/ martes 20 de julio de 2021

Mujeres: cambiar la política

El reto mayor de las seis gobernadoras que ganaron este año la elección, junto a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, es transformar la política. Porque, como lo dijera Michelle Bachelet, “si una mujer entra a la política, cambia la mujer; si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Hoy en México está cambiando la política. La paridad llegó para quedarse; el incremento de la presencia de mujeres en el gobierno en los tres planos, en el parlamento y en el Poder Judicial es una tendencia irreversible. El cambio cuantitativo ya está presente; el cambio cualitativo tenemos que seguirlo construyendo.

En el aspecto cuantitativo, cerraremos 2021 con siete gobernadoras que representan el 21.8% de las entidades del país. Seguramente al fin de este sexenio lopezobradorista tendremos alrededor del 40% de gobernadoras del país, ya que en 2022 se renovarán seis gubernaturas, dos en 2023 y nueve en 2024. Es decir, de 17 gubernaturas, seguramente saldrán, al menos, otras siete gobernadoras.

En el caso del parlamento, prácticamente se ha logrado ya la paridad con 49.67% de mujeres que integrarán la próxima legislatura en la Cámara de Diputados. Y en el caso del Senado de la República también el 49.0% de su integración la componen mujeres.

En las alcaldías se crece en cada proceso electoral: en 2008 solo el 4.6% de los municipios eran gobernados por mujeres; antes de la elección de 2018 14.0% y en 2019 ya era el 21.5% de los municipios y, de acuerdo con los resultados de 2021, será el 26.2% de los municipios de México los que serán gobernados por mujeres. Son los estados de Baja California, Baja California Sur, Tabasco, Quintana Roo y la Ciudad de México con mayor experiencia en gobiernos femeninos desde lo local.

Antes de la elección de este año, y desde 2014-2015, los congresos locales han avanzado muy fuerte en su integración. Después de dicha elección habrá catorce estados donde las mujeres son mayoría y en el resto la representación femenina se encuentra entre el 45 y el 49%.

La transformación de la política se deberá hacer a partir de la memoria y reconocimiento a las mujeres que iniciaron la construcción de este presente. Desde Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Hermila Galindo y Elvia Carrillo Puerto, pasando por las primeras mujeres que fueron legisladoras federales como Aurora Jiménez Palacios, María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia en 1957; la primera alcaldesa Aurora Meza Andraca en 1938 (Chilpancingo); la primera gobernadora Griselda Álvarez (Colima) en 1979; la primera secretaria de Estado, Rosa Luz Alegría en 1982 (Turismo); hasta las primeras mujeres que fueron candidatas a la Presidencia de la República en 1994, Cecilia Soto, Marcela Lombardo y Rosario Ibarra, entre otras. No se pueden celebrar triunfos, si no se hace justicia a quienes los construyeron en los entornos más adversos como estas grandes mujeres. Por ello la primera convocatoria a las mujeres que participan en política en nuestros días es a que conozcamos la historia, la lucha, las dificultades de otros tiempos para construir la democracia paritaria que ahora estamos inaugurando.

El rescate de la política como una actividad digna, de servicio y compromiso con aquellos grupos poblacionales de mujeres que se han quedado atrás, es sin duda otro gran compromiso de las mujeres que llegan al poder político. Sin embargo, el que haya más mujeres, en sí mismo no es garantía de que se pueda cambiar el rumbo. Es necesario que haya una agenda que oriente dicho cambio de rumbo. La implementación de la cuota, el principio y la regla de paridad de género deben llevar a construir una perspectiva cualitativa de ese empoderamiento. Dicho de otro modo: la lucha de las mujeres no es en sí misma, siempre está asociada a muchas otras luchas por los derechos de todas y todos: la agenda de las mujeres debe ser y es, la agenda por una sociedad más justa e igualitaria.

Cambiar la política significa trabajar en todos los frentes para ir cerrando las diferentes brechas de género. No olvidemos que a nivel nacional existe una brecha de 31.07% con la población ocupada de hombres de 15 años o más; que 33.4% de las jefas del hogar se encuentran en condiciones de pobreza, mientras que la brecha de participación económica es de 33.19% respecto a los hombres. La igualdad en todos los órdenes de la vida social, económica y laboral es un gran reto para todos y todas.

La igualdad para las mujeres, es la igualdad para toda la sociedad.

El reto mayor de las seis gobernadoras que ganaron este año la elección, junto a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, es transformar la política. Porque, como lo dijera Michelle Bachelet, “si una mujer entra a la política, cambia la mujer; si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Hoy en México está cambiando la política. La paridad llegó para quedarse; el incremento de la presencia de mujeres en el gobierno en los tres planos, en el parlamento y en el Poder Judicial es una tendencia irreversible. El cambio cuantitativo ya está presente; el cambio cualitativo tenemos que seguirlo construyendo.

En el aspecto cuantitativo, cerraremos 2021 con siete gobernadoras que representan el 21.8% de las entidades del país. Seguramente al fin de este sexenio lopezobradorista tendremos alrededor del 40% de gobernadoras del país, ya que en 2022 se renovarán seis gubernaturas, dos en 2023 y nueve en 2024. Es decir, de 17 gubernaturas, seguramente saldrán, al menos, otras siete gobernadoras.

En el caso del parlamento, prácticamente se ha logrado ya la paridad con 49.67% de mujeres que integrarán la próxima legislatura en la Cámara de Diputados. Y en el caso del Senado de la República también el 49.0% de su integración la componen mujeres.

En las alcaldías se crece en cada proceso electoral: en 2008 solo el 4.6% de los municipios eran gobernados por mujeres; antes de la elección de 2018 14.0% y en 2019 ya era el 21.5% de los municipios y, de acuerdo con los resultados de 2021, será el 26.2% de los municipios de México los que serán gobernados por mujeres. Son los estados de Baja California, Baja California Sur, Tabasco, Quintana Roo y la Ciudad de México con mayor experiencia en gobiernos femeninos desde lo local.

Antes de la elección de este año, y desde 2014-2015, los congresos locales han avanzado muy fuerte en su integración. Después de dicha elección habrá catorce estados donde las mujeres son mayoría y en el resto la representación femenina se encuentra entre el 45 y el 49%.

La transformación de la política se deberá hacer a partir de la memoria y reconocimiento a las mujeres que iniciaron la construcción de este presente. Desde Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Hermila Galindo y Elvia Carrillo Puerto, pasando por las primeras mujeres que fueron legisladoras federales como Aurora Jiménez Palacios, María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia en 1957; la primera alcaldesa Aurora Meza Andraca en 1938 (Chilpancingo); la primera gobernadora Griselda Álvarez (Colima) en 1979; la primera secretaria de Estado, Rosa Luz Alegría en 1982 (Turismo); hasta las primeras mujeres que fueron candidatas a la Presidencia de la República en 1994, Cecilia Soto, Marcela Lombardo y Rosario Ibarra, entre otras. No se pueden celebrar triunfos, si no se hace justicia a quienes los construyeron en los entornos más adversos como estas grandes mujeres. Por ello la primera convocatoria a las mujeres que participan en política en nuestros días es a que conozcamos la historia, la lucha, las dificultades de otros tiempos para construir la democracia paritaria que ahora estamos inaugurando.

El rescate de la política como una actividad digna, de servicio y compromiso con aquellos grupos poblacionales de mujeres que se han quedado atrás, es sin duda otro gran compromiso de las mujeres que llegan al poder político. Sin embargo, el que haya más mujeres, en sí mismo no es garantía de que se pueda cambiar el rumbo. Es necesario que haya una agenda que oriente dicho cambio de rumbo. La implementación de la cuota, el principio y la regla de paridad de género deben llevar a construir una perspectiva cualitativa de ese empoderamiento. Dicho de otro modo: la lucha de las mujeres no es en sí misma, siempre está asociada a muchas otras luchas por los derechos de todas y todos: la agenda de las mujeres debe ser y es, la agenda por una sociedad más justa e igualitaria.

Cambiar la política significa trabajar en todos los frentes para ir cerrando las diferentes brechas de género. No olvidemos que a nivel nacional existe una brecha de 31.07% con la población ocupada de hombres de 15 años o más; que 33.4% de las jefas del hogar se encuentran en condiciones de pobreza, mientras que la brecha de participación económica es de 33.19% respecto a los hombres. La igualdad en todos los órdenes de la vida social, económica y laboral es un gran reto para todos y todas.

La igualdad para las mujeres, es la igualdad para toda la sociedad.