/ miércoles 28 de octubre de 2020

The Sea Avenue & The Beatiful People View

En lo que a Melesio Cuén le festejan el cumpleaños por el malecón de Culiacán, a Alfonso Mejía le hacen la guerra sucia, a Quirino le aplauden, y no, lo abuchean, mientras El Químico hace carnaval y caravana con cachucha ajena, en tanto, el turismo se descuelga del puente Baluarte y se deja caer a las playas con o sin tapabocas, al cabo que en Mazatlán se atan cabos y en los cabos de Alba se amarran los cruceros fantasmas.

El turismo no se pone repelente para los zancudos, cuando está el bronceador-bloqueador para el sol, dejar de beber cervezas por el cubrebocas del tapabocas con el muerto al pozo y el vivo al gozo, es la regazón del reguetón en los marismeños-mazatlecos con los turisteros-fuereños, chihuahuenses y duranguenses.

A falta del turismo internacional que son los vecinos y los socios de T-MEC, el turismo nacional que son los vecinos estados de Chihuahua y Durango en alerta roja, el secretario de turismo estatal Puro Sinaloa, se le achica el turismo a la Fiesta Amigos, que no será en la plazuela Machado, por lo del coronavirus, a la carta, que El Quirino y El Químico se lo despachan con una responsabilidad de agentes de servicios turísticos y funerarios por The Sea Avenue & The Beatiful People.

The Beatiful People View, la propia y la ajena, con la belleza que no aprende a ser bella, menos en tiempo de la pandemia, ella cree que las oleadas de la enfermedad, si es que las hay en Olas Altas, con el yodo purificante del mar, no se necesita el tapabocas para respirar el bálsamo curativo marino para prevenir el contagio y la enfermedad, con el emerger del mar de la diosa de la belleza y del amor como la Afrodita de la Venus de Milo, reencarnada en La Mujer Mazatleca, la belleza es inmune al contagio y a la enfermedad, haciéndola más bella en la ignorancia con el cachondo y soleado amor desde la Fonda de El Chalío, donde la belleza posa y hace pasarela ante la mirada lujuriosa de los comensales botaneando sus aguachiles de camarón con una cervezas bien frías y sudando la cruda en un otoño en pleno verano húmedo y bochornoso, no tardando El Químico en llegar a la Fonda para sancionar el lugar con unas medias Pacífico, de gorra, camiseta, short y sandalias playeras, no habiendo nadie como él por más que las mujeres le pintarrajeen el palacio municipal, él es único e histórico.

Entonces, la belleza no aprende a ser bella, por la Sea Avenue y la Beatiful People View, puesto que la gente anda bien puesta, con o sin tapabocas, las cachuchas y los sombreros alas anchas-parasol con el bronceador-bloqueador, a la belleza la mantiene el poder adquisitivo para consumirse a sí misma en un estallido pirotécnico de cohetes desde el Teodoro Mariscal y del Kraken, nadando de día y ahogándose de noche, mientras que El Faro y Las Tres Islas fondean como tres gigantescos navíos que vigilan al puerto limpio y a la ciudad limpia cuando sus habitantes flotantes y durmientes en el verano-otoño de las aguas negras y las luminarias tuertas, se levantan, sin preguntar: ¿cuántos vienen, viven y cuántos mueren?


En lo que a Melesio Cuén le festejan el cumpleaños por el malecón de Culiacán, a Alfonso Mejía le hacen la guerra sucia, a Quirino le aplauden, y no, lo abuchean, mientras El Químico hace carnaval y caravana con cachucha ajena, en tanto, el turismo se descuelga del puente Baluarte y se deja caer a las playas con o sin tapabocas, al cabo que en Mazatlán se atan cabos y en los cabos de Alba se amarran los cruceros fantasmas.

El turismo no se pone repelente para los zancudos, cuando está el bronceador-bloqueador para el sol, dejar de beber cervezas por el cubrebocas del tapabocas con el muerto al pozo y el vivo al gozo, es la regazón del reguetón en los marismeños-mazatlecos con los turisteros-fuereños, chihuahuenses y duranguenses.

A falta del turismo internacional que son los vecinos y los socios de T-MEC, el turismo nacional que son los vecinos estados de Chihuahua y Durango en alerta roja, el secretario de turismo estatal Puro Sinaloa, se le achica el turismo a la Fiesta Amigos, que no será en la plazuela Machado, por lo del coronavirus, a la carta, que El Quirino y El Químico se lo despachan con una responsabilidad de agentes de servicios turísticos y funerarios por The Sea Avenue & The Beatiful People.

The Beatiful People View, la propia y la ajena, con la belleza que no aprende a ser bella, menos en tiempo de la pandemia, ella cree que las oleadas de la enfermedad, si es que las hay en Olas Altas, con el yodo purificante del mar, no se necesita el tapabocas para respirar el bálsamo curativo marino para prevenir el contagio y la enfermedad, con el emerger del mar de la diosa de la belleza y del amor como la Afrodita de la Venus de Milo, reencarnada en La Mujer Mazatleca, la belleza es inmune al contagio y a la enfermedad, haciéndola más bella en la ignorancia con el cachondo y soleado amor desde la Fonda de El Chalío, donde la belleza posa y hace pasarela ante la mirada lujuriosa de los comensales botaneando sus aguachiles de camarón con una cervezas bien frías y sudando la cruda en un otoño en pleno verano húmedo y bochornoso, no tardando El Químico en llegar a la Fonda para sancionar el lugar con unas medias Pacífico, de gorra, camiseta, short y sandalias playeras, no habiendo nadie como él por más que las mujeres le pintarrajeen el palacio municipal, él es único e histórico.

Entonces, la belleza no aprende a ser bella, por la Sea Avenue y la Beatiful People View, puesto que la gente anda bien puesta, con o sin tapabocas, las cachuchas y los sombreros alas anchas-parasol con el bronceador-bloqueador, a la belleza la mantiene el poder adquisitivo para consumirse a sí misma en un estallido pirotécnico de cohetes desde el Teodoro Mariscal y del Kraken, nadando de día y ahogándose de noche, mientras que El Faro y Las Tres Islas fondean como tres gigantescos navíos que vigilan al puerto limpio y a la ciudad limpia cuando sus habitantes flotantes y durmientes en el verano-otoño de las aguas negras y las luminarias tuertas, se levantan, sin preguntar: ¿cuántos vienen, viven y cuántos mueren?


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