En el olvido quedó para las autoridades estatales el tema de los desplazados por la violencia en la zona serrana de Sinaloa. Y aunque todo pintaba para que este 2023 se tuvieran avances y se dotara de vivienda a las miles de familias que se encuentran en los diferentes municipios del estado, al haberse destinado un presupuesto de 70 millones de pesos, las cosas no fueron así.
El plan era que de ese recurso, 15 millones de pesos fueran para vivienda; 5 millones para cada zona: norte, centro y sur, otra parte se iba a destinar para la compra de terrenos y una más para meter servicios de agua, luz y drenaje y acondicionar terrenos con plataformas.
Pero a dos meses de que termine el año no se ha empezado a construir ni una sola vivienda y al menos en el sur de Sinaloa, se reasignaron los 5 millones de pesos que se habían destinado para la zona.
Las cifras más recientes del Sebides indican que en todo el estado hay más de 3 mil 104 familias desplazadas; la mayoría por violencia y el grueso de las víctimas se encuentran en asentamientos irregulares en colonias o comunidades de los municipios de Culiacán, Mazatlán, Concordia, Guasave Guamúchil, Sinaloa y Choix.
En Mazatlán, en el año 2021, se logró la construcción del fraccionamiento CVIVE, con 55 viviendas para el mismo número de familias desplazadas; además, en ese fraccionamiento hay 210 lotes asignados, la mitad ya cuenta con todos los servicios y la otra sólo con agua y drenaje, pero solo unas 30 familias están viviendo ahí en condiciones vulnerables con casas de madera y lámina. Desde esa fecha no se ha construido ni una casa más ni tampoco se han introducido los servicios que faltan.
Lo único que los desplazados han recibido en este año son apoyos sociales, pero la vivienda para poder establecerse en el municipio en el que se encuentran no llega y parece que no va a llegar en un corto plazo debido al desinterés que hay por parte de las autoridades estatales.
Frivolidad oficial
A lo largo del año, el Ayuntamiento de Culiacán ha invertido en obras que pueden considerarse como meras frivolidades, pues no aportan un beneficio directo a la ciudadanía más allá de su uso ornamental.
Primer está el reloj monumental floral que se instaló a un costado del Congreso del Estado, que da la hora a veces, porque más de una vez le han tomado fotos a las cinco de la tarde y el reloj todavía marca las tres. Y como es floral, en plena sequía habrá que desperdiciar agua todos los días solo para mantenerlo verde.
El alcalde argumentó que era una obra encaminada para atraer turismo a Culiacán, pero el punto donde se construyó es el punto menos turístico de Culiacán. Y para la población local no es tan atractivo hacer el viaje hasta el Congreso del Estado únicamente para tomarse una foto con el reloj floral de fondo.
Luego están las piezas de ajedrez que se instalaron en el malecón Niños Héroes y fueron dañadas al día siguiente. No conforme con el gasto de 350 mil pesos que costó adquirirlas, también se tuvo que invertir en dos reparaciones, pues al poco tiempo fueron dañadas nuevamente.
Y la realización del Festival del Globo, que se hizo con el propósito de llevar turismo a la zona de Narnia, como se le conoce ahora La Cofradía de Imala, fue más un gasto en imagen. Los visitantes de la zona no necesitan conciertos ni eventos especiales para visitar la zona, saben cuál es la temporada idónea para visitar esta zona. A Café Tacvba les pagaron 7 millones de pesos por su presentación en el festival, que sí, dejó recursos para el turismo y el comercio, pero el costo beneficio para el Ayuntamiento simplemente no fue favorable.
La gente clama por obras para combatir la sequía que se aproxima y mejor infraestructura para la ciudad. Si bien el reloj, las piezas de ajedrez y el Festival del Globo son eventos favorables, no son la necesidad más urgente para Culiacán.