/ jueves 5 de agosto de 2021

Una comedia trágica de enredos

Las mañaneras y las conferencias de “quien es quien en las mentiras” son escenificaciones que el gobierno despliega para controlar la narrativa, distraer a la opinión pública de los temas que más importan, acosar e intimidar a quienes piensan distinto o son adversarios y gobernar en base a propaganda, noticias falsas o medias verdades. El objetivo es afianzar la narrativa y las ideas políticas del régimen sólo por su nivel de difusión y seguir construyendo una base electoral. El gobierno monta con recursos públicos el escenario, pone a los actores en su misma representación y pretende gobernar en base a la popularidad del rol que interpreta el actor principal presidencial. Tal y como la comedia teatral tuvo sus orígenes en Roma, en donde la comedia, a diferencia de la tragedia, ponía en escena a personajes comunes, en muchos casos de escasa complejidad psicológica, con más vicios que virtudes y con un lenguaje mediocre y a menudo grosero. La misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señaló que la desinformación y la propaganda afectan intensamente la democracia, erosionan la credibilidad de los medios, interfieren con el derecho de las personas a recibir información y pueden aumentar la hostilidad y odio en contra de grupos vulnerables de la sociedad.

Para el gobierno, todo se vuelve una puesta en escena, una actuación, un parloteo, una creación de personajes, caracterizándolos de “buenos” o de “malos”, “liberales y conservadores” o “chairos y fifís”. La palabra drama proviene del griego dráo, que significa “actuar”. Con este término se designaba en la antigua Grecia un género literario que engloba la comedia, la tragedia y el drama satírico. Según Tito Livio, en el 364 a.C., tuvieron lugar en Roma las primeras representaciones escénicas (ludi scaenici), dentro de una serie de actos rituales destinados a combatir una epidemia de peste. Hasta entonces tan sólo habían existido espectáculos circenses. Si en sus orígenes el teatro latino formó parte de una celebración cultual (los ludi scaenici formaban parte del ritual para apaciguar a los dioses ante la epidemia de peste), pronto se independizó de la religión y quedó exclusivamente como espectáculo de entretenimiento, sufragado por los magistrados y ediles que buscaban con ello ganar popularidad. Las compañías de teatro denominadas greges, eran de carácter profesional y estaban dirigidas por un empresario, que solía ser el director de escena y, a menudo, también actor. Normalmente, los actores eran esclavos y carecían de derechos civiles. En la antigua Roma, el mayor éxito de la comedia –respecto a la tragedia, más seria y solemne- puede explicarse también porque el público romano estaba acostumbrado desde antiguo a las danzas escénicas de los etruscos, en las que se mezclaban las chanzas (fesceninas, aludiendo en su origen a una ciudad etrusca y a su doble origen etimológico, que lo relaciona con su finalidad inicial, que no era otra que la de prevenir el mal de ojo –que nos recuerdan aquí los “detentes”, los sermones desde el pulpitum presidencial o las continuas alusiones bíblicas que hace López Obrador-, o fascinum en latín) con burlas, mimos y cánticos.

En este festival de la comedia gubernamental puesta para el consumo del respetable, se deslizan políticas públicas de alto impacto: ha dicho López Obrador que la población del país realmente no está preocupada por la inseguridad, ni por el desempleo ni tampoco por los peligros mortales y de desastre en la salud y en la economía causados por el coronavirus (la velocidad de incremento es mayor a la de la primera ola, y comparable a la de diciembre de 2020. La tendencia a hospitalizaciones y defunciones sigue a la alza y no hay cambio de estrategia) y las malas políticas tomadas desde la entrada de este gobierno, sino por el estado que guardan las calles, llenas de baches, y por eso su gobierno emprenderá el Programa Nacional para Reparar Baches.

Mientras López Obrador, insulta y provoca a quienes no votan a favor de las políticas de su gobierno, caracterizándolos en el guión de su comedia como “retrógradas, corruptos, clasistas y racistas” y los invita a unirse y convocar a los mexicanos a votar para que presente su renuncia al cargo en la consulta de revocación de mandato prevista para marzo del 2022, Mexicanos Contra la Corrupción informan que pese a la promesa de campaña, en el primer semestre de 2021, el 80.6% del total de contratos del gobierno federal se realizaron por adjudicación directa por un total de 74,639 mdp., y el número de víctimas y actos de corrupción en instituciones de gobierno aumentó durante 2019, así como la tasa de incidencia por corrupción pasó de 25 mil 541 actos de corrupción por cada 100 mil habitantes en 2017 a 30 mil 456 el año pasado. Es por eso que montar distractores es popular y redituable desde antaño

Las mañaneras y las conferencias de “quien es quien en las mentiras” son escenificaciones que el gobierno despliega para controlar la narrativa, distraer a la opinión pública de los temas que más importan, acosar e intimidar a quienes piensan distinto o son adversarios y gobernar en base a propaganda, noticias falsas o medias verdades. El objetivo es afianzar la narrativa y las ideas políticas del régimen sólo por su nivel de difusión y seguir construyendo una base electoral. El gobierno monta con recursos públicos el escenario, pone a los actores en su misma representación y pretende gobernar en base a la popularidad del rol que interpreta el actor principal presidencial. Tal y como la comedia teatral tuvo sus orígenes en Roma, en donde la comedia, a diferencia de la tragedia, ponía en escena a personajes comunes, en muchos casos de escasa complejidad psicológica, con más vicios que virtudes y con un lenguaje mediocre y a menudo grosero. La misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señaló que la desinformación y la propaganda afectan intensamente la democracia, erosionan la credibilidad de los medios, interfieren con el derecho de las personas a recibir información y pueden aumentar la hostilidad y odio en contra de grupos vulnerables de la sociedad.

Para el gobierno, todo se vuelve una puesta en escena, una actuación, un parloteo, una creación de personajes, caracterizándolos de “buenos” o de “malos”, “liberales y conservadores” o “chairos y fifís”. La palabra drama proviene del griego dráo, que significa “actuar”. Con este término se designaba en la antigua Grecia un género literario que engloba la comedia, la tragedia y el drama satírico. Según Tito Livio, en el 364 a.C., tuvieron lugar en Roma las primeras representaciones escénicas (ludi scaenici), dentro de una serie de actos rituales destinados a combatir una epidemia de peste. Hasta entonces tan sólo habían existido espectáculos circenses. Si en sus orígenes el teatro latino formó parte de una celebración cultual (los ludi scaenici formaban parte del ritual para apaciguar a los dioses ante la epidemia de peste), pronto se independizó de la religión y quedó exclusivamente como espectáculo de entretenimiento, sufragado por los magistrados y ediles que buscaban con ello ganar popularidad. Las compañías de teatro denominadas greges, eran de carácter profesional y estaban dirigidas por un empresario, que solía ser el director de escena y, a menudo, también actor. Normalmente, los actores eran esclavos y carecían de derechos civiles. En la antigua Roma, el mayor éxito de la comedia –respecto a la tragedia, más seria y solemne- puede explicarse también porque el público romano estaba acostumbrado desde antiguo a las danzas escénicas de los etruscos, en las que se mezclaban las chanzas (fesceninas, aludiendo en su origen a una ciudad etrusca y a su doble origen etimológico, que lo relaciona con su finalidad inicial, que no era otra que la de prevenir el mal de ojo –que nos recuerdan aquí los “detentes”, los sermones desde el pulpitum presidencial o las continuas alusiones bíblicas que hace López Obrador-, o fascinum en latín) con burlas, mimos y cánticos.

En este festival de la comedia gubernamental puesta para el consumo del respetable, se deslizan políticas públicas de alto impacto: ha dicho López Obrador que la población del país realmente no está preocupada por la inseguridad, ni por el desempleo ni tampoco por los peligros mortales y de desastre en la salud y en la economía causados por el coronavirus (la velocidad de incremento es mayor a la de la primera ola, y comparable a la de diciembre de 2020. La tendencia a hospitalizaciones y defunciones sigue a la alza y no hay cambio de estrategia) y las malas políticas tomadas desde la entrada de este gobierno, sino por el estado que guardan las calles, llenas de baches, y por eso su gobierno emprenderá el Programa Nacional para Reparar Baches.

Mientras López Obrador, insulta y provoca a quienes no votan a favor de las políticas de su gobierno, caracterizándolos en el guión de su comedia como “retrógradas, corruptos, clasistas y racistas” y los invita a unirse y convocar a los mexicanos a votar para que presente su renuncia al cargo en la consulta de revocación de mandato prevista para marzo del 2022, Mexicanos Contra la Corrupción informan que pese a la promesa de campaña, en el primer semestre de 2021, el 80.6% del total de contratos del gobierno federal se realizaron por adjudicación directa por un total de 74,639 mdp., y el número de víctimas y actos de corrupción en instituciones de gobierno aumentó durante 2019, así como la tasa de incidencia por corrupción pasó de 25 mil 541 actos de corrupción por cada 100 mil habitantes en 2017 a 30 mil 456 el año pasado. Es por eso que montar distractores es popular y redituable desde antaño