/ jueves 14 de febrero de 2019

Labastida Ochoa: Een el ojo del huracán

Francisco Labastida Ochoa, exgobernador de Sinaloa y el sinaloense que ha estado más cerca de llegar a la presidencia de la república, después de que a todos los anteriores dicen que los mandó matar Álvaro Obregón, como al general Francisco Serrano y Ángel Flores, hasta que el exgobernador irrumpió como candidato a la presidencia del país el año 2000.

Siempre propio y con criterios muy definidos en política, se ha expresado sobre su partido, el PRI, diciendo lo que piensa y ahora, ante la crisis descomunal que sufre, sostiene que la raíz de los problemas radica en el abandono ideológico y que su solución se enfila en una definición de un partido de “centro-izquierda”.

La verdad es que si bien es cierto que el PRI ha sufrido su peor derrota en la historia, también lo es que todos, el PAN y el PRD, así como los que ganaron, se han sumergido en una crisis total de la que nadie se salva porque es sistémica.

Hay una crisis general de todos los partidos políticos y con ello aflora la incompetencia ya del sistema electoral, el sistema de partidos y el sistema de gobierno. Se trata de una crisis política estructural que no se advirtió, o no se quiso ver cuando se discutieron las reformas estructurales.

Yo más bien pienso que fue lo segundo, que no se quiso ver pensando en que se podía sortear la crisis con otra elección de Estado, como muchas de las que hemos tenido, sin pensar en el fondo del problema.

El sistema político mexicano está agotado, el régimen presidencialista es un riesgo mayúsculo, la crisis de los partidos una rémora que devora el pensamiento creativo y las libertades de los individuos y un sistema electoral al servicio del poder del dinero.

Los políticos, los partidos y el gobierno de Peña Nieto no se atrevieron a realizar la reforma política que representaba el “horcón del medio” para las reformas estructurales, porque significaba poner freno a toda la descomposición del régimen priista, empezando por el presidencialismo monárquico.

No hubo esa reforma que recuperara el valor de los ciudadanos, las instituciones y del servicio público, reforma que hubiera colocado en el centro el Cómo cambiar este régimen priista y construir otro, pero no, se prefirió que explotara y explotó sin rumbo ni dirección, tan solo viviendo el sueño de la justicia y el bienestar como un valor moral y no de las instituciones y la democracia.

Por eso no es casual que el partido que vive la peor crisis no es el PRI. La peor crisis la vive MORENA, porque resultó el depositario de esa explosión política que resultó del choque de lo inviable con lo inexistente, como lo representa la votación masiva por MORENA y un gobierno “sin ton ni son”, que ahora sufren en cómo domar a la fiera del nuevo gobierno.

El resultado de la indefinición de los partidos para con la crisis del régimen y el abrumador voto de castigo que la población manifestó, viene a ser un enorme pantano que está absorbiendo a todos y que lamentablemente puede resultar un “dejar hacer, dejar pasa”, esperando que el tiempo haga su trabajo sin pensar que el tiempo no tiene conciencia.

Sí, Don Francisco Labastida tiene razón, el PRI vive su peor crisis, pero cabe preguntarnos ¿Le preocupa al país la crisis del PRI? O ¿Le preocupa al país la crisis de los otros partidos? No, a la gente le importa si el gobierno de AMLO es eficaz, rentable, productivo, honrado y democrático, y esa ecuación es ahora el centro de las preocupaciones de todos, por lo que debieran serlo también de los partidos y, por lo tanto, el debate nacional sobre el país, sobre la nueva república.

¿Se puede encauzar e incorporar a todos a ese debate? ¡Por supuesto que sí! Solo es cuestión que AMLO y MORENA tomen una decisión: Poner fin al régimen presidencialista ¿Podrán? ¿Querrán?


Francisco Labastida Ochoa, exgobernador de Sinaloa y el sinaloense que ha estado más cerca de llegar a la presidencia de la república, después de que a todos los anteriores dicen que los mandó matar Álvaro Obregón, como al general Francisco Serrano y Ángel Flores, hasta que el exgobernador irrumpió como candidato a la presidencia del país el año 2000.

Siempre propio y con criterios muy definidos en política, se ha expresado sobre su partido, el PRI, diciendo lo que piensa y ahora, ante la crisis descomunal que sufre, sostiene que la raíz de los problemas radica en el abandono ideológico y que su solución se enfila en una definición de un partido de “centro-izquierda”.

La verdad es que si bien es cierto que el PRI ha sufrido su peor derrota en la historia, también lo es que todos, el PAN y el PRD, así como los que ganaron, se han sumergido en una crisis total de la que nadie se salva porque es sistémica.

Hay una crisis general de todos los partidos políticos y con ello aflora la incompetencia ya del sistema electoral, el sistema de partidos y el sistema de gobierno. Se trata de una crisis política estructural que no se advirtió, o no se quiso ver cuando se discutieron las reformas estructurales.

Yo más bien pienso que fue lo segundo, que no se quiso ver pensando en que se podía sortear la crisis con otra elección de Estado, como muchas de las que hemos tenido, sin pensar en el fondo del problema.

El sistema político mexicano está agotado, el régimen presidencialista es un riesgo mayúsculo, la crisis de los partidos una rémora que devora el pensamiento creativo y las libertades de los individuos y un sistema electoral al servicio del poder del dinero.

Los políticos, los partidos y el gobierno de Peña Nieto no se atrevieron a realizar la reforma política que representaba el “horcón del medio” para las reformas estructurales, porque significaba poner freno a toda la descomposición del régimen priista, empezando por el presidencialismo monárquico.

No hubo esa reforma que recuperara el valor de los ciudadanos, las instituciones y del servicio público, reforma que hubiera colocado en el centro el Cómo cambiar este régimen priista y construir otro, pero no, se prefirió que explotara y explotó sin rumbo ni dirección, tan solo viviendo el sueño de la justicia y el bienestar como un valor moral y no de las instituciones y la democracia.

Por eso no es casual que el partido que vive la peor crisis no es el PRI. La peor crisis la vive MORENA, porque resultó el depositario de esa explosión política que resultó del choque de lo inviable con lo inexistente, como lo representa la votación masiva por MORENA y un gobierno “sin ton ni son”, que ahora sufren en cómo domar a la fiera del nuevo gobierno.

El resultado de la indefinición de los partidos para con la crisis del régimen y el abrumador voto de castigo que la población manifestó, viene a ser un enorme pantano que está absorbiendo a todos y que lamentablemente puede resultar un “dejar hacer, dejar pasa”, esperando que el tiempo haga su trabajo sin pensar que el tiempo no tiene conciencia.

Sí, Don Francisco Labastida tiene razón, el PRI vive su peor crisis, pero cabe preguntarnos ¿Le preocupa al país la crisis del PRI? O ¿Le preocupa al país la crisis de los otros partidos? No, a la gente le importa si el gobierno de AMLO es eficaz, rentable, productivo, honrado y democrático, y esa ecuación es ahora el centro de las preocupaciones de todos, por lo que debieran serlo también de los partidos y, por lo tanto, el debate nacional sobre el país, sobre la nueva república.

¿Se puede encauzar e incorporar a todos a ese debate? ¡Por supuesto que sí! Solo es cuestión que AMLO y MORENA tomen una decisión: Poner fin al régimen presidencialista ¿Podrán? ¿Querrán?