/ jueves 12 de diciembre de 2019

¿Qué onda con el ‘Metrobús’? ¡Venga!

¿De qué hablamos? No es una extravagancia, ni un sueño guajiro. Se trata de un moderno Sistema Integrado de Transporte (SIT) que absorbería una inversión de 2,990 millones de pesos y mejoraría la imagen y el funcionamiento de una urbe estrangulada ahora por el tráfico que provocamos los conductores de 500 mil vehículos. Con él, la ciudad de Culiacán daría un salto cualitativo.

El SIT cambiaría el patrón de operación del transporte -denominado ‘Hombre Camión’-, vigente desde hace más de 50 años y fincado en la explotación de permisos o concesiones individuales expedidas por el gobierno estatal.

Bajo este esquema, hoy, cada permisionario lucha necesariamente para obtener sus ingresos mediante una forma de competencia que origina una disputa a veces despiadada para ganar el pasaje, su pasaje.

Hablamos aquí de la Guerra del Centavo, el origen del desorden causado por más de mil conductores que procuran aceleradamente vender más boletos para ampliar sus “comisiones”. Sin más reglas, se hace el caos.

Con la operación del SIT, integrados en empresas mercantiles, los inversionistas manejarían una caja común y los choferes ganarían lo mismo, independientemente del volumen de pasaje que transporten. Teóricamente, la Guerra del Centavo perdería razón de ser y desaparecería.

Para cientos de miles de usuarios que habitan la periferia, sobre todo para quienes perciben salarios más bajos y no pueden adquirir ni sostener el mantenimiento de un auto propio

(a quienes más duele moverse a sus destinos) el SIT ofrecería más rapidez, condiciones dignas y seguridad. De implantarse, esta situación podría cambiar.

¿De dónde salió esta idea? En 2006, con poco más de 600 mil habitantes, Culiacán ya mostraba muchos síntomas negativos que distinguen a los grandes centros urbanos: explosión demográfica, extensión irracional, desorden urbano, espacios públicos deteriorados, contaminación ambiental, crecimiento extraordinario del parque vehicular (motorización), estrés citadino, violencia, desigualdad, segregación social y baja calidad de vida.

Algunos personajes locales comprendieron la urgencia de revertir estos fenómenos de una manera sustentable y propusieron crear un organismo público descentralizado eminentemente técnico, que ofreciera soluciones mediante la creación de un sistema de planeación urbana.

El nuevo ente propiciaría también mayor participación social en la toma de las decisiones fundamentales para la ciudad.

El ayuntamiento hizo suya la proposición y creó el Instituto Municipal de Planeación Urbana, el IMPLAN Culiacán, con un perfil similar al primer Instituto de Planeación de México, en León, Guanajuato -creado en 1994-, donde se implementó el primer sistema BRT –OPTIBÚS- del país con un modelo semejante al de Curitiba, Brasil, inaugurado en los 70.

Desde su nacimiento, el IMPLAN definió que la alternativa de solución a las deficiencias en materia de transporte público en Culiacán era la implantación de un Sistema Integrado (SIT), emprendió un proceso intenso de divulgación en la sociedad sobre las ventajas de éste y acompañó las primeras gestiones para su concreción.

La propuesta permaneció latente en todos los Programas Operativos Anuales (POA) del IMPLAN, y fue hasta el 2010 cuando el gobierno de Jesús Aguilar Padilla inició una gestión formal para su implementación, la cual, debido a factores diversos, frustró su consumación en la fase de protocolización.

En 2018, el gobernador Quirino Ordaz Coppel retomó el proyecto SIT y las gestiones correspondientes a través de la Secretaría de Desarrollo Sustentable y en equipo con el alcalde de Culiacán Jesús Estrada Ferreiro.

De lograr la autorización formal de la Secretaría de Hacienda y de BANOBRAS para la autorización de recursos federales e implementarse el SIT Culiacán, el IMPLAN vería cristalizar otra de sus mejores propuestas. El SIT, además, se convertiría en el eje principal de un nuevo esquema de movilidad urbana sustentable de la ciudad.

Que venga.

¿De qué hablamos? No es una extravagancia, ni un sueño guajiro. Se trata de un moderno Sistema Integrado de Transporte (SIT) que absorbería una inversión de 2,990 millones de pesos y mejoraría la imagen y el funcionamiento de una urbe estrangulada ahora por el tráfico que provocamos los conductores de 500 mil vehículos. Con él, la ciudad de Culiacán daría un salto cualitativo.

El SIT cambiaría el patrón de operación del transporte -denominado ‘Hombre Camión’-, vigente desde hace más de 50 años y fincado en la explotación de permisos o concesiones individuales expedidas por el gobierno estatal.

Bajo este esquema, hoy, cada permisionario lucha necesariamente para obtener sus ingresos mediante una forma de competencia que origina una disputa a veces despiadada para ganar el pasaje, su pasaje.

Hablamos aquí de la Guerra del Centavo, el origen del desorden causado por más de mil conductores que procuran aceleradamente vender más boletos para ampliar sus “comisiones”. Sin más reglas, se hace el caos.

Con la operación del SIT, integrados en empresas mercantiles, los inversionistas manejarían una caja común y los choferes ganarían lo mismo, independientemente del volumen de pasaje que transporten. Teóricamente, la Guerra del Centavo perdería razón de ser y desaparecería.

Para cientos de miles de usuarios que habitan la periferia, sobre todo para quienes perciben salarios más bajos y no pueden adquirir ni sostener el mantenimiento de un auto propio

(a quienes más duele moverse a sus destinos) el SIT ofrecería más rapidez, condiciones dignas y seguridad. De implantarse, esta situación podría cambiar.

¿De dónde salió esta idea? En 2006, con poco más de 600 mil habitantes, Culiacán ya mostraba muchos síntomas negativos que distinguen a los grandes centros urbanos: explosión demográfica, extensión irracional, desorden urbano, espacios públicos deteriorados, contaminación ambiental, crecimiento extraordinario del parque vehicular (motorización), estrés citadino, violencia, desigualdad, segregación social y baja calidad de vida.

Algunos personajes locales comprendieron la urgencia de revertir estos fenómenos de una manera sustentable y propusieron crear un organismo público descentralizado eminentemente técnico, que ofreciera soluciones mediante la creación de un sistema de planeación urbana.

El nuevo ente propiciaría también mayor participación social en la toma de las decisiones fundamentales para la ciudad.

El ayuntamiento hizo suya la proposición y creó el Instituto Municipal de Planeación Urbana, el IMPLAN Culiacán, con un perfil similar al primer Instituto de Planeación de México, en León, Guanajuato -creado en 1994-, donde se implementó el primer sistema BRT –OPTIBÚS- del país con un modelo semejante al de Curitiba, Brasil, inaugurado en los 70.

Desde su nacimiento, el IMPLAN definió que la alternativa de solución a las deficiencias en materia de transporte público en Culiacán era la implantación de un Sistema Integrado (SIT), emprendió un proceso intenso de divulgación en la sociedad sobre las ventajas de éste y acompañó las primeras gestiones para su concreción.

La propuesta permaneció latente en todos los Programas Operativos Anuales (POA) del IMPLAN, y fue hasta el 2010 cuando el gobierno de Jesús Aguilar Padilla inició una gestión formal para su implementación, la cual, debido a factores diversos, frustró su consumación en la fase de protocolización.

En 2018, el gobernador Quirino Ordaz Coppel retomó el proyecto SIT y las gestiones correspondientes a través de la Secretaría de Desarrollo Sustentable y en equipo con el alcalde de Culiacán Jesús Estrada Ferreiro.

De lograr la autorización formal de la Secretaría de Hacienda y de BANOBRAS para la autorización de recursos federales e implementarse el SIT Culiacán, el IMPLAN vería cristalizar otra de sus mejores propuestas. El SIT, además, se convertiría en el eje principal de un nuevo esquema de movilidad urbana sustentable de la ciudad.

Que venga.

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