/ miércoles 18 de noviembre de 2020

Modificar a tiempo 

La selección nacional continúa con excelentes números bajo la batuta de Martino, situación que ya ha sucedido en otras ocasiones, con la diferencia de que, en este proceso, debido a la situación que impera en todo nuestro planeta ha modificado viejas costumbres de la gente de pantalón largo, que optaba por privilegiar lo económico sobre lo deportivo. Antes, muchos juegos amistosos de poca monta, con todo a favor para el apoyo de parte de los aficionados mexicanos que radican en Estados Unidos, ahora fueron pocos duelos, pero con rivales de mayor jerarquía o de estilo muy diferentes a los que solían enfrentar, salvo una excepción.

Con el duelo ante Japón, México se declaró casi listo para iniciar la eliminatoria rumbo a Qatar 2022, cita a la que el equipo nacional llegará sin complicación alguna, por lo menos no creemos que se vuelva a repetir lo sucedido en aquella ocasión cuando nos mandaron al repechaje para llegar de milagro a la Copa del Mundo.

Ante los nipones, es el comentario general y el propio, es que el tri mostró dos caras muy diferentes entre el primer lapso y el segundo con la conclusión de que le espera al cuerpo técnico trabajar mucho en zona baja, hablamos incluso de la media cancha hacia atrás. Mire usted, en el duelo ante los coreanos el equipo nacional creó muchas más oportunidades de gol gracias a la pronta recuperación de la pelota y a generar a partir de ahí cantidad suficientes de asomo al gol como para no sufrir.

La llamada presión alta, desde la misma salida del rival provocó esa situación, ante Japón fue igual: presión alta, pero los nipones no fueron como los coreanos, si bien fueron frenados en los primeros minutos por la media cancha mexicana, no permitieron mayores libertades y por ende no le crearon peligros en su meta debido a los constantes errores de los nuestros a la hora de entregar la pelota. Ahí estuvo la clave del asunto, en cuanto Japón vio la estrategia de los mexicanos, poco a poco se adueñó de la pelota aprovechando esas fallas señaladas, la media cancha quedó desprotegida y por la velocidad de los ojos de rayita nuestros mediocampistas no fueron lo suficientemente veloces para bajar a posicionarse mejor y darle la mano de mejor manera a su defensa.

Las consecuencias pudieron ser desastrosas y cambiar el rumbo del partido, de no haber sido por la gigantesca figura de Ochoa. Araujo y Moreno, batallando con la velocidad de los delanteros rivales, quienes son tan veloces que, hasta el propio Sánchez, tuvo problemas. Las opciones de gol de los japoneses, se derivaron de esos detalles, no hubo dos contra uno sino mano a mano, que fueron veneno puro para la saga mexicana.

Y luego, que diferente el segundo tiempo con las modificaciones no solo de hombres, sino de posiciones, especialmente la de Romo. El equipo ya no salió con la estrategia de la presión alta para no permitir dejar espacios en la zona de creación y a partir de ahí con la recuperación de la pelota en terreno propio, tuvo México más espacios para armar sus ataques. México fue amo y señor del partido, demostrando que puede tener la vacuna para contener a rivales que tienen como característica la velocidad, de ahí lo valioso de este tipo de juegos, a los que desde luego les hizo falta otro tipo de ingredientes que aumentan la presión de los jugadores y por lo tanto ensayar la concentración, porque una cosa es con público, a favor o en contra y otra en estadio vacío. Martino va por buen camino, le ha dado oportunidad a casi todos sus convocados, con el paso del tiempo encontrará el llamado once ideal y qué jugadores le servirán más como relevos o de los llamados revulsivos, tanto para ofender como para defender y crear.

Y la gran pregunta: ¿logrará Martino darle al seleccionado mexicano la regularidad, característica de la que dé por siempre ha adolecido?

Nos vemos mañana.

Antoniovelazquez13@hotmail.com

La selección nacional continúa con excelentes números bajo la batuta de Martino, situación que ya ha sucedido en otras ocasiones, con la diferencia de que, en este proceso, debido a la situación que impera en todo nuestro planeta ha modificado viejas costumbres de la gente de pantalón largo, que optaba por privilegiar lo económico sobre lo deportivo. Antes, muchos juegos amistosos de poca monta, con todo a favor para el apoyo de parte de los aficionados mexicanos que radican en Estados Unidos, ahora fueron pocos duelos, pero con rivales de mayor jerarquía o de estilo muy diferentes a los que solían enfrentar, salvo una excepción.

Con el duelo ante Japón, México se declaró casi listo para iniciar la eliminatoria rumbo a Qatar 2022, cita a la que el equipo nacional llegará sin complicación alguna, por lo menos no creemos que se vuelva a repetir lo sucedido en aquella ocasión cuando nos mandaron al repechaje para llegar de milagro a la Copa del Mundo.

Ante los nipones, es el comentario general y el propio, es que el tri mostró dos caras muy diferentes entre el primer lapso y el segundo con la conclusión de que le espera al cuerpo técnico trabajar mucho en zona baja, hablamos incluso de la media cancha hacia atrás. Mire usted, en el duelo ante los coreanos el equipo nacional creó muchas más oportunidades de gol gracias a la pronta recuperación de la pelota y a generar a partir de ahí cantidad suficientes de asomo al gol como para no sufrir.

La llamada presión alta, desde la misma salida del rival provocó esa situación, ante Japón fue igual: presión alta, pero los nipones no fueron como los coreanos, si bien fueron frenados en los primeros minutos por la media cancha mexicana, no permitieron mayores libertades y por ende no le crearon peligros en su meta debido a los constantes errores de los nuestros a la hora de entregar la pelota. Ahí estuvo la clave del asunto, en cuanto Japón vio la estrategia de los mexicanos, poco a poco se adueñó de la pelota aprovechando esas fallas señaladas, la media cancha quedó desprotegida y por la velocidad de los ojos de rayita nuestros mediocampistas no fueron lo suficientemente veloces para bajar a posicionarse mejor y darle la mano de mejor manera a su defensa.

Las consecuencias pudieron ser desastrosas y cambiar el rumbo del partido, de no haber sido por la gigantesca figura de Ochoa. Araujo y Moreno, batallando con la velocidad de los delanteros rivales, quienes son tan veloces que, hasta el propio Sánchez, tuvo problemas. Las opciones de gol de los japoneses, se derivaron de esos detalles, no hubo dos contra uno sino mano a mano, que fueron veneno puro para la saga mexicana.

Y luego, que diferente el segundo tiempo con las modificaciones no solo de hombres, sino de posiciones, especialmente la de Romo. El equipo ya no salió con la estrategia de la presión alta para no permitir dejar espacios en la zona de creación y a partir de ahí con la recuperación de la pelota en terreno propio, tuvo México más espacios para armar sus ataques. México fue amo y señor del partido, demostrando que puede tener la vacuna para contener a rivales que tienen como característica la velocidad, de ahí lo valioso de este tipo de juegos, a los que desde luego les hizo falta otro tipo de ingredientes que aumentan la presión de los jugadores y por lo tanto ensayar la concentración, porque una cosa es con público, a favor o en contra y otra en estadio vacío. Martino va por buen camino, le ha dado oportunidad a casi todos sus convocados, con el paso del tiempo encontrará el llamado once ideal y qué jugadores le servirán más como relevos o de los llamados revulsivos, tanto para ofender como para defender y crear.

Y la gran pregunta: ¿logrará Martino darle al seleccionado mexicano la regularidad, característica de la que dé por siempre ha adolecido?

Nos vemos mañana.

Antoniovelazquez13@hotmail.com