/ miércoles 6 de julio de 2022

La trampa de un Juez y Parte en el alza al pasaje

Con el alza de un peso a la tarifa del pasaje urbano que se anunció ayer, el director de Vialidad y Transportes del Estado, Miguel Loaiza, dueño de una de las flotas más grandes de camiones y eterno directivo de la Federación de Auto transportistas del Estado de Sinaloa, opera como “Juez y Parte”, y por desgracia, es quien mueve la trampa y la colocará cuando lo considere y dónde le convenga en lo sucesivo.

Los usuarios, son las presas.

El aumento que dio a conocer el gobernador Rubén Rocha Moya, generalmente no respeta acuerdos ni reglas entre los choferes.

Unidades motrices destartaladas como todas de la Ruta Margarita, cobran como si trajeran aire acondicionado. A los operadores no hay quien los vigile porque los inspectores a los que habilita con un gafete la DVyT, son propuestos por los empresarios.

Son de la misma “bola”.

No existe un verdadero cuerpo de Inspectoría que enfundado en autoridad se atreva a meter en cintura las arbitrariedades.

Son simples tomadores de tiempo. Limitados para recorrer horarios para asegurar las ganancias de los camioneros.

Son adornos del paisaje diario. En las paradas la gente atestigua con frecuencia las prácticas irregulares en que los conductores controlan a quien se supone, los vigilan para que no cometan abusos, con dinero.

Lo hacen a la vista de todos.

En este incremento al precio del boleto, que ya no se otorga al pasajero como salvo conducto de seguro, Gobierno del Estado, tendría que empezar por sacudir esa estructura. Y renovarla con personal capaz y probo.

Sin embargo, no se procederá asi.

Por primera vez en mucho tiempo, a los empresarios del ramo, se les otorgó el cargo que debiera responsable para obligarlos a que cumplan con la normatividad de movilización de personas.

No hay remedio no lo habrá.

De manera continua se miran vetustas unidades motrices que dan vergüenza y que si por alguna razón quien los aborda, hombre o mujer, les queda a deber los tramposos cincuenta centavos, los choferes se los reclaman, los maltratan y los ponen en vergüenza.

Y seguido, se registra lo contrario: no regresan el cambio y se quedan con la misma cantidad y no hay nadie que los someta al imperio de la legalidad.

Miguel Loaiza, supo en tiempo y forma, y probablemente hasta lo ordenó como permisionario o concesionarios, que en etapa escolar más de la mitad de los camiones, desactivaron la máquina terminal de descuento y cobraban completo a los estudiantes. Adiós a los 3.50 pesos.

Sin vergüenza alguna, igualmente recibían los propietarios de esas empresas, el subsidio gubernamental que les reponía la diferencia.

No hay ruta que no presente carros chatarra y sin aire acondicionado: Bugambilias, Aguaruto, Penitenciaria, Lázaro Cárdenas, Normal, Prepa-Huertas, Villa Universidad, Lomita Cañadas, Campiña y al parecer todos, carecen del servicio principal. Y los Circuitos, ni se diga, porque están para dar lástima.

Siempre se arguye lo mismo. Que el aumento será para mejorar las flotas, pero es un engaño.

Lo que sorprende es que en la comodidad del dinero y de las curules del Congreso del Estado, como cambian los personajes.

El diputado de Morena y directivo de la Junta de Coordinación Política, Feliciano Castro que participó en manifestaciones y supuestamente en toma de camiones cuando se aprobaba que subiera el precio, hoy goce y se pronuncie en favor de un sector empresarial que constantemente llora como víctima para sacar todo lo que puede de los gobiernos tanto federales como estatales y municipales.

El amante de las noches de copas locas.

Que al alcalde morenista de Mazatlán, Guillermo Torres Benitez le encanta el ambiente de los antros y las noches de copas locas, según Movimiento Ciudadano, lo exhibe como un adicto irresponsable porque además los viajes frecuentes y sus francachelas las costea con cargo al erario público.

Es otra pena con la que tienen que lidiar los mazatlecos. No se merecen un tipejo de esa ralea.

Con el alza de un peso a la tarifa del pasaje urbano que se anunció ayer, el director de Vialidad y Transportes del Estado, Miguel Loaiza, dueño de una de las flotas más grandes de camiones y eterno directivo de la Federación de Auto transportistas del Estado de Sinaloa, opera como “Juez y Parte”, y por desgracia, es quien mueve la trampa y la colocará cuando lo considere y dónde le convenga en lo sucesivo.

Los usuarios, son las presas.

El aumento que dio a conocer el gobernador Rubén Rocha Moya, generalmente no respeta acuerdos ni reglas entre los choferes.

Unidades motrices destartaladas como todas de la Ruta Margarita, cobran como si trajeran aire acondicionado. A los operadores no hay quien los vigile porque los inspectores a los que habilita con un gafete la DVyT, son propuestos por los empresarios.

Son de la misma “bola”.

No existe un verdadero cuerpo de Inspectoría que enfundado en autoridad se atreva a meter en cintura las arbitrariedades.

Son simples tomadores de tiempo. Limitados para recorrer horarios para asegurar las ganancias de los camioneros.

Son adornos del paisaje diario. En las paradas la gente atestigua con frecuencia las prácticas irregulares en que los conductores controlan a quien se supone, los vigilan para que no cometan abusos, con dinero.

Lo hacen a la vista de todos.

En este incremento al precio del boleto, que ya no se otorga al pasajero como salvo conducto de seguro, Gobierno del Estado, tendría que empezar por sacudir esa estructura. Y renovarla con personal capaz y probo.

Sin embargo, no se procederá asi.

Por primera vez en mucho tiempo, a los empresarios del ramo, se les otorgó el cargo que debiera responsable para obligarlos a que cumplan con la normatividad de movilización de personas.

No hay remedio no lo habrá.

De manera continua se miran vetustas unidades motrices que dan vergüenza y que si por alguna razón quien los aborda, hombre o mujer, les queda a deber los tramposos cincuenta centavos, los choferes se los reclaman, los maltratan y los ponen en vergüenza.

Y seguido, se registra lo contrario: no regresan el cambio y se quedan con la misma cantidad y no hay nadie que los someta al imperio de la legalidad.

Miguel Loaiza, supo en tiempo y forma, y probablemente hasta lo ordenó como permisionario o concesionarios, que en etapa escolar más de la mitad de los camiones, desactivaron la máquina terminal de descuento y cobraban completo a los estudiantes. Adiós a los 3.50 pesos.

Sin vergüenza alguna, igualmente recibían los propietarios de esas empresas, el subsidio gubernamental que les reponía la diferencia.

No hay ruta que no presente carros chatarra y sin aire acondicionado: Bugambilias, Aguaruto, Penitenciaria, Lázaro Cárdenas, Normal, Prepa-Huertas, Villa Universidad, Lomita Cañadas, Campiña y al parecer todos, carecen del servicio principal. Y los Circuitos, ni se diga, porque están para dar lástima.

Siempre se arguye lo mismo. Que el aumento será para mejorar las flotas, pero es un engaño.

Lo que sorprende es que en la comodidad del dinero y de las curules del Congreso del Estado, como cambian los personajes.

El diputado de Morena y directivo de la Junta de Coordinación Política, Feliciano Castro que participó en manifestaciones y supuestamente en toma de camiones cuando se aprobaba que subiera el precio, hoy goce y se pronuncie en favor de un sector empresarial que constantemente llora como víctima para sacar todo lo que puede de los gobiernos tanto federales como estatales y municipales.

El amante de las noches de copas locas.

Que al alcalde morenista de Mazatlán, Guillermo Torres Benitez le encanta el ambiente de los antros y las noches de copas locas, según Movimiento Ciudadano, lo exhibe como un adicto irresponsable porque además los viajes frecuentes y sus francachelas las costea con cargo al erario público.

Es otra pena con la que tienen que lidiar los mazatlecos. No se merecen un tipejo de esa ralea.