/ martes 1 de octubre de 2019

Gabriel Ballardo, el gran manipulador

Por segunda ocasión, Gabriel Ballardo Valdez puso en práctica sus aparatosas dotes de manipulación. A base de engaños el viernes pasado, arrastró al paro laboral en oficinas estatales a casi 10 mil integrantes del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado. Y les fallaron una vez más a los ciudadanos.

En esa peste de ambiciones políticas que está envuelto, el directivo del STASE, enredó también a cientos de empleados que en espera de una plaza que no existe en los proyectos y acuerdos con el gobernador Quirino Ordaz Coppel, les creó falsas esperanzas.

A su vez, mordió la mano del Gobierno del Estado, que desde su llegada a Palacio, le cedió una serie de prestaciones sin necesidad de imponer límites a ultranza. Privilegió el diálogo y la diplomacia, que hoy el dirigente se lanzó a romper.

Sin embargo, ya le dijo el titular del Ejecutivo, “a la clase trabajadora se le ha atendido y se le ha cumplido”. Y también, advirtió que se sancionará a quienes sin argumento alguno, paralicen las actividades como sucedió este 27 del mes.

En otro frente, Carlos Ortega Carricarte, secretario de Finanzas, le sentenció que no doblarán las manos ante presiones. Le envió una señal muy directa, que en el trayecto, se transformó en un golpe contundente para Gabriel Ballardo Valdez: que por modificaciones en las leyes de la materia, los puestos laborales ya no pueden ni se heredarán en lo sucesivo entre familiares.

Es un derecho que ya no está vigente, pero que quien encabeza el gremio, lo usa como argucia ante los socios y ante los aspirantes a sindicalizarse.

Luego el tesorero abundó que se les paga a como las posibilidades lo permiten y no dejaron de cubrir sus compromisos.

Prácticamente lo desenmascaró.

Ya el secretario general del organismo, hizo gala de sus capacidades de manejo sucio y de la simulación cuando entró al proceso de campaña para su reelección. Protagonizó una etapa llena de farsas. Como nunca se aprovechó de la buena fe de la burocracia organizada.

Sospechosamente, la misma causa que lo hizo actuar enfermizamente la primera ocasión, es la que hoy lo contagió.

Luego de asumir la silla, ignoró a los burócratas. Dejó de asistir a las oficinas y eliminó las audiencias de atención. Su vida sindical, la encerró a un pequeño círculo de amigos y aduladores, que toman las decisiones sin tener el soporte del trabajo.

Como se dio cuenta que asume todas las conductas negativas que tanto criticó y que le perdieron la confianza, se acordó que la renovación de la directiva ya está encima, y en unas horas, quiso hacer lo que en años no hizo en favor de los miembros del sindicato.

Pero más bien le intentó deshacer a la Administración Pública sinaloense la imagen que hasta la fecha mantiene con mucho esfuerzo. Lo puso como el enemigo número uno de los trabajadores, cuando es lo contrario.

Aunque la realidad, salió a relieve a causa de la codicia. Gabriel Ballardo Valdez planea la cuarta reelección, porque la segunda fue la ampliación de su periodo y la tercera la que está por concluir.

Las cosas “están en chino” para él. Es casi imposible que deje sucesor, porque además de que los burócratas identifican claramente quienes son sus eternos acompañantes, no quieren que siga más de lo mismo.

Además de que entre ese círculo del que aseguran, saldrá su sustituto, lo componen solo prospectos de ocurrencias, sin experiencia política y faltos de ascendencia entre la estructura humana que está harta de que le mientan.

Por segunda ocasión, Gabriel Ballardo Valdez puso en práctica sus aparatosas dotes de manipulación. A base de engaños el viernes pasado, arrastró al paro laboral en oficinas estatales a casi 10 mil integrantes del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado. Y les fallaron una vez más a los ciudadanos.

En esa peste de ambiciones políticas que está envuelto, el directivo del STASE, enredó también a cientos de empleados que en espera de una plaza que no existe en los proyectos y acuerdos con el gobernador Quirino Ordaz Coppel, les creó falsas esperanzas.

A su vez, mordió la mano del Gobierno del Estado, que desde su llegada a Palacio, le cedió una serie de prestaciones sin necesidad de imponer límites a ultranza. Privilegió el diálogo y la diplomacia, que hoy el dirigente se lanzó a romper.

Sin embargo, ya le dijo el titular del Ejecutivo, “a la clase trabajadora se le ha atendido y se le ha cumplido”. Y también, advirtió que se sancionará a quienes sin argumento alguno, paralicen las actividades como sucedió este 27 del mes.

En otro frente, Carlos Ortega Carricarte, secretario de Finanzas, le sentenció que no doblarán las manos ante presiones. Le envió una señal muy directa, que en el trayecto, se transformó en un golpe contundente para Gabriel Ballardo Valdez: que por modificaciones en las leyes de la materia, los puestos laborales ya no pueden ni se heredarán en lo sucesivo entre familiares.

Es un derecho que ya no está vigente, pero que quien encabeza el gremio, lo usa como argucia ante los socios y ante los aspirantes a sindicalizarse.

Luego el tesorero abundó que se les paga a como las posibilidades lo permiten y no dejaron de cubrir sus compromisos.

Prácticamente lo desenmascaró.

Ya el secretario general del organismo, hizo gala de sus capacidades de manejo sucio y de la simulación cuando entró al proceso de campaña para su reelección. Protagonizó una etapa llena de farsas. Como nunca se aprovechó de la buena fe de la burocracia organizada.

Sospechosamente, la misma causa que lo hizo actuar enfermizamente la primera ocasión, es la que hoy lo contagió.

Luego de asumir la silla, ignoró a los burócratas. Dejó de asistir a las oficinas y eliminó las audiencias de atención. Su vida sindical, la encerró a un pequeño círculo de amigos y aduladores, que toman las decisiones sin tener el soporte del trabajo.

Como se dio cuenta que asume todas las conductas negativas que tanto criticó y que le perdieron la confianza, se acordó que la renovación de la directiva ya está encima, y en unas horas, quiso hacer lo que en años no hizo en favor de los miembros del sindicato.

Pero más bien le intentó deshacer a la Administración Pública sinaloense la imagen que hasta la fecha mantiene con mucho esfuerzo. Lo puso como el enemigo número uno de los trabajadores, cuando es lo contrario.

Aunque la realidad, salió a relieve a causa de la codicia. Gabriel Ballardo Valdez planea la cuarta reelección, porque la segunda fue la ampliación de su periodo y la tercera la que está por concluir.

Las cosas “están en chino” para él. Es casi imposible que deje sucesor, porque además de que los burócratas identifican claramente quienes son sus eternos acompañantes, no quieren que siga más de lo mismo.

Además de que entre ese círculo del que aseguran, saldrá su sustituto, lo componen solo prospectos de ocurrencias, sin experiencia política y faltos de ascendencia entre la estructura humana que está harta de que le mientan.