/ miércoles 12 de mayo de 2021

Nuestra deuda: el trabajo emancipador

El informe de los resultados del Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2021 trajo, en lo general, buenas noticias, y señala a Sinaloa como la entidad de mayor avance, con un aumento de 7 lugares (del 14 al 7): subió en economía, en lo político y en innovación.

Si consideramos que los demás estados fueron a la baja en lo correspondiente al crecimiento del PIB, podemos aprender de las experiencias y políticas que se están implementando para continuar avanzando a este ritmo; sin embargo, también las brechas de desigualdad empeoraron, y particularmente el estado aparece como la peor entidad en el índice de informalidad laboral entre hombres y mujeres.

Observatorios internacionales y nacionales han sido consistentes en su llamado a aplicar la perspectiva de género en esta importante tarea: contrarrestar la debacle económica, buscando implementar programas y políticas públicas que entiendan la posición y condición de las mujeres, para así no ampliar ni profundizar estas brechas.

Las mujeres como responsables del cuidado de sus hijas e hijos se incorporan cada vez más al mercado laboral, dada la necesidad de buscar el sustento para sus hogares. Prueba de ello es que, durante el periodo 2005 a 2020, la población femenina económicamente activa de 15 años y más tuvo un crecimiento de 67.8% (INEGI), en tanto el crecimiento de la población económicamente activa masculina mayor a 15 años fue de 79.4% durante el mismo periodo.

Para el primer trimestre de 2020, la participación de las mujeres en el mercado laboral fue más alta en los grupos de menores ingresos que en los grupos de ingresos más elevados. Del total de mujeres ocupadas, en dicho período, 33.8% percibieron hasta 2 salarios mínimos, mientras que sólo el 1.9% de ellas percibieron más de 5 salarios mínimos. Asimismo, 39.9% de las mujeres mayores de 15 años que conforman la población económicamente activa tienen por lo menos una hija o un hijo nacido vivo (ENOE, trimestre de 2020 INEGI). (Encuesta Nacional de Ocupación del Empleo).

Lo anterior es una muestra de la necesidad de las mujeres de bajos ingresos de incorporarse al mercado de trabajo, así como de continuar obteniendo educación para mejorar su productividad, ingreso y, por ende, el bienestar económico de la familia.

En Sinaloa 50.6% son mujeres, y su población es joven debido a que la media es de 30 años o menos, ytiene una población afroamericana de 1.39%, así como 1.23% indígena.

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó 26 feminicidios en 2020. Por otra parte, encuentra entre los cinco estados con deuda a la baja, ya que reportó una disminución de 12.7% en 2020, y su población económicamente activa es de 60.6%, de la cual las mujeres representan el 40.7%. El 30.9% vive en situación de pobreza y el 34.5% está catalogada como población vulnerable.

En medio de campañas políticas, donde discursivamente se es consciente cada vez más del potencial de las mujeres en el desarrollo económico y social, solo nos queda decir: cambiamos acciones por palabras y promesas por compromisos. La incorporción de las mujeres al mercado laboral con políticas que partan de la perspectiva de género es parte de nuestra aspiración a la igualdad: el trabajo debe ser emancipador.

El informe de los resultados del Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2021 trajo, en lo general, buenas noticias, y señala a Sinaloa como la entidad de mayor avance, con un aumento de 7 lugares (del 14 al 7): subió en economía, en lo político y en innovación.

Si consideramos que los demás estados fueron a la baja en lo correspondiente al crecimiento del PIB, podemos aprender de las experiencias y políticas que se están implementando para continuar avanzando a este ritmo; sin embargo, también las brechas de desigualdad empeoraron, y particularmente el estado aparece como la peor entidad en el índice de informalidad laboral entre hombres y mujeres.

Observatorios internacionales y nacionales han sido consistentes en su llamado a aplicar la perspectiva de género en esta importante tarea: contrarrestar la debacle económica, buscando implementar programas y políticas públicas que entiendan la posición y condición de las mujeres, para así no ampliar ni profundizar estas brechas.

Las mujeres como responsables del cuidado de sus hijas e hijos se incorporan cada vez más al mercado laboral, dada la necesidad de buscar el sustento para sus hogares. Prueba de ello es que, durante el periodo 2005 a 2020, la población femenina económicamente activa de 15 años y más tuvo un crecimiento de 67.8% (INEGI), en tanto el crecimiento de la población económicamente activa masculina mayor a 15 años fue de 79.4% durante el mismo periodo.

Para el primer trimestre de 2020, la participación de las mujeres en el mercado laboral fue más alta en los grupos de menores ingresos que en los grupos de ingresos más elevados. Del total de mujeres ocupadas, en dicho período, 33.8% percibieron hasta 2 salarios mínimos, mientras que sólo el 1.9% de ellas percibieron más de 5 salarios mínimos. Asimismo, 39.9% de las mujeres mayores de 15 años que conforman la población económicamente activa tienen por lo menos una hija o un hijo nacido vivo (ENOE, trimestre de 2020 INEGI). (Encuesta Nacional de Ocupación del Empleo).

Lo anterior es una muestra de la necesidad de las mujeres de bajos ingresos de incorporarse al mercado de trabajo, así como de continuar obteniendo educación para mejorar su productividad, ingreso y, por ende, el bienestar económico de la familia.

En Sinaloa 50.6% son mujeres, y su población es joven debido a que la media es de 30 años o menos, ytiene una población afroamericana de 1.39%, así como 1.23% indígena.

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó 26 feminicidios en 2020. Por otra parte, encuentra entre los cinco estados con deuda a la baja, ya que reportó una disminución de 12.7% en 2020, y su población económicamente activa es de 60.6%, de la cual las mujeres representan el 40.7%. El 30.9% vive en situación de pobreza y el 34.5% está catalogada como población vulnerable.

En medio de campañas políticas, donde discursivamente se es consciente cada vez más del potencial de las mujeres en el desarrollo económico y social, solo nos queda decir: cambiamos acciones por palabras y promesas por compromisos. La incorporción de las mujeres al mercado laboral con políticas que partan de la perspectiva de género es parte de nuestra aspiración a la igualdad: el trabajo debe ser emancipador.