/ miércoles 18 de julio de 2018

Mi Tata… El palo del saco”

AMLO... Miedo por el cuento

En algunas ocasiones he narrado a través de los espacios que generosamente se me han brindado en las redacciones de algunos periódicos, algunas ocurrencias, sueños, vivencias y hechos anecdóticos que han marcado mi existencia terrenal.

Ello ha ocurrido, cuando escribir de los aconteceres de la política, me ha llegado a parecer aburrido, tedioso, absurdo, y hoy, hasta peligroso.

ABURRIDO, porque los temas políticos son tocados y retocados una y mil veces por los columnistas, analistas, comentaristas, periodistas y ahora por todo ente humano con un teléfono o computadora en la mano a través de las llamadas redes sociales.

TEDIOSO, porque es de dar flojera estar buscando la manera de analizar los acontecimientos que a cada momento se suscitan en el entorno político y exponer una idea nueva y no trillada, que pudiera ser ubicada además en un término en que no seas considerado tendencioso y entreguista por parte de quienes, desde distintas ópticas nos ofrecen el favor de su lectura.

ABSURDO, porque nuestros comentarios por bien fundamentados que pudieran estar, difícilmente podrán permear en el ánimo de quienes política, intelectual, afectuosa, o ideológicamente se ubican en un contexto de opinión diferente, y mucho menos hacerlos reflexionar y aceptar su error en la percepción de las cosas.

PELIGROSO, porque en estos días en que estamos en el nacimiento de la llamada cuarta revolución republicana que encabeza y dirige el Presidente electo de México Andrés Manuel López Obrador, el opinar en sentido contrario a cualquiera de sus múltiples propuestas significa meterte a las patas de los alocados caballos y retar a tu suerte.

Ello, pese a que AMLO ha llamado a todos los mexicanos a la concordia, al diálogo, a dejar atrás rencillas, ofensas y rencores, así como a la suma de esfuerzos y voluntades en aras de construir un nuevo y mejor país.

Por desgracia ese llamado del líder político y moral de MORENA, hoy Presidente electo, no pareciera ser del agrado de los grupos radicales y evidentemente enfermos de rencor en contra de todos y nadie.

“Amlovers”, que siguen estancados en la confrontación política sin entender que el proceso electoral ya quedó atrás, y que la mejor manera de ayudar a su ídolo es dejando atrás esos celos y odios mezquinos y retrógradas que no pueden ocultar hacia toda opinión que no coincida con su verdad; Su única e indiscutible verdad.

Es precisamente, todo este escenario lo que me hizo buscar un poco de alivio emocional y trasladar mis recuerdos hacia mi añorada y recordada infancia.

Una Infancia ocurrida en un pueblito carente de todo beneficio gubernamental y sin el más elemental servicio público que cubriera las necesidades básicas de las familias.

Un pueblito ciertamente pobre en lo económico, perorico en sentimientos y emociones, impregnado de un exquisito aroma a monte, a tierras de cultivo regadas con las aguas del rio, a tortillas del comal, armonizado con románticos cantos de todo tipo de aves silvestres, y adornadas sus noches oscuras con los destellos luminosos que nos regalaban las luciérnagas, (mejor conocidos en nuestro rancho como “copechis”) durante su tránsito incierto por aquellas llanuras.

Fue de tal manera, lo ocurrido una noche como la antes descrita, la que me motivó a escribir ésta especie de parábola.

 MI “TATA Y EL GENIO DE LA BOTELLA

Ahí, en el patio de nuestra humilde pero bella casita, sentados los nietos alrededor de mi “Tata, (Abuelo NO… Mi Tata cabrones, que eso fue siempre para nosotros), una noche como muchas otras, el viejo patriarca nos narró el fantasioso cuento denominado “PALO SAL DEL SACO”.

Se trataba la narrativa de un pobre campesino que había salido a buscar al poderoso y abusivo Rey de la comarca para solicitarle lo aceptara como su esclavo por el periodo de cinco años, como pago a una deuda económica pendiente.

En su tránsito al lejano castillo, y montado a lomo de un viejo burro, el labriego encontró a su paso una vieja botella de cristal, en cuyo interior observó extraños y sorprendentes rayos de luz. Ante la extraordinaria visión, el campesino solo atinó a lanzar la botella al duro y empedrado suelo, logrando que el recipiente se hiciera añicos.

Enseguida, el pobre labrador quedaría paralizado al observar que del lugar en que se rompiera la botella emergía una nube de humo blanco que poco a poco fue tomando una figura humanoide hasta darle forma a un extraño ser que le sonreía amablemente.

“Soy un genio, y me has liberado de un encantamiento milenario, por lo que te voy a dar un obsequio para que le des uso y puedas salir de tus problemas. “Si lo utilizas bien te hará un hombre importante, rico y poderoso, pero si le das mal uso, pudiera ser tu perdición”, le dijo el ente al aterrorizado labriego.

Acto seguido, el “Genio” le hizo entrega de un viejo saco de lona, y le dictó su manual de uso, de manera verbal y con toda claridad.

“Cuando por alguna situación te veas afectado en tu vida personal o intereses de cualquier tipo, solo habrás de pronunciar la siguiente frase; PALO, SAL DEL SACO, y tu problema se solucionará”, explicó aquel ser desencantado, para enseguida perderse en la inmensidad de la noche.

Una vez repuesto del susto, el campesino se echó el saco de lona al hombro, y echó a caminar al burro. Solo había caminado algunos metros, cuando de entre el monte surgió un grupo de hombres portando fusiles y machetes.

“Detén tu camino labriego, y levanta tus manos, que solo queremos tus ropas y tu burro”, gritó el jefe del grupo de malhechores al otra vez asustado campesino.

Al ver amenazada su vida, el labriego recordó el regalo del genio y sacando fuerzas de flaqueza alcanzó a gritar; “PALO, SAL DEL SACO”.

Al instante, del interior del viejo costal surgió un potente garrote de fina madera que velozmente arremetió y golpeó salvajemente a los forajidos, quienes adoloridos clamaron el perdón al ofendido, prometiéndole entregarle todo el oro que habían robado en las haciendas de la comarca, y de paso, por considerarlo un hombre con grandes poderes mágicos, pasar en lo subsecuente a convertirse en sus esclavos.

Aceptado el trato, con las alforjas del burro repletas de oro, y seguido por sus nuevos esclavos, el ahora ambicioso labriego prosiguió su camino hacia el castillo del Rey, hasta donde llegó altivo, retador y lleno de soberbia.

¿Vienes acaso a pagar tu deuda y dispuesto a convertirte en mi esclavo?, preguntó el poderoso Monarca a su visitante.

“Ni a una cosa ni a la otra, retó el otrora humilde labriego”. Acto seguido, al ver el rostro iracundo y amenazador del Rey, pronunció las mágicas palabras; “PALO, SAL DEL SACO”.

Sobra decir que el soberano, tras los múltiples garrotazos recibidos, pidió también clemencia y ordenó a todos sus guerreros obediencia absoluta al campesino, quien de inmediato asumió el control del Castillo, y se anunció ante toda la corte como el único y soberano Rey de la enorme comarca… Y claro, quizá por temor al extraño y bélico garrote, la muchedumbre lo vitoreó y aclamó apasionadamente llenándolo de elogios y gritando a voz en cuello… ¡¡ Viva el nuevo Rey!!

ACLARACIÓN PERTINENTE; La narrativa es obra absoluta de mi imaginación, sin embargo no dejo de sentir cierto temor al pensar en que el místico saco del palo pueda llegar a manos de Andrés Manuel López Obrador, y los mexicanos en breve podamos escucharle gritar... PALO, SAL DEL SACO… Ojalá no sea así… Dios nos agarre confesados. Ya acabé.

AMLO... Miedo por el cuento

En algunas ocasiones he narrado a través de los espacios que generosamente se me han brindado en las redacciones de algunos periódicos, algunas ocurrencias, sueños, vivencias y hechos anecdóticos que han marcado mi existencia terrenal.

Ello ha ocurrido, cuando escribir de los aconteceres de la política, me ha llegado a parecer aburrido, tedioso, absurdo, y hoy, hasta peligroso.

ABURRIDO, porque los temas políticos son tocados y retocados una y mil veces por los columnistas, analistas, comentaristas, periodistas y ahora por todo ente humano con un teléfono o computadora en la mano a través de las llamadas redes sociales.

TEDIOSO, porque es de dar flojera estar buscando la manera de analizar los acontecimientos que a cada momento se suscitan en el entorno político y exponer una idea nueva y no trillada, que pudiera ser ubicada además en un término en que no seas considerado tendencioso y entreguista por parte de quienes, desde distintas ópticas nos ofrecen el favor de su lectura.

ABSURDO, porque nuestros comentarios por bien fundamentados que pudieran estar, difícilmente podrán permear en el ánimo de quienes política, intelectual, afectuosa, o ideológicamente se ubican en un contexto de opinión diferente, y mucho menos hacerlos reflexionar y aceptar su error en la percepción de las cosas.

PELIGROSO, porque en estos días en que estamos en el nacimiento de la llamada cuarta revolución republicana que encabeza y dirige el Presidente electo de México Andrés Manuel López Obrador, el opinar en sentido contrario a cualquiera de sus múltiples propuestas significa meterte a las patas de los alocados caballos y retar a tu suerte.

Ello, pese a que AMLO ha llamado a todos los mexicanos a la concordia, al diálogo, a dejar atrás rencillas, ofensas y rencores, así como a la suma de esfuerzos y voluntades en aras de construir un nuevo y mejor país.

Por desgracia ese llamado del líder político y moral de MORENA, hoy Presidente electo, no pareciera ser del agrado de los grupos radicales y evidentemente enfermos de rencor en contra de todos y nadie.

“Amlovers”, que siguen estancados en la confrontación política sin entender que el proceso electoral ya quedó atrás, y que la mejor manera de ayudar a su ídolo es dejando atrás esos celos y odios mezquinos y retrógradas que no pueden ocultar hacia toda opinión que no coincida con su verdad; Su única e indiscutible verdad.

Es precisamente, todo este escenario lo que me hizo buscar un poco de alivio emocional y trasladar mis recuerdos hacia mi añorada y recordada infancia.

Una Infancia ocurrida en un pueblito carente de todo beneficio gubernamental y sin el más elemental servicio público que cubriera las necesidades básicas de las familias.

Un pueblito ciertamente pobre en lo económico, perorico en sentimientos y emociones, impregnado de un exquisito aroma a monte, a tierras de cultivo regadas con las aguas del rio, a tortillas del comal, armonizado con románticos cantos de todo tipo de aves silvestres, y adornadas sus noches oscuras con los destellos luminosos que nos regalaban las luciérnagas, (mejor conocidos en nuestro rancho como “copechis”) durante su tránsito incierto por aquellas llanuras.

Fue de tal manera, lo ocurrido una noche como la antes descrita, la que me motivó a escribir ésta especie de parábola.

 MI “TATA Y EL GENIO DE LA BOTELLA

Ahí, en el patio de nuestra humilde pero bella casita, sentados los nietos alrededor de mi “Tata, (Abuelo NO… Mi Tata cabrones, que eso fue siempre para nosotros), una noche como muchas otras, el viejo patriarca nos narró el fantasioso cuento denominado “PALO SAL DEL SACO”.

Se trataba la narrativa de un pobre campesino que había salido a buscar al poderoso y abusivo Rey de la comarca para solicitarle lo aceptara como su esclavo por el periodo de cinco años, como pago a una deuda económica pendiente.

En su tránsito al lejano castillo, y montado a lomo de un viejo burro, el labriego encontró a su paso una vieja botella de cristal, en cuyo interior observó extraños y sorprendentes rayos de luz. Ante la extraordinaria visión, el campesino solo atinó a lanzar la botella al duro y empedrado suelo, logrando que el recipiente se hiciera añicos.

Enseguida, el pobre labrador quedaría paralizado al observar que del lugar en que se rompiera la botella emergía una nube de humo blanco que poco a poco fue tomando una figura humanoide hasta darle forma a un extraño ser que le sonreía amablemente.

“Soy un genio, y me has liberado de un encantamiento milenario, por lo que te voy a dar un obsequio para que le des uso y puedas salir de tus problemas. “Si lo utilizas bien te hará un hombre importante, rico y poderoso, pero si le das mal uso, pudiera ser tu perdición”, le dijo el ente al aterrorizado labriego.

Acto seguido, el “Genio” le hizo entrega de un viejo saco de lona, y le dictó su manual de uso, de manera verbal y con toda claridad.

“Cuando por alguna situación te veas afectado en tu vida personal o intereses de cualquier tipo, solo habrás de pronunciar la siguiente frase; PALO, SAL DEL SACO, y tu problema se solucionará”, explicó aquel ser desencantado, para enseguida perderse en la inmensidad de la noche.

Una vez repuesto del susto, el campesino se echó el saco de lona al hombro, y echó a caminar al burro. Solo había caminado algunos metros, cuando de entre el monte surgió un grupo de hombres portando fusiles y machetes.

“Detén tu camino labriego, y levanta tus manos, que solo queremos tus ropas y tu burro”, gritó el jefe del grupo de malhechores al otra vez asustado campesino.

Al ver amenazada su vida, el labriego recordó el regalo del genio y sacando fuerzas de flaqueza alcanzó a gritar; “PALO, SAL DEL SACO”.

Al instante, del interior del viejo costal surgió un potente garrote de fina madera que velozmente arremetió y golpeó salvajemente a los forajidos, quienes adoloridos clamaron el perdón al ofendido, prometiéndole entregarle todo el oro que habían robado en las haciendas de la comarca, y de paso, por considerarlo un hombre con grandes poderes mágicos, pasar en lo subsecuente a convertirse en sus esclavos.

Aceptado el trato, con las alforjas del burro repletas de oro, y seguido por sus nuevos esclavos, el ahora ambicioso labriego prosiguió su camino hacia el castillo del Rey, hasta donde llegó altivo, retador y lleno de soberbia.

¿Vienes acaso a pagar tu deuda y dispuesto a convertirte en mi esclavo?, preguntó el poderoso Monarca a su visitante.

“Ni a una cosa ni a la otra, retó el otrora humilde labriego”. Acto seguido, al ver el rostro iracundo y amenazador del Rey, pronunció las mágicas palabras; “PALO, SAL DEL SACO”.

Sobra decir que el soberano, tras los múltiples garrotazos recibidos, pidió también clemencia y ordenó a todos sus guerreros obediencia absoluta al campesino, quien de inmediato asumió el control del Castillo, y se anunció ante toda la corte como el único y soberano Rey de la enorme comarca… Y claro, quizá por temor al extraño y bélico garrote, la muchedumbre lo vitoreó y aclamó apasionadamente llenándolo de elogios y gritando a voz en cuello… ¡¡ Viva el nuevo Rey!!

ACLARACIÓN PERTINENTE; La narrativa es obra absoluta de mi imaginación, sin embargo no dejo de sentir cierto temor al pensar en que el místico saco del palo pueda llegar a manos de Andrés Manuel López Obrador, y los mexicanos en breve podamos escucharle gritar... PALO, SAL DEL SACO… Ojalá no sea así… Dios nos agarre confesados. Ya acabé.