/ viernes 18 de marzo de 2022

La Peor Persona del Mundo

No obstante que se trata de una comedia romántica, género al que los grandes festivales suelen ningunear, La Peor Persona del Mundo (Noruega-Francia-Dinamarca, 2021) dirigida por Joachim Trier, no sólo se coló en la sección oficial del Festival de Cannes, sino que además la protagonista (Renate Reinsve) ganó el premio a la mejor actriz. Por ahora la cinta apuesta por llevarse el Oscar como mejor película extranjera y como mejor guión.

¿A qué vinimos a este mundo? ¿Cuál es nuestra gran misión? ¿Qué nos depara el destino? Con éstas y otras preguntas en mente, Julie recién ha completado la carrera de medicina. Estudió medicina simplemente porque fue una carrera a la que pudo acceder con facilidad, dadas sus buenas notas, pero cualquier otra carrera habría sido igualmente inútil. Bueno, al menos, según la propia Julie, la medicina le reveló que a ella lo que realmente le importa de las personas es su mente y no su cuerpo.

No obstante sus conflictos existenciales, Julie encuentra un novio quince años mayor que ella. Aksel, el novio en cuestión, es algo así como una versión del príncipe azul noruego. Además de guapo y buena onda, el tipo es un reconocido caricaturista con una buena vida. Es más, el príncipe azul es tal alivianado, que hasta se lleva a Julie a vivir con él. Cualquier mujer en edad de merecer mataría por hallar a alguien así. Y es aquí donde Trier comienza a elaborar el retrato de una sociedad de primer mundo absolutamente vacía, la cual busca desesperadamente un poco de amor.

Y para hacerlo, el director se lanza veladamente contra el feminismo. Julie misma es la depositaria de ese feminismo. Un feminismo convenenciero, comodino e intolerante, que termina por convertir a algunas mujeres en auténticos machos. “Me gustan los penes fláccidos -escribe Julie en su computadora-, así yo puedo construir la rigidez, en lugar de que llegue como algo que se me impone”.

Así las cosas, y aunque la relación de Julie y Aksel pareciera ir de maravilla, ella se harta un buen día de tanta dicha. Es como si el hastío se hubiese tragado de pronto esa vida perfecta. En el primer mundo todo está dado, no hay que esforzarse mucho para alcanzar eso que los jodidos entienden por felicidad. Una noche Julie se cuela en una fiesta y conoce a otro, un tipo llamado Eivind. No es lo que se dice un galán, pero es más joven que Aksel, y mucho menos sofisticado. Digamos que su mayor logro en la vida es atender la barra de una cafetería. Si bien en ese primer encuentro, Julie y su nuevo amigo no terminan en la cama, tampoco tienen el menor empacho en meterse al baño para sentarse una frente al otro, y mirar como cada cual orina en el retrete. Suponemos que tanto al director como al guionista les pareció que dicha escena contiene una buena dosis de erotismo, ¿o de humor? ¿O de ambas cosas? Sea cual sea la intención, el planteamiento ayuda a darle un toque de originalidad a la historia. Todo se vale con tal de salir del lugar común.

En las redes del melodrama

La frescura del filme, narrado en doce capítulos, pareciera palidecer cuando la trama comienza a transitar por los linderos del melodrama. En uno de sus arranques existencialistas, Julie decide abandonar a Aksel, así como quien se cambia los calcetines y los deja botados en cualquier rincón. Ingrata. Todavía de que Aksel se preocupa por ella y la anima a emprender una carrera como escritora, lo desprecia. Sólo la peor persona del mundo haría algo así.

Contrario a lo que se pudiera suponer, la despedida entre Julie y Aksel resulta de lo más relajada, como si no hubiese pasado nada. Por lo que se puede ver, allá en el hemisferio norte, los hombres son civilizados y comprensivos; no como en el sur latinoamericano, donde después de rasgarse las vestiduras, el novio de Julie la habría llamado “puta” para luego echarla de su departamento. No pasará mucho tiempo antes de que Julie se encuentre por mera coincidencia (así como en las telenovelas) con Eivind, el extraño con el que intercambió miradas mientras ambos orinaban en el baño de aquella fiesta. Julie se embarcará en un nuevo romance con la esperanza de que su vida tome un rumbo distinto.

¿Se puede ser feminista y disfrutar del sexo oral?

Preguntas como ésa cruzan por la cabeza de Julie todo el tiempo. Expresan en buena medida esa lucha interna que la protagonista tiene que librar entre el ser y el deber ser. La mujer que hay dentro le dicta una cosa, pero sus propios prejuicios feministas le dicen otra, la hacen dudar. Al final termina por no concretar nada. Y es ahí donde nace su eterno sentimiento de insatisfacción. Y es que en Oslo, que es donde la historia ocurre, los roles sociales parecieran haberse invertido. Los hombres se han vuelto dóciles y sentimentales, mientras que las mujeres ahora son las pragmáticas y las cabronas.

Ya metidos en el terreno del melodrama, la historia transita hacia adelante con dos giros argumentales que alargan el relato y le dan un carácter telenovelesco, es decir, el hecho de que Aksel enferma de cáncer y el hecho de que Julie queda embarazada de Eivind, su flamante mesero. ¿Cómo termina esta fábula agridulce? Ciertamente con un final inesperado.

Curiosa, seductora, atípica… La Peor Persona del Mundo es una reflexión sobre temas profundamente humanos como la libertad, el amor y la búsqueda existencial. Pero sobre todo es un cuestionamiento acerca de la relación eterna entre hombres y mujeres. Esos hombres y mujeres que nomás no hallan su lugar en un mundo, que para bien y para mal, cada día está más lejos de ser lo que alguna vez fue. El destino siempre alcanza.

No obstante que se trata de una comedia romántica, género al que los grandes festivales suelen ningunear, La Peor Persona del Mundo (Noruega-Francia-Dinamarca, 2021) dirigida por Joachim Trier, no sólo se coló en la sección oficial del Festival de Cannes, sino que además la protagonista (Renate Reinsve) ganó el premio a la mejor actriz. Por ahora la cinta apuesta por llevarse el Oscar como mejor película extranjera y como mejor guión.

¿A qué vinimos a este mundo? ¿Cuál es nuestra gran misión? ¿Qué nos depara el destino? Con éstas y otras preguntas en mente, Julie recién ha completado la carrera de medicina. Estudió medicina simplemente porque fue una carrera a la que pudo acceder con facilidad, dadas sus buenas notas, pero cualquier otra carrera habría sido igualmente inútil. Bueno, al menos, según la propia Julie, la medicina le reveló que a ella lo que realmente le importa de las personas es su mente y no su cuerpo.

No obstante sus conflictos existenciales, Julie encuentra un novio quince años mayor que ella. Aksel, el novio en cuestión, es algo así como una versión del príncipe azul noruego. Además de guapo y buena onda, el tipo es un reconocido caricaturista con una buena vida. Es más, el príncipe azul es tal alivianado, que hasta se lleva a Julie a vivir con él. Cualquier mujer en edad de merecer mataría por hallar a alguien así. Y es aquí donde Trier comienza a elaborar el retrato de una sociedad de primer mundo absolutamente vacía, la cual busca desesperadamente un poco de amor.

Y para hacerlo, el director se lanza veladamente contra el feminismo. Julie misma es la depositaria de ese feminismo. Un feminismo convenenciero, comodino e intolerante, que termina por convertir a algunas mujeres en auténticos machos. “Me gustan los penes fláccidos -escribe Julie en su computadora-, así yo puedo construir la rigidez, en lugar de que llegue como algo que se me impone”.

Así las cosas, y aunque la relación de Julie y Aksel pareciera ir de maravilla, ella se harta un buen día de tanta dicha. Es como si el hastío se hubiese tragado de pronto esa vida perfecta. En el primer mundo todo está dado, no hay que esforzarse mucho para alcanzar eso que los jodidos entienden por felicidad. Una noche Julie se cuela en una fiesta y conoce a otro, un tipo llamado Eivind. No es lo que se dice un galán, pero es más joven que Aksel, y mucho menos sofisticado. Digamos que su mayor logro en la vida es atender la barra de una cafetería. Si bien en ese primer encuentro, Julie y su nuevo amigo no terminan en la cama, tampoco tienen el menor empacho en meterse al baño para sentarse una frente al otro, y mirar como cada cual orina en el retrete. Suponemos que tanto al director como al guionista les pareció que dicha escena contiene una buena dosis de erotismo, ¿o de humor? ¿O de ambas cosas? Sea cual sea la intención, el planteamiento ayuda a darle un toque de originalidad a la historia. Todo se vale con tal de salir del lugar común.

En las redes del melodrama

La frescura del filme, narrado en doce capítulos, pareciera palidecer cuando la trama comienza a transitar por los linderos del melodrama. En uno de sus arranques existencialistas, Julie decide abandonar a Aksel, así como quien se cambia los calcetines y los deja botados en cualquier rincón. Ingrata. Todavía de que Aksel se preocupa por ella y la anima a emprender una carrera como escritora, lo desprecia. Sólo la peor persona del mundo haría algo así.

Contrario a lo que se pudiera suponer, la despedida entre Julie y Aksel resulta de lo más relajada, como si no hubiese pasado nada. Por lo que se puede ver, allá en el hemisferio norte, los hombres son civilizados y comprensivos; no como en el sur latinoamericano, donde después de rasgarse las vestiduras, el novio de Julie la habría llamado “puta” para luego echarla de su departamento. No pasará mucho tiempo antes de que Julie se encuentre por mera coincidencia (así como en las telenovelas) con Eivind, el extraño con el que intercambió miradas mientras ambos orinaban en el baño de aquella fiesta. Julie se embarcará en un nuevo romance con la esperanza de que su vida tome un rumbo distinto.

¿Se puede ser feminista y disfrutar del sexo oral?

Preguntas como ésa cruzan por la cabeza de Julie todo el tiempo. Expresan en buena medida esa lucha interna que la protagonista tiene que librar entre el ser y el deber ser. La mujer que hay dentro le dicta una cosa, pero sus propios prejuicios feministas le dicen otra, la hacen dudar. Al final termina por no concretar nada. Y es ahí donde nace su eterno sentimiento de insatisfacción. Y es que en Oslo, que es donde la historia ocurre, los roles sociales parecieran haberse invertido. Los hombres se han vuelto dóciles y sentimentales, mientras que las mujeres ahora son las pragmáticas y las cabronas.

Ya metidos en el terreno del melodrama, la historia transita hacia adelante con dos giros argumentales que alargan el relato y le dan un carácter telenovelesco, es decir, el hecho de que Aksel enferma de cáncer y el hecho de que Julie queda embarazada de Eivind, su flamante mesero. ¿Cómo termina esta fábula agridulce? Ciertamente con un final inesperado.

Curiosa, seductora, atípica… La Peor Persona del Mundo es una reflexión sobre temas profundamente humanos como la libertad, el amor y la búsqueda existencial. Pero sobre todo es un cuestionamiento acerca de la relación eterna entre hombres y mujeres. Esos hombres y mujeres que nomás no hallan su lugar en un mundo, que para bien y para mal, cada día está más lejos de ser lo que alguna vez fue. El destino siempre alcanza.