/ miércoles 8 de julio de 2020

Se nace, se aprende o se hace

Mi cinefilia me ha llevado a ver, en la pantalla grande y la televisiva, películas y series sobre EL PODER Y EL DINERO, todas con una intrincada revoltura de pasiones, ambiciones, codicia, relaciones corruptas, conspiración, abuso de poder, traición y hasta muerte económica, política o de vida.

Si me voy “a la realidad” en notas televisivas y periodísticas me informan y relatan, que ésta supera la ficción cinematográfica y que además, todos estamos inmersos en esa especie de espiral, lejos del centro pero girando alrededor del mismo.

La conclusión histórica, que surge de lo anterior, sobre todo cuando se lleva, al extremo de los extremos, es que el ejercicio de este poder, ya sea político, económico o ambos, lleva quien lo ejerce a una condición patológica, que lo daña r irradia daño, en esa espiral en la que nos movemos. A esta patología la han llamado NARCISISMO, tema en el que soy neófita y escuchando al maravilloso Louis Amstrong, con su trompeta, decido incursionar en el tema.

Así, los que saben nos dicen que el término “narcisismo, alude al mito de Narciso, que se ahogó al intentar besar su propia imagen reflejada en el agua, enamorado de su propia hermosura”. Se define como “admiración exagerada, que siente una persona por sí misma, ya sea por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades”. Podemos concluir que constituye un trastorno mental, de personalidad, con sentido desmesurado de su propia importancia, que requiere de atención diaria, excesiva, carente de empatía por los demás.

Entre los personajes considerados en este marco, se encuentran: Calígula, Stalin, Hitler, Bin Laden…… José Elías, Presidente de la Asociación Española de hipnosis, afirma que todos somos narcisistas en mayor o menor medida, lo que es bueno. Hay que quererse entonces con medida pero nunca con exceso, pues esto ya constituye problema para sí mismo y los demás. Quienes padecen de narcisismo, se sienten infelices, decepcionados, traicionados sino reciben la admiración, atención y hasta la supeditación que creen merecer y están contra quienes no se inscriben en ello.

Especialistas en la materia, nos presentan los síntomas: 1. Sentido exagerado de prepotencia. 2. Requieren de privilegios y admiración excesiva y constante. 3. Espera que le reconozcan su superioridad, aún sin logros que lo justifiquen. 4. Por tanto, exagera sus logros y su talento. 5. Sus fantasías son el éxito, el poder y ser brillante. 6. Se consideran superiores y solo se vinculan con quienes considera o requiere. 7. Monopolizan la palabra y desprecian a quienes catalogan según su criterio. 8. Esperan conformidad incuestionable con sus expectativas y decisiones. 9. Sacan ventaja de los demás, para lograr lo que desean. 10 .Incapacidad o falta de voluntad, para reconocer las necesidades y los sentimientos de los demás, sino coinciden en éstas. 11. Creen que se les envidia. 12. Se comportan arrogantes, altaneras, con jactancia y pretensión. 13. Insisten en tener las mejores ideas, objetivos, decisiones, gustos etc.

Además, son impacientes, se enojan y se ofenden con facilidad. Reaccionan con coraje, desdén y tratan con desprecio a los demás, para así, demostrar su superioridad. Se le dificulta controlar sus emociones y tiene problemas para aceptar los cambios que NO propone. Son temperamentales, cuando no logran lo que se proponen y en el fondo, tienen sentimientos secretos de inseguridad y vulnerabilidad.

Su arrogancia y valoración excesiva, depende del reconocimiento de los demás, lo que los especialistas del tema, lo consideran como una compensación por dolores o decepciones tempranas, ya que este problema, tiene como causas: “Trato los padres con exceso de devoción o de crítica, por herencia genética o neurobiológica por una incorrecta conexión entre el cerebro, la conducta y el pensamiento”.

Habremos de revisarnos con sinceridad frente al espejo, reconocernos y buscar en el fondo de nuestra imagen, si nacimos, aprendimos o nos hicimos, o si somos objeto o sujeto, centro o víctimas en esta espiral personal o colectiva y definir nuestro papel con certezas, ignorancia, con lucha o supeditación. ¡CHI LO SA !

Mi cinefilia me ha llevado a ver, en la pantalla grande y la televisiva, películas y series sobre EL PODER Y EL DINERO, todas con una intrincada revoltura de pasiones, ambiciones, codicia, relaciones corruptas, conspiración, abuso de poder, traición y hasta muerte económica, política o de vida.

Si me voy “a la realidad” en notas televisivas y periodísticas me informan y relatan, que ésta supera la ficción cinematográfica y que además, todos estamos inmersos en esa especie de espiral, lejos del centro pero girando alrededor del mismo.

La conclusión histórica, que surge de lo anterior, sobre todo cuando se lleva, al extremo de los extremos, es que el ejercicio de este poder, ya sea político, económico o ambos, lleva quien lo ejerce a una condición patológica, que lo daña r irradia daño, en esa espiral en la que nos movemos. A esta patología la han llamado NARCISISMO, tema en el que soy neófita y escuchando al maravilloso Louis Amstrong, con su trompeta, decido incursionar en el tema.

Así, los que saben nos dicen que el término “narcisismo, alude al mito de Narciso, que se ahogó al intentar besar su propia imagen reflejada en el agua, enamorado de su propia hermosura”. Se define como “admiración exagerada, que siente una persona por sí misma, ya sea por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades”. Podemos concluir que constituye un trastorno mental, de personalidad, con sentido desmesurado de su propia importancia, que requiere de atención diaria, excesiva, carente de empatía por los demás.

Entre los personajes considerados en este marco, se encuentran: Calígula, Stalin, Hitler, Bin Laden…… José Elías, Presidente de la Asociación Española de hipnosis, afirma que todos somos narcisistas en mayor o menor medida, lo que es bueno. Hay que quererse entonces con medida pero nunca con exceso, pues esto ya constituye problema para sí mismo y los demás. Quienes padecen de narcisismo, se sienten infelices, decepcionados, traicionados sino reciben la admiración, atención y hasta la supeditación que creen merecer y están contra quienes no se inscriben en ello.

Especialistas en la materia, nos presentan los síntomas: 1. Sentido exagerado de prepotencia. 2. Requieren de privilegios y admiración excesiva y constante. 3. Espera que le reconozcan su superioridad, aún sin logros que lo justifiquen. 4. Por tanto, exagera sus logros y su talento. 5. Sus fantasías son el éxito, el poder y ser brillante. 6. Se consideran superiores y solo se vinculan con quienes considera o requiere. 7. Monopolizan la palabra y desprecian a quienes catalogan según su criterio. 8. Esperan conformidad incuestionable con sus expectativas y decisiones. 9. Sacan ventaja de los demás, para lograr lo que desean. 10 .Incapacidad o falta de voluntad, para reconocer las necesidades y los sentimientos de los demás, sino coinciden en éstas. 11. Creen que se les envidia. 12. Se comportan arrogantes, altaneras, con jactancia y pretensión. 13. Insisten en tener las mejores ideas, objetivos, decisiones, gustos etc.

Además, son impacientes, se enojan y se ofenden con facilidad. Reaccionan con coraje, desdén y tratan con desprecio a los demás, para así, demostrar su superioridad. Se le dificulta controlar sus emociones y tiene problemas para aceptar los cambios que NO propone. Son temperamentales, cuando no logran lo que se proponen y en el fondo, tienen sentimientos secretos de inseguridad y vulnerabilidad.

Su arrogancia y valoración excesiva, depende del reconocimiento de los demás, lo que los especialistas del tema, lo consideran como una compensación por dolores o decepciones tempranas, ya que este problema, tiene como causas: “Trato los padres con exceso de devoción o de crítica, por herencia genética o neurobiológica por una incorrecta conexión entre el cerebro, la conducta y el pensamiento”.

Habremos de revisarnos con sinceridad frente al espejo, reconocernos y buscar en el fondo de nuestra imagen, si nacimos, aprendimos o nos hicimos, o si somos objeto o sujeto, centro o víctimas en esta espiral personal o colectiva y definir nuestro papel con certezas, ignorancia, con lucha o supeditación. ¡CHI LO SA !

ÚLTIMASCOLUMNAS