/ martes 11 de febrero de 2020

Modificar los días feriados, ¿es positivo o negativo para el país?

Siempre he sostenido que los gobiernos no deben de iniciar de cero, como si las anteriores administraciones no hubieran existido. Creo que los planes de gobierno deben ser transexenales para garantizar la continuidad de programas que beneficien a la población, sobre todo a la más vulnerable.

Es fundamental reflexionar de forma propositiva sobre el México que queremos de 2020 a 2024, pero también sobre cuál es el país que debemos construir para 2050. Necesitamos crear consensos mediante un diálogo respetuoso y tolerante; sabemos que no es fácil llegar a soluciones únicas, pero sí podemos lograr puntos de acuerdo con el compromiso de hacer cada quien su parte.

Menciono lo anterior porque la pasada reforma educativa obligaba al Estado a garantizar la calidad de la educación pública obligatoria, la creación de un servicio profesional docente, el establecimiento del Sistema Nacional de Evaluación Educativa, y en ese contexto, se constituyó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) como máxima autoridad en materia de evaluación.

El INEE fue el encargado de evaluar a los maestros, y era una buena medida para mejorar la educación y transitar a la educación de calidad por la que tanto hemos luchado. Sin embargo, en la actual administración desapareció este instituto y se creó la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (CNMCE), que tiene a cargo elevar la calidad educativa en nuestro país.

Creo que nos debemos de enfocar en la CNMCE para que los millones de alumnos de educación básica tengan una educación de calidad, incluyente, con valores, equitativa y de excelencia. Asimismo, se debe fortalecer el civismo para que los estudiantes se desarrollen en concordancia con las normas de convivencia, el respeto a las instituciones y las leyes. Es importante que la misma CNMCE eleve los días-clase que reciben los alumnos para lograr una mejor educación.

Ahora bien, el miércoles 5 el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que propondrá que los días festivos se celebren en la fecha en que ocurrieron los hechos históricos, por lo cual eliminaría los puentes y “con ello reforzar la memoria histórica de México entre los jóvenes”. Creo que se requiere analizar y valorar la propuesta del presidente, sobre todo cuando se comenta que “la memoria histórica de los jóvenes” se elevará si quitan los fines de semana largos.

¿En qué consisten estos fines de semana largos? Muchos de los jóvenes no saben por qué se instituyeron. Es importante señalar que el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, en enero de 2006 tomó la decisión de reformar el artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo para que los días de descanso obligatorio fueran el primer lunes de febrero en conmemoración del 5 de febrero; el tercer lunes de marzo, por el 21 de marzo, y el tercer lunes de noviembre, por el 20 de noviembre. Los demás días de descanso obligatorio quedaron fijos en sus fechas.

Esta disposición de proporcionar un descanso continuo al trabajador y a los estudiantes de tres días fue con el fin de incrementar la economía del país a través de la actividad turística, así como para fomentar la convivencia familiar, evitando con ello que si un día festivo oficial caía en martes o jueves, algunos trabajadores y estudiantes se presentaran a sus labores hasta el miércoles o no asistieran el viernes, alargando así el fin de semana. Esos eran los verdaderos “puentes”.

Antes del 17 de enero de 2016, fecha de las reformas a la Ley Federal del Trabajo, existía un gran ausentismo laboral y escolar por los “puentes”. Hoy existe un orden en los días de descanso, y las escuelas y los empresarios pueden programar sus actividades con anticipación y no especular si esos días feriados se alargarán o no.

Estos fines de semana largos traen más beneficios a la población, pero sobre todo no está aquí el problema de la educación. Para mí es importante regresar a la academia la materia de civismo, reforzar los libros de texto con los procesos sociales que han cambiado el rumbo de la nación, volver a fomentar la oratoria entre los jóvenes de educación básica sobre personajes y hechos históricos que han marcado nuestra ideología —retirando la enseñanza de la historia a través de héroes y villanos—.

Los políticos debemos entender que los planes de estudio y el trabajo en el aula son los que nos llevarán a tener una educación de calidad y que estos proyectos no deben de estar cambiando cada sexenio; antes bien, estos tienen que evaluarse para mejorar el aprendizaje.

Es fundamental resaltar que los proyectos educativos no deben ser a corto o mediano plazo, sino que deben ser transexenales para poder ir consolidando la formación de los ciudadanos y para evitar buscar en los días de descanso obligatorio el problema de “la memoria histórica de nuestros jóvenes”.

Siempre he sostenido que los gobiernos no deben de iniciar de cero, como si las anteriores administraciones no hubieran existido. Creo que los planes de gobierno deben ser transexenales para garantizar la continuidad de programas que beneficien a la población, sobre todo a la más vulnerable.

Es fundamental reflexionar de forma propositiva sobre el México que queremos de 2020 a 2024, pero también sobre cuál es el país que debemos construir para 2050. Necesitamos crear consensos mediante un diálogo respetuoso y tolerante; sabemos que no es fácil llegar a soluciones únicas, pero sí podemos lograr puntos de acuerdo con el compromiso de hacer cada quien su parte.

Menciono lo anterior porque la pasada reforma educativa obligaba al Estado a garantizar la calidad de la educación pública obligatoria, la creación de un servicio profesional docente, el establecimiento del Sistema Nacional de Evaluación Educativa, y en ese contexto, se constituyó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) como máxima autoridad en materia de evaluación.

El INEE fue el encargado de evaluar a los maestros, y era una buena medida para mejorar la educación y transitar a la educación de calidad por la que tanto hemos luchado. Sin embargo, en la actual administración desapareció este instituto y se creó la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (CNMCE), que tiene a cargo elevar la calidad educativa en nuestro país.

Creo que nos debemos de enfocar en la CNMCE para que los millones de alumnos de educación básica tengan una educación de calidad, incluyente, con valores, equitativa y de excelencia. Asimismo, se debe fortalecer el civismo para que los estudiantes se desarrollen en concordancia con las normas de convivencia, el respeto a las instituciones y las leyes. Es importante que la misma CNMCE eleve los días-clase que reciben los alumnos para lograr una mejor educación.

Ahora bien, el miércoles 5 el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que propondrá que los días festivos se celebren en la fecha en que ocurrieron los hechos históricos, por lo cual eliminaría los puentes y “con ello reforzar la memoria histórica de México entre los jóvenes”. Creo que se requiere analizar y valorar la propuesta del presidente, sobre todo cuando se comenta que “la memoria histórica de los jóvenes” se elevará si quitan los fines de semana largos.

¿En qué consisten estos fines de semana largos? Muchos de los jóvenes no saben por qué se instituyeron. Es importante señalar que el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, en enero de 2006 tomó la decisión de reformar el artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo para que los días de descanso obligatorio fueran el primer lunes de febrero en conmemoración del 5 de febrero; el tercer lunes de marzo, por el 21 de marzo, y el tercer lunes de noviembre, por el 20 de noviembre. Los demás días de descanso obligatorio quedaron fijos en sus fechas.

Esta disposición de proporcionar un descanso continuo al trabajador y a los estudiantes de tres días fue con el fin de incrementar la economía del país a través de la actividad turística, así como para fomentar la convivencia familiar, evitando con ello que si un día festivo oficial caía en martes o jueves, algunos trabajadores y estudiantes se presentaran a sus labores hasta el miércoles o no asistieran el viernes, alargando así el fin de semana. Esos eran los verdaderos “puentes”.

Antes del 17 de enero de 2016, fecha de las reformas a la Ley Federal del Trabajo, existía un gran ausentismo laboral y escolar por los “puentes”. Hoy existe un orden en los días de descanso, y las escuelas y los empresarios pueden programar sus actividades con anticipación y no especular si esos días feriados se alargarán o no.

Estos fines de semana largos traen más beneficios a la población, pero sobre todo no está aquí el problema de la educación. Para mí es importante regresar a la academia la materia de civismo, reforzar los libros de texto con los procesos sociales que han cambiado el rumbo de la nación, volver a fomentar la oratoria entre los jóvenes de educación básica sobre personajes y hechos históricos que han marcado nuestra ideología —retirando la enseñanza de la historia a través de héroes y villanos—.

Los políticos debemos entender que los planes de estudio y el trabajo en el aula son los que nos llevarán a tener una educación de calidad y que estos proyectos no deben de estar cambiando cada sexenio; antes bien, estos tienen que evaluarse para mejorar el aprendizaje.

Es fundamental resaltar que los proyectos educativos no deben ser a corto o mediano plazo, sino que deben ser transexenales para poder ir consolidando la formación de los ciudadanos y para evitar buscar en los días de descanso obligatorio el problema de “la memoria histórica de nuestros jóvenes”.