/ miércoles 27 de enero de 2021

Nuevas estrategias contra la violencia: Masculinidades Positivas

Escuchamos cada vez más a menudo en nuestras conversaciones cotidianas hablar sobre la violencia: en las calles, en el trabajo, en el hogar, las redes sociales, incluso hoy invade hasta los discursos políticos; logramos percibir el cambio porque está presente en nuestras relaciones más íntimas, todas estas manifestaciones y acciones tienen un nombre especifico, se llama violencia de género y tiene como víctimas principales a niñas, adolescentes y mujeres.

En este momento todo cuenta y se observa, desde las leyes hasta el lenguaje, en medio de roles y estereotipos culturales que hace que se esperen rutas de vidas específicas para hombres y para mujeres, y derivan en una naturalización de abusos y violencias hacen difícil el ejercicio de sensibilización y la educación por una cultura de igualdad y de paz, ¿Qué podemos hacer y cómo nos involucramos más socialmente para comprender mejor estos cambios?

Tenemos que reconocer que nos encontramos en una transición en medio de una batalla en el terreno de la cultura social, y que enfrenta su mayor complejidad y resistencia, no es una simple apreciación personal, lo vemos cada día, los delitos de género siguen a la alta en el Estado, así lo informan los datos entregados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema nacional de Seguridad Pública de este 25 de Enero: 5,340 carpetas de investigación por el delito de violencia familiar, 94 por el delito de corrupción de menores, 42 por trata de personas, 31 por feminicidio, 11 por homicidio doloso, 100 por homicidio culposo, 1559 por lesiones dolosas, y 947 delitos contra la libertad y la seguridad sexual, y las llamadas reportadas en ese mismo periodo llegaron a 18,549 (Datos al 31 de Diciembre de 2020).

Esta realidad es la nos hace cuestionar las acciones y estrategias emprendidas para re direccionar y complementar, sumar voces las voces que enfatizan entorno al modelo de masculinidades positivas e impulsar campañas que resalten el papel fundamental de la salud mental que redunde en relaciones sanas y armónicas frente al combate a la violencia.

Esta suma estratégica debe poner énfasis en la conciencia y trabajo de apoyo en indicadores como: impulsividad, consumo de alcohol y drogas así como conductas delictivas, problemas emocionales, especialmente de control de la ira y celos que suelen caracterizarse por una historia de rechazo, abuso infantil, alta dependencia de su pareja, habilidades sociales y de comunicación precaria, hostilidad hacia las mujeres y bajo nivel de arrepentimiento por la violencia ejercida, así como otras dificultades psicológicas como la depresión y la ansiedad.

Es entonces que debe dotarse a las políticas públicas de un trabajo preventivo, principalmente ante quienes la ejercen para re aprender la forma en la que se relacionan, los ajustes presupuestales no pueden impactar este tipo de políticas.

Necesitamos del reconocimiento y del trabajo decidido de los hombres por la cultura de la paz y la igualdad, generando también propuesta de atención y puntos de encuentro, por sobre todo, renunciar a la violencia como herramienta, y dejar de tomarla como si fuese un destino.

Escuchamos cada vez más a menudo en nuestras conversaciones cotidianas hablar sobre la violencia: en las calles, en el trabajo, en el hogar, las redes sociales, incluso hoy invade hasta los discursos políticos; logramos percibir el cambio porque está presente en nuestras relaciones más íntimas, todas estas manifestaciones y acciones tienen un nombre especifico, se llama violencia de género y tiene como víctimas principales a niñas, adolescentes y mujeres.

En este momento todo cuenta y se observa, desde las leyes hasta el lenguaje, en medio de roles y estereotipos culturales que hace que se esperen rutas de vidas específicas para hombres y para mujeres, y derivan en una naturalización de abusos y violencias hacen difícil el ejercicio de sensibilización y la educación por una cultura de igualdad y de paz, ¿Qué podemos hacer y cómo nos involucramos más socialmente para comprender mejor estos cambios?

Tenemos que reconocer que nos encontramos en una transición en medio de una batalla en el terreno de la cultura social, y que enfrenta su mayor complejidad y resistencia, no es una simple apreciación personal, lo vemos cada día, los delitos de género siguen a la alta en el Estado, así lo informan los datos entregados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema nacional de Seguridad Pública de este 25 de Enero: 5,340 carpetas de investigación por el delito de violencia familiar, 94 por el delito de corrupción de menores, 42 por trata de personas, 31 por feminicidio, 11 por homicidio doloso, 100 por homicidio culposo, 1559 por lesiones dolosas, y 947 delitos contra la libertad y la seguridad sexual, y las llamadas reportadas en ese mismo periodo llegaron a 18,549 (Datos al 31 de Diciembre de 2020).

Esta realidad es la nos hace cuestionar las acciones y estrategias emprendidas para re direccionar y complementar, sumar voces las voces que enfatizan entorno al modelo de masculinidades positivas e impulsar campañas que resalten el papel fundamental de la salud mental que redunde en relaciones sanas y armónicas frente al combate a la violencia.

Esta suma estratégica debe poner énfasis en la conciencia y trabajo de apoyo en indicadores como: impulsividad, consumo de alcohol y drogas así como conductas delictivas, problemas emocionales, especialmente de control de la ira y celos que suelen caracterizarse por una historia de rechazo, abuso infantil, alta dependencia de su pareja, habilidades sociales y de comunicación precaria, hostilidad hacia las mujeres y bajo nivel de arrepentimiento por la violencia ejercida, así como otras dificultades psicológicas como la depresión y la ansiedad.

Es entonces que debe dotarse a las políticas públicas de un trabajo preventivo, principalmente ante quienes la ejercen para re aprender la forma en la que se relacionan, los ajustes presupuestales no pueden impactar este tipo de políticas.

Necesitamos del reconocimiento y del trabajo decidido de los hombres por la cultura de la paz y la igualdad, generando también propuesta de atención y puntos de encuentro, por sobre todo, renunciar a la violencia como herramienta, y dejar de tomarla como si fuese un destino.