/ lunes 5 de octubre de 2020

Mexicanos… Su idiosincrasia

FRENAAA… ¿Un favor para AMLO?

Sin la menor intención de ser catastrofista, tenemos que aceptar que nuestro País vive momentos poco alentadores.

Crisis diversas nos flagelan y convulsionan la vida social y política de los mexicanos. Pero lo bueno de las cosas es que los mexicanos somos cabrones y aguantamos todo.

Somos sufridos, pero echados pa´ delante. Y eso sí, bien bragados y muy solidarios con la pena ajena.

Somos además, soñadores y románticos. Buenos bailadores. Enamoradizos y frágiles del alma en cuestiones del amor.

Otras de nuestras grandes identidad, es que somos divertidos, amigables, dicharacheros, amigables y dueños de una gran ironía al momento de criticar al de enfrente.

O sea, modestia aparte, los mexicanos somos un pinche estuche de monerías. Pero claro, no faltan los prietitos en el arroz.

Porque habría que decirlo, hay quienes se han dedicado a estudiar la idiosincrasia de los mexicanos, y los resultados, arrojan perfiles que, ahí sí no son como para presumir.

Dicen esos estudiosos, que la gran mayoría de los mexicanos, somos proclives al paternalismo político, alcahuetes con nuestros gobernantes, sumisos ante los líderes y muy dados al valemadrismo frente a los problemas de nuestro País.

Es decir nos conformamos con cierto grado de confort, y dejamos que el mundo ruede.

Por eso, aseguran los expertos en el tema, es que los gobiernos mexicanos a lo largo de muchas décadas han tomado a nuestro país como un botín inagotable para crear grandes fortunas familiares. Somos pues, un País rico, pero lleno de pobres.

LAS TRES CRISIS… UN FERROCARRIL SIN FRENO

Pero México no cambia... La gran crisis de la pandemia provocada por el coronavirus, transita por el territorio mexicano con su cortejo fúnebre de más de 70 mil muertos.

¿Y los mexicanos que hacemos? Llorar de manera resignada a nuestros muertos, rogando a Dios que los reciba en su santa gloria.

Mientras el Gobierno le ruega quizá al mismo Dios, para que el Pueblo siga dormido y aletargado, sin alzar su enérgica voz para exigir acciones verdaderas que prevengan la enfermedad y curen de manera gratuita y eficaz a los contagiados.

La crisis económica es también cierta y lacerante Pero es cínicamente negada en el florido y alentador discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo espejismo triunfalista lo mantiene encandilado y se niega a aceptar la realidad que todos vivimos.

Sin embargo el pueblo soñador y lleno de esperanza, sigue inmerso en el sueño de los justos, dando por cierto todo lo que nuestros gobernantes nos dicen, y lo peor, respaldando todas sus acciones, por erráticas que sean.

Incluso muchos creen esa frase alentadora muchas veces repetidas por nuestro Presidente, respecto a qué; “Ya se mira la luz esperanzadora del final del túnel.

Y lejos de recriminar la mentira oficial, en un esbozo de un débil reclamo, la ironía propia de los mexicanos se hace presente para decir que; “Ojalá esa luz que AMLO observa al final del túnel, no sea la de un Tren que viene de frente a toda velocidad”.

Por cierto, el Presidente Andrés Manuel López Obrador acaba de dar una muestra de su gran poder político.

Sometió a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que validaran su petición de llevar a cabo una consulta popular para que el pueblo con su voto exija llevar a los tribunales judiciales a los Ex Presidentes de la República.

Los constitucionalistas mexicanos consideraban jurídicamente inviable la aprobación de dicha solicitud, sin embargo se impuso el poder y la fuerza política de López Obrador. Con el dictamen de la SCJN, el Presidente gana doble partida a sus opositores.

1.- Muestra su músculo político a quienes buscan derrocarlo del poder, dejándoles ver que tratar de sacarlo de Palacio Nacional es tarea más complicada de lo que pudieran estar pensando.

2.- López Obrador cree que con esta determinación de juicio a los ex presidentes, si no recupera toda la popularidad perdida, por lo menos frenaría la fuga de simpatizantes para con su gobierno.

Y así es como el pueblo se siente feliz con el espectáculo político que a diario se le ofrece, con las confrontaciones de todos contra todos y en cuyo epicentro político del circo mediático se ubica el propio AMLO.

Otro espectáculo que sin duda le viene como anillo al dedo al Presidente López Obrador es el movimiento que está generando el Frente Nacional anti AMLO (FRENAAA por sus siglas), organización que pretende derrocarlo del cargo.

Más circo y mayor espectáculo para el inquieto y bullanguero pueblo mexicano, porque es evidente que los líderes de FRENAAA lo único que están consiguiendo es ofrecerle una cortina de humo a su adversario para que la ciudadanía nacional se ocupe más en seguir los detalles de ésta guerra mediática, que en reclamar al gobierno de la República la solución a los graves problemas de salud, inseguridad y economía, que cada día arrojan más muertos, y más desempleos.

Y es que la guerra declarada por el FRENAAA al Presidente López Obrador, sin duda será una guerra perdida… Es como querer quitarle una mazorca de maíz del hocico a una marrana a base de súplicas.



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Sin la menor intención de ser catastrofista, tenemos que aceptar que nuestro País vive momentos poco alentadores.

Crisis diversas nos flagelan y convulsionan la vida social y política de los mexicanos. Pero lo bueno de las cosas es que los mexicanos somos cabrones y aguantamos todo.

Somos sufridos, pero echados pa´ delante. Y eso sí, bien bragados y muy solidarios con la pena ajena.

Somos además, soñadores y románticos. Buenos bailadores. Enamoradizos y frágiles del alma en cuestiones del amor.

Otras de nuestras grandes identidad, es que somos divertidos, amigables, dicharacheros, amigables y dueños de una gran ironía al momento de criticar al de enfrente.

O sea, modestia aparte, los mexicanos somos un pinche estuche de monerías. Pero claro, no faltan los prietitos en el arroz.

Porque habría que decirlo, hay quienes se han dedicado a estudiar la idiosincrasia de los mexicanos, y los resultados, arrojan perfiles que, ahí sí no son como para presumir.

Dicen esos estudiosos, que la gran mayoría de los mexicanos, somos proclives al paternalismo político, alcahuetes con nuestros gobernantes, sumisos ante los líderes y muy dados al valemadrismo frente a los problemas de nuestro País.

Es decir nos conformamos con cierto grado de confort, y dejamos que el mundo ruede.

Por eso, aseguran los expertos en el tema, es que los gobiernos mexicanos a lo largo de muchas décadas han tomado a nuestro país como un botín inagotable para crear grandes fortunas familiares. Somos pues, un País rico, pero lleno de pobres.

LAS TRES CRISIS… UN FERROCARRIL SIN FRENO

Pero México no cambia... La gran crisis de la pandemia provocada por el coronavirus, transita por el territorio mexicano con su cortejo fúnebre de más de 70 mil muertos.

¿Y los mexicanos que hacemos? Llorar de manera resignada a nuestros muertos, rogando a Dios que los reciba en su santa gloria.

Mientras el Gobierno le ruega quizá al mismo Dios, para que el Pueblo siga dormido y aletargado, sin alzar su enérgica voz para exigir acciones verdaderas que prevengan la enfermedad y curen de manera gratuita y eficaz a los contagiados.

La crisis económica es también cierta y lacerante Pero es cínicamente negada en el florido y alentador discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo espejismo triunfalista lo mantiene encandilado y se niega a aceptar la realidad que todos vivimos.

Sin embargo el pueblo soñador y lleno de esperanza, sigue inmerso en el sueño de los justos, dando por cierto todo lo que nuestros gobernantes nos dicen, y lo peor, respaldando todas sus acciones, por erráticas que sean.

Incluso muchos creen esa frase alentadora muchas veces repetidas por nuestro Presidente, respecto a qué; “Ya se mira la luz esperanzadora del final del túnel.

Y lejos de recriminar la mentira oficial, en un esbozo de un débil reclamo, la ironía propia de los mexicanos se hace presente para decir que; “Ojalá esa luz que AMLO observa al final del túnel, no sea la de un Tren que viene de frente a toda velocidad”.

Por cierto, el Presidente Andrés Manuel López Obrador acaba de dar una muestra de su gran poder político.

Sometió a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que validaran su petición de llevar a cabo una consulta popular para que el pueblo con su voto exija llevar a los tribunales judiciales a los Ex Presidentes de la República.

Los constitucionalistas mexicanos consideraban jurídicamente inviable la aprobación de dicha solicitud, sin embargo se impuso el poder y la fuerza política de López Obrador. Con el dictamen de la SCJN, el Presidente gana doble partida a sus opositores.

1.- Muestra su músculo político a quienes buscan derrocarlo del poder, dejándoles ver que tratar de sacarlo de Palacio Nacional es tarea más complicada de lo que pudieran estar pensando.

2.- López Obrador cree que con esta determinación de juicio a los ex presidentes, si no recupera toda la popularidad perdida, por lo menos frenaría la fuga de simpatizantes para con su gobierno.

Y así es como el pueblo se siente feliz con el espectáculo político que a diario se le ofrece, con las confrontaciones de todos contra todos y en cuyo epicentro político del circo mediático se ubica el propio AMLO.

Otro espectáculo que sin duda le viene como anillo al dedo al Presidente López Obrador es el movimiento que está generando el Frente Nacional anti AMLO (FRENAAA por sus siglas), organización que pretende derrocarlo del cargo.

Más circo y mayor espectáculo para el inquieto y bullanguero pueblo mexicano, porque es evidente que los líderes de FRENAAA lo único que están consiguiendo es ofrecerle una cortina de humo a su adversario para que la ciudadanía nacional se ocupe más en seguir los detalles de ésta guerra mediática, que en reclamar al gobierno de la República la solución a los graves problemas de salud, inseguridad y economía, que cada día arrojan más muertos, y más desempleos.

Y es que la guerra declarada por el FRENAAA al Presidente López Obrador, sin duda será una guerra perdida… Es como querer quitarle una mazorca de maíz del hocico a una marrana a base de súplicas.



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