/ jueves 7 de abril de 2022

Una geografía de la perversidad y la ignorancia

Muchas veces nos es difícil explicarnos las razones de determinados comportamientos de los gobernantes en el ejercicio de sus atribuciones políticas y de gobierno. El error o la equivocación en los actos de gobierno y en las políticas públicas son, al igual que comunes, entendibles, razonables, y tienen su lado positivo en que pueden ser rectificados. Sin embargo, en otras ocasiones nos negamos a creer que dichas determinaciones puedan deberse a la ignorancia que con soberbia se complace a sí misma o peor, a un tipo de maldad dirigida específicamente a lastimar, ofender o hacer daño a grandes colectivos determinados de personas. La política del gobierno de López Obrador, su manera personal de gobernar y, sobre todo, sus nulos y deplorables resultados tanto en política exterior como en la que afecta al interior del país a todos los mexicanos (52 millones de pobres, expectativa de crecimiento para este año por debajo del 2%, inseguridad y violencia al máximo, daño económico al país por fuga de inversiones y por la desastrosa política energética), puede ilustrar este punto y permitir acercarnos a saber por qué este presidente hace lo que hace.

Una investigación (Moshagen, M., Hilbig, B. E., & Zettler, I. (2018). The dark core of personality (El núcleo oscuro de la personalidad), Psychological Review, 656–688. https://doi.org/10.1037/rev0000111) en la que han participado científicos daneses y alemanes ha identificado el origen común de la maldad humana y lo han llamado el “factor oscuro de la personalidad” o “Factor D”. Todos los rasgos oscuros de la personalidad se explican por esta tendencia psicológica a poner los intereses personales por encima de cualquier otro interés, ya sea de otra persona o comunidad acompañadas de creencias que sirven como justificaciones. Muchos rasgos de personalidad connotados negativamente (denominados "rasgos oscuros") dan cuenta de un comportamiento ético, moral y socialmente cuestionable. Esta tendencia se expresa incluso cuando se disfruta haciendo daño a los demás. Una serie de creencias sirven como justificaciones que evitan los sentimientos de culpa, vergüenza o similares, en las personas que actúan de esta manera.

El tema del mal se encuentra ya en filósofos antiguos como Aristóteles quien ve el mal como carencia. Para él, el mal no tiene causa; ni formal, ni eficiente, ni final; tiene solo causa material. En la antigua Grecia, algunas posturas filosóficas concebían que sumergido un hombre en la maldad, no concibe más que egoísmos a su alrededor. Esta forma de pensamiento mostraba que la injusticia, cuando es cerrada y perfecta –que permanece larvada-, está máximamente alejada de la dicha -eudaimonía- y queda reducida a oscura ignorancia, inquietud, odio, recelo, envidia, crimen, barbarie. Se percibe únicamente al otro como un peligro y un posible alimento del propio egoísmo, alguien de quien usar y abusar.

López Obrador dijo que su gobierno no tomará postura sobre la guerra en Ucrania: "en eso de la guerra nosotros no vamos a participar ni a favor ni en contra, es una postura de neutralidad”, al mismo tiempo que tanto se niega a participar junto a las demás naciones, en adoptar sanciones en contra de la invasora Rusia y su presidente acusado ya formalmente como genocida y criminal de guerra, como favorece con un silencio cómplice –nada se mueve en el “movimiento” sin el aval de López Obrador-, la formación el 23 de marzo del vergonzoso Grupo de Amistad México-Rusia integrado por diputados de Morena, el PT y el PRI, quienes incluso invitaron al embajador ruso en México, Víctor Koroneli, a la Cámara de Diputados para darle foro a la propaganda de un régimen criminal.

Al igual que decía Octavio Paz que “aprender a dudar es aprender a pensar”, decidir también conlleva riesgos y comporta situarse en un lugar ético determinado, revelador de nuestras intenciones e intereses. En las tragedias de Esquilo, los protagonistas constituyen puros paradigmas de la vulnerabilidad de las decisiones morales, al enfrentarse a un dilema sin solución o final feliz ya que, sea cual sea la decisión que adopten, ninguna está exenta de males y, sin embargo, han de elegir, ineludiblemente, una de ellas. En una de las obras de Esquilo (525-456 a.C.), Agamenón es obligado a elegir entre el sacrificio de su hija, Ingenia, según el mandato de Ártemis, o dejar que mueran todos los guerreros griegos por la falta de viento, lo que impide la navegación a Troya, que ha de realizarse por mandato de Zeus, quien exige vengar el delito contra la hospitalidad griega cometido por el príncipe troyano Paris al raptar a Helena. Agamenón es libre para elegir una de las dos acciones, pero no para inhibirse. La deliberación moral, que se desarrolla en la conciencia de Agamenón, la escuchamos en los versos poéticos: “Grave destino lleva desobedecer, pero grave también si doy muerte a mi propia hija, la alegría de mi casa, manchando las manos de un padre con los chorros de sangre de la virgen degollada junto al altar. ¿Qué alternativa está libre de males?”.

La dichosa neutralidad de López Obrador ante la atrocidad de los crímenes en Ucrania, particularmente en Bucha, Irpin, Mariúpol, Borodyanka y otras ciudades, muestra aparte de indiferencia ante el dolor, amoralidad y falta de remordimiento, apoyo político a un criminal de guerra. La maquinaria de propaganda rusa, los medios estatales, preparan a la opinión pública –nacional y extranjera- para un genocidio a gran escala del pueblo ucraniano. “La monstruosidad de las mentiras en los canales federales (rusos) es inimaginable”, dice desde una cárcel rusa el opositor Alexey Navalny, que se salvó –fue curado en Berlín- del envenenamiento que Putin le mandó a hacer con el agente nervioso Novichok. Curiosamente como en México, Navalny dice que la capacidad de persuasión de la propaganda es grande, sobre todo para aquellos que no tienen acceso a información alternativa: “la propaganda de Putin hace tiempo que dejó de ser una herramienta. Son auténticos belicistas y se han convertido en un partido por derecho propio. Sus "expertos" están acelerando su furia y hace tiempo que han superado a los militares en su agresividad. Los propagandistas crean el tipo de opinión pública que ya no permite simplemente que Putin cometa crímenes de guerra, sino que se los exige. Los belicistas deben ser tratados como criminales de guerra”. Un medio progubernamental como es La Jornada, reproduce sorprendentemente en sincronía, la postura de la propaganda rusa. ¿Pueden encontrarse analogías y coincidencias?

En la investigación del Factor D, son nueve los rasgos oscuros. El egoísmo (preocupación excesiva por el beneficio propio a expensas de los demás y de la comunidad); el maquiavelismo, una actitud manipuladora e insensible hacia los demás, acompañada de la convicción de que el fin justifica los medios. La desconexión moral, que permite comportarse de manera amoral sin sentir remordimiento alguno por ello. El narcisismo, (auto-admiración excesiva, acompañada de un sentimiento de superioridad y de una necesidad extrema de atraer constantemente la atención de los demás). La creencia persistente de que uno es mejor que los demás y que por lo tanto merece ser tratado mejor, es el quinto rasgo oscuro de la personalidad y se llama derecho psicológico. La psicopatía (falta de empatía y autocontrol, a lo que se le agrega un comportamiento impulsivo). El sadismo (deseo de infligir daño mental o físico a otros por placer). El interés propio (entendido como el deseo de promover y destacar el propio estatus social) y el rencor (destructividad y disposición a causar daño a otros).

El premio nobel de literatura y eminente historiador alemán, Theodor Mommsen*, al referirse al 184 a.C. en Roma, donde prevalecía la demagogia y la corrupción decía que junto a estos, “levantaba cabeza otro peligro más directo, que era la violencia facciosa de las ambiciones individuales. Lo que desde un punto de vista formal aparecía como voluntad de la autoridad soberana dentro del estado no era con frecuencia, en la práctica, otra cosa que el capricho personal del mandante”.

Mientras tanto, "No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley", dice López Obrador, para quien quiera refugiarse de las atrocidades, el dolor y el abuso.

  • Theodor Mommsen, El mundo de los Césares, Fondo de Cultura Económica, México, 1993.

Muchas veces nos es difícil explicarnos las razones de determinados comportamientos de los gobernantes en el ejercicio de sus atribuciones políticas y de gobierno. El error o la equivocación en los actos de gobierno y en las políticas públicas son, al igual que comunes, entendibles, razonables, y tienen su lado positivo en que pueden ser rectificados. Sin embargo, en otras ocasiones nos negamos a creer que dichas determinaciones puedan deberse a la ignorancia que con soberbia se complace a sí misma o peor, a un tipo de maldad dirigida específicamente a lastimar, ofender o hacer daño a grandes colectivos determinados de personas. La política del gobierno de López Obrador, su manera personal de gobernar y, sobre todo, sus nulos y deplorables resultados tanto en política exterior como en la que afecta al interior del país a todos los mexicanos (52 millones de pobres, expectativa de crecimiento para este año por debajo del 2%, inseguridad y violencia al máximo, daño económico al país por fuga de inversiones y por la desastrosa política energética), puede ilustrar este punto y permitir acercarnos a saber por qué este presidente hace lo que hace.

Una investigación (Moshagen, M., Hilbig, B. E., & Zettler, I. (2018). The dark core of personality (El núcleo oscuro de la personalidad), Psychological Review, 656–688. https://doi.org/10.1037/rev0000111) en la que han participado científicos daneses y alemanes ha identificado el origen común de la maldad humana y lo han llamado el “factor oscuro de la personalidad” o “Factor D”. Todos los rasgos oscuros de la personalidad se explican por esta tendencia psicológica a poner los intereses personales por encima de cualquier otro interés, ya sea de otra persona o comunidad acompañadas de creencias que sirven como justificaciones. Muchos rasgos de personalidad connotados negativamente (denominados "rasgos oscuros") dan cuenta de un comportamiento ético, moral y socialmente cuestionable. Esta tendencia se expresa incluso cuando se disfruta haciendo daño a los demás. Una serie de creencias sirven como justificaciones que evitan los sentimientos de culpa, vergüenza o similares, en las personas que actúan de esta manera.

El tema del mal se encuentra ya en filósofos antiguos como Aristóteles quien ve el mal como carencia. Para él, el mal no tiene causa; ni formal, ni eficiente, ni final; tiene solo causa material. En la antigua Grecia, algunas posturas filosóficas concebían que sumergido un hombre en la maldad, no concibe más que egoísmos a su alrededor. Esta forma de pensamiento mostraba que la injusticia, cuando es cerrada y perfecta –que permanece larvada-, está máximamente alejada de la dicha -eudaimonía- y queda reducida a oscura ignorancia, inquietud, odio, recelo, envidia, crimen, barbarie. Se percibe únicamente al otro como un peligro y un posible alimento del propio egoísmo, alguien de quien usar y abusar.

López Obrador dijo que su gobierno no tomará postura sobre la guerra en Ucrania: "en eso de la guerra nosotros no vamos a participar ni a favor ni en contra, es una postura de neutralidad”, al mismo tiempo que tanto se niega a participar junto a las demás naciones, en adoptar sanciones en contra de la invasora Rusia y su presidente acusado ya formalmente como genocida y criminal de guerra, como favorece con un silencio cómplice –nada se mueve en el “movimiento” sin el aval de López Obrador-, la formación el 23 de marzo del vergonzoso Grupo de Amistad México-Rusia integrado por diputados de Morena, el PT y el PRI, quienes incluso invitaron al embajador ruso en México, Víctor Koroneli, a la Cámara de Diputados para darle foro a la propaganda de un régimen criminal.

Al igual que decía Octavio Paz que “aprender a dudar es aprender a pensar”, decidir también conlleva riesgos y comporta situarse en un lugar ético determinado, revelador de nuestras intenciones e intereses. En las tragedias de Esquilo, los protagonistas constituyen puros paradigmas de la vulnerabilidad de las decisiones morales, al enfrentarse a un dilema sin solución o final feliz ya que, sea cual sea la decisión que adopten, ninguna está exenta de males y, sin embargo, han de elegir, ineludiblemente, una de ellas. En una de las obras de Esquilo (525-456 a.C.), Agamenón es obligado a elegir entre el sacrificio de su hija, Ingenia, según el mandato de Ártemis, o dejar que mueran todos los guerreros griegos por la falta de viento, lo que impide la navegación a Troya, que ha de realizarse por mandato de Zeus, quien exige vengar el delito contra la hospitalidad griega cometido por el príncipe troyano Paris al raptar a Helena. Agamenón es libre para elegir una de las dos acciones, pero no para inhibirse. La deliberación moral, que se desarrolla en la conciencia de Agamenón, la escuchamos en los versos poéticos: “Grave destino lleva desobedecer, pero grave también si doy muerte a mi propia hija, la alegría de mi casa, manchando las manos de un padre con los chorros de sangre de la virgen degollada junto al altar. ¿Qué alternativa está libre de males?”.

La dichosa neutralidad de López Obrador ante la atrocidad de los crímenes en Ucrania, particularmente en Bucha, Irpin, Mariúpol, Borodyanka y otras ciudades, muestra aparte de indiferencia ante el dolor, amoralidad y falta de remordimiento, apoyo político a un criminal de guerra. La maquinaria de propaganda rusa, los medios estatales, preparan a la opinión pública –nacional y extranjera- para un genocidio a gran escala del pueblo ucraniano. “La monstruosidad de las mentiras en los canales federales (rusos) es inimaginable”, dice desde una cárcel rusa el opositor Alexey Navalny, que se salvó –fue curado en Berlín- del envenenamiento que Putin le mandó a hacer con el agente nervioso Novichok. Curiosamente como en México, Navalny dice que la capacidad de persuasión de la propaganda es grande, sobre todo para aquellos que no tienen acceso a información alternativa: “la propaganda de Putin hace tiempo que dejó de ser una herramienta. Son auténticos belicistas y se han convertido en un partido por derecho propio. Sus "expertos" están acelerando su furia y hace tiempo que han superado a los militares en su agresividad. Los propagandistas crean el tipo de opinión pública que ya no permite simplemente que Putin cometa crímenes de guerra, sino que se los exige. Los belicistas deben ser tratados como criminales de guerra”. Un medio progubernamental como es La Jornada, reproduce sorprendentemente en sincronía, la postura de la propaganda rusa. ¿Pueden encontrarse analogías y coincidencias?

En la investigación del Factor D, son nueve los rasgos oscuros. El egoísmo (preocupación excesiva por el beneficio propio a expensas de los demás y de la comunidad); el maquiavelismo, una actitud manipuladora e insensible hacia los demás, acompañada de la convicción de que el fin justifica los medios. La desconexión moral, que permite comportarse de manera amoral sin sentir remordimiento alguno por ello. El narcisismo, (auto-admiración excesiva, acompañada de un sentimiento de superioridad y de una necesidad extrema de atraer constantemente la atención de los demás). La creencia persistente de que uno es mejor que los demás y que por lo tanto merece ser tratado mejor, es el quinto rasgo oscuro de la personalidad y se llama derecho psicológico. La psicopatía (falta de empatía y autocontrol, a lo que se le agrega un comportamiento impulsivo). El sadismo (deseo de infligir daño mental o físico a otros por placer). El interés propio (entendido como el deseo de promover y destacar el propio estatus social) y el rencor (destructividad y disposición a causar daño a otros).

El premio nobel de literatura y eminente historiador alemán, Theodor Mommsen*, al referirse al 184 a.C. en Roma, donde prevalecía la demagogia y la corrupción decía que junto a estos, “levantaba cabeza otro peligro más directo, que era la violencia facciosa de las ambiciones individuales. Lo que desde un punto de vista formal aparecía como voluntad de la autoridad soberana dentro del estado no era con frecuencia, en la práctica, otra cosa que el capricho personal del mandante”.

Mientras tanto, "No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley", dice López Obrador, para quien quiera refugiarse de las atrocidades, el dolor y el abuso.

  • Theodor Mommsen, El mundo de los Césares, Fondo de Cultura Económica, México, 1993.