/ martes 9 de noviembre de 2021

No más mujeres relegadas en el Servicio Exterior Mexicano

Desde hace un tiempo, en el Senado de la República ya es rara la sesión donde no aprobemos uno o más dictámenes relacionados con la búsqueda de la igualdad de género. La semana pasada no fue la excepción: se votó por unanimidad una reforma a la Ley del Servicio Exterior Mexicano en materia de igualdad y no discriminación. Fuimos diversas senadoras encabezadas por Martha Lucía Mícher, María Guadalupe Murguía, Beatriz Paredes Rangel, Claudia Ruiz Massieu Salinas, Nancy de la Sierra Arámburo, Verónica Camino Farjat, Eunice Romo Molina y el senador Héctor Vasconcelos, quienes suscribimos la iniciativa fuente de dicha reforma.

Se trata de una iniciativa que continúa con el espíritu de las reformas constitucionales en materia de paridad de género de 2019, con las que el gobierno de la Cuarta Transformación reafirma su compromiso para que las mujeres ya nunca más vuelvan a quedar relegadas profesionalmente en el sector público. Es bien conocido que por muchos años y, en muchos países, el servicio público fue considerado un ambiente de hombres y para muestra el largo proceso legislativo que se dio en México para que hubiera un importante número de mujeres en puestos de toma de decisiones dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Recordemos solo algunos datos de dicho proceso: en 1935, justo en el gobierno del general Lázaro Cárdenas, fue la profesora Palma Guillén la primera mujer en tener un puesto en el Servicio Exterior Mexicano (SEM); después, hasta la década de los sesenta, dos mujeres más son incorporadas, la doctora Paula Alegría como primera embajadora de carrera y la licenciada Emilia Téllez quien ocupó un alto puesto en la SRE. Es hasta 1982 cuando hay cambios a la Ley Orgánica del SEM que facilitan un poco el acceso de las mujeres.

Muy lento ha sido dicho acceso, pues en 1992 solamente había 3 embajadoras y de 2004 hasta 2014 se mantuvo el mismo número de 12 embajadoras. Recordemos también que es apenas en 1998 cuando llega la primera mujer a la titularidad de la cancillería, siendo ella Rosario Green; en total, solo 3 mujeres han asumido dicho encargo en la historia de México.

Esta reforma y un amplio paquete de decisiones y políticas internas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuyo titular el canciller Marcelo Ebrard ha sido un aliado permanente de la causa de las mujeres, han hecho que México se convierta en el primer país de América Latina en adoptar una política exterior feminista, a la par de países como Francia, Canadá, Noruega y Suecia. Cabe mencionar que ya en 2019, 32 mujeres ostentaban el rango de embajadoras y 71 hombres de embajadores. Desde 2020, el titular de la cancillería anunció que México tendría una política exterior feminista. En esas fechas, de 1117 personas que trabajaban en el SEM solo el 33% eran mujeres.

La reforma de la semana pasada incorpora a la Ley del Servicio Exterior Mexicano, entre otros aspectos, el lenguaje incluyente; la igualdad sustantiva y la paridad de género; la no discriminación por orientación o preferencia sexual e identidad de género; la igualdad en las percepciones; modificaciones a las convocatorias de ingreso; modificaciones a los mecanismos de ascensos; la erradicación de las violencias contra las mujeres; y el derecho al cuidado, al pleno desarrollo social, físico, educativo y a la salud de sus familias.

Uno de los aspectos más importantes de la reforma aprobada es precisamente el que implica que las mujeres que trabajen en la Secretaría de Relaciones Exteriores puedan acceder de la misma manera que los hombres a los cargos importantes y que todas tengan un salario igual que sus pares. Un dato a considerar es que, hasta el 2018, aproximadamente el 26% de los cargos de dirección en esta secretaría eran ocupados por mujeres, y solo en los cargos de jefaturas de departamento y puestos operativos la brecha era menos visible, lo que habla de una segregación vertical de las mujeres en esta dependencia.

No debemos olvidar que el reconocimiento a la desigualdad salarial entre hombres y mujeres se dio por primera vez en el Tratado de Versalles de 1919. En México, desde entonces gobiernos llegaron y gobiernos se fueron sin atender esta problemática. Ya nadie puede negar que ha sido en la administración de Andrés Manuel López Obrador cuando se han comenzado a realizar reformas sustantivas para saldar todas las brechas persistentes en el servicio público.

No hay duda de que seguimos avanzando en mejorar las condiciones de las mujeres de México en todos los ámbitos. El reto mayor que tenemos para los siguientes años es que este progreso se refleje en la implementación de políticas públicas de igualdad de género y, sobre todo en la vida real de ellas. Ni un paso atrás… ni para agarrar impulso. La Cuarta Transformación será feminista, o no será.

Desde hace un tiempo, en el Senado de la República ya es rara la sesión donde no aprobemos uno o más dictámenes relacionados con la búsqueda de la igualdad de género. La semana pasada no fue la excepción: se votó por unanimidad una reforma a la Ley del Servicio Exterior Mexicano en materia de igualdad y no discriminación. Fuimos diversas senadoras encabezadas por Martha Lucía Mícher, María Guadalupe Murguía, Beatriz Paredes Rangel, Claudia Ruiz Massieu Salinas, Nancy de la Sierra Arámburo, Verónica Camino Farjat, Eunice Romo Molina y el senador Héctor Vasconcelos, quienes suscribimos la iniciativa fuente de dicha reforma.

Se trata de una iniciativa que continúa con el espíritu de las reformas constitucionales en materia de paridad de género de 2019, con las que el gobierno de la Cuarta Transformación reafirma su compromiso para que las mujeres ya nunca más vuelvan a quedar relegadas profesionalmente en el sector público. Es bien conocido que por muchos años y, en muchos países, el servicio público fue considerado un ambiente de hombres y para muestra el largo proceso legislativo que se dio en México para que hubiera un importante número de mujeres en puestos de toma de decisiones dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Recordemos solo algunos datos de dicho proceso: en 1935, justo en el gobierno del general Lázaro Cárdenas, fue la profesora Palma Guillén la primera mujer en tener un puesto en el Servicio Exterior Mexicano (SEM); después, hasta la década de los sesenta, dos mujeres más son incorporadas, la doctora Paula Alegría como primera embajadora de carrera y la licenciada Emilia Téllez quien ocupó un alto puesto en la SRE. Es hasta 1982 cuando hay cambios a la Ley Orgánica del SEM que facilitan un poco el acceso de las mujeres.

Muy lento ha sido dicho acceso, pues en 1992 solamente había 3 embajadoras y de 2004 hasta 2014 se mantuvo el mismo número de 12 embajadoras. Recordemos también que es apenas en 1998 cuando llega la primera mujer a la titularidad de la cancillería, siendo ella Rosario Green; en total, solo 3 mujeres han asumido dicho encargo en la historia de México.

Esta reforma y un amplio paquete de decisiones y políticas internas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuyo titular el canciller Marcelo Ebrard ha sido un aliado permanente de la causa de las mujeres, han hecho que México se convierta en el primer país de América Latina en adoptar una política exterior feminista, a la par de países como Francia, Canadá, Noruega y Suecia. Cabe mencionar que ya en 2019, 32 mujeres ostentaban el rango de embajadoras y 71 hombres de embajadores. Desde 2020, el titular de la cancillería anunció que México tendría una política exterior feminista. En esas fechas, de 1117 personas que trabajaban en el SEM solo el 33% eran mujeres.

La reforma de la semana pasada incorpora a la Ley del Servicio Exterior Mexicano, entre otros aspectos, el lenguaje incluyente; la igualdad sustantiva y la paridad de género; la no discriminación por orientación o preferencia sexual e identidad de género; la igualdad en las percepciones; modificaciones a las convocatorias de ingreso; modificaciones a los mecanismos de ascensos; la erradicación de las violencias contra las mujeres; y el derecho al cuidado, al pleno desarrollo social, físico, educativo y a la salud de sus familias.

Uno de los aspectos más importantes de la reforma aprobada es precisamente el que implica que las mujeres que trabajen en la Secretaría de Relaciones Exteriores puedan acceder de la misma manera que los hombres a los cargos importantes y que todas tengan un salario igual que sus pares. Un dato a considerar es que, hasta el 2018, aproximadamente el 26% de los cargos de dirección en esta secretaría eran ocupados por mujeres, y solo en los cargos de jefaturas de departamento y puestos operativos la brecha era menos visible, lo que habla de una segregación vertical de las mujeres en esta dependencia.

No debemos olvidar que el reconocimiento a la desigualdad salarial entre hombres y mujeres se dio por primera vez en el Tratado de Versalles de 1919. En México, desde entonces gobiernos llegaron y gobiernos se fueron sin atender esta problemática. Ya nadie puede negar que ha sido en la administración de Andrés Manuel López Obrador cuando se han comenzado a realizar reformas sustantivas para saldar todas las brechas persistentes en el servicio público.

No hay duda de que seguimos avanzando en mejorar las condiciones de las mujeres de México en todos los ámbitos. El reto mayor que tenemos para los siguientes años es que este progreso se refleje en la implementación de políticas públicas de igualdad de género y, sobre todo en la vida real de ellas. Ni un paso atrás… ni para agarrar impulso. La Cuarta Transformación será feminista, o no será.