/ martes 18 de febrero de 2020

La pieza de la podredumbre en SEPyC

Marco Antonio Zazueta desvistió el miércoles a Juan Alfonso Mejía como un símbolo de la descomposición social y financiera de la Secretaría de Educación Pública y Cultura. Lo acusó de aparecer en todos los actos de corrupción de cuya fama gozan algunas áreas de la institución por dentro y por fuera.

La comparecencia de pasado 12 del mes en curso, se salpicó de la podredumbre que la clase trabajadora removió al señalar al director general del Instituto de Capacitación para el Trabajo de Sinaloa, Francisco Frías Castro, quien cuenta con todo el poder –gracias a que fue candidato comparsa a la gubernatura en el 2016-, de convertir a ICATSIN en una empresa familiar. De agencia de colocaciones

El diputado morenista, le expuso con nombre, cargo, lugar y sueldo una extensa lista de parientes y amigos del ex abanderado que disfrutan de los privilegios. Le colgó el San Benito, de que es un titular de la SEPyC “de farándula”. Poco ético y profesional.

Y que le habría gustado que el colaborador de la Administración Pública estatal hablara del andamiaje “en que usted está metido personalmente”. El legislador se le fue con todo.

Sin embargo, Juan Alfonso Mejía demostró su incapacidad de operador. No llevó los datos para armar la contraofensiva. Se limitó a decir que desconocía esa situación. Y que revisaría el caso cuando desde hace meses hasta los de afuera hablan de las anomalías y abusos que comete el ex pretenso al Gobierno de Sinaloa.

Para algunos de los asistentes a esa “reunión de trabajo” que lo colocó como una pieza en una exposición, lo que le endilgaron al mazatleco no estuvo muy errático. Especialmente cuando lo consideran un personaje de pasarelas.

Que prácticamente se maneja como especialista en modelaje. Un hombre inteligente, capaz y culto pero que prefirió ocupar su tiempo en eventos de corte social. Que no resuelve muchos problemas.

Y que a esa trayectoria le sumó la de ocuparse en muestrearse políticamente. No desea enterrar la posibilidad de buscar la candidatura para sellar la sucesión de Qurino Ordaz Coppel con quien pregona tiene vínculos sólidos y simpatías que lo acercan más, al fin que persigue.

Se niega a reconocer que a pesar de que le dicen al oído que por el material del que está hecho: una porción panista y otra priista, le rodea su círculo de movilidad en torno a su aspiración, la gigantesca sombra de una dama que podría ser la impulsada para ese caso.

Seguro que se aferra, porque el cargo que ostenta, es su única oportunidad del momento para que lo tomen en cuenta. Ya los del Partido Acción Nacional, lo previeron como uno de los posibles. Pero a los días ante la presión de las bases que requieren de alguien con estatura, la adicionaron más a la lista. Le pusieron encima incluso a Heriberto Félix Guerra, que ya no está ni en tiempo ni en forma.

Eso obligó a Juan Alfonso Mejía a mirar hacia el priismo como una alternativa. Ocupándose más en promover su futurismo que la enseñanza de miles de niños y jóvenes, entre hombres y mujeres, que están urgidos de seriedad y de contar con una verdadera autoridad educativa.

Priistas, las contras de Araceli.

No debe olvidar Reyna Araceli Tirado Gálvez que desde hace un año, las principales promotoras de su salida de la directiva del Instituto Sinaloense de Mujeres, fueron las priistas con las que compartió proyectos políticos. No solo son los legisladores locales.

E inclusive, Jesús Martina Beltrán, presidenta del fantasmal organismo Mujeres Profesionistas y Técnicas de Origen Campesino, que forzada, salió a defenderla.

Marco Antonio Zazueta desvistió el miércoles a Juan Alfonso Mejía como un símbolo de la descomposición social y financiera de la Secretaría de Educación Pública y Cultura. Lo acusó de aparecer en todos los actos de corrupción de cuya fama gozan algunas áreas de la institución por dentro y por fuera.

La comparecencia de pasado 12 del mes en curso, se salpicó de la podredumbre que la clase trabajadora removió al señalar al director general del Instituto de Capacitación para el Trabajo de Sinaloa, Francisco Frías Castro, quien cuenta con todo el poder –gracias a que fue candidato comparsa a la gubernatura en el 2016-, de convertir a ICATSIN en una empresa familiar. De agencia de colocaciones

El diputado morenista, le expuso con nombre, cargo, lugar y sueldo una extensa lista de parientes y amigos del ex abanderado que disfrutan de los privilegios. Le colgó el San Benito, de que es un titular de la SEPyC “de farándula”. Poco ético y profesional.

Y que le habría gustado que el colaborador de la Administración Pública estatal hablara del andamiaje “en que usted está metido personalmente”. El legislador se le fue con todo.

Sin embargo, Juan Alfonso Mejía demostró su incapacidad de operador. No llevó los datos para armar la contraofensiva. Se limitó a decir que desconocía esa situación. Y que revisaría el caso cuando desde hace meses hasta los de afuera hablan de las anomalías y abusos que comete el ex pretenso al Gobierno de Sinaloa.

Para algunos de los asistentes a esa “reunión de trabajo” que lo colocó como una pieza en una exposición, lo que le endilgaron al mazatleco no estuvo muy errático. Especialmente cuando lo consideran un personaje de pasarelas.

Que prácticamente se maneja como especialista en modelaje. Un hombre inteligente, capaz y culto pero que prefirió ocupar su tiempo en eventos de corte social. Que no resuelve muchos problemas.

Y que a esa trayectoria le sumó la de ocuparse en muestrearse políticamente. No desea enterrar la posibilidad de buscar la candidatura para sellar la sucesión de Qurino Ordaz Coppel con quien pregona tiene vínculos sólidos y simpatías que lo acercan más, al fin que persigue.

Se niega a reconocer que a pesar de que le dicen al oído que por el material del que está hecho: una porción panista y otra priista, le rodea su círculo de movilidad en torno a su aspiración, la gigantesca sombra de una dama que podría ser la impulsada para ese caso.

Seguro que se aferra, porque el cargo que ostenta, es su única oportunidad del momento para que lo tomen en cuenta. Ya los del Partido Acción Nacional, lo previeron como uno de los posibles. Pero a los días ante la presión de las bases que requieren de alguien con estatura, la adicionaron más a la lista. Le pusieron encima incluso a Heriberto Félix Guerra, que ya no está ni en tiempo ni en forma.

Eso obligó a Juan Alfonso Mejía a mirar hacia el priismo como una alternativa. Ocupándose más en promover su futurismo que la enseñanza de miles de niños y jóvenes, entre hombres y mujeres, que están urgidos de seriedad y de contar con una verdadera autoridad educativa.

Priistas, las contras de Araceli.

No debe olvidar Reyna Araceli Tirado Gálvez que desde hace un año, las principales promotoras de su salida de la directiva del Instituto Sinaloense de Mujeres, fueron las priistas con las que compartió proyectos políticos. No solo son los legisladores locales.

E inclusive, Jesús Martina Beltrán, presidenta del fantasmal organismo Mujeres Profesionistas y Técnicas de Origen Campesino, que forzada, salió a defenderla.