/ sábado 23 de enero de 2021

Marito, Chuy y El Mocho

El nombre de Mario Zamora Gastélum rebota de boca en boca por toda la geografía sinaloense; Propios y extraños, aliados y adversarios, se han ocupado de la figura pública que representa el todavía Senador priista.

Y es que finalmente el PRI decide entregarle la candidatura al originario de la Ciudad de Los Mochis, generando diversas reacciones a favor y en contra entre su propia militancia.

Unos llamando a la unidad y la suma de voluntades, y otros rechazando lo que consideran una imposición sobre las legítimas aspiraciones de su líder estatal Jesús Valdéz Palazuelos, quien sobra decirlo, también quería esa candidatura.

Pero tal y como ocurre con las avenidas de los grandes ríos, la tempestad amaina y la corriente del agua recobra su cauce normal.

Así ocurrió con las airadas protestas de un grupo de mujeres que se apostaron en el acceso del edificio sede del PRI para evitar el registro de Mario Zamora como su precandidato,.

Pedían también las activistas del tricolor que se permitiera a Jesús Valdéz solicitar su registro de precandidato para que la elección se definiera en una convención por delegados.

Pero, seguramente los operadores políticos del PRI trabajaron y lo hicieron bien, ya que los ánimos de las aguerridas señoras se calmaron, sin encontrar eco en sus demandas, y las puertas del edificio tricolor se abrieron para la celebración del evento.

Y hasta ahí llegó el propio Jesus Valdéz Palazuelos para presidir el acto de registro de Mario Zamora y ofrecer de paso su respaldo político y moral al hombre que le ganó la carrera por la candidatura.

Y ante el expectante público ahí presente, se abrazaron efusivamente Mario y Jesús, y se susurraron palabras al oído, dejando atrás la advertencia sanitaria de la sana distancia y de no besos ni abrazos.

Y es que el momento ameritaba olvidar la amenaza del coronavirus; Era pues, indispensable dejar en claro a la base militante que entre ellos no habrá cabida para el rencor ni resentimiento.

El abrazo era pues un mensaje de unidad y de muy alta necesidad política para el Partido y su candidato electo.

Fue un abrazo, insisto, aparentemente emotivo e intenso, con repetidas palmadas en la espalda de “Chuy” Valdéz, lo que me hace suponer el urgente interés de Zamora por curar la herida del corazón herido

EL SINDROME DE “EL MOCHO DE LA GUITARRA

Pero, necesario es decir, que el abrazo entre “Marito” y “Chuy” por un momento me hizo recordar un viejo episodio de mi vida.

Es que el abrazo entre los dos personajes en mención, me trajo a la mente, un hecho que pude atestiguar hace varios años en un ranchito de nuestro Estado de Sinaloa, donde los actores fueron dos músicos de oficio.

Tolentino era uno, y su compañero conocido por el mote de “El mocho de la guitarra” su segunda voz.

Durante varios años el dueto “El Mocho y el Tino” fueron no solo compañeros de oficio, sino también grandes camaradas y cómplices de mil aventuras.

Lo triste resultó ser que un día de tantos, a Tolentino le llegó el rumor que su mujer lo engañaba con “El mocho de la guitarra”.

El buen Tolentino, quiso perdonar a su mujer, diciéndole que era el amor de su vida, que había luchado mucho tiempo por ella y que no lo dejara” abajo”.

Sin embargo, ella le habló claro y le informó que se había entendido muy bien con “el mocho” y que, incluso por la tarde vendría a recogerla para irse a vivir juntos su nuevo idilio de amor.

Y así ocurrió; La vieja camioneta del enamorado, otrora gran amigo y aliado del marido ofendido se estacionó en el patio de la casa, de donde presurosa salió la “mancornadora” con una maleta en su mano.

Tolentino, que estaba observando la escena, chocó su mirada con “El Mocho de la guitarra”, y poco a poco se acercó hasta donde parado en su única extremidad, estaba su rival en amores.

“No tenga miedo “compa mocho”, no vengo a pelear, sino a decirte que acepto la decisión de mi vieja y les deseo mucha suerte. Es tuya. Tómala… Llévatela.

Tras darse la mano y fundirse con Tolentino en un abrazo de presuntos camaradas, el guitarrero de la pata sola se subió a la destartalada camioneta y lentamente se perdieron entre el caserío del poblado.

Tolentino, se quedó viendo el polvito de la “troca” y en voz baja expresó; “Te la llevas “Mocho” cabrón, pero el consuelo que me queda es que te va a durar muy poco el gusto, ya que la mula que hoy montas, aunque es de cascos livianos, patea muy fuerte, muerde y hasta relincha cuando el jinete no es de su agrado… La vedad, debo aceptar que no entiendo por qué al ver el abrazo entre Jesús Valdéz y Mario Zamora, recordé el episodio de “El Mocho de la guitarra”…Son esas cosas de la vida que uno nunca se explica… Nos vemos luego.


El nombre de Mario Zamora Gastélum rebota de boca en boca por toda la geografía sinaloense; Propios y extraños, aliados y adversarios, se han ocupado de la figura pública que representa el todavía Senador priista.

Y es que finalmente el PRI decide entregarle la candidatura al originario de la Ciudad de Los Mochis, generando diversas reacciones a favor y en contra entre su propia militancia.

Unos llamando a la unidad y la suma de voluntades, y otros rechazando lo que consideran una imposición sobre las legítimas aspiraciones de su líder estatal Jesús Valdéz Palazuelos, quien sobra decirlo, también quería esa candidatura.

Pero tal y como ocurre con las avenidas de los grandes ríos, la tempestad amaina y la corriente del agua recobra su cauce normal.

Así ocurrió con las airadas protestas de un grupo de mujeres que se apostaron en el acceso del edificio sede del PRI para evitar el registro de Mario Zamora como su precandidato,.

Pedían también las activistas del tricolor que se permitiera a Jesús Valdéz solicitar su registro de precandidato para que la elección se definiera en una convención por delegados.

Pero, seguramente los operadores políticos del PRI trabajaron y lo hicieron bien, ya que los ánimos de las aguerridas señoras se calmaron, sin encontrar eco en sus demandas, y las puertas del edificio tricolor se abrieron para la celebración del evento.

Y hasta ahí llegó el propio Jesus Valdéz Palazuelos para presidir el acto de registro de Mario Zamora y ofrecer de paso su respaldo político y moral al hombre que le ganó la carrera por la candidatura.

Y ante el expectante público ahí presente, se abrazaron efusivamente Mario y Jesús, y se susurraron palabras al oído, dejando atrás la advertencia sanitaria de la sana distancia y de no besos ni abrazos.

Y es que el momento ameritaba olvidar la amenaza del coronavirus; Era pues, indispensable dejar en claro a la base militante que entre ellos no habrá cabida para el rencor ni resentimiento.

El abrazo era pues un mensaje de unidad y de muy alta necesidad política para el Partido y su candidato electo.

Fue un abrazo, insisto, aparentemente emotivo e intenso, con repetidas palmadas en la espalda de “Chuy” Valdéz, lo que me hace suponer el urgente interés de Zamora por curar la herida del corazón herido

EL SINDROME DE “EL MOCHO DE LA GUITARRA

Pero, necesario es decir, que el abrazo entre “Marito” y “Chuy” por un momento me hizo recordar un viejo episodio de mi vida.

Es que el abrazo entre los dos personajes en mención, me trajo a la mente, un hecho que pude atestiguar hace varios años en un ranchito de nuestro Estado de Sinaloa, donde los actores fueron dos músicos de oficio.

Tolentino era uno, y su compañero conocido por el mote de “El mocho de la guitarra” su segunda voz.

Durante varios años el dueto “El Mocho y el Tino” fueron no solo compañeros de oficio, sino también grandes camaradas y cómplices de mil aventuras.

Lo triste resultó ser que un día de tantos, a Tolentino le llegó el rumor que su mujer lo engañaba con “El mocho de la guitarra”.

El buen Tolentino, quiso perdonar a su mujer, diciéndole que era el amor de su vida, que había luchado mucho tiempo por ella y que no lo dejara” abajo”.

Sin embargo, ella le habló claro y le informó que se había entendido muy bien con “el mocho” y que, incluso por la tarde vendría a recogerla para irse a vivir juntos su nuevo idilio de amor.

Y así ocurrió; La vieja camioneta del enamorado, otrora gran amigo y aliado del marido ofendido se estacionó en el patio de la casa, de donde presurosa salió la “mancornadora” con una maleta en su mano.

Tolentino, que estaba observando la escena, chocó su mirada con “El Mocho de la guitarra”, y poco a poco se acercó hasta donde parado en su única extremidad, estaba su rival en amores.

“No tenga miedo “compa mocho”, no vengo a pelear, sino a decirte que acepto la decisión de mi vieja y les deseo mucha suerte. Es tuya. Tómala… Llévatela.

Tras darse la mano y fundirse con Tolentino en un abrazo de presuntos camaradas, el guitarrero de la pata sola se subió a la destartalada camioneta y lentamente se perdieron entre el caserío del poblado.

Tolentino, se quedó viendo el polvito de la “troca” y en voz baja expresó; “Te la llevas “Mocho” cabrón, pero el consuelo que me queda es que te va a durar muy poco el gusto, ya que la mula que hoy montas, aunque es de cascos livianos, patea muy fuerte, muerde y hasta relincha cuando el jinete no es de su agrado… La vedad, debo aceptar que no entiendo por qué al ver el abrazo entre Jesús Valdéz y Mario Zamora, recordé el episodio de “El Mocho de la guitarra”…Son esas cosas de la vida que uno nunca se explica… Nos vemos luego.