/ viernes 2 de octubre de 2020

Las Revoluciones Imaginarias del 68

El 68, como lo dijo Carlos Fuentes, es uno de esos años constelación en los que sin razón inmediatamente explicable coinciden hechos, movimientos y personalidades inesperadas y separadas en el espacio.

Dos grandes hechos del año 1968 en Europa son la insurrección de París en el mes de mayo y los intentos independentistas y libres de Checoslovaquia que se manifiestan con el nombramiento de Alexander Dubcek como primer secretario del Partido Comunista Checoslovaco el 3 de enero, y terminan el 20 de agosto con la invasión del país por los tanques soviéticos del Pacto de Varsovia.

Estos hechos simultáneos y de alguna manera espontáneos tienen en común un protagonismo de la juventud; todos intentan borrar códigos del pasado, lejano o inmediato, todos terminan en sí en el mismo año pero su final es engañoso; todos dejan una sensación al caer de desaliento, y de final del último gran movimiento histórico humanista, pero todos van arrastrando profundos cambios sociales que van llegando hasta nuestros días.

El 68 es el año de la conferencia de paz para el Vietnam en París –simultáneamente a la insurrección de los estudiantes- y el final de los bombardeos americanos sobre Vietnam.

1968 es el año en que el Presidente Gustavo Díaz Ordaz de México, lanzó a la policía contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco; mató tal vez a 300 –las cifras oficiales sólo contaron 35- y decapitó el movimiento estudiantil.

Es el año en que la contrarrevolución de los Estados Unidos asesinó a Martín Lúter King el 3 de abril y a Robert Kennedy el 5 de junio, y eligió a Richard Nixon presidente en las elecciones de noviembre.

Y el año que ve cómo De Gaulle va siendo cercado por la derecha, por la reacción que le reprocha su debilidad y su incomprensión de los fenómenos de mayo, hasta su responsabilidad por haber permitido una sociedad capaz de ese alzamiento, y le obligará a dimitir el año siguiente, falto ya de consenso y de poderes reales.

El año de las grandes manifestaciones juveniles de Alemania Federal, en que se lanza la figura de Rudi Dutschke y comienzan a emitirse ideas anarquistas, como recuperación de un pasado perdido y desprestigiado.

Es el año de la primera huelga general en Roma, desde veinte años antes, que comenzaría una serie de acciones sindicales incesantes.

El año en el que el dictador fascista Antonio de Oliveira Salazar entró en coma, fue sucedido por Marcelo Caetano, los estudiantes se lanzaron a la calle, se vio la imposibilidad de la guerra de Angola y arrancó la agitación que llevará a la “revolución de los claveles”.

El 68 es año en el que se empezó a saber que hay disidentes dentro de la misma Unión Soviética, capaces de manifestarse contra la invasión de Checoslovaquia y de preparar su lucha contra la dictadura: augures de los tiempos por venir.

En Alemania “Se está contra el comunismo como se está contra el cáncer”; ésa era la consigna de Axel Springer, propietario de los periódicos de mayor difusión en Alemania Federal ( el 40% de toda la prensa alemana, el 70% de la circulación en Hamburgo y Berlín: más de 4 millones de ejemplares del Bild Zeitung, más de 2 millones del semanario Jazmin, y un periódico de corta tirada pero de gran influencia, Die Welt).

Los mayores y más tumultuosas manifestaciones de estudiantes alemanes se dirigieron a los edificios de Springer y los ocuparon; quemaron al pie de los quioscos sus periódicos, asaltaron sus camiones de distribución. Esto ocurrió en febrero de 1968 y volvió a suceder en abril. Creían entonces que estaban destrozando los fundamentos de la sociedad burguesa; y que se estaban vengando de las represiones. Atacaban sólo un signo visible.

El primer gran sobresalto había sucedido el mes de diciembre de 1967: un grupo de estudiantes ocupó la Iglesia del Recuerdo, en Berlín occidental y uno de ellos se subió al púlpito y pronunció un discurso revolucionario: se llamaba Rudi Dutschke y le llamaban “Rudi el rojo”. Rudi Dutschke se convirtió en el guía de los estudiantes de la gran izquierda sin partido no sólo en la RDA, sino en el mundo. El 11 de abril de 1968 un obrero de la construcción, Meter Bachean, disparó contra él: estuvo entre la vida y la muerte durante varios días y estallaron las revueltas de los estudiantes en Berlín, Hamburgo, Francfort, Munich. En Nanterre y en París se celebraban reuniones y acciones de solidaridad con Dutschke.

Otro alemán, Daniel Cohn-Bendit, tenía la palabra en París, y también fue llamado el Rojo –no sólo por sus ideas, sino por el color de su cabello-; los estudiantes de Alemania y Francia estuvieron en contacto permanente y publicaron manifiestos conjuntos, y uno de los sucesos de mayo fue el intento de ocupación del aeropuerto de Orly para abrir paso a los miembros del SDS –Estudiantes Socialistas Alemanes- que iban a solidarizarse con los franceses.

Me decía un amigo que hay mucha literatura sobre el 68, y tiene razón, pero un buen libro sobre este tema es el de Eduardo Haro Tecglen, que se llama El 68: Las revoluciones imaginarias, editorial El País - Aguilar.

El 68, como lo dijo Carlos Fuentes, es uno de esos años constelación en los que sin razón inmediatamente explicable coinciden hechos, movimientos y personalidades inesperadas y separadas en el espacio.

Dos grandes hechos del año 1968 en Europa son la insurrección de París en el mes de mayo y los intentos independentistas y libres de Checoslovaquia que se manifiestan con el nombramiento de Alexander Dubcek como primer secretario del Partido Comunista Checoslovaco el 3 de enero, y terminan el 20 de agosto con la invasión del país por los tanques soviéticos del Pacto de Varsovia.

Estos hechos simultáneos y de alguna manera espontáneos tienen en común un protagonismo de la juventud; todos intentan borrar códigos del pasado, lejano o inmediato, todos terminan en sí en el mismo año pero su final es engañoso; todos dejan una sensación al caer de desaliento, y de final del último gran movimiento histórico humanista, pero todos van arrastrando profundos cambios sociales que van llegando hasta nuestros días.

El 68 es el año de la conferencia de paz para el Vietnam en París –simultáneamente a la insurrección de los estudiantes- y el final de los bombardeos americanos sobre Vietnam.

1968 es el año en que el Presidente Gustavo Díaz Ordaz de México, lanzó a la policía contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco; mató tal vez a 300 –las cifras oficiales sólo contaron 35- y decapitó el movimiento estudiantil.

Es el año en que la contrarrevolución de los Estados Unidos asesinó a Martín Lúter King el 3 de abril y a Robert Kennedy el 5 de junio, y eligió a Richard Nixon presidente en las elecciones de noviembre.

Y el año que ve cómo De Gaulle va siendo cercado por la derecha, por la reacción que le reprocha su debilidad y su incomprensión de los fenómenos de mayo, hasta su responsabilidad por haber permitido una sociedad capaz de ese alzamiento, y le obligará a dimitir el año siguiente, falto ya de consenso y de poderes reales.

El año de las grandes manifestaciones juveniles de Alemania Federal, en que se lanza la figura de Rudi Dutschke y comienzan a emitirse ideas anarquistas, como recuperación de un pasado perdido y desprestigiado.

Es el año de la primera huelga general en Roma, desde veinte años antes, que comenzaría una serie de acciones sindicales incesantes.

El año en el que el dictador fascista Antonio de Oliveira Salazar entró en coma, fue sucedido por Marcelo Caetano, los estudiantes se lanzaron a la calle, se vio la imposibilidad de la guerra de Angola y arrancó la agitación que llevará a la “revolución de los claveles”.

El 68 es año en el que se empezó a saber que hay disidentes dentro de la misma Unión Soviética, capaces de manifestarse contra la invasión de Checoslovaquia y de preparar su lucha contra la dictadura: augures de los tiempos por venir.

En Alemania “Se está contra el comunismo como se está contra el cáncer”; ésa era la consigna de Axel Springer, propietario de los periódicos de mayor difusión en Alemania Federal ( el 40% de toda la prensa alemana, el 70% de la circulación en Hamburgo y Berlín: más de 4 millones de ejemplares del Bild Zeitung, más de 2 millones del semanario Jazmin, y un periódico de corta tirada pero de gran influencia, Die Welt).

Los mayores y más tumultuosas manifestaciones de estudiantes alemanes se dirigieron a los edificios de Springer y los ocuparon; quemaron al pie de los quioscos sus periódicos, asaltaron sus camiones de distribución. Esto ocurrió en febrero de 1968 y volvió a suceder en abril. Creían entonces que estaban destrozando los fundamentos de la sociedad burguesa; y que se estaban vengando de las represiones. Atacaban sólo un signo visible.

El primer gran sobresalto había sucedido el mes de diciembre de 1967: un grupo de estudiantes ocupó la Iglesia del Recuerdo, en Berlín occidental y uno de ellos se subió al púlpito y pronunció un discurso revolucionario: se llamaba Rudi Dutschke y le llamaban “Rudi el rojo”. Rudi Dutschke se convirtió en el guía de los estudiantes de la gran izquierda sin partido no sólo en la RDA, sino en el mundo. El 11 de abril de 1968 un obrero de la construcción, Meter Bachean, disparó contra él: estuvo entre la vida y la muerte durante varios días y estallaron las revueltas de los estudiantes en Berlín, Hamburgo, Francfort, Munich. En Nanterre y en París se celebraban reuniones y acciones de solidaridad con Dutschke.

Otro alemán, Daniel Cohn-Bendit, tenía la palabra en París, y también fue llamado el Rojo –no sólo por sus ideas, sino por el color de su cabello-; los estudiantes de Alemania y Francia estuvieron en contacto permanente y publicaron manifiestos conjuntos, y uno de los sucesos de mayo fue el intento de ocupación del aeropuerto de Orly para abrir paso a los miembros del SDS –Estudiantes Socialistas Alemanes- que iban a solidarizarse con los franceses.

Me decía un amigo que hay mucha literatura sobre el 68, y tiene razón, pero un buen libro sobre este tema es el de Eduardo Haro Tecglen, que se llama El 68: Las revoluciones imaginarias, editorial El País - Aguilar.