestran las mayores dificultades en el acceso: solamente 7 de los 18 municipios serán presididos por mujeres.

Si bien las reformas constitucionales y acciones afirmativas previas al proceso, llevaban como reto fudamental cumplir con el principio de paridad, llevando a las mujeres no solo desde su participación sino hasta la integración de sus órganos. El pasado domingo el Instituto Estatal Electoral aplicó las acciones afirmativas estableciendo a la paridad como un piso y es así como por primera vez en la historia, la conformación del Congreso del Estado en la próxima LXIII Legislatura contará una participación del 57% de mujeres, superando los resultados de la integración del actual Congreso, en donde ya se había llegado al 47.5%, lo cual da cuenta del impacto de las reformas en las leyes desde una perspectiva de género que se observa en el número de escaños legislativos para las mujeres en esta elección.

Este hecho inédito se repite de nueva cuenta en Morelos y se extiende en los congresos de Ciudad de México, Jalisco, Yucatán, Michoacán, Querétaro, Sonora y Tlaxcala.

¿Esta nueva mayoría de mujeres representa una injusticia en este nuevo modelo de democracia? Para ello es importante considerar que los derechos políticos no se reducen al sufragio, la exclusión y sub representación histórica de las mujeres; la falta de evidente ejercicio pleno y activo de la ciudadanía por parte de las

mujeres requiere acciones tendientes a superar la asimetría ocasionada por una práctica social desigual y discriminatoria; esto requiere un trato desigual que tome en cuenta las diferencias. Con ese fin, se adoptan las acciones afirmativas que, aunque temporales, representan solo un principio de base para corregir las condiciones persistentes de la discriminación de hecho.

Partimos de entender que el cambio legal no hace de manera instantánea al cambio social, ni genera condiciones automáticas, por eso mientras tales condiciones persistan y hasta que se alcance la igualdad de oportunidades y de resultados, que puedan sostenerse en todas las esferas del desarrollo, y fuera de los mandatos legales.

Al respecto, la Convención CEDAW establece la adopción por los Estados Parte de medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer, y estas medidas cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato.

Sabemos que esto apenas inicia, y hay que considerar, por ejemplo, cómo la presencia de un mayor número de mujeres en el Congreso no garantiza su posicionamiento paritario, por lo que será importante prestar atención a la integración de las comisiones y de los órganos de gobierno, que se permita el completo desempeño de sus funciones y que lo hagan libres de violencia.

Las mujeres en la XLII Legislatura presiden 17 de 27 Comisiones legislativas, por lo que la LXIII representa la oportunidad permear en el trabajo legislativo desde una perspectiva de género como herramienta principal en vías de minimizar los efectos negativos de las desigualdades, de erradicar las asimetrías de género, pero sobre todo urge erradicar la violencia contra las mujeres en el Estado, en donde han permeado políticas que limitan derechos de mujeres, su capacidad y potencialidad, confinándolas y estigmatizándolas a través de roles inadecuados y arcaicos que, como resultado, han vulnerado derechos que limitan el pleno desarrollo sostenible en el Estado.

La presencia de las mujeres cambia el ambiente en la política. Una mujer es la que les abrirá la puerta a otras. La participación política de las mujeres no sólo se circunscribe a la cuestión de representación en cargos de elección popular: la participación de las mujeres en la gobernanza del país y en los órganos de dirección y de decisión en la vida pública y privada es fundamental para el desarrollo de México.