A fecha reciente, debido a compromisos adquiridos con la paternidad, me he visto en la necesidad de acompañar a mi hija de 4 años a maratones interminables de la película de Pixar “Monsters Inc”. La gran mayoría de la población ya tiene claro de qué trata la película. Para quién haya estado escondido debajo de las piedras los últimos años, la trama versa sobre un par de monstruos que trabajan en una empresa de energía (algo así como la CFE de monstruolandia).
Los monstruos generan la energía guardando los gritos de los niños en recipientes. Los sustos son el motor que mueve su mundo. Al final de película (lo siento si esto es un spoiler, pero la película ya tiene muchos años), los monstruos descubren que las risas generan más energía que los gritos. La empresa se reconvierte y ahora se dedica a las risas en lugar de los sustos. La moraleja del a película es que la risa y diversión es un motor más poderoso que el susto y el miedo para mover a una sociedad.
Monsters Inc. es ficción; no por los monstruos. Es ficción porque parte de la premisa equivocada respecto a nuestra propia realidad. En México y en el mundo, los políticos descubrieron que el miedo es la fuente de energía más importante para cualquier movimiento. Los gobiernos actuales necesitan ingresar a través de nuestros armarios de manera intempestiva para llenarnos de odio, miedo y resentimiento en contra de todo aquello que sea contrario a sus propias ideas. Esa fuente de energía inagotable es la gasolina que mantiene funcionando el motor de la política y, al mismo tiempo, quemando cualquier pradera que signifique diálogo o lugares comunes sobre los cuales cohabitar.
El abuso del miedo, la venganza y el odio en política tiene consecuencias devastadoras para la sociedad. Divide a las comunidades, erosiona la confianza en las instituciones y fomenta un clima de polarización. Además, puede llevar a la adopción de políticas basadas en el temor en lugar de la razón, lo que a menudo conduce a soluciones a corto plazo que no abordan las causas subyacentes de los problemas. Es fundamental que como ciudadanos seamos conscientes de estas tácticas y exijamos a nuestros líderes que prioricen el diálogo, la empatía y la búsqueda del bien común.
Desgraciadamente, a diferencia de la compañía de Monstruos, no necesitamos que vengan por nuestros sustos para seguir alimentando la maquinaria de políticos. Nosotros entregamos nuestras emociones negativas voluntariamente a esos movimientos que nos promete la venganza histórica y la vindicación de nuestras propias miserias. Preferimos apoyar a políticos que nos aseguran venganza sobre aquellos que tienen mensajes de conciliación. No queremos ser mejores. Queremos que los otros sufran. El odio mantiene girando la rueda del populismo y las sectas políticas.
En los tiempos modernos es más fácil gobernar impulsado con el odio que con el apoyo de los buenos resultados. Para el régimen y el Poder de hoy en día es más conveniente asegurar que nuestro sistema de salud está a la altura de cualquier país nórdico que entregar un sistema de salud de calidad. No importa si un par de días después terminas aceptando que las declaraciones de un sistema de salud de talla mundial se realizaron con la finalidad exclusiva de hacer enojar a los adversarios.
Para que el régimen siga funcionando es más rentable el enojo de los adversarios que entregar servicios médicos de calidad. Mantener el encono, la confrontación y el conflicto es vital para los movimientos actuales. Tampoco es una estrategia nueva. Es algo que se explota desde hace siglos; sin embargo, con las tecnologías actuales y las redes sociales, parece ser que el enojo es el estado natural de las cosas. Sin enojos o miedos no hay combustible que pueda prender los movimientos sociales en las sociedades modernas.
Monsters Inc. tiene un slogan muy curioso: “Sustos que dan gusto”. Palabras bastante curiosas. Nuestra maquinariaa de sustos en la vida real están muy lejos de dar gusto. Es todo lo contrario. Sustos que no crean disgustos son inútiles para los políticos. Desgraciadamente esto no parece tener fin en el corto plazo. La CFE del susto y coraje ya está en marcha. El régimen necesita que sus monstruos sigan saliendo a la calle a conseguir gritos y confrontación. Parece ser que, sin la gasolina de la molestia de quien piensa distinto al régimen, todo se puede detener. Eso sería bueno para el páis, pero malo para los políticos. Lástima que no somos como Sullivan y preferimos defender a la industria antes que al ciudadano explotado por los gritos del sistema. Mientras nosotros seguimos como Wazowski perdidos en el papeleo del populismo.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿Qué clase de monstruo se alimenta de su enojo?