En el Séptimo Día, que el libro de la Génesis puntualiza que el todopoderoso declaró para el descanso, los sinaloenses no pudieron reposar. La racha interminable de los grupos delictivos corrió como si se le diera rienda suelto a los jinetes de la destrucción y el pánico.
La escalada violenta no se suspendió desde el lunes pasado y superó los llamados de la autoridad, el recorrer de convoyes del Ejército Mexicano, de la Guardia Nacional y de las policías estatales, que con todo y el arsenal que exhibieron, los delincuentes los ignoraron.
Este domingo no tuvo excepción. Bloqueos en la carretera Mazatlán-Durango, despojos e incendios de unidades motrices, balaceras, personas “levantadas”, damas y hombres asesinados, murmullos nocivos y terror, surgieron como el factor dominante.
A las ruidosas especulaciones digitales y la tardanza de los responsables de las instancias de Gobierno de los tres niveles que se enteran al último como lo estilan los “policías malos”, el ruido y vista de los sobre vuelos de helicópteros por la ciudad y las rancherías de Culiacán, más que reducir la ansiedad y la psicosis colectiva, la potenciaron.
Los choferes de camiones urbanos y regionales, por un día más, prestaron un servicio mínimo. Y las cortinas de los comercios citadinos y de la periferia cerraron sin control.
Las calles continuaron solas y en algunas colonias, la gente se arremolinó en lo que constituyeron compras de pánico en los supermercados y abarrotes. El deseo de salir a la vía pública y de completar planes o tareas que se interrumpieron por los choques de los segmentos de la delincuencia organizada, forzó a cientos a abandonar los refugios por instantes. Como en la guerra.
No hay palabras, mensajes, ánimos y ni siquiera la oración de los directivos y auxiliares de los templos de las distintas religiones, que hagan posible el retorno de la calma. Y menos de la que los habitantes crean que lo que sucede está en proceso de culminación.
Los cuestionamientos agrios y desesperados entre la colectividad es, ¿hasta cuándo acabará esto?
Y no hay una respuesta en la que se pueda creer.
El encierro que causa depresión y ansias, al parecer es lo que queda en el Séptimo Día. El que antecede al octavo que no vislumbra un cambio.
La policía, superada por el sistema informativo vecinal
Por enésima ocasión, a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, la rebasó el nuevo sistema de comunicaciones vecinales que surgió ante los últimos sucesos de violencia consecutiva, que con testigos presenciales en pueblos y colonias populares, sube vertiginosamente a las redes sociales lo que observa. El modelo de hoy anuló los partes policiacos, que en otros tiempos fueron eficaces y actualmente son cubiertos por caudalosas corrientes de eventos verdaderos o falsos, que no convencen a la población ni la calman.
La lentitud del titular de la dependencia, Gerardo Mérida Sánchez, sea por estrategia o por comodidad, empezó a crear una atmósfera que transformó el miedo en coraje e incredulidad de lo que sale a decir respecto a la cadena de balaceras, bloqueos, quema de unidades motrices y de rumores.
En la disputa por el control del territorio de dos facciones delincuenciales, lo dejaron muy atrás quienes generan la violencia. Se le hizo costumbre establecer que no informará sino hasta que se confirmen los hechos y ello pudiera ser una realidad o en su caso una justificación.
Los patrullajes de las policías preventiva estatal y municipales, se caracterizan por cubrir los cuadrantes que les asignan y no es posible que sean los últimos en corroborar lo que en un momento dado sucede.
En el enfrentamiento de este miércoles en las inmediaciones de la Maximista y la sindicatura de Pueblos Unidos, las bases de las policías operan normalmente, y por lo que se ve, nadie se da cuenta de lo que acontece.
Lo mismo fue en los conflictos que se registraron desde el inicio de la presente semana.
Al funcionario que preside la SSPE, le encomendó el gobernador Rubén Rocha Moya, se habilitará como el responsable de verter todo este cúmulo de datos. Más no tiene precisión y siempre son vagos al grado de que la gente considera que actúa con falta de responsabilidad.
En todos los casos, fueron los lugareños de las rancherías y de los asentamientos humanos del casco urbano, los viajeros de carretera o trabajadores, -con teléfono celular en mano- los que consignaron oportunamente lo que se verificaba en diversos espacios con evidencias de videos y audios.
Y además, salir a expresar que no pasa nada y que todo es normal, le abrió un frente de resistencia que en breve no podrá soportar si continúa con ese tono y actitud que no gusta a la sociedad.
Los lugareños de los poblados y los moradores de los segmentos citadinos, cambiaron su forma de mirar las cosas. Los temores los convirtieron en ira y decepción contra la autoridad que les recomienda tranquilidad, mientras en las calles el transporte urbano y regional se interrumpen, los comercios cierran, a la vez que estudiantes, obreros y dueños de empresas quedan atrapados en los locales, y otros en medio del fuego cruzado que como el de ayer, alcanzó a dos hombres y a dos mujeres.
El Consejo Estatal del Partido Acción Nacional, demandó la separación del cargo del Secretario y lo extendió hacia el mandatario sinaloense Rubén Rocha Moya.
En tiempo de violencia, la consulta en la UAS no se frenó.
Con todo y la vorágine violenta, la inseguridad y la ausencia de alumnos en las escuelas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, el Congreso del Estado, vía morenistas y el comedido del ex panista Adolfo Beltrán, puso en marcha la consulta universitaria para la Reforma de la Ley Orgánica de la Casa de Estudios que en principio, no les dio resultados favorables.
Por el contrario, se quisieron hacer víctimas el miércoles y acusaron que los presionaron –aunque no se supo a ciencia cierta quienes- para que no se instalaran las urnas que colocaron para tal efecto.
Curiosamente no hubo temores a las confrontaciones armadas de grupos de la delincuencia ni a los tiroteos, sino a las advertencias que recibieron. Aún sin votantes, los diputados quieren imponer su voluntad.
Por desconfianza a policías, comerciantes crean su protocolo.
Frente a la desconfianza que le tienen a las autoridades policiales, el dirigente de la Unión de Comerciantes del Centro de Culiacán, Oscar Sánchez, reveló que diseñan sus propios protocolos de seguridad y protección ante el estallamiento de conflictos armados que primero obligaron a bajar las cortinas de los establecimientos en el primer cuadro de la ciudad y luego para resguardar lo más preciado que es la vida de los consumidores como de los locatarios.
A los casos de atracos que sufrieron en épocas anteriores, se añadieron los hechos de baja, alta o mediana intensidad, que segmentos delincuenciales que pelean en la capital del estado, y hacen más peligrosa la actividad comercial para todos.