/ jueves 18 de agosto de 2022

Pedagogías

"La gloria sí es cosa magnífica, pero desaparece; la belleza es disputada, pero dura poco; la fuerza del cuerpo es algo envidiable, pero es presa fácil de la enfermedad y la vejez (...). Mas la instrucción es lo único que en nosotros es inmortal y divino". Plutarco.

En Roma, en la época de Augusto, la enseñanza era –salvando las proporciones, particularidades y las épocas- como hoy se da en Finlandia, Singapur, Taiwán, China, Corea del Sur o Israel -líderes en las pruebas PISA de educación-, entre otras cosas porque asignan a varios maestros (calificados y evaluados, con posgrado) a un mismo grupo de estudiantes. En la época de Augusto, cuando un niño empezaba a ir a la escuela era confiado al gramático, quien le enseñaba primero la escritura y la lectura corrientes. Son conocidos los frescos en las antiguas domus (casas) romanas que muestran a los niños bajo un pórtico con las tablillas de cera (tabulae) sobre las rodillas y atendiendo a las lecciones del maestro. En un rincón, se nota a un alumno que no ha aprendido bien la lección y su boca desmesuradamente abierta refleja los aullidos de dolor por la administración del látigo preceptivo con el que los romanos aceptaban de buena manera que se educara –salvajemente, digo yo- a sus hijos. El gran poeta lírico y satírico Horacio, hijo de un esclavo liberto que, aunque con escasos recursos, el padre invirtió mucho dinero en la educación del futuro poeta, conservó un mal recuerdo de su instructor de gramática Orbilio (filólogo del siglo I a.C.), al que llamó años después “el azotador” (plagosus), por la libertad con la que utilizaba la fusta. La pedagogía con el gramático consistía en ejercicios de memoria, en canciones repetidas hasta la saciedad y en aprender largos pasajes de poetas latinos, además de cálculo. Por la tarde, otro maestro, el pedagogo (generalmente era griego, a veces muy cultivado, un esclavo asignado particularmente a su servicio para vigilarlo, acompañarlo a la escuela, protegerlo de las malas compañías y ayudarlo en sus estudios) repetía todas estas lecciones al niño. Cuando el niño había adquirido todo el saber que podía dispensarle el gramático, pasaba a la escuela de retórica. Era el comienzo de sus “humanidades”, en donde se retomaban las grandes obras literarias latinas y se las completaba con la de los poetas, historiadores y oradores griegos. A diferencia de con los gramáticos, el espíritu de estas lecturas se dirigía a la explicación literaria de la obra, procedimientos de composición y estilo, significación profunda y búsqueda de simbolismos escondidos (lo que hoy conocemos como comprensión lectora). Por eso se dice que la elocuencia impregnaba toda la vida pública de Roma. Sabemos, por Cicerón, que el ideal del orador era una vasta cultura general, independientemente de la condición o función social que le tocara vivir. Se suponía que cada romano era capaz de presentar su propia defensa, la de sus clientes, hablar en segundo o tercer término en favor de sus amigos. Era vergonzoso que un joven que había dejado la toga praetexta (toga blanca con bordes color púrpura, que vestían los niños y los magistrados) para vestir la toga virilis (toga enteramente blanca, sin adornos, que usaban los ciudadanos en edad adulta, entre los 14 y los 16 años, justamente la población objetivo en que hoy se hacen las pruebas PISA) no estuviera en condiciones de efectuar una “entrada” mínimamente honorable en los debates del Foro.

El Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes o prueba PISA, por sus siglas en inglés, se llevó a cabo durante el mes de abril de este año. Está coordinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en colaboración con las autoridades educativas de cada país. Participaron más de 80 países mediante una muestra representativa de estudiantes de entre 15 y 16 años de edad. PISA mide las competencias en Matemáticas, Ciencias y Comprensión lectora; además de una competencia innovadora que en 2022 será Pensamiento creativo. Opcionalmente, algunos países también respondieron una evaluación complementaria sobre Educación financiera. En cada emisión de PISA hay una competencia en la que se hace énfasis, en esta ocasión será Matemáticas. Por primera vez, en la prueba participaron El Salvador, Guatemala y Paraguay, con el objetivo de obtener información relacionada con el sistema educativo nacional y determinar qué tan preparados están los estudiantes para enfrentarse a los retos de la vida adulta, a las demandas del siglo XXI, su motivación por aprender, satisfacción consigo mismos y las estrategias de aprendizaje que emplean.

En los tres años y medio del gobierno de López Obrador, el PIB de México ha caído 0.4%, el menor nivel desde Miguel de la Madrid. En la mayoría de los países de la OCDE la condición socioeconómica influye más en el nivel educativo alcanzado que el género y la situación migratoria. En México, el porcentaje de niños ubicados en el cuartil inferior del índice de estatus económico, social y cultural (ESCS, por sus siglas en inglés) de PISA que en 2018 alcanzaron al menos el nivel 2 en lectura en dicha evaluación fue 53% menor que el de los niños ubicados en el cuartil superior del ESCS, lo cual representa un porcentaje mayor que el promedio de la OCDE de 29%.

Sin embargo, la inversión por estudiante es muy inferior en nuestra región. Los países con mayor inversión acumulada como Costa Rica y Chile (con más de 40 mil usd) alcanzan apenas la mitad de lo que invierten en promedio los países de la OCDE (90 mil usd). En el año en el que se reanudarán las clases presenciales en México, el gasto público educativo será el más bajo de los últimos 12 años respecto al Producto Interno Bruto (PIB), lo que refleja el menor uso de recursos públicos para los niños y adolescentes del país. Este 2022 se destinarán 883,929 millones de pesos (mdp) para el gasto público en educación, monto que representa el 3.1% del PIB, el nivel más bajo a partir de 2010.

Con datos de Transparencia Presupuestaria de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el monto de los recursos sin ejercer por la SEP en el primer trimestre de este año, sumaron 25 mil 867 millones 248 mil 204.30 pesos. En Ciencia, Tecnología e Innovación se dejaron de invertir 971 millones 577 mil 771.50 pesos; mientras que en Desarrollo Cultural, la SEP se “ahorró” 283 millones 930 mil 807 pesos. No hay proyecto ni programas para hacer de la educación el pilar del desarrollo del país. Ese monto descomunal de dinero, se dejó de ejercer para destinarlo a las obras predilectas del jefe supremo, cuya única pedagogía es la demagogia.

Según la organización no gubernamental Mexicanos Primero, estamos en una crisis educativa que no tiene precedentes. Más del 49% de jóvenes de 15 años no comprenden lecturas de cuarto año de primaria, hay un rezago educativo de dos años en nuestros menores, pérdidas significativas en el aprendizaje, problemas socioemocionales derivados por la pandemia, entre otros.

Desastre en la educación, es lo que refleja López Obrador en las políticas que despliega en la materia y los presupuestos asignados en todo su gobierno, incluidos los nombramientos de todos los secretarios de educación que hasta ahora han pasado y estarán en ese importante cargo. Y todavía están dispuestos a hacer mucho más daño. Cancelación de cualquier futuro en el que se vislumbre oportunidad, progreso, inserción de los mexicanos en la economía del conocimiento. “Es fundamental que se conciba a la educación como un acto político, como invitaba Paulo Freire”, dicen los ideólogos neomarxistas ahora incrustados en la SEP en su Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana, en el que pretenden desautorizar y desvirtuar las ventajas de la evaluación en las pruebas PISA, afirmando que: “Los sistemas de evaluación han hecho creer que el aprendizaje se reduce al desempeño en una prueba o un proceso que lo hace desigual con respecto a los demás, y que este resultado es producto de su mérito concebido como la manifestación de su libertad. Así se individualizan el “éxito” y el “fracaso” escolar. De acuerdo con el resultado de cada medición, prueba o evaluación, el sistema educativo ubica a cada niña, niño y adolescente en un agrupamiento por capacidad o por nivel académico. Una vez que a un estudiante o a una estudiante se le ha asignado un determinado nivel, queda fijado su lugar en el orden social, reproduciendo así las desigualdades sociales dentro del sistema educativo”.

Todo para acoplarse al discurso insidioso del hombre que habita un palacio.

"La gloria sí es cosa magnífica, pero desaparece; la belleza es disputada, pero dura poco; la fuerza del cuerpo es algo envidiable, pero es presa fácil de la enfermedad y la vejez (...). Mas la instrucción es lo único que en nosotros es inmortal y divino". Plutarco.

En Roma, en la época de Augusto, la enseñanza era –salvando las proporciones, particularidades y las épocas- como hoy se da en Finlandia, Singapur, Taiwán, China, Corea del Sur o Israel -líderes en las pruebas PISA de educación-, entre otras cosas porque asignan a varios maestros (calificados y evaluados, con posgrado) a un mismo grupo de estudiantes. En la época de Augusto, cuando un niño empezaba a ir a la escuela era confiado al gramático, quien le enseñaba primero la escritura y la lectura corrientes. Son conocidos los frescos en las antiguas domus (casas) romanas que muestran a los niños bajo un pórtico con las tablillas de cera (tabulae) sobre las rodillas y atendiendo a las lecciones del maestro. En un rincón, se nota a un alumno que no ha aprendido bien la lección y su boca desmesuradamente abierta refleja los aullidos de dolor por la administración del látigo preceptivo con el que los romanos aceptaban de buena manera que se educara –salvajemente, digo yo- a sus hijos. El gran poeta lírico y satírico Horacio, hijo de un esclavo liberto que, aunque con escasos recursos, el padre invirtió mucho dinero en la educación del futuro poeta, conservó un mal recuerdo de su instructor de gramática Orbilio (filólogo del siglo I a.C.), al que llamó años después “el azotador” (plagosus), por la libertad con la que utilizaba la fusta. La pedagogía con el gramático consistía en ejercicios de memoria, en canciones repetidas hasta la saciedad y en aprender largos pasajes de poetas latinos, además de cálculo. Por la tarde, otro maestro, el pedagogo (generalmente era griego, a veces muy cultivado, un esclavo asignado particularmente a su servicio para vigilarlo, acompañarlo a la escuela, protegerlo de las malas compañías y ayudarlo en sus estudios) repetía todas estas lecciones al niño. Cuando el niño había adquirido todo el saber que podía dispensarle el gramático, pasaba a la escuela de retórica. Era el comienzo de sus “humanidades”, en donde se retomaban las grandes obras literarias latinas y se las completaba con la de los poetas, historiadores y oradores griegos. A diferencia de con los gramáticos, el espíritu de estas lecturas se dirigía a la explicación literaria de la obra, procedimientos de composición y estilo, significación profunda y búsqueda de simbolismos escondidos (lo que hoy conocemos como comprensión lectora). Por eso se dice que la elocuencia impregnaba toda la vida pública de Roma. Sabemos, por Cicerón, que el ideal del orador era una vasta cultura general, independientemente de la condición o función social que le tocara vivir. Se suponía que cada romano era capaz de presentar su propia defensa, la de sus clientes, hablar en segundo o tercer término en favor de sus amigos. Era vergonzoso que un joven que había dejado la toga praetexta (toga blanca con bordes color púrpura, que vestían los niños y los magistrados) para vestir la toga virilis (toga enteramente blanca, sin adornos, que usaban los ciudadanos en edad adulta, entre los 14 y los 16 años, justamente la población objetivo en que hoy se hacen las pruebas PISA) no estuviera en condiciones de efectuar una “entrada” mínimamente honorable en los debates del Foro.

El Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes o prueba PISA, por sus siglas en inglés, se llevó a cabo durante el mes de abril de este año. Está coordinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en colaboración con las autoridades educativas de cada país. Participaron más de 80 países mediante una muestra representativa de estudiantes de entre 15 y 16 años de edad. PISA mide las competencias en Matemáticas, Ciencias y Comprensión lectora; además de una competencia innovadora que en 2022 será Pensamiento creativo. Opcionalmente, algunos países también respondieron una evaluación complementaria sobre Educación financiera. En cada emisión de PISA hay una competencia en la que se hace énfasis, en esta ocasión será Matemáticas. Por primera vez, en la prueba participaron El Salvador, Guatemala y Paraguay, con el objetivo de obtener información relacionada con el sistema educativo nacional y determinar qué tan preparados están los estudiantes para enfrentarse a los retos de la vida adulta, a las demandas del siglo XXI, su motivación por aprender, satisfacción consigo mismos y las estrategias de aprendizaje que emplean.

En los tres años y medio del gobierno de López Obrador, el PIB de México ha caído 0.4%, el menor nivel desde Miguel de la Madrid. En la mayoría de los países de la OCDE la condición socioeconómica influye más en el nivel educativo alcanzado que el género y la situación migratoria. En México, el porcentaje de niños ubicados en el cuartil inferior del índice de estatus económico, social y cultural (ESCS, por sus siglas en inglés) de PISA que en 2018 alcanzaron al menos el nivel 2 en lectura en dicha evaluación fue 53% menor que el de los niños ubicados en el cuartil superior del ESCS, lo cual representa un porcentaje mayor que el promedio de la OCDE de 29%.

Sin embargo, la inversión por estudiante es muy inferior en nuestra región. Los países con mayor inversión acumulada como Costa Rica y Chile (con más de 40 mil usd) alcanzan apenas la mitad de lo que invierten en promedio los países de la OCDE (90 mil usd). En el año en el que se reanudarán las clases presenciales en México, el gasto público educativo será el más bajo de los últimos 12 años respecto al Producto Interno Bruto (PIB), lo que refleja el menor uso de recursos públicos para los niños y adolescentes del país. Este 2022 se destinarán 883,929 millones de pesos (mdp) para el gasto público en educación, monto que representa el 3.1% del PIB, el nivel más bajo a partir de 2010.

Con datos de Transparencia Presupuestaria de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el monto de los recursos sin ejercer por la SEP en el primer trimestre de este año, sumaron 25 mil 867 millones 248 mil 204.30 pesos. En Ciencia, Tecnología e Innovación se dejaron de invertir 971 millones 577 mil 771.50 pesos; mientras que en Desarrollo Cultural, la SEP se “ahorró” 283 millones 930 mil 807 pesos. No hay proyecto ni programas para hacer de la educación el pilar del desarrollo del país. Ese monto descomunal de dinero, se dejó de ejercer para destinarlo a las obras predilectas del jefe supremo, cuya única pedagogía es la demagogia.

Según la organización no gubernamental Mexicanos Primero, estamos en una crisis educativa que no tiene precedentes. Más del 49% de jóvenes de 15 años no comprenden lecturas de cuarto año de primaria, hay un rezago educativo de dos años en nuestros menores, pérdidas significativas en el aprendizaje, problemas socioemocionales derivados por la pandemia, entre otros.

Desastre en la educación, es lo que refleja López Obrador en las políticas que despliega en la materia y los presupuestos asignados en todo su gobierno, incluidos los nombramientos de todos los secretarios de educación que hasta ahora han pasado y estarán en ese importante cargo. Y todavía están dispuestos a hacer mucho más daño. Cancelación de cualquier futuro en el que se vislumbre oportunidad, progreso, inserción de los mexicanos en la economía del conocimiento. “Es fundamental que se conciba a la educación como un acto político, como invitaba Paulo Freire”, dicen los ideólogos neomarxistas ahora incrustados en la SEP en su Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana, en el que pretenden desautorizar y desvirtuar las ventajas de la evaluación en las pruebas PISA, afirmando que: “Los sistemas de evaluación han hecho creer que el aprendizaje se reduce al desempeño en una prueba o un proceso que lo hace desigual con respecto a los demás, y que este resultado es producto de su mérito concebido como la manifestación de su libertad. Así se individualizan el “éxito” y el “fracaso” escolar. De acuerdo con el resultado de cada medición, prueba o evaluación, el sistema educativo ubica a cada niña, niño y adolescente en un agrupamiento por capacidad o por nivel académico. Una vez que a un estudiante o a una estudiante se le ha asignado un determinado nivel, queda fijado su lugar en el orden social, reproduciendo así las desigualdades sociales dentro del sistema educativo”.

Todo para acoplarse al discurso insidioso del hombre que habita un palacio.