/ viernes 13 de noviembre de 2020

Triunfo de Joe Biden: lecciones para México

La vida política de México y Estados Unidos presenta marcadas diferencias. Aún así, las recientes elecciones presidenciales en las que triunfó el candidato del Partido Demócrata Joe Biden, dejan un conjunto de lecciones importantes para nuestro país, sobre todo para imaginar posibles escenarios en los comicios del 2021.

1.- La primera gran enseñanza que nos dejan las elecciones de USA, es que los gobiernos y liderazgos populistas como el que encarnó en los últimos cuatro años Donald Trump, no declinan ni desaparecen facilmente, ya que se arraigan profundamente en la sociedad y logran construir amplias redes de lealtad y apoyo político. Biden obtuvo 76.6 millones de votos, que lo convierte en el presidente con más sufragios a favor en toda la historia de los Estados Unidos. Sin embargo, lo increíble es que después de tantos cuestionamientos a sus desfiguros y excesos, Trump alcanzó 71.6 millones de votos.

2.- Los comicios recientes en USA, han demostrado que los gobiernos populistas no son evaluados en las urnas principalmente por su desempeño. Donald Trump pudo sostener una corriente electoral muy significativa, a pesar de su misoginia, racismo, xenofobia y pésima gestión de la pandemia del COVID-19. El factor que explica el respaldo de una porción tan amplia de ciudadanos a este polémico y para muchos impresentable candidato, es la retórica polarizante. Trump dividió en dos bandos a los Estados Unidos. No es la simple diferencia entre republicanos y demócratas, entre rojos y azules. Se trata de una fractura social más profunda: la división planteada como irreconciliable entre nativos e inmigrantes, entre blancos y negros, entre las ciudades y zonas rurales, entre los apoyadores de Donald Trump y sus enemigos. Al atizar las diferencias y el odio entre ambos bandos, al candidato del Partido Republicano pudo mantener la lealtad de sus millones de fieles seguidores. Como en todos los gobiernos populistas, Trump hizo de los comicios un referéndum sobre su liderazgo personal. En las urnas, los norteamericanos no eligieron entre dos partidos o dos proyectos de nación. La disyuntiva fue con nosotros o con ellos, con Donald Trump o contra Donald Trump.

3.- El populismo se alimenta de la pobreza, los prejuicios y la ignorancia. Quienes votaron mayormente a favor del candidato republicano fueron las mujeres y hombres blancos, adultos, conservadores, sin estudios universitarios, de menores ingresos, que viven en zonas rurales o pequeños pueblos. A ello se ha sumado un importante número de latinos. Son estos sectores los que fueron seducidos por el discurso de odio y resentimiento, plagado de mentiras, de Trump.

4.- La pandemia del Covid-19, no ha sido un impedimento para la afluencia masiva a las urnas. Aun con las ventajas que representó el voto anticipado por correo, la participación ciudadana ha sido muy elevada, alcanzando el 65.7%, el porcentaje más alto en los Estados Unidos en los últimos 100 años. Esto demuestra que una competencia intensa entre partidos, en que se pone a debate el rumbo de un país y el destino de un líder populista, estimula notablemente la concurrencia a las urnas. En una emergencia sanitaria como la que ahora vivimos, ello se potencia cuando se brindan condiciones de seguridad y confianza a los electores.

5.- Siempre se ha dicho que las encuestas no predicen resultados, sino que son únicamente la “fotografía” de un momento. Lo anterior quedó demostrado en los recientes comicios en USA, donde las encuestas proveían un triunfo más holgado de Joe Biden, pero erraron en sus proyecciones. No es la primera vez que ello ocurre. En 2016, la mayoría de las encuestas no previó la victoria de Donald Trump. Todo esto obligará a la industria demoscópica a revisar y replantear sus metodologías. Pero aquí hay una importante lección: cuando participa en una contienda electoral un líder populista, el llamado “voto oculto” cobra una gran relevancia. Y naturalmente, este sufragio silencioso puede ser de premio o castigo.

6.- Los gobiernos y líderes populistas no son invencibles. Tienen su vulnerabilidad y pueden ser derrotados en las urnas. Pero no es sencillo lograrlo. Con todo y su desprestigio, Trump fue un duro rival, difícil de vencer. Lo que nos indica la experiencia de Estados Unidos, es que para derrotar al populismo se requiere una oposición fuerte y unida. La fortaleza de Joe Biden, además de sus cualidades personales, es que fue arropado sin regateo por los principales liderazgos del Partido Demócrata; los Obama, Clinton, Sanders, que dejaron a un lado sus diferencias para enfrentar juntos al populista que habitaba la Casa Blanca.

7.- Todas las campañas electorales son, finalmente, un juego de estrategias. En ese sentido, el éxito de los demócratas y de su candidato a la presidencia, tiene que ver con el hecho de que acertaron al concentrar su campaña en los estados claves (la reconstrucción del “Muro Azul” en Wisconsin, Michigan y Pennsylvania) y a que lograron construir una coalición de apoyo amplia y diversa, donde destaca el respaldo abrumador de la comunidad afroestadounidense y de los jóvenes.

8.- La estrategia del Partido Demócrata y de Biden, se centró en cuestionar los malos resultados del gobierno encabezado por Donald Trump. Es decir, su campaña no perdió el tiempo en estar señalando los exabruptos, ocurrencias o la baja calidad moral del abanderado republicano. Aquí el tema fue el trabajo deficiente del presidente Trump, y particularmente el pésimo manejo de la pandemia del COVID-19, que ha causado estragos en la salud y la economía de USA. Los demócratas y su candidato acertaron en poner en el centro del debate este tema. El coronavirus, marcó definitivamente los recientes comicios en los Estados Unidos.

9.- Joe Biden no es un político carismático. Muchos pensaron que no lograría ni siquiera la nominación como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata. Al arrancar las campañas, se creía que era imposible que pudiere vencer a Trump. Se le cuestionó que en los debates no confrontara al abanderado republicano. No faltó quien dijera que los demócratas se había equivocado en su decisión, ya que requerían de un candidato más combativo. Todos estos razonamientos fueron precipitados y equivocados. En las elecciones de USA, lo que prevaleció fue el notable contraste entre los candidatos a la presidencia. Si Donald Trump encarnaba la estridencia, la provocación, el desparpajo y las bravuconadas, Biden representó la experiencia, la seriedad, la certidumbre y la decencia política. El candidato del Partido Demócrata es el artífice de esta victoria. Y lo fue, porque resultó el candidato idóneo para el momento que vive Estados Unidos.

10.- Desde hace años, las tendencias electorales en USA están muy definidas. Hay estados que son históricamente demócratas y otros son claramente republicanos. Los comicios se definen en los llamados “estados columpio” (Florida, Michigan, Wisconsin, Pennsylvania, Ohio, Mine, Iowa, Minnesota y Carolina del Norte), donde las mayorías se alternan y oscilan de una elección a otra. Pero a pesar de esta fuerte identidad partidista, los enclaves electorales no son impenetrables. Joe Biden ganó en estados tradicionalmente republicanos, como Arizona y Georgia. Con ello, se confirma que las preferencias políticas y electorales nunca son eternas.

11.- Los líderes populistas, como Trump, son autoritarios y antidemocráticos. Se aferran al poder, al costo que sea. Buscan conquistar y colonizar las instituciones, para ponerlas a su servicio. Cuestionan al arbitrio electoral y si los resultados no les favorecen los descalifican, argumentando ser víctimas de un fraude. Ante ello, y para hacer prevalecer la legalidad y el respeto a la voluntad ciudadana expresa en las urnas, se requiere que las instituciones funcionen y que los partidos se conviertan en guardianes y custodios de la democracia. En el caso de los Estados Unidos, hasta estos momentos ha sido ejemplar la postura de los jueces que han desestimado las demandas interpuestas por el equipo de campaña de Trump, así como el distanciamiento de algunos gobernadores del propio Partido Republicano que han pedido que no se socave el proceso democrático, se cuenten los votos y se acaten los resultados. El ex presidente de USA, George W. Bush, de origen republicano, ha felicitado a Joe Biden por su triunfo. Donald Trump se va quedando solo, pero será el presidente de los Estados Unidos hasta el 20 de enero del 2021, concentrando el poder que ello implica y que se resiste a entregar, como todos los líderes populistas.

La vida política de México y Estados Unidos presenta marcadas diferencias. Aún así, las recientes elecciones presidenciales en las que triunfó el candidato del Partido Demócrata Joe Biden, dejan un conjunto de lecciones importantes para nuestro país, sobre todo para imaginar posibles escenarios en los comicios del 2021.

1.- La primera gran enseñanza que nos dejan las elecciones de USA, es que los gobiernos y liderazgos populistas como el que encarnó en los últimos cuatro años Donald Trump, no declinan ni desaparecen facilmente, ya que se arraigan profundamente en la sociedad y logran construir amplias redes de lealtad y apoyo político. Biden obtuvo 76.6 millones de votos, que lo convierte en el presidente con más sufragios a favor en toda la historia de los Estados Unidos. Sin embargo, lo increíble es que después de tantos cuestionamientos a sus desfiguros y excesos, Trump alcanzó 71.6 millones de votos.

2.- Los comicios recientes en USA, han demostrado que los gobiernos populistas no son evaluados en las urnas principalmente por su desempeño. Donald Trump pudo sostener una corriente electoral muy significativa, a pesar de su misoginia, racismo, xenofobia y pésima gestión de la pandemia del COVID-19. El factor que explica el respaldo de una porción tan amplia de ciudadanos a este polémico y para muchos impresentable candidato, es la retórica polarizante. Trump dividió en dos bandos a los Estados Unidos. No es la simple diferencia entre republicanos y demócratas, entre rojos y azules. Se trata de una fractura social más profunda: la división planteada como irreconciliable entre nativos e inmigrantes, entre blancos y negros, entre las ciudades y zonas rurales, entre los apoyadores de Donald Trump y sus enemigos. Al atizar las diferencias y el odio entre ambos bandos, al candidato del Partido Republicano pudo mantener la lealtad de sus millones de fieles seguidores. Como en todos los gobiernos populistas, Trump hizo de los comicios un referéndum sobre su liderazgo personal. En las urnas, los norteamericanos no eligieron entre dos partidos o dos proyectos de nación. La disyuntiva fue con nosotros o con ellos, con Donald Trump o contra Donald Trump.

3.- El populismo se alimenta de la pobreza, los prejuicios y la ignorancia. Quienes votaron mayormente a favor del candidato republicano fueron las mujeres y hombres blancos, adultos, conservadores, sin estudios universitarios, de menores ingresos, que viven en zonas rurales o pequeños pueblos. A ello se ha sumado un importante número de latinos. Son estos sectores los que fueron seducidos por el discurso de odio y resentimiento, plagado de mentiras, de Trump.

4.- La pandemia del Covid-19, no ha sido un impedimento para la afluencia masiva a las urnas. Aun con las ventajas que representó el voto anticipado por correo, la participación ciudadana ha sido muy elevada, alcanzando el 65.7%, el porcentaje más alto en los Estados Unidos en los últimos 100 años. Esto demuestra que una competencia intensa entre partidos, en que se pone a debate el rumbo de un país y el destino de un líder populista, estimula notablemente la concurrencia a las urnas. En una emergencia sanitaria como la que ahora vivimos, ello se potencia cuando se brindan condiciones de seguridad y confianza a los electores.

5.- Siempre se ha dicho que las encuestas no predicen resultados, sino que son únicamente la “fotografía” de un momento. Lo anterior quedó demostrado en los recientes comicios en USA, donde las encuestas proveían un triunfo más holgado de Joe Biden, pero erraron en sus proyecciones. No es la primera vez que ello ocurre. En 2016, la mayoría de las encuestas no previó la victoria de Donald Trump. Todo esto obligará a la industria demoscópica a revisar y replantear sus metodologías. Pero aquí hay una importante lección: cuando participa en una contienda electoral un líder populista, el llamado “voto oculto” cobra una gran relevancia. Y naturalmente, este sufragio silencioso puede ser de premio o castigo.

6.- Los gobiernos y líderes populistas no son invencibles. Tienen su vulnerabilidad y pueden ser derrotados en las urnas. Pero no es sencillo lograrlo. Con todo y su desprestigio, Trump fue un duro rival, difícil de vencer. Lo que nos indica la experiencia de Estados Unidos, es que para derrotar al populismo se requiere una oposición fuerte y unida. La fortaleza de Joe Biden, además de sus cualidades personales, es que fue arropado sin regateo por los principales liderazgos del Partido Demócrata; los Obama, Clinton, Sanders, que dejaron a un lado sus diferencias para enfrentar juntos al populista que habitaba la Casa Blanca.

7.- Todas las campañas electorales son, finalmente, un juego de estrategias. En ese sentido, el éxito de los demócratas y de su candidato a la presidencia, tiene que ver con el hecho de que acertaron al concentrar su campaña en los estados claves (la reconstrucción del “Muro Azul” en Wisconsin, Michigan y Pennsylvania) y a que lograron construir una coalición de apoyo amplia y diversa, donde destaca el respaldo abrumador de la comunidad afroestadounidense y de los jóvenes.

8.- La estrategia del Partido Demócrata y de Biden, se centró en cuestionar los malos resultados del gobierno encabezado por Donald Trump. Es decir, su campaña no perdió el tiempo en estar señalando los exabruptos, ocurrencias o la baja calidad moral del abanderado republicano. Aquí el tema fue el trabajo deficiente del presidente Trump, y particularmente el pésimo manejo de la pandemia del COVID-19, que ha causado estragos en la salud y la economía de USA. Los demócratas y su candidato acertaron en poner en el centro del debate este tema. El coronavirus, marcó definitivamente los recientes comicios en los Estados Unidos.

9.- Joe Biden no es un político carismático. Muchos pensaron que no lograría ni siquiera la nominación como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata. Al arrancar las campañas, se creía que era imposible que pudiere vencer a Trump. Se le cuestionó que en los debates no confrontara al abanderado republicano. No faltó quien dijera que los demócratas se había equivocado en su decisión, ya que requerían de un candidato más combativo. Todos estos razonamientos fueron precipitados y equivocados. En las elecciones de USA, lo que prevaleció fue el notable contraste entre los candidatos a la presidencia. Si Donald Trump encarnaba la estridencia, la provocación, el desparpajo y las bravuconadas, Biden representó la experiencia, la seriedad, la certidumbre y la decencia política. El candidato del Partido Demócrata es el artífice de esta victoria. Y lo fue, porque resultó el candidato idóneo para el momento que vive Estados Unidos.

10.- Desde hace años, las tendencias electorales en USA están muy definidas. Hay estados que son históricamente demócratas y otros son claramente republicanos. Los comicios se definen en los llamados “estados columpio” (Florida, Michigan, Wisconsin, Pennsylvania, Ohio, Mine, Iowa, Minnesota y Carolina del Norte), donde las mayorías se alternan y oscilan de una elección a otra. Pero a pesar de esta fuerte identidad partidista, los enclaves electorales no son impenetrables. Joe Biden ganó en estados tradicionalmente republicanos, como Arizona y Georgia. Con ello, se confirma que las preferencias políticas y electorales nunca son eternas.

11.- Los líderes populistas, como Trump, son autoritarios y antidemocráticos. Se aferran al poder, al costo que sea. Buscan conquistar y colonizar las instituciones, para ponerlas a su servicio. Cuestionan al arbitrio electoral y si los resultados no les favorecen los descalifican, argumentando ser víctimas de un fraude. Ante ello, y para hacer prevalecer la legalidad y el respeto a la voluntad ciudadana expresa en las urnas, se requiere que las instituciones funcionen y que los partidos se conviertan en guardianes y custodios de la democracia. En el caso de los Estados Unidos, hasta estos momentos ha sido ejemplar la postura de los jueces que han desestimado las demandas interpuestas por el equipo de campaña de Trump, así como el distanciamiento de algunos gobernadores del propio Partido Republicano que han pedido que no se socave el proceso democrático, se cuenten los votos y se acaten los resultados. El ex presidente de USA, George W. Bush, de origen republicano, ha felicitado a Joe Biden por su triunfo. Donald Trump se va quedando solo, pero será el presidente de los Estados Unidos hasta el 20 de enero del 2021, concentrando el poder que ello implica y que se resiste a entregar, como todos los líderes populistas.