/ jueves 2 de junio de 2022

La política y la verdad

Alguien como Albert Einstein le gustaba decir de sí mismo que no tenía talentos especiales, pero que sí era profundamente curioso. La curiosidad mató al gato, reza el dicho, pero también es la madre de la exploración, de la investigación y por lo mismo del aprendizaje. La curiosidad es madre del conocimiento y éste ayuda a percibir mejor al mundo que nos rodea, para comprenderlo mejor y para transformarlo si ha llegado el caso. La verdad es una forma de conocimiento a la que se intenta llegar si somos curiosos e investigamos, cuestionamos y ponemos en duda lo que supuestamente está establecido. Por eso decía Octavio Paz que aprender a dudar es aprender a pensar. Impensadamente para quienes equivocadamente encasillan y minimizan históricamente a la cultura y al pensamiento árabe como colmada por el oscurantismo fanático, será al-Kindi (801-866 d.C.), el pensador con quien de hecho comienza la historia de la filosofía islámica, con quien se manifestará la amplia curiosidad intelectual del mundo musulmán -dominado ciertamente por la religión y la sharia -, pero también por el saber griego de la época, fomentado en ese entonces por los califas abasíes y reflejado en el interés por la filosofía, pero también por la medicina, las ciencias exactas, la matemática y la astronomía, en las traducciones hechas por cristianos cuya lengua natural primigenia era el sirio, y que tradujeron del sirio al árabe y otras obras directamente del griego al árabe. Decía al-Kindi : “No debemos avergonzarnos de reconocer la verdad, sea cual fuere su fuente, incluso si llega a nosotros de generaciones anteriores y pueblos extranjeros. Para quien busca la verdad nada es más valioso que la verdad misma”.

En la política, muchas veces se esconde la verdad o esta llega tarde. Pero en algún momento llega. De ahí que haya adquirido carta de naturalización la frase atribuida a Lincoln de que se puede engañar a algunos todo el tiempo, o a todos durante cierto tiempo, pero que no se puede engañar a todos todo el tiempo. Churchill coincidía con esta idea al decir que una mentira habrá dado la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga la oportunidad de ponerse los pantalones.

Muchas otras veces, la verdad es peligrosa. La curiosidad por indagar, por investigar y dar a conocer hechos y circunstancias valiosos para la comunidad, ha hecho en el país que ejercer el periodismo sea más peligroso que estar en una corresponsalía de guerra. En México, quienes tienen interés en ocultar la verdad propician de manera directa o indirecta la hecatombe asesina de los periodistas.

Casi 80 mil mentiras se han dicho en las comunicaciones mañaneras de López Obrador, 93 mentiras por conferencia, por eso no es de extrañar que él diga que en México no hay razón para pensar que se pueda entrar en crisis económica, ya que en su administración se está presentando una inversión extranjera histórica además del ingreso creciente de remesas, cuando la realidad de los datos duros (la verdad) indica que en el primer trimestre de este año salieron de México 1,581.6 mil millones de dólares en capitales que estaban en inversión de cartera, acumulándose ocho trimestres al hilo con salidas, algo no visto desde la década de 1980, y, de acuerdo a la CEPAL el crecimiento económico de México en 2022 será en proyección de 1.7% y nos colocan en el lugar número 28 de los 33 países de América Latina y el Caribe. Lo mismo pasa con la calificación crediticia de la deuda soberana de México, en donde Fitch acaba de ratificarla en el nivel más bajo de grado de inversión. Con S&P está a 2 nodos de perder grado de inversión y con Moodys a 3. La calificadora Fitch dejó la nota de México en BBB-, el nivel más bajo de grado de inversión, por motivos de gobernanza débil, incertidumbre regulatoria, recuperación económica pobre y crecientes presiones inflacionarias. Y ni se diga en lo que toca al PIB del país. La mayoría de los analistas en la encuesta que hace el Banco de México concuerdan en que México crecería 1.81% en todo el sexenio, equivalente a un crecimiento promedio por año de 0.30%, un registro que no se ha dado en ningún otro sexenio de la historia moderna del país. Pero vamos bien, no hay nada de qué preocuparse, nos dice el presidente. La verdad serviría no solo para darnos cuenta en dónde estamos, sino para hacer lo que se tenga que hacer para corregir el rumbo.

López Obrador y Rosa Icela Rodríguez, Secretaria de Seguridad Pública, aseguran que la estrategia implementada por el gobierno (“abrazos y no balazos”, “hay que proteger a los delincuentes porque también son seres humanos”, instruir a los militares para que no enfrenten sino que huyan de los criminales) “está ayudando a pacificar al país”, contrastando que en el cuarto año del gobierno de López Obrador, según el Pentágono, 823 municipios están bajo el poder político y económico de mafias criminales, y según el Observatorio Nacional Ciudadano, en 41 meses que lleva el gobierno de López Obrador, han ocurrido 121 mil homicidios dolosos, duplicándose las víctimas del sexenio de Felipe Calderón para el mismo periodo y hay 60% más víctimas mortales respecto del sexenio de Peña Nieto. Escandaliza lo que afirma el presidente, normalizando el estado de excepción y de extrema inseguridad que se vive en muchas partes del país, después de que hombres armados detuvieron el auto en el que se trasladaban reporteros que cubren las actividades de la presidencia, en un punto de la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo en Sinaloa, “Pues sí, pero no hay ningún problema, no hubo ningún problema, no pasa nada. No pasó nada”. El politólogo Giovanni Sartori decía que: “El único modo de resolver los problemas es conociéndolos, saber que existen. El simplismo los cancela y, así, los agrava”. Y aquí sí no se necesita mucha ciencia para saber que Sartori tiene razón.

La verdad nos es muy útil y resulta en estas condiciones preciosa para los ciudadanos, venga de donde venga, ya sea de generaciones anteriores o de pueblos extranjeros como diría al-Kindi. Decir la verdad es un acto de honestidad que en la política salva y modifica vidas de toda una comunidad. Su ocultamiento hace el efecto contrario. Viene otra vez Churchill: “La verdad es incontrovertible. La malicia puede atacarla, la ignorancia puede burlarse de ella, pero al final, la verdad está ahí”.

Alguien como Albert Einstein le gustaba decir de sí mismo que no tenía talentos especiales, pero que sí era profundamente curioso. La curiosidad mató al gato, reza el dicho, pero también es la madre de la exploración, de la investigación y por lo mismo del aprendizaje. La curiosidad es madre del conocimiento y éste ayuda a percibir mejor al mundo que nos rodea, para comprenderlo mejor y para transformarlo si ha llegado el caso. La verdad es una forma de conocimiento a la que se intenta llegar si somos curiosos e investigamos, cuestionamos y ponemos en duda lo que supuestamente está establecido. Por eso decía Octavio Paz que aprender a dudar es aprender a pensar. Impensadamente para quienes equivocadamente encasillan y minimizan históricamente a la cultura y al pensamiento árabe como colmada por el oscurantismo fanático, será al-Kindi (801-866 d.C.), el pensador con quien de hecho comienza la historia de la filosofía islámica, con quien se manifestará la amplia curiosidad intelectual del mundo musulmán -dominado ciertamente por la religión y la sharia -, pero también por el saber griego de la época, fomentado en ese entonces por los califas abasíes y reflejado en el interés por la filosofía, pero también por la medicina, las ciencias exactas, la matemática y la astronomía, en las traducciones hechas por cristianos cuya lengua natural primigenia era el sirio, y que tradujeron del sirio al árabe y otras obras directamente del griego al árabe. Decía al-Kindi : “No debemos avergonzarnos de reconocer la verdad, sea cual fuere su fuente, incluso si llega a nosotros de generaciones anteriores y pueblos extranjeros. Para quien busca la verdad nada es más valioso que la verdad misma”.

En la política, muchas veces se esconde la verdad o esta llega tarde. Pero en algún momento llega. De ahí que haya adquirido carta de naturalización la frase atribuida a Lincoln de que se puede engañar a algunos todo el tiempo, o a todos durante cierto tiempo, pero que no se puede engañar a todos todo el tiempo. Churchill coincidía con esta idea al decir que una mentira habrá dado la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga la oportunidad de ponerse los pantalones.

Muchas otras veces, la verdad es peligrosa. La curiosidad por indagar, por investigar y dar a conocer hechos y circunstancias valiosos para la comunidad, ha hecho en el país que ejercer el periodismo sea más peligroso que estar en una corresponsalía de guerra. En México, quienes tienen interés en ocultar la verdad propician de manera directa o indirecta la hecatombe asesina de los periodistas.

Casi 80 mil mentiras se han dicho en las comunicaciones mañaneras de López Obrador, 93 mentiras por conferencia, por eso no es de extrañar que él diga que en México no hay razón para pensar que se pueda entrar en crisis económica, ya que en su administración se está presentando una inversión extranjera histórica además del ingreso creciente de remesas, cuando la realidad de los datos duros (la verdad) indica que en el primer trimestre de este año salieron de México 1,581.6 mil millones de dólares en capitales que estaban en inversión de cartera, acumulándose ocho trimestres al hilo con salidas, algo no visto desde la década de 1980, y, de acuerdo a la CEPAL el crecimiento económico de México en 2022 será en proyección de 1.7% y nos colocan en el lugar número 28 de los 33 países de América Latina y el Caribe. Lo mismo pasa con la calificación crediticia de la deuda soberana de México, en donde Fitch acaba de ratificarla en el nivel más bajo de grado de inversión. Con S&P está a 2 nodos de perder grado de inversión y con Moodys a 3. La calificadora Fitch dejó la nota de México en BBB-, el nivel más bajo de grado de inversión, por motivos de gobernanza débil, incertidumbre regulatoria, recuperación económica pobre y crecientes presiones inflacionarias. Y ni se diga en lo que toca al PIB del país. La mayoría de los analistas en la encuesta que hace el Banco de México concuerdan en que México crecería 1.81% en todo el sexenio, equivalente a un crecimiento promedio por año de 0.30%, un registro que no se ha dado en ningún otro sexenio de la historia moderna del país. Pero vamos bien, no hay nada de qué preocuparse, nos dice el presidente. La verdad serviría no solo para darnos cuenta en dónde estamos, sino para hacer lo que se tenga que hacer para corregir el rumbo.

López Obrador y Rosa Icela Rodríguez, Secretaria de Seguridad Pública, aseguran que la estrategia implementada por el gobierno (“abrazos y no balazos”, “hay que proteger a los delincuentes porque también son seres humanos”, instruir a los militares para que no enfrenten sino que huyan de los criminales) “está ayudando a pacificar al país”, contrastando que en el cuarto año del gobierno de López Obrador, según el Pentágono, 823 municipios están bajo el poder político y económico de mafias criminales, y según el Observatorio Nacional Ciudadano, en 41 meses que lleva el gobierno de López Obrador, han ocurrido 121 mil homicidios dolosos, duplicándose las víctimas del sexenio de Felipe Calderón para el mismo periodo y hay 60% más víctimas mortales respecto del sexenio de Peña Nieto. Escandaliza lo que afirma el presidente, normalizando el estado de excepción y de extrema inseguridad que se vive en muchas partes del país, después de que hombres armados detuvieron el auto en el que se trasladaban reporteros que cubren las actividades de la presidencia, en un punto de la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo en Sinaloa, “Pues sí, pero no hay ningún problema, no hubo ningún problema, no pasa nada. No pasó nada”. El politólogo Giovanni Sartori decía que: “El único modo de resolver los problemas es conociéndolos, saber que existen. El simplismo los cancela y, así, los agrava”. Y aquí sí no se necesita mucha ciencia para saber que Sartori tiene razón.

La verdad nos es muy útil y resulta en estas condiciones preciosa para los ciudadanos, venga de donde venga, ya sea de generaciones anteriores o de pueblos extranjeros como diría al-Kindi. Decir la verdad es un acto de honestidad que en la política salva y modifica vidas de toda una comunidad. Su ocultamiento hace el efecto contrario. Viene otra vez Churchill: “La verdad es incontrovertible. La malicia puede atacarla, la ignorancia puede burlarse de ella, pero al final, la verdad está ahí”.