/ lunes 1 de marzo de 2021

La del PRI, crónica de una muerte anunciada

Al estado de agonía en que se encuentra desde julio del 2018, dos sucesos políticos que se registraron el sábado, empezaron a escribir prácticamente, lo que será la crónica de una muerte anunciada del PRI durante las votaciones de junio en Sinaloa. Lo despojaron de su última energía vital que lo mantiene en una línea de pobre sobrevivencia que no pasará de julio.

Sin dejar de lado, otros fenómenos que se verificaron antes y que dejaron a un tricolor descuartizado.

Con un abanderado pésimo a la gubernatura como el priista Mario Zamora Gastélum, y aparentemente con un mandatario como Quirino Ordaz Coppel, que labra el terreno electoral para que germine el proyecto de Andrés Manuel López Obrador y madure el arribo de Morena, automáticamente preparan las exequias partidistas.

La resolución de ir con candidaturas comunes entre el Partido Sinaloense y Movimiento de Regeneración Nacional, que expresaron Héctor Melesio Cuén Ojeda, Mario Delgado y el abanderado al Gobierno del Estado, Rubén Rocha Moya, fue como un golpe directo al diafragma el priismo y de sus aspirantes a gobernar también los congresos federales, local y los ayuntamientos.

En cuanto en la sede del Comité Directivo Estatal del Revolucionario Institucional supieron lo anterior, se les comenzó a dificultar la respiración a los directivos y a los precandidatos.

Porque anticipadamente, hicieron votos para que esas dos fuerzas no fueran juntas.

¿Por qué?

Porque desde dentro del Revolucionario Institucional, intentaron mucho hacer alianza con el PAS, que subsistió en su proporción localista y por encima de viejos institutos nacionales a los comicios que arrasaron con todo hace poco más de dos años. Sin embargo, no pudieron.

Cuenta con una estructura humana que apuntalará al principal adversario de la Alianza Va por Sinaloa del PRI-PA-PRD, y que por años, los vieron por todos lados. Los pasistas, no dejaron rincón sin visitar o pueblo sin recorrer.

Para el morenismo, constituye la llave de seguridad que le abrirá la puerta al despacho del Ejecutivo.

Y existen otros elementos. Con la nominación de Rubén Rocha Moya, que salió de las oficinas de un gobernante priista, le cortó al viejo instituto sectores que se sumaron a su equipo, debilitándolo dolorosamente al partido de los tres colores.

A lo que se aunó, un evento más de emigración hacia el Partido Fuerza por México que acogió a Juan Ernesto Millán Pietsch como su presidente y a Rosa Elena Millán Bueno, como su eminente carta para gobernadora. Este fue el segundo hecho fulminante que se suscitó el 27 de los corrientes.

Con ellos se van otros “retazos” de militantes que fueron su reserva promotora de votos y de proyectos. Le quitan piezas muy importantes.

Meses antes, Sergio Félix Torres les arrebató a un grueso cinturón de la militancia que se erigió como crítica y rebelde. Fue quien como pretenso de Movimiento Ciudadano a la silla gubernamental, puso en marcha su desmantelamiento.

A esa dramática amputación de partes, muchos miembros del priismo abandonaron sus trincheras por el coraje que les ocasionó la decisión de mezclarse con sus eternos enemigos. Como no los consultaron y no estarían de acuerdo en ello, mejor salieron por su propio pie en busca de otros destinos.

Con todos estos hechos, el PRI quedó destrozado. Está casi muerto.

No le quedan más que Mario Zamora Gastélum, el abanderado al poder sinaloense, Jesús Valdez Palazuelos, directivo y coordinador de su Campaña y algunos que conforman el equipo que recién dio a conocer, además de un jefe político que maniobra en su contra.

Lo que garantiza que presentan signos de lo que es y será una derrota anticipada.

Al estado de agonía en que se encuentra desde julio del 2018, dos sucesos políticos que se registraron el sábado, empezaron a escribir prácticamente, lo que será la crónica de una muerte anunciada del PRI durante las votaciones de junio en Sinaloa. Lo despojaron de su última energía vital que lo mantiene en una línea de pobre sobrevivencia que no pasará de julio.

Sin dejar de lado, otros fenómenos que se verificaron antes y que dejaron a un tricolor descuartizado.

Con un abanderado pésimo a la gubernatura como el priista Mario Zamora Gastélum, y aparentemente con un mandatario como Quirino Ordaz Coppel, que labra el terreno electoral para que germine el proyecto de Andrés Manuel López Obrador y madure el arribo de Morena, automáticamente preparan las exequias partidistas.

La resolución de ir con candidaturas comunes entre el Partido Sinaloense y Movimiento de Regeneración Nacional, que expresaron Héctor Melesio Cuén Ojeda, Mario Delgado y el abanderado al Gobierno del Estado, Rubén Rocha Moya, fue como un golpe directo al diafragma el priismo y de sus aspirantes a gobernar también los congresos federales, local y los ayuntamientos.

En cuanto en la sede del Comité Directivo Estatal del Revolucionario Institucional supieron lo anterior, se les comenzó a dificultar la respiración a los directivos y a los precandidatos.

Porque anticipadamente, hicieron votos para que esas dos fuerzas no fueran juntas.

¿Por qué?

Porque desde dentro del Revolucionario Institucional, intentaron mucho hacer alianza con el PAS, que subsistió en su proporción localista y por encima de viejos institutos nacionales a los comicios que arrasaron con todo hace poco más de dos años. Sin embargo, no pudieron.

Cuenta con una estructura humana que apuntalará al principal adversario de la Alianza Va por Sinaloa del PRI-PA-PRD, y que por años, los vieron por todos lados. Los pasistas, no dejaron rincón sin visitar o pueblo sin recorrer.

Para el morenismo, constituye la llave de seguridad que le abrirá la puerta al despacho del Ejecutivo.

Y existen otros elementos. Con la nominación de Rubén Rocha Moya, que salió de las oficinas de un gobernante priista, le cortó al viejo instituto sectores que se sumaron a su equipo, debilitándolo dolorosamente al partido de los tres colores.

A lo que se aunó, un evento más de emigración hacia el Partido Fuerza por México que acogió a Juan Ernesto Millán Pietsch como su presidente y a Rosa Elena Millán Bueno, como su eminente carta para gobernadora. Este fue el segundo hecho fulminante que se suscitó el 27 de los corrientes.

Con ellos se van otros “retazos” de militantes que fueron su reserva promotora de votos y de proyectos. Le quitan piezas muy importantes.

Meses antes, Sergio Félix Torres les arrebató a un grueso cinturón de la militancia que se erigió como crítica y rebelde. Fue quien como pretenso de Movimiento Ciudadano a la silla gubernamental, puso en marcha su desmantelamiento.

A esa dramática amputación de partes, muchos miembros del priismo abandonaron sus trincheras por el coraje que les ocasionó la decisión de mezclarse con sus eternos enemigos. Como no los consultaron y no estarían de acuerdo en ello, mejor salieron por su propio pie en busca de otros destinos.

Con todos estos hechos, el PRI quedó destrozado. Está casi muerto.

No le quedan más que Mario Zamora Gastélum, el abanderado al poder sinaloense, Jesús Valdez Palazuelos, directivo y coordinador de su Campaña y algunos que conforman el equipo que recién dio a conocer, además de un jefe político que maniobra en su contra.

Lo que garantiza que presentan signos de lo que es y será una derrota anticipada.