/ miércoles 6 de enero de 2021

La simulación

Vagamente recuerdo haber tocado el tema en alguna de mis entregas hace ya muchos años, pese a ello, continúa tan vigente como el que más. Si la memoria no nos falla, escribimos en una de ellas sobre que el fútbol es el deporte que más se presta a la simulación con la finalidad de “comerse” el tiempo cuando así le conviene a alguno de los dos contendientes.

Cuando transmitíamos por Radio UAS los juegos de tercera división de los Tacuarineros y de las Aguilas, se nos corrió llevar dos cronómetros, uno, para llevar el tiempo “corrido” y el otro para cuando la pelota no estaba en juego, lo parábamos cada ocasión que sucedía y la accionábamos cuando se reanudaba el partido, fuera cual fuera el motivo: lesiones y por consecuencia atención al jugador, cuando la pelota abandonada el terreno de juego, del mismo modo cuando se marcaba una falta, se suscitaba una bronca, cuando el silbante sacaba una tarjeta amarilla o roja, en este último caso cuando reanudaba el juego hasta que el jugador bajaba al vestidor y agregué lo que usted lo que se nos haya pasado.

No recordamos exactamente el resultado de aquel ensayo, pero si le aseguramos que la pelota en movimiento dentro del terreno de juego, jamás rebasó los 30 minutos. Se trataba de la tercera división por lo cual posiblemente por la calidad de los jugadores, su falta de técnica, entre otros detalles, es que en esa categoría sucedía eso, pero no, fíjese que se da en todos los niveles profesionales, hasta los más altos.

Un partido antes de la repesca y durante la liguilla, realizamos nuevamente aquel ensayo. Los resultados fueron contundentes: la simulación es el pan nuestro de nuestro deporte favorito, pese a que se han dado algunos cambios en las reglas de juego para evitar situaciones totalmente anti deportivas, pero los resultados han sido muy pocos.

Se los voy a demostrar con números.

Bajo ese formato le dimos seguimiento a tres juegos, no son importantes los actores, pero en todos, absolutamente en todos, la dinámica de los equipos varió de acuerdo a si les favorecía o no el marcador. Sí, les cambiaba el chip como por arte de magia. Si el marcador les era favorable, cometieron más faltas e hicieron todo lo posible para retardar o darle fluidez al partido recurriendo a todas las artimañas arriba anotadas. Pero el que iba ganando y luego le voltearon el marcador, todo le apuraba y de todo se quejaba con el silbante porque el rival a su vez recurrió a la misma estrategia.

Veamos: en uno de los encuentros, jugaron 53 minutos de la primera parte por el tiempo añadido, pero con todo y eso, la pelota estuvo en juego solo 26 minutos con 27 segundos. En la segunda parte, se cronometraron también 52 minutos con el agregado, pero la pelota estuvo en juego 25 minutos, el total de minutos de tiempo corrido fueron una hora con una con 45 minutos (vamos cerrando cantidades), mientras que con la pelota en movimiento dentro de la cancha el tiempo fue de 51 minutos. Sí, mucho menos de una hora cuando el tiempo normal sin agregados es de 45 minutos cada uno, o sea, una hora y media.

Ya en liguilla un partido que constó de 94 minutos corridos, solo se jugaron 56 efectivos y en otro más fue el colmo porque el tiempo corrido fue de 94 minutos y solo rodó la pelota 55.91 minutos.

Saque usted sus conclusiones y envíenos sus comentarios porque el tema da para más. Mañana, daremos nuestros puntos de vista sobre posibles remedios para erradicar esta pandemia del fútbol, llamada simulación.

Vagamente recuerdo haber tocado el tema en alguna de mis entregas hace ya muchos años, pese a ello, continúa tan vigente como el que más. Si la memoria no nos falla, escribimos en una de ellas sobre que el fútbol es el deporte que más se presta a la simulación con la finalidad de “comerse” el tiempo cuando así le conviene a alguno de los dos contendientes.

Cuando transmitíamos por Radio UAS los juegos de tercera división de los Tacuarineros y de las Aguilas, se nos corrió llevar dos cronómetros, uno, para llevar el tiempo “corrido” y el otro para cuando la pelota no estaba en juego, lo parábamos cada ocasión que sucedía y la accionábamos cuando se reanudaba el partido, fuera cual fuera el motivo: lesiones y por consecuencia atención al jugador, cuando la pelota abandonada el terreno de juego, del mismo modo cuando se marcaba una falta, se suscitaba una bronca, cuando el silbante sacaba una tarjeta amarilla o roja, en este último caso cuando reanudaba el juego hasta que el jugador bajaba al vestidor y agregué lo que usted lo que se nos haya pasado.

No recordamos exactamente el resultado de aquel ensayo, pero si le aseguramos que la pelota en movimiento dentro del terreno de juego, jamás rebasó los 30 minutos. Se trataba de la tercera división por lo cual posiblemente por la calidad de los jugadores, su falta de técnica, entre otros detalles, es que en esa categoría sucedía eso, pero no, fíjese que se da en todos los niveles profesionales, hasta los más altos.

Un partido antes de la repesca y durante la liguilla, realizamos nuevamente aquel ensayo. Los resultados fueron contundentes: la simulación es el pan nuestro de nuestro deporte favorito, pese a que se han dado algunos cambios en las reglas de juego para evitar situaciones totalmente anti deportivas, pero los resultados han sido muy pocos.

Se los voy a demostrar con números.

Bajo ese formato le dimos seguimiento a tres juegos, no son importantes los actores, pero en todos, absolutamente en todos, la dinámica de los equipos varió de acuerdo a si les favorecía o no el marcador. Sí, les cambiaba el chip como por arte de magia. Si el marcador les era favorable, cometieron más faltas e hicieron todo lo posible para retardar o darle fluidez al partido recurriendo a todas las artimañas arriba anotadas. Pero el que iba ganando y luego le voltearon el marcador, todo le apuraba y de todo se quejaba con el silbante porque el rival a su vez recurrió a la misma estrategia.

Veamos: en uno de los encuentros, jugaron 53 minutos de la primera parte por el tiempo añadido, pero con todo y eso, la pelota estuvo en juego solo 26 minutos con 27 segundos. En la segunda parte, se cronometraron también 52 minutos con el agregado, pero la pelota estuvo en juego 25 minutos, el total de minutos de tiempo corrido fueron una hora con una con 45 minutos (vamos cerrando cantidades), mientras que con la pelota en movimiento dentro de la cancha el tiempo fue de 51 minutos. Sí, mucho menos de una hora cuando el tiempo normal sin agregados es de 45 minutos cada uno, o sea, una hora y media.

Ya en liguilla un partido que constó de 94 minutos corridos, solo se jugaron 56 efectivos y en otro más fue el colmo porque el tiempo corrido fue de 94 minutos y solo rodó la pelota 55.91 minutos.

Saque usted sus conclusiones y envíenos sus comentarios porque el tema da para más. Mañana, daremos nuestros puntos de vista sobre posibles remedios para erradicar esta pandemia del fútbol, llamada simulación.