/ martes 24 de marzo de 2020

Pandemias a través de la historia, México y sus retos

Una pandemia, según la OMS, es la propagación mundial de una nueva enfermedad. Se produce una pandemia de gripe cuando surge un nuevo virus gripal que se propaga por el mundo y la mayoría de las personas no tiene inmunidad contra él. El COVID-19 fue notificado por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019 y declarado Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional el 30 de enero de este año. El 11 de marzo pasado, la Organización Mundial de la Salud declaró que el coronavirus ya constituía una pandemia.

Los virus han existido desde que hay vida en el planeta. Según la historia, hubo epidemias que desaparecieron poblaciones enteras. Sin embargo, conforme ha avanzado la medicina moderna los daños a la salud se han mitigado cada vez más.

Aparte del impacto en la salud y la vida, los efectos económicos son devastadores. Se sabe, por ejemplo, que la Plaga de Justiniano, como fue llamado un brote de peste bubónica en el siglo VI y para algunos considerada la primera pandemia en la historia, afectó la recaudación fiscal del imperio bizantino, o que los estragos de la Peste Negra fueron sumamente intensos y duraderos, pues la mortandad afectó enormemente el campo europeo, lo que, a su vez, ocasionó una crisis de alimentos y el encarecimiento de los productos.

Asimismo, la llamada Influenza Española de 1918 que tenía una tasa de mortalidad de 2.5% (comparada con el 0.1% de la gripe común) mató al menos a 50 millones de personas y según estimaciones muy conservadoras tuvo un impacto del 0.4% del PIB mundial. Años más tarde, también la llamada fiebre amarilla que apareció en Campeche en 1648, fue pronto transmitida a Norteamérica y a Europa por el intenso comercio que se desarrollaba en ese época y, de la misma manera, alrededor del año 1830 hubo un brote de cólera en Gran Bretaña, proveniente de Asia, el cual mató a aproximadamente 55 mil personas en el lapso de unos meses.

En la actualidad se cuenta con una población cuatro veces mayor que la que había cuando azotó la Influenza Española en 1918 y con medios de transporte que nos permiten estar en cualquier parte del mundo en un tiempo máximo de 36 horas, lo que hace más temible la propagación de cualquier enfermedad viral que conlleve algún porcentaje de mortalidad.

Los efectos económicos de una pandemia se anticipan altos para cualquier país, en virtud de que esta ocasiona que los sistemas de transporte y abastecimiento se interrumpan, la producción de muchos sectores se desplome y se deprime la demanda. El Banco Mundial, por ejemplo, estima que actualmente una pandemia podría reducir hasta el 5% de la economía mundial.

Las epidemias y pandemias suponen un trastorno para el comercio mundial principalmente en los ramos del comercio y los servicios, que juntos suman el 18% de la economía mundial.

Según el Informe 2019 sobre Preparación Mundial para las Emergencias Sanitarias de la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, cofundada por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, tan solo la epidemia del SARS en 2003 causó la pérdida de más de USD 40,000 millones, el brote de Ébola en África occidental USD 53,000 millones y la gripe H1N1 de 2009 entre USD 45,000 y USD 55,000 millones. El mismo documento estima que una pandemia de gripe mundial de una escala y virulencia parecidas a la que tuvo lugar en 1918 supondría un costo de 3 billones de dólares para la economía moderna, equivalente al 4.8% del PIB mundial, y que incluso una pandemia de gripe de una virulencia moderada tendría un costo equivalente al 2.2% del PIB. Según este informe, México se ubicaría entre los países que perderían un punto porcentual del PIB ante una pandemia.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por su parte, ha señalado que los efectos económicos para la región serían seguramente más intensos que los sufridos durante la crisis financiera global de 2008-2009 y que México se vería afectado por la interrupción de las cadenas globales de valor, pues importa partes y bienes intermedios desde China para sus sectores manufactureros.

Modelos matemáticos conservadores sugieren que los riesgos de una pandemia son comparables a otras amenazas económicas importantes como el cambio climático, el cual reduciría entre el 0.2% y el 2.0% del PIB mundial, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

En ese sentido, en México se requerirán de medidas contracíclicas fuertes que vayan dirigidas a los que más lo necesiten, pues la reducción de la economía se ve inminente en el contexto en el que nos encontramos. Así lo ha reconocido el secretario de Hacienda del Gobierno mexicano, quien señala que ya se encuentran preparando un paquete de respuestas a la situación.

Dentro de las medidas que proponen los representantes de los sectores productivos están la suspensión del pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) a personas que ganen menos de trece mil pesos, reducción de las tasas de interés, que de hecho el Banco de México ya anunció del 1%; en general la banca ha señalado que elaborará un paquete económico de apoyo, tanto para las empresas, como para las personas físicas, con el objetivo de aminorar los efectos de la crisis financiera derivada de la menor actividad económica.

Debe analizarse, desde nuestro punto de vista, algún tipo de seguro de desempleo o de indemnización a quienes hayan perdido su trabajo; no todo debe recaer en las empresas, sobre todo en las medianas y pequeñas que son las que generan más del 90% de los empleos, pero tienen menos capacidad para afrontar, solas, contingencias tan gigantes como la que estamos viviendo.

En las medidas del ejercicio del gasto social destaca ya la entrega anticipada de apoyos económicos, correspondientes a cuatro meses, a los adultos mayores del país, que son justamente, uno de los segmentos poblacionales de mayor riesgo en estos momentos, cuando ya estamos en tránsito a la llamada fase dos de la pandemia. El mantener los programas sociales, anticipando la entrega de los apoyos, va a estimular la economía pues se trata de sectores que tienen una tasa muy alta de consumo y eso beneficia a nuestro mercado interno.

La baja en los precios de la gasolina, aunque es principalmente resultado de la caída en los precios del petróleo, al no subir el impuesto especial (IEPS) como se hacía antes por otros gobiernos, ayuda mucho a la economía familiar y al sector del transporte, sobre todo terrestre que alimenta las cadenas del abastecimiento de los insumos de limpieza y comida, que se requieren en estos momentos.

Finalmente, dos retos son los principales que debemos afrontar en estas primeras semanas de la pandemia. El primero, aplanar al máximo la curva de los contagios, a través de mantener la conducción de la emergencia con inteligencia y responsabilidad, por parte del Gobierno. Tal y como se ha hecho hasta el momento y la colaboración de todos aquellos que tienen el salario garantizado, como los de los sectores educativos, de home office y los de actividades no esenciales en el sector público, privado y social, para facilitarles el trabajo a los que sí están en el campo de batalla contra la pandemia, como todo el personal del sector salud, la policía, las fuerzas armadas y los trabajadores de las cadenas alimenticias y de limpieza, entre otros. El segundo reto es mantener el movimiento de la economía en los sectores prioritarios ya comentados, para minimizar los efectos de los que sí se tendrán que parar, como el turismo, una parte de los servicios, y un segmento del manufacturero. Son tiempos para la expansión de la economía colaborativa, dígase las compras por internet y el servicio a domicilio, entre otros.

Una pandemia, según la OMS, es la propagación mundial de una nueva enfermedad. Se produce una pandemia de gripe cuando surge un nuevo virus gripal que se propaga por el mundo y la mayoría de las personas no tiene inmunidad contra él. El COVID-19 fue notificado por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019 y declarado Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional el 30 de enero de este año. El 11 de marzo pasado, la Organización Mundial de la Salud declaró que el coronavirus ya constituía una pandemia.

Los virus han existido desde que hay vida en el planeta. Según la historia, hubo epidemias que desaparecieron poblaciones enteras. Sin embargo, conforme ha avanzado la medicina moderna los daños a la salud se han mitigado cada vez más.

Aparte del impacto en la salud y la vida, los efectos económicos son devastadores. Se sabe, por ejemplo, que la Plaga de Justiniano, como fue llamado un brote de peste bubónica en el siglo VI y para algunos considerada la primera pandemia en la historia, afectó la recaudación fiscal del imperio bizantino, o que los estragos de la Peste Negra fueron sumamente intensos y duraderos, pues la mortandad afectó enormemente el campo europeo, lo que, a su vez, ocasionó una crisis de alimentos y el encarecimiento de los productos.

Asimismo, la llamada Influenza Española de 1918 que tenía una tasa de mortalidad de 2.5% (comparada con el 0.1% de la gripe común) mató al menos a 50 millones de personas y según estimaciones muy conservadoras tuvo un impacto del 0.4% del PIB mundial. Años más tarde, también la llamada fiebre amarilla que apareció en Campeche en 1648, fue pronto transmitida a Norteamérica y a Europa por el intenso comercio que se desarrollaba en ese época y, de la misma manera, alrededor del año 1830 hubo un brote de cólera en Gran Bretaña, proveniente de Asia, el cual mató a aproximadamente 55 mil personas en el lapso de unos meses.

En la actualidad se cuenta con una población cuatro veces mayor que la que había cuando azotó la Influenza Española en 1918 y con medios de transporte que nos permiten estar en cualquier parte del mundo en un tiempo máximo de 36 horas, lo que hace más temible la propagación de cualquier enfermedad viral que conlleve algún porcentaje de mortalidad.

Los efectos económicos de una pandemia se anticipan altos para cualquier país, en virtud de que esta ocasiona que los sistemas de transporte y abastecimiento se interrumpan, la producción de muchos sectores se desplome y se deprime la demanda. El Banco Mundial, por ejemplo, estima que actualmente una pandemia podría reducir hasta el 5% de la economía mundial.

Las epidemias y pandemias suponen un trastorno para el comercio mundial principalmente en los ramos del comercio y los servicios, que juntos suman el 18% de la economía mundial.

Según el Informe 2019 sobre Preparación Mundial para las Emergencias Sanitarias de la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, cofundada por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, tan solo la epidemia del SARS en 2003 causó la pérdida de más de USD 40,000 millones, el brote de Ébola en África occidental USD 53,000 millones y la gripe H1N1 de 2009 entre USD 45,000 y USD 55,000 millones. El mismo documento estima que una pandemia de gripe mundial de una escala y virulencia parecidas a la que tuvo lugar en 1918 supondría un costo de 3 billones de dólares para la economía moderna, equivalente al 4.8% del PIB mundial, y que incluso una pandemia de gripe de una virulencia moderada tendría un costo equivalente al 2.2% del PIB. Según este informe, México se ubicaría entre los países que perderían un punto porcentual del PIB ante una pandemia.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por su parte, ha señalado que los efectos económicos para la región serían seguramente más intensos que los sufridos durante la crisis financiera global de 2008-2009 y que México se vería afectado por la interrupción de las cadenas globales de valor, pues importa partes y bienes intermedios desde China para sus sectores manufactureros.

Modelos matemáticos conservadores sugieren que los riesgos de una pandemia son comparables a otras amenazas económicas importantes como el cambio climático, el cual reduciría entre el 0.2% y el 2.0% del PIB mundial, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

En ese sentido, en México se requerirán de medidas contracíclicas fuertes que vayan dirigidas a los que más lo necesiten, pues la reducción de la economía se ve inminente en el contexto en el que nos encontramos. Así lo ha reconocido el secretario de Hacienda del Gobierno mexicano, quien señala que ya se encuentran preparando un paquete de respuestas a la situación.

Dentro de las medidas que proponen los representantes de los sectores productivos están la suspensión del pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) a personas que ganen menos de trece mil pesos, reducción de las tasas de interés, que de hecho el Banco de México ya anunció del 1%; en general la banca ha señalado que elaborará un paquete económico de apoyo, tanto para las empresas, como para las personas físicas, con el objetivo de aminorar los efectos de la crisis financiera derivada de la menor actividad económica.

Debe analizarse, desde nuestro punto de vista, algún tipo de seguro de desempleo o de indemnización a quienes hayan perdido su trabajo; no todo debe recaer en las empresas, sobre todo en las medianas y pequeñas que son las que generan más del 90% de los empleos, pero tienen menos capacidad para afrontar, solas, contingencias tan gigantes como la que estamos viviendo.

En las medidas del ejercicio del gasto social destaca ya la entrega anticipada de apoyos económicos, correspondientes a cuatro meses, a los adultos mayores del país, que son justamente, uno de los segmentos poblacionales de mayor riesgo en estos momentos, cuando ya estamos en tránsito a la llamada fase dos de la pandemia. El mantener los programas sociales, anticipando la entrega de los apoyos, va a estimular la economía pues se trata de sectores que tienen una tasa muy alta de consumo y eso beneficia a nuestro mercado interno.

La baja en los precios de la gasolina, aunque es principalmente resultado de la caída en los precios del petróleo, al no subir el impuesto especial (IEPS) como se hacía antes por otros gobiernos, ayuda mucho a la economía familiar y al sector del transporte, sobre todo terrestre que alimenta las cadenas del abastecimiento de los insumos de limpieza y comida, que se requieren en estos momentos.

Finalmente, dos retos son los principales que debemos afrontar en estas primeras semanas de la pandemia. El primero, aplanar al máximo la curva de los contagios, a través de mantener la conducción de la emergencia con inteligencia y responsabilidad, por parte del Gobierno. Tal y como se ha hecho hasta el momento y la colaboración de todos aquellos que tienen el salario garantizado, como los de los sectores educativos, de home office y los de actividades no esenciales en el sector público, privado y social, para facilitarles el trabajo a los que sí están en el campo de batalla contra la pandemia, como todo el personal del sector salud, la policía, las fuerzas armadas y los trabajadores de las cadenas alimenticias y de limpieza, entre otros. El segundo reto es mantener el movimiento de la economía en los sectores prioritarios ya comentados, para minimizar los efectos de los que sí se tendrán que parar, como el turismo, una parte de los servicios, y un segmento del manufacturero. Son tiempos para la expansión de la economía colaborativa, dígase las compras por internet y el servicio a domicilio, entre otros.