/ lunes 6 de diciembre de 2021

La estupidez es peor que la maldad

En la segunda guerra mundial fue creada una extraordinaria teoría sobre la estupidez. Un Pastor Alemán (no se rían por favor, no es ningún perro) de nombre Dietrich Bonhoeffer protestaba públicamente sobre las infamias del régimen nazi y la persecución ejercida en contra de judíos, opositores y diferentes grupos sociales que no eran bien vistos al ojo casto del Führer.

Como era de esperarse, el Pastor Bonhoeffer fue encarcelado. En prisión tuvo el tiempo suficiente para meditar sobre las causas que llevaban a personas inteligentes (amigos, muchos de ellos) a comportarse de manera desconocida. Llegó a la conclusión que es la estupidez, y no la maldad, es la que ejerce sometimiento sobre las mentes inteligentes; sin embargo, es la estupidez mucho más peligrosa que la maldad.

Para Dietrich, la maldad puede ser combatida. La maldad puede ser encarada mediante protestas, pero no se puede hacer nada en contra de la estupidez. No existen protestas y marchas (o quien las convoque) que tengan por objeto derrotar a la estupidez. No existe tal cosa; esa es su ventaja imbatible. La estupidez es improtestable.

Muchos dirán que la estupidez se puede combatir con hechos, datos o argumentos irrefutables, pero no es así. Quien no quiere aceptar la realidad simplemente la ignora o la acepta como algo intrascendente que no modifica para nada su posición original. Las personas estúpidas son más violentas que las maliciosas, asegura Bonhoeffer, cuando ven amenazada su argumentación se lanzan en ataque brutales contra quien piense diferente a ellos; los maliciosos, por otro lado, son pacientes y aprovechan los momentos de debilidad de los adversarios para poder actuar. No reaccionan de maneras virulentas. El estúpido renuncia a la razón y abraza el avasallamiento

En ese sentido, la estupidez no es un defecto intelectual, es un defecto moral. Existen personas con alto grado de inteligencia, pero inmensamente estúpidas y viceversa: personas con poca inteligencia y sin ningún síntoma de estupidez en su cuerpo. La estupidez, para el pastor alemán (sigue sin ser un perro), no es inherente de nacimiento a la humanidad-

El ser humano no nace estúpido con el paso del tiempo decide serlo. Los individuos solitarios tienen menos propensión a caer en las garras de la estupidez: por lo contrario, las personas con experiencias colectivas recurrentes son ideales para caer en la tentación de los estúpidos. Se podría decir que la estupidez es un problema sociológico más que psicológico.

Bajo el tren del pensamiento de las afirmaciones anteriores podemos notar que son los movimientos políticos y religiosos los preferidos por el virus de la estupidez. Estos movimientos son simbióticos: el poder de uno necesita de la estupidez del colectivo para propagarse con facilidad. La teoría de la estupidez remarca que: a mayor incremento de poder de los líderes de los movimientos sus seguidores están dispuestos a renunciar libremente a su individualidad

Según la teoría, por lo general, las conversaciones con personas estúpidas y seguidores de movimientos políticos no se sienten como un intercambio de ideas. Se siente como la repetición continúa de frases, slogans y palabras insertadas en la mente colmena. No hay presencia de ideas individuales. Parece que las personas estúpidas se encuentran bajo un hechizo que hacen irreconocibles al individuo que una vez fue.

La estupidez solo puede ser derrotada por actos individuales de genuino interés por liberarse En otras palabras, los estúpidos solo se pueden liberar a sí mismos cuando comprendan el grado de alienación en el que se encuentran. Mientras eso sucede, la sociedad no debe interferir con el proceso de autoliberación; intentar inmiscuirse en ese periodo solo puede terminar por empujar fuertemente a las personas a su antigua terquedad.

Bonhoeffer falleció en un campo de concentración Nazi unos cuantos días antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial. El legado del clérigo teutón radica en tratar de comprender las porque los movimientos políticos terminan por erguir a las mentes brillantes de la sociedad.

La estupidez sí es peor que la maldad porque la maldad se rige a sí misma; trabaja su propia agenda y persigue sus propios fines. El malicioso comprende sus limitaciones y es capaz de autogobernarse con tal de lograr sus objetivos. El malicioso es tan pragmático que es capaz de traicionarse a sí mismo sin consecuencias: El estúpido no tiene esos privilegios. El estúpido es un mero instrumento de los designios de alguien más; tal vez, lo más preocupante de todo: el estúpido se puede convertir en malvado no por convicción sino por el hecho de no sentirse exclusivo o perder privilegios.

¿O usted que opina, amable lector? ¿prefiere la estupidez o la maldad?

En la segunda guerra mundial fue creada una extraordinaria teoría sobre la estupidez. Un Pastor Alemán (no se rían por favor, no es ningún perro) de nombre Dietrich Bonhoeffer protestaba públicamente sobre las infamias del régimen nazi y la persecución ejercida en contra de judíos, opositores y diferentes grupos sociales que no eran bien vistos al ojo casto del Führer.

Como era de esperarse, el Pastor Bonhoeffer fue encarcelado. En prisión tuvo el tiempo suficiente para meditar sobre las causas que llevaban a personas inteligentes (amigos, muchos de ellos) a comportarse de manera desconocida. Llegó a la conclusión que es la estupidez, y no la maldad, es la que ejerce sometimiento sobre las mentes inteligentes; sin embargo, es la estupidez mucho más peligrosa que la maldad.

Para Dietrich, la maldad puede ser combatida. La maldad puede ser encarada mediante protestas, pero no se puede hacer nada en contra de la estupidez. No existen protestas y marchas (o quien las convoque) que tengan por objeto derrotar a la estupidez. No existe tal cosa; esa es su ventaja imbatible. La estupidez es improtestable.

Muchos dirán que la estupidez se puede combatir con hechos, datos o argumentos irrefutables, pero no es así. Quien no quiere aceptar la realidad simplemente la ignora o la acepta como algo intrascendente que no modifica para nada su posición original. Las personas estúpidas son más violentas que las maliciosas, asegura Bonhoeffer, cuando ven amenazada su argumentación se lanzan en ataque brutales contra quien piense diferente a ellos; los maliciosos, por otro lado, son pacientes y aprovechan los momentos de debilidad de los adversarios para poder actuar. No reaccionan de maneras virulentas. El estúpido renuncia a la razón y abraza el avasallamiento

En ese sentido, la estupidez no es un defecto intelectual, es un defecto moral. Existen personas con alto grado de inteligencia, pero inmensamente estúpidas y viceversa: personas con poca inteligencia y sin ningún síntoma de estupidez en su cuerpo. La estupidez, para el pastor alemán (sigue sin ser un perro), no es inherente de nacimiento a la humanidad-

El ser humano no nace estúpido con el paso del tiempo decide serlo. Los individuos solitarios tienen menos propensión a caer en las garras de la estupidez: por lo contrario, las personas con experiencias colectivas recurrentes son ideales para caer en la tentación de los estúpidos. Se podría decir que la estupidez es un problema sociológico más que psicológico.

Bajo el tren del pensamiento de las afirmaciones anteriores podemos notar que son los movimientos políticos y religiosos los preferidos por el virus de la estupidez. Estos movimientos son simbióticos: el poder de uno necesita de la estupidez del colectivo para propagarse con facilidad. La teoría de la estupidez remarca que: a mayor incremento de poder de los líderes de los movimientos sus seguidores están dispuestos a renunciar libremente a su individualidad

Según la teoría, por lo general, las conversaciones con personas estúpidas y seguidores de movimientos políticos no se sienten como un intercambio de ideas. Se siente como la repetición continúa de frases, slogans y palabras insertadas en la mente colmena. No hay presencia de ideas individuales. Parece que las personas estúpidas se encuentran bajo un hechizo que hacen irreconocibles al individuo que una vez fue.

La estupidez solo puede ser derrotada por actos individuales de genuino interés por liberarse En otras palabras, los estúpidos solo se pueden liberar a sí mismos cuando comprendan el grado de alienación en el que se encuentran. Mientras eso sucede, la sociedad no debe interferir con el proceso de autoliberación; intentar inmiscuirse en ese periodo solo puede terminar por empujar fuertemente a las personas a su antigua terquedad.

Bonhoeffer falleció en un campo de concentración Nazi unos cuantos días antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial. El legado del clérigo teutón radica en tratar de comprender las porque los movimientos políticos terminan por erguir a las mentes brillantes de la sociedad.

La estupidez sí es peor que la maldad porque la maldad se rige a sí misma; trabaja su propia agenda y persigue sus propios fines. El malicioso comprende sus limitaciones y es capaz de autogobernarse con tal de lograr sus objetivos. El malicioso es tan pragmático que es capaz de traicionarse a sí mismo sin consecuencias: El estúpido no tiene esos privilegios. El estúpido es un mero instrumento de los designios de alguien más; tal vez, lo más preocupante de todo: el estúpido se puede convertir en malvado no por convicción sino por el hecho de no sentirse exclusivo o perder privilegios.

¿O usted que opina, amable lector? ¿prefiere la estupidez o la maldad?