/ miércoles 20 de octubre de 2021

Hablemos de pederastia …

En 1955 se publicó la polémica novela de Vladimir Nabokov titulada Lolita, que trata sobre una relación abusiva e incestuosa de un adulto de 40 años y su hijastra de 12. Desde ese momento hasta nuestros días, esta historia ha puesto en foco de atención la invisibilización de la pederastia: según quién lea el libro, o en su caso vea la película, su clasificación varía de una historia de abuso y tragedia a un relato erótico. Y este, de fondo, es el tamaño de un problema social.

La pederastia es la atracción o la propensión a tener alguna fantasía o práctica sexual o erótica hacia niñas y niños que no superen los 14 años de edad. Esta parafilia convierte a niñas y niños en objetos sexuales. Más allá de nuestro asombro o rechazo personal, sus manifestaciones son claras en nuestro país, y si se te escapa percatarte de ello en las expresiones o gustos de algunas personas, o las estadísticas sobre el abuso sexual infantil y adolescente, los embarazos y matrimonios, cabe preguntarse ¿qué pasa en la cultura de un país como el nuestro en donde se normaliza la pederastia?

El diagnóstico sobre la situación de abuso sexual infantil elaborado por Early Institute da a conocer que, durante 2015, de los 1,109, 372 casos de hospitalizaciones de menores de 18 años de edad, 319 fueron por alguna causa relativa a algún tipo de maltrato, y 157 relacionados con abuso sexual infantil. De esos casos, 87.8%, fueron niñas, y en particular entre los cero y los cinco años hubo 23 casos. Tlaxcala y Querétaro presentaron 40% del total de los casos.

En este mismo diagnóstico se advierte que, de 2015 a 2017, el delito sexual más denunciado fue el abuso sexual. Sobre este delito en particular se registró una tasa de 9.8 por cada 100 mil habitantes en 2015; de 12.2 en 2016 y de 12.8 en 2017.

Los estudios presentados por UNICEF en 2019 presentan los casos de abuso sexual de personas de 0 a 19 años segregados en porcentaje y por sexo, mostrando un impacto diferenciado sobre estos delitos: en 81 por ciento de los casos las víctimas son mujeres, frente al 19 por ciento de varones.

En la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016), las mujeres que reportaron violencia sexual durante su infancia muestran una realidad: 33% dijo ser de una ciudad y 32% de una zona rural, lo que deja en manifiesto que la violencia sexual infantil contra las niñas sucede con independencia del lugar en donde se viva.

La pandemia nos ha mostrado el tamaño de la pederastia en nuestro país, como cultura y como mercado: los estudios mostrados por Global Treat Assessment en este año reportan a México en el número tres de los países con mayor incremento en los casos de abuso y explotación sexual de niño/as y adolescentes a través de internet.

La reflexión a la que nos lleva esta dura realidad social viene acompañada de vacíos legales y de impunidad que deben atender con urgencia las autoridades: aún existen omisiones en las bases de datos sobre los delitos sexuales respecto a si estos son cometidos contra un/a menor o un adulto, pero sobre todo: la tipificación de la pederastia como delito.

En 1955 se publicó la polémica novela de Vladimir Nabokov titulada Lolita, que trata sobre una relación abusiva e incestuosa de un adulto de 40 años y su hijastra de 12. Desde ese momento hasta nuestros días, esta historia ha puesto en foco de atención la invisibilización de la pederastia: según quién lea el libro, o en su caso vea la película, su clasificación varía de una historia de abuso y tragedia a un relato erótico. Y este, de fondo, es el tamaño de un problema social.

La pederastia es la atracción o la propensión a tener alguna fantasía o práctica sexual o erótica hacia niñas y niños que no superen los 14 años de edad. Esta parafilia convierte a niñas y niños en objetos sexuales. Más allá de nuestro asombro o rechazo personal, sus manifestaciones son claras en nuestro país, y si se te escapa percatarte de ello en las expresiones o gustos de algunas personas, o las estadísticas sobre el abuso sexual infantil y adolescente, los embarazos y matrimonios, cabe preguntarse ¿qué pasa en la cultura de un país como el nuestro en donde se normaliza la pederastia?

El diagnóstico sobre la situación de abuso sexual infantil elaborado por Early Institute da a conocer que, durante 2015, de los 1,109, 372 casos de hospitalizaciones de menores de 18 años de edad, 319 fueron por alguna causa relativa a algún tipo de maltrato, y 157 relacionados con abuso sexual infantil. De esos casos, 87.8%, fueron niñas, y en particular entre los cero y los cinco años hubo 23 casos. Tlaxcala y Querétaro presentaron 40% del total de los casos.

En este mismo diagnóstico se advierte que, de 2015 a 2017, el delito sexual más denunciado fue el abuso sexual. Sobre este delito en particular se registró una tasa de 9.8 por cada 100 mil habitantes en 2015; de 12.2 en 2016 y de 12.8 en 2017.

Los estudios presentados por UNICEF en 2019 presentan los casos de abuso sexual de personas de 0 a 19 años segregados en porcentaje y por sexo, mostrando un impacto diferenciado sobre estos delitos: en 81 por ciento de los casos las víctimas son mujeres, frente al 19 por ciento de varones.

En la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016), las mujeres que reportaron violencia sexual durante su infancia muestran una realidad: 33% dijo ser de una ciudad y 32% de una zona rural, lo que deja en manifiesto que la violencia sexual infantil contra las niñas sucede con independencia del lugar en donde se viva.

La pandemia nos ha mostrado el tamaño de la pederastia en nuestro país, como cultura y como mercado: los estudios mostrados por Global Treat Assessment en este año reportan a México en el número tres de los países con mayor incremento en los casos de abuso y explotación sexual de niño/as y adolescentes a través de internet.

La reflexión a la que nos lleva esta dura realidad social viene acompañada de vacíos legales y de impunidad que deben atender con urgencia las autoridades: aún existen omisiones en las bases de datos sobre los delitos sexuales respecto a si estos son cometidos contra un/a menor o un adulto, pero sobre todo: la tipificación de la pederastia como delito.