/ viernes 10 de diciembre de 2021

Ismael Rodríguez, “Nosotros los Pobres” y los Pobres de la 4T

La creatividad del genial Ismael Rodríguez (1917-2004) no conocía límites. A sus casi treinta años fue el rock star del cine mexicano. Muy pocos directores pueden decir que en un mismo año (1948) estrenaron dos cintas que con el tiempo se convertirían en clásicas, dos consentidas del cine mexicano: “Nosotros los Pobres” y “Ustedes los Ricos”.

Ismael Rodríguez era un fuera de serie, alguien que conocía profundamente, no sólo el arte de hacer películas, sino también los entresijos de las radionovela. Fue precisamente en las radionovelas (tradición de origen cubano con influencia gringa) donde descubrió que el género del melodrama es la vía más efectiva para llegar al corazón de un pueblo apasionado, cursi y oprimido como el mexicano.

Antes de ser director, el joven Ismael había sido sonidista y guionista de las películas de sus hermanos: Joselito Rodríguez y Roberto Rodríguez. Asimismo fue continuista, asistente de dirección y editor. En 1942, con veintidós años cumplidos, fue considerado como el director más joven del mundo al debutar con “Ay, Jalisco no te Rajes”, una película que además escribió y produjo.

Eran los tiempos dorados

Corría la década de los años cuarenta del siglo pasado. La década de oro. El México de la posguerra era un México que vivía un auge cultural y educativo sin precedentes. En un giro de lo rural a lo urbano, la clase media mexicana emergía como una clase pujante. El cine mostraba los estereotipos de la nueva sociedad en la gran urbe. Surgió así una serie de películas de corte citadino con personajes que exaltaban la moral y las buenas costumbres, copia de los personajes del cine gringo, cuya misión era la de legitimar la controvertida victoria de Estados Unidos sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial.

Eran los años maravillosos, la época en la que el público mexicano amaba su cine y las películas permanecían durante meses en la cartelera (no una semana como sucede hoy en día). Era la época de Cantinflas y Tin Tan, de Joaquín Pardavé y de Blanca Estela Pavón, de los hermanos Soler y de Jorge Negrete. Y por supuesto de Pedro Infante.

En ese México de cuento de hadas nace la obra cumbre de Ismael Rodríguez: “Nosotros los Pobres”. La historia de Pepe El Toro (Pedro Infante), un carpintero jodido pero honrado y querendón, que va a dar a la cárcel acusado de un asesinato que no cometió. Alrededor de Pepe El Toro, gravita un mundo de personajes salidos de lo más hondo de los arrabales del Distrito Federal. Hay de todo como en botica. Ya sea la prostituta que es señalada y conocida en la vecindad por levantarse tarde, o el mariguano con instintos homicidas que es padre de la novia de Pepe El Toro, o las dos viejas alcohólicas (La Tostada y La Guayaba) que se la pasan pedísimas durante toda la película. “Si ya saben cómo me pongo, ¿para qué me invitan?”

Hay de pobres a pobres

Con tanto barrio y tanto macizo a la vista resulta imposible no preguntarse ¿cómo serían los personajes de “Nosotros los Pobres” si los trasladáramos a la época actual, la época de la 4T? Habría que comenzar diciendo que en la actualidad, Pepe El Toro probablemente no tendría el oficio de carpintero, más bien sería dealer de algún cártel o regentaría un puesto de teléfonos celulares en el Eje Central. Su novia, La Chorreada, tal vez tampoco llevaría ese apodo, sino que sería mejor conocida por toda la flota como La Jennifer o La Gladys. No saldría a la calle vestida de mandil y vestido, como el personaje maternal-angelical interpretado por Blanca Estela Pavón, sino con pantalones ajustados (que dejarían ver la tanga), tenis de plataforma y ombliguera. Por supuesto tanto los brazos como el cuello estarían plaqueados (tatuados) con imágenes de la Santa Muerte y con el nombre de su amado escrito en negra tinta.

Chachita, la hija de Pepe El Toro, también se antoja distinta. No sería como la de la película original, una niña boba y noble. No, nuestra Chachita sería un poco más ruda, más perrona. Se andaría metiendo con todos los chacas del barrio y fumaría piedra en senda pipa de cristal. Es más, ya bien alterada por los efectos de la piedra, saldría a atracar tiendas Oxxo a bordo de su moto. Las dos borrachinas (La Tostada y La Guayaba) no cambiarían demasiado. Si acaso solamente de vestuario. Por lo demás, seguirían chupando todo el santo día. Eso sí, serían las primeras en asistir al Zócalo cada vez que López Obrador organizara alguno de sus mítines para informar al pueblo bueno de sus logros (tanto los imaginarios como los reales).

Cabe cuestionarse si, a setenta y tantos años de distancia, la mentalidad de los pobres mostrados por el inmortal Ismael Rodríguez se parece en algo a la mentalidad de los pobres que votaron por Morena. Sí y no. Tal vez una de las diferencias más palpables estriba en que en el México retratado por el cine de Ismael Rodríguez, los pobres eran gente poco letrada, que aceptaba su perra suerte con dignidad, resignación y camaradería. En la era de la 4T, muchos de los que alguna vez fueron pobres, siguen siendo iletrados, pero hoy pertenecen a la clase gobernante (noventa por ciento de lealtad, diez por ciento de experiencia). Y el resultado es que además de incompetentes, son tan arrogantes y corruptos como los tecnócratas fifís que los precedieron en el poder. Ni para dónde hacerse. Mientras tanto, un viejo proverbio hindú dice que para nunca ser pobre en esta vida, hace falta saber hacer cinco cosas: hay que saber ganar el dinero; hay que saber gastarlo; hay que saber ahorrarlo; hay que saber multiplicarlo y hay que saber disfrutarlo.

La creatividad del genial Ismael Rodríguez (1917-2004) no conocía límites. A sus casi treinta años fue el rock star del cine mexicano. Muy pocos directores pueden decir que en un mismo año (1948) estrenaron dos cintas que con el tiempo se convertirían en clásicas, dos consentidas del cine mexicano: “Nosotros los Pobres” y “Ustedes los Ricos”.

Ismael Rodríguez era un fuera de serie, alguien que conocía profundamente, no sólo el arte de hacer películas, sino también los entresijos de las radionovela. Fue precisamente en las radionovelas (tradición de origen cubano con influencia gringa) donde descubrió que el género del melodrama es la vía más efectiva para llegar al corazón de un pueblo apasionado, cursi y oprimido como el mexicano.

Antes de ser director, el joven Ismael había sido sonidista y guionista de las películas de sus hermanos: Joselito Rodríguez y Roberto Rodríguez. Asimismo fue continuista, asistente de dirección y editor. En 1942, con veintidós años cumplidos, fue considerado como el director más joven del mundo al debutar con “Ay, Jalisco no te Rajes”, una película que además escribió y produjo.

Eran los tiempos dorados

Corría la década de los años cuarenta del siglo pasado. La década de oro. El México de la posguerra era un México que vivía un auge cultural y educativo sin precedentes. En un giro de lo rural a lo urbano, la clase media mexicana emergía como una clase pujante. El cine mostraba los estereotipos de la nueva sociedad en la gran urbe. Surgió así una serie de películas de corte citadino con personajes que exaltaban la moral y las buenas costumbres, copia de los personajes del cine gringo, cuya misión era la de legitimar la controvertida victoria de Estados Unidos sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial.

Eran los años maravillosos, la época en la que el público mexicano amaba su cine y las películas permanecían durante meses en la cartelera (no una semana como sucede hoy en día). Era la época de Cantinflas y Tin Tan, de Joaquín Pardavé y de Blanca Estela Pavón, de los hermanos Soler y de Jorge Negrete. Y por supuesto de Pedro Infante.

En ese México de cuento de hadas nace la obra cumbre de Ismael Rodríguez: “Nosotros los Pobres”. La historia de Pepe El Toro (Pedro Infante), un carpintero jodido pero honrado y querendón, que va a dar a la cárcel acusado de un asesinato que no cometió. Alrededor de Pepe El Toro, gravita un mundo de personajes salidos de lo más hondo de los arrabales del Distrito Federal. Hay de todo como en botica. Ya sea la prostituta que es señalada y conocida en la vecindad por levantarse tarde, o el mariguano con instintos homicidas que es padre de la novia de Pepe El Toro, o las dos viejas alcohólicas (La Tostada y La Guayaba) que se la pasan pedísimas durante toda la película. “Si ya saben cómo me pongo, ¿para qué me invitan?”

Hay de pobres a pobres

Con tanto barrio y tanto macizo a la vista resulta imposible no preguntarse ¿cómo serían los personajes de “Nosotros los Pobres” si los trasladáramos a la época actual, la época de la 4T? Habría que comenzar diciendo que en la actualidad, Pepe El Toro probablemente no tendría el oficio de carpintero, más bien sería dealer de algún cártel o regentaría un puesto de teléfonos celulares en el Eje Central. Su novia, La Chorreada, tal vez tampoco llevaría ese apodo, sino que sería mejor conocida por toda la flota como La Jennifer o La Gladys. No saldría a la calle vestida de mandil y vestido, como el personaje maternal-angelical interpretado por Blanca Estela Pavón, sino con pantalones ajustados (que dejarían ver la tanga), tenis de plataforma y ombliguera. Por supuesto tanto los brazos como el cuello estarían plaqueados (tatuados) con imágenes de la Santa Muerte y con el nombre de su amado escrito en negra tinta.

Chachita, la hija de Pepe El Toro, también se antoja distinta. No sería como la de la película original, una niña boba y noble. No, nuestra Chachita sería un poco más ruda, más perrona. Se andaría metiendo con todos los chacas del barrio y fumaría piedra en senda pipa de cristal. Es más, ya bien alterada por los efectos de la piedra, saldría a atracar tiendas Oxxo a bordo de su moto. Las dos borrachinas (La Tostada y La Guayaba) no cambiarían demasiado. Si acaso solamente de vestuario. Por lo demás, seguirían chupando todo el santo día. Eso sí, serían las primeras en asistir al Zócalo cada vez que López Obrador organizara alguno de sus mítines para informar al pueblo bueno de sus logros (tanto los imaginarios como los reales).

Cabe cuestionarse si, a setenta y tantos años de distancia, la mentalidad de los pobres mostrados por el inmortal Ismael Rodríguez se parece en algo a la mentalidad de los pobres que votaron por Morena. Sí y no. Tal vez una de las diferencias más palpables estriba en que en el México retratado por el cine de Ismael Rodríguez, los pobres eran gente poco letrada, que aceptaba su perra suerte con dignidad, resignación y camaradería. En la era de la 4T, muchos de los que alguna vez fueron pobres, siguen siendo iletrados, pero hoy pertenecen a la clase gobernante (noventa por ciento de lealtad, diez por ciento de experiencia). Y el resultado es que además de incompetentes, son tan arrogantes y corruptos como los tecnócratas fifís que los precedieron en el poder. Ni para dónde hacerse. Mientras tanto, un viejo proverbio hindú dice que para nunca ser pobre en esta vida, hace falta saber hacer cinco cosas: hay que saber ganar el dinero; hay que saber gastarlo; hay que saber ahorrarlo; hay que saber multiplicarlo y hay que saber disfrutarlo.