A los llamados permanentes de las autoridades estatales para que imperara la calma tras los días de violencia que obligaron al encierro a los pobladores de Sinaloa, la desafortunada y decepcionante expresión del comandante de la III Región Militar, Francisco Jesús Leana, amenazó con empeorar el escenario. La versión en video que recorre el mundo a través de las redes sociales, no encaja en la mínima posibilidad de que lo dicho se “sacó de contexto” por los periodistas.
Por el contrario las voces de toda una generación de internautas que aparentemente no duermen por estar pendientes de lo que sucede en nuestro entorno y en otros espacios lejanos, la calificaron hasta como sospechosa la afirmación por la que hasta ayer sin clemencia lo satanizaban todavía.
Posiblemente lo traicionó el subconsciente.
O a la mejor el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional no debió ni de hablar sobre el tema a menos que sus superiores lo autorizaran leer un Parte de Guerra. Y si no pudo sustraerse a la urgencia de asomar la cara como representante de una de las pocas instituciones a la que la sociedad aún tiene confianza y que busca en su actuar el retorno de la tranquilidad, su postura debió ser más técnica desde el punto de vista operativo.
¿O tendría sus razones para asumirse como lo mostró?
Evidentemente que no es político y la respuesta tampoco se debiera de apegar a una frase discursiva.
Más ceñirse a la discreción como parte de la formación que el marco de la disciplina castrense le impone, no pareció por ningún lado como intención. El titular de la Comandancia respectiva, lo puntualizó y fue repetitivo. Por lo tanto, circulan las imágenes como pruebas de lo que emitió y ello no habrá que desecharse tan fácilmente.
Lo real, es que tal manifestación metió en serios problemas al Gobierno del Estado y seguramente generará repercusiones que maniobrarán en cambios regionales desde los altos círculos de la Sedena.
La rigidez de las normas no perdonan y menos en una circunstancia como la que se padece en la entidad en la que se necesita de acciones y puntualizaciones que otorguen credibilidad en los distintos niveles de gobierno civil o militar.
A la crítica colectiva que se cernió primero sobre el gobernador Rubén Rocha Moya, además de la integridad de los pobladores que peligra, el ambiente que se enrareció más por lo que se dice, puso en riesgo la serie de acciones conjuntas que a nivel local se implementaron.
Por poco, la gente no resolvía dejar su enclaustro del miedo que se convirtió en coraje y finalmente lo hizo por las convocatorias a que colaborara para lograr la normalidad perdida.
A ello, el operativo que se desplegó para proteger las escuelas con patrullas de las policías y de los hospitales donde intimidaron a trabajadores de la salud, complementaron la idea de enfrentar las condiciones, aún adversas.
Los apoyos que se anunciaron para apoyar la economía de las empresas de diverso tamaño y giro desde Palacio de Gobierno y otras estrategias que se desenvolvieron, ocasionaron que el centro de la capital del estado, luciera este jueves con mayor movimiento.
El servicio de transporte urbano y regional estuvo más activo, entre otras situaciones, que dieron luz verde a la recuperación de la regularidad de la vida.
Sin olvidar que la movilización de Fuerzas del Orden y de los delincuentes, se verificaron en Navolato y en el norte de la ciudad culiacanense, que causaron el temor durante horas.
Y sin dejar de lado el “trago amargo” que hizo probar a sus jefes y a los sinaloenses, la secretaría de Educación Pública y Cultura, Catalina Esparza Navarrete a la que tundieron los cibernautas, los directivos de escuelas, los padres de familia y los estudiantes, cumpliéndose para el titular del Ejecutivo aquello de que “con esos amigos, para que quiero enemigos”.
Universitarios confrontan a diputados locales.
Con nuevos bríos, después de una fase en la que le bajaron la intensidad a sus acciones de defensa, estudiantes, maestros, trabajadores y funcionarios de la Universidad Autónoma de Sinaloa, tomaron prácticamente el Congreso del Estado y les restregaron a los diputados locales una serie de verdades porque le dieron lectura a la iniciativa de Reforma a la Ley Orgánica de la casa de estudios, que pretenden aprobar a como dé lugar y aunque jueces federales dictaminaron que no tienen competencia o autoridad legal.
Momentáneamente, los manifestantes que lanzaron acusaciones de traidores y serviles a los legisladores –allí que si a los de Morena y PAN, porque los priistas se hicieron morenistas- lograron que se suspendiera la sesión extraordinaria que se programó, luego de una consulta escueta a la que casi nadie acudió a las urnas que se instalaron, a causa de las balaceras que se desataron.
En otros lados, los universitarios se organizan para protestar en las calles, las plazas y la toma de oficinas gubernamentales, en los próximos días.
Con escoltas, Mendívil “mira al toro desde las barreras”.
Quien en esto días violentos y temerosos no se deja ver más que cuando de plano lo convoca una autoridad por encima de lo que le permite su investidura, es el alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil. Eso sí, acude a algún que otro evento con un sofisticado equipo de seguridad que le protege las espaldas y los flancos, porque de frente se niega a ver las cosas.
“Observa al toro desde las barreras” y obvio que no lo hace como los transeúntes que al suspenderse las rutas camioneras tienen que esconderse en las esquinas o en las cortinas de los comercios para esquivar las balas de los enfrentamientos entre grupos delincuenciales que los agarran el fuego cruzado.
O trasladarse a pie hasta las distantes colonias populares en que habitan como estudiantes o trabajadores, porque no traen en la bolsa más para pagar un pasaje de urbano y no tienen acceso al carro de alquiler o de plataforma.
Que gran diferencia.