/ viernes 28 de mayo de 2021

Rubén y Mario: Gobernadores

Siguiendo el camino de Casandra – y tal vez su maldición- nos atreveremos a ofrecer una mirada al futuro de Sinaloa en caso de resultar ganadores los punteros en la contienda por la gubernatura (Rubén Rocha y Mario Zamora). Este ejercicio es mero divertimento y en ningún momento pretende ser predicciones de oráculo. Seguramente ambas visiones resultaran equivocadas; sin embargo, por el mero morbo de un ejercicio de narrativa literaria nos atreveremos a pintar un esbozo de lo que podría ser el futuro de los sinaloenses en manos de esos personajes.

Rubén Rocha después de un triunfo holgado en las elecciones del 2021 llegó al poder. Todo mundo esperaba una tersa transición con el gobernador Quirino Ordaz: no fue así. Los primeros meses del gobierno rochista estuvieron plagados de hierros administrativos y se comenzó a culpar al gobierno anterior por las fallas cometidas. El presupuesto fue destinado principalmente a las áreas sociales dejando desprotegidos a los sectores productivos. No hubo muchas protestas, pero los empresarios comenzaron a mover algunas inversiones fuera del estado y la creación de empleo se cayó de manera importante.

Las pugnas en el gabinete fueron creciendo con el paso del tiempo. Al inicio de la administración, el PAS se llevó dos secretarias y gran parte de los nombramientos en mandos intermedios. Cuen no fue parte del gabinete, pero era bien sabido que los funcionarios rendían cuentas a él, no al gobernador. Rocha fracasó en controlar su gabinete. Los compromisos fueron muchos. Hubo protestas airadas de los militantes de MORENA por la gran cantidad de exfuncionarios que repitieron de las administraciones anteriores. Muchos líderes de MORENA protestaron de manera rabiosa por no ser tomados en cuenta. En el sexenio de Rocha se estancó la obra pública. La poca obra que se realizó estuvo acompañada de señalamientos de corrupción y nepotismo.

La educación avanzó algunos peldaños, pero el índice de competitividad nacional de Sinaloa se desplomó. Rocha fue un gobernador con muy poca agenda pública, pero con buena aceptación de parte de la población. En términos generales, el gobierno de Rocha se le puede considerar como marginal en resultados, con poca innovación y un gran desajuste político. La oposición brilló por su ausencia preocupados en repartirse las pocas migajas que les aventaban desde el tercer piso.

Si bien, el sexenio de Rocha tuvo algunas caras nuevas en el poder, al final, fueron los grupos de siempre los que se quedaron con la mayor parte del pastel. A Rocha se le llegó a considerar como un buen administrador de las políticas de López Obrador, pero un líder sin ideas propias.

Mario Zamora ganó por un margen muy estrecho. Las protestas de MORENA fueron colosales. Los tribunales terminaron resolviendo la elección, pero Mario siempre batalló desde el primer día para ser aceptado por la oposición. Los problemas de Mario comenzaron con la integración de su gabinete. Una mezcla de políticos reciclados, cuotas partidistas y algunos amigos cercanos incumplieron la promesa de hacer a su gobierno, un gobierno ciudadano. Unos cuantos meses fueron suficientes para la renuncia de los primeros miembros del gabinete. No aguantaron la egoficjación y soberbia radiante desde el tercer piso

En materia económica hubo resultados, pero no espectaculares. El gran plan de al financiero tuvo tímidos avances. Los créditos no se repartieron de manera masiva y unos cuantos aprovecharon el programa. La dispersión de dinero fue importante; sin embargo, nada que modificara de manera considerable los indicadores históricos en materia económica en la entidad.

Hubo obra pública sin llegar a ser la maravilla. Mucha pavimentación de calles con poca infraestructura para el desarrollo. El cirulo cerrado de Mario hizo imposible un gobernador cercano. Muchos eventos públicos sin llegar a interacciones trascendentes con la sociedad. Mario decidió las presidencias de los partidos PRI, PAN y PRD. Borró a los líderes tradicionales de esos partidos para encumbrar una casta propia.

Es recordado como un gobernador sumiso a López Obrador en extremo hasta el último día de la presidencia del tabasqueño. La sumisión no le sirvió de mucho. No hubo aumentos a los presupuestos para el estado, lo que lo hizo quedar mal con los productores quienes se decepcionaron rápidamente e intensificaron las protestas anuales.

El sexenio de Zamora puede ser recordado como el del culto a la personalidad, mucha pirotecnia financiera, un par de escándalos de corrupción entre sus allegados y el de un cambio generacional acotado por los intereses propios del poder-

Estas visiones pueden ser modificadas y nunca se llegarán a concretar. Ambos candidatos entenderán sus propias limitaciones para tratar de enmendar el futuro. Veremos quién es aquél que se atreve a vencerse a sí mismo antes que a su contrincante para presentar la mejor versión como gobernante de nuestro estado. Sinaloa lo merece.

Juan B. Ordorica (@juanordorica)

Siguiendo el camino de Casandra – y tal vez su maldición- nos atreveremos a ofrecer una mirada al futuro de Sinaloa en caso de resultar ganadores los punteros en la contienda por la gubernatura (Rubén Rocha y Mario Zamora). Este ejercicio es mero divertimento y en ningún momento pretende ser predicciones de oráculo. Seguramente ambas visiones resultaran equivocadas; sin embargo, por el mero morbo de un ejercicio de narrativa literaria nos atreveremos a pintar un esbozo de lo que podría ser el futuro de los sinaloenses en manos de esos personajes.

Rubén Rocha después de un triunfo holgado en las elecciones del 2021 llegó al poder. Todo mundo esperaba una tersa transición con el gobernador Quirino Ordaz: no fue así. Los primeros meses del gobierno rochista estuvieron plagados de hierros administrativos y se comenzó a culpar al gobierno anterior por las fallas cometidas. El presupuesto fue destinado principalmente a las áreas sociales dejando desprotegidos a los sectores productivos. No hubo muchas protestas, pero los empresarios comenzaron a mover algunas inversiones fuera del estado y la creación de empleo se cayó de manera importante.

Las pugnas en el gabinete fueron creciendo con el paso del tiempo. Al inicio de la administración, el PAS se llevó dos secretarias y gran parte de los nombramientos en mandos intermedios. Cuen no fue parte del gabinete, pero era bien sabido que los funcionarios rendían cuentas a él, no al gobernador. Rocha fracasó en controlar su gabinete. Los compromisos fueron muchos. Hubo protestas airadas de los militantes de MORENA por la gran cantidad de exfuncionarios que repitieron de las administraciones anteriores. Muchos líderes de MORENA protestaron de manera rabiosa por no ser tomados en cuenta. En el sexenio de Rocha se estancó la obra pública. La poca obra que se realizó estuvo acompañada de señalamientos de corrupción y nepotismo.

La educación avanzó algunos peldaños, pero el índice de competitividad nacional de Sinaloa se desplomó. Rocha fue un gobernador con muy poca agenda pública, pero con buena aceptación de parte de la población. En términos generales, el gobierno de Rocha se le puede considerar como marginal en resultados, con poca innovación y un gran desajuste político. La oposición brilló por su ausencia preocupados en repartirse las pocas migajas que les aventaban desde el tercer piso.

Si bien, el sexenio de Rocha tuvo algunas caras nuevas en el poder, al final, fueron los grupos de siempre los que se quedaron con la mayor parte del pastel. A Rocha se le llegó a considerar como un buen administrador de las políticas de López Obrador, pero un líder sin ideas propias.

Mario Zamora ganó por un margen muy estrecho. Las protestas de MORENA fueron colosales. Los tribunales terminaron resolviendo la elección, pero Mario siempre batalló desde el primer día para ser aceptado por la oposición. Los problemas de Mario comenzaron con la integración de su gabinete. Una mezcla de políticos reciclados, cuotas partidistas y algunos amigos cercanos incumplieron la promesa de hacer a su gobierno, un gobierno ciudadano. Unos cuantos meses fueron suficientes para la renuncia de los primeros miembros del gabinete. No aguantaron la egoficjación y soberbia radiante desde el tercer piso

En materia económica hubo resultados, pero no espectaculares. El gran plan de al financiero tuvo tímidos avances. Los créditos no se repartieron de manera masiva y unos cuantos aprovecharon el programa. La dispersión de dinero fue importante; sin embargo, nada que modificara de manera considerable los indicadores históricos en materia económica en la entidad.

Hubo obra pública sin llegar a ser la maravilla. Mucha pavimentación de calles con poca infraestructura para el desarrollo. El cirulo cerrado de Mario hizo imposible un gobernador cercano. Muchos eventos públicos sin llegar a interacciones trascendentes con la sociedad. Mario decidió las presidencias de los partidos PRI, PAN y PRD. Borró a los líderes tradicionales de esos partidos para encumbrar una casta propia.

Es recordado como un gobernador sumiso a López Obrador en extremo hasta el último día de la presidencia del tabasqueño. La sumisión no le sirvió de mucho. No hubo aumentos a los presupuestos para el estado, lo que lo hizo quedar mal con los productores quienes se decepcionaron rápidamente e intensificaron las protestas anuales.

El sexenio de Zamora puede ser recordado como el del culto a la personalidad, mucha pirotecnia financiera, un par de escándalos de corrupción entre sus allegados y el de un cambio generacional acotado por los intereses propios del poder-

Estas visiones pueden ser modificadas y nunca se llegarán a concretar. Ambos candidatos entenderán sus propias limitaciones para tratar de enmendar el futuro. Veremos quién es aquél que se atreve a vencerse a sí mismo antes que a su contrincante para presentar la mejor versión como gobernante de nuestro estado. Sinaloa lo merece.

Juan B. Ordorica (@juanordorica)