/ viernes 31 de diciembre de 2021

Los riesgos y la prosperidad para 2022

En el año que está por culminar, las secuelas del Covid-19 siguieron su ruta y aunque disminuyó la tragedia en muertos, enfermos y contagios, el inicio del 2022 podría traer el cuarto rebrote por el surgimiento de nuevas cepas, el relajamiento en las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y la testarudez de las autoridades, que soberbias como las de Mazatlán, impulsan las concentraciones humanas en pachangas y el desembarco de los cruceros en los que viajan decenas de afectados.

Todo por dinero y aún más, por salirse con la suya.

La postura extrema del alcalde Guillermo Benitez Torres, quien afirmó que “aquí se hará lo que diga” porque es quien manda, no es más que la demostración de que predomina el desgobierno, que pone en peligro la salud de los mazatlecos, de los sinaloenses y de los turistas internacionales que llegan al lugar.

El edil elevó mucho más el frente de guerra que mantiene contra el gobernador Rubén Rocha Moya, a quien no respeta. Y aprovecha cualquier ocasión para restregar su desprecio.

La orden oficial de que no se permitiera el atraco de las cruceristas, la dio el mandatario estatal, la Secretaría de Salud, solo operó como la intermediaria al ser el brazo que le corresponde actuar.

Y en el pleito que el munícipe del puerto trae contra Héctor Melesio Cuén Ojeda, titular de la SS, lo extiende hacia el jefe del Ejecutivo. Es uno contra los dos y contra quien se atreviese.

El funcionario mazatleco, gobierna con las vísceras y difícilmente se detendrá a reconocer la diferencia entre una cosa u otra.

Carece de altura de miras. No está al nivel de los ciudadanos del municipio ni de los de Sinaloa.

Se aferra por capricho a poner en riesgo de la vida de la gente y lo hace con alevosía porque al echar por tierra las disposiciones de las instancias sanitarias y del poder del Estado, considera que “mata tres pájaros de una sola pedrada”. Qué manera de actuar tan hiriente y demencial.

La llegada de enero próximo, comenzará a cobrar la obstinación con una cuarta ola de Coronavirus. Los datos que se incorporan para elaborar el diagnóstico, no son meras especulaciones. Se fundamentan en hechos como el incremento de las estadísticas que arrojan nuevos pacientes. Los decesos están bajos, pero con posibilidades de incrementarse.

En las clínicas privadas y los hospitales públicos, se nota un cambio negativo tan pronto como transcurrieron las fiestas navideñas y las compras comerciales que registraron aglomeraciones. Con todo y las copiosas jornadas de vacunación para los pobladores.

La recomendación, es no desatarse, porque en otros países las medidas preventivas se reforzaron.

El panorama es de alto riesgo y esos gobiernos toman las debidas providencias.

En Mazatlán, no debiera ser lo contrario y menos que saliera de una autoridad una intención de lanzar lo avanzado al precipicio.

Sostener la idea de una celebración multitudinaria para dar la bienvenida al nuevo año, antepone un interés y un berrinche personal sobre el supremo de cuidar la salud de las familias.

Sería promover una recepción de la enfermedad y probablemente de la muerte.

En estos 12 meses y los que le antecedieron, se observaron fenómenos que deterioraron la vida. Erosionaron la salud del pueblo, la economía y la tranquilidad social.

Ojalá estén dispuestos a pagar lo que suceda aquellos que en el fondo exhiben su fragilidad emocional y su tozudez política. Y de no ser asi, que las autoridades superiores los castiguen por no solo determinarse en este caso, sino por dolosamente pretender dañar a la sociedad.

El Sol de Sinaloa, durante todo este tiempo, no nada más sirvió como un testigo de honor en los procesos que se verificaron. Desde que apareció el suceso pandémico que nos alcanzó a todos.

Le dio seguimiento a un acontecimiento que modificó la coexistencia de todos. Desde el encierro hasta compartir el miedo que nos invadió.

Y continuará seguramente en esta línea, además de informar con objetividad y oportunidad cada uno de los desenlaces.

Desde este espacio, se vierte el deseo de que al terminar la última de las doces campanadas, podamos mantener nuestra relación con todos los sinaloenses, e informar que la pesadilla ya pasó y que todos estemos mejor al lado de nuestras familias.

Con salud de acero y con prosperidad permanente.

En el año que está por culminar, las secuelas del Covid-19 siguieron su ruta y aunque disminuyó la tragedia en muertos, enfermos y contagios, el inicio del 2022 podría traer el cuarto rebrote por el surgimiento de nuevas cepas, el relajamiento en las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y la testarudez de las autoridades, que soberbias como las de Mazatlán, impulsan las concentraciones humanas en pachangas y el desembarco de los cruceros en los que viajan decenas de afectados.

Todo por dinero y aún más, por salirse con la suya.

La postura extrema del alcalde Guillermo Benitez Torres, quien afirmó que “aquí se hará lo que diga” porque es quien manda, no es más que la demostración de que predomina el desgobierno, que pone en peligro la salud de los mazatlecos, de los sinaloenses y de los turistas internacionales que llegan al lugar.

El edil elevó mucho más el frente de guerra que mantiene contra el gobernador Rubén Rocha Moya, a quien no respeta. Y aprovecha cualquier ocasión para restregar su desprecio.

La orden oficial de que no se permitiera el atraco de las cruceristas, la dio el mandatario estatal, la Secretaría de Salud, solo operó como la intermediaria al ser el brazo que le corresponde actuar.

Y en el pleito que el munícipe del puerto trae contra Héctor Melesio Cuén Ojeda, titular de la SS, lo extiende hacia el jefe del Ejecutivo. Es uno contra los dos y contra quien se atreviese.

El funcionario mazatleco, gobierna con las vísceras y difícilmente se detendrá a reconocer la diferencia entre una cosa u otra.

Carece de altura de miras. No está al nivel de los ciudadanos del municipio ni de los de Sinaloa.

Se aferra por capricho a poner en riesgo de la vida de la gente y lo hace con alevosía porque al echar por tierra las disposiciones de las instancias sanitarias y del poder del Estado, considera que “mata tres pájaros de una sola pedrada”. Qué manera de actuar tan hiriente y demencial.

La llegada de enero próximo, comenzará a cobrar la obstinación con una cuarta ola de Coronavirus. Los datos que se incorporan para elaborar el diagnóstico, no son meras especulaciones. Se fundamentan en hechos como el incremento de las estadísticas que arrojan nuevos pacientes. Los decesos están bajos, pero con posibilidades de incrementarse.

En las clínicas privadas y los hospitales públicos, se nota un cambio negativo tan pronto como transcurrieron las fiestas navideñas y las compras comerciales que registraron aglomeraciones. Con todo y las copiosas jornadas de vacunación para los pobladores.

La recomendación, es no desatarse, porque en otros países las medidas preventivas se reforzaron.

El panorama es de alto riesgo y esos gobiernos toman las debidas providencias.

En Mazatlán, no debiera ser lo contrario y menos que saliera de una autoridad una intención de lanzar lo avanzado al precipicio.

Sostener la idea de una celebración multitudinaria para dar la bienvenida al nuevo año, antepone un interés y un berrinche personal sobre el supremo de cuidar la salud de las familias.

Sería promover una recepción de la enfermedad y probablemente de la muerte.

En estos 12 meses y los que le antecedieron, se observaron fenómenos que deterioraron la vida. Erosionaron la salud del pueblo, la economía y la tranquilidad social.

Ojalá estén dispuestos a pagar lo que suceda aquellos que en el fondo exhiben su fragilidad emocional y su tozudez política. Y de no ser asi, que las autoridades superiores los castiguen por no solo determinarse en este caso, sino por dolosamente pretender dañar a la sociedad.

El Sol de Sinaloa, durante todo este tiempo, no nada más sirvió como un testigo de honor en los procesos que se verificaron. Desde que apareció el suceso pandémico que nos alcanzó a todos.

Le dio seguimiento a un acontecimiento que modificó la coexistencia de todos. Desde el encierro hasta compartir el miedo que nos invadió.

Y continuará seguramente en esta línea, además de informar con objetividad y oportunidad cada uno de los desenlaces.

Desde este espacio, se vierte el deseo de que al terminar la última de las doces campanadas, podamos mantener nuestra relación con todos los sinaloenses, e informar que la pesadilla ya pasó y que todos estemos mejor al lado de nuestras familias.

Con salud de acero y con prosperidad permanente.