/ viernes 15 de mayo de 2020

Extranjeros en el fútbol de Culiacán

Luego de la historia narrada en la entrega anterior, sin más pruebas que lo descrito por mi padre, recapitulado por quien esto escribe y platicado por la vía telefónica con el “Chivas” Farber, le entramos al baúl de otros recuerdos y anécdotas, entre ellas algunas citadas, de acuerdo por lo leído por Benjamín, en el libro de Rafael Borbón, entre ellas la realización de una boda civil durante un juego de fútbol en el estadio Universitario.

El “Chivas” Farber, fue uno de aquel grupo que integró la Selección Sinaloa que obtuvo el título nacional de la máxima categoría efectuado en el desaparecido estadio “Ángel Flores”, hoy llamado estadio Tomateros. Eso fue en el año de 1962, cuando él era apenas un novato de solo 18 años de edad. En ese grupo también estuvo, nada menos que el máximo goleador de todos los tiempos del fútbol local, quien logró 7 títulos de goleo consecutivos vistiendo la camiseta de nuestra máxima casa de estudios, nos referimos a Rafael Armando Guerra Miguel.

El ahora ex magistrado fue uno de esos deportistas que se dan de vez en cuando: cuanto deporte practicó lo hizo con éxito, en su última faceta lo recordamos como tenista, deporte en el que obtuvo innumerables títulos en singles y dobles, en esta última modalidad con Jesús Machado como mancuerna. Como él, solo conocemos a otro en Culiacán: Romualdo Robles Peñuñuri, quien destacó en basquetbol, beisbol y fútbol. Aun se mantiene activo.

Pero bueno, vamos al tema de hoy: los “extranjeros” en el fútbol de Culiacán.

Nos remontaremos, de acuerdo a la versión de Iriarte Farber a fines de la década de los años 50´s y principio de los 60´s, cuando la primera fuerza era el máximo espectáculo del deporte amateur, situación que empezó a menguar con la llegada de la tercera división profesional en la mitad de la década de los años 80´s. Jueves por la noche y domingos a mediodía, eran llenos casi seguros en el estadio Universitario, escenario que bajo el mandato rectoral del Dr. Fernando Uriarte, lo convirtió en la catedral de este deporte, cuando lo fue antes para el béisbol profesional de la Liga de la Costa.

Sí, sacaron a los beisbolistas de su sagrado recinto. Pero no es todo. El estadio universitario albergó a jóvenes que practicaban el atletismo, ahí se realizaban todo tipo de competencia del padre de todas las disciplinas y atrás, en donde está hoy la preparatoria central, el complejo se complementaba a con una alberca olímpica.

En las décadas señaladas jugaban los mejores elementos del deporte de las patadas, a tanto llegó la rivalidad entre algunos equipos que los responsables de Tenería Atlas, con el señor Zimerman y el Banco de Sinaloa, se lanzaron al mercado nacional en busca de jugadores tanto en La Piedad. Michoacán, como en Guadalajara, Jalisco. El máximo objetivo de ambos era terminar con la hegemonía, hoy Universidad Autónoma de Sinaloa, pero también quien de los dos se la arrebataba. Ya sabrá usted como se puso aquello pues muchos consideraban a esos “extranjeros” profesionales porque según esto les pagaban por jugar. Nada que se les pudiese comprobar porque el argumento de Tenería y Atlas y el Banco de Sinaloa, fue que era n sus empleados.

Así las cosas, Tenería Atlas, llegó con valioso cargamento: José “Cohetero” Ornelas, Ezequiel “chequelas” Zendejas y el “Canguro Zaragoza. De ellos, uno se quedó para siempre en Culiacán, concretamente en Costa Rica, fue compañero mío en el COBAES y falleció chace algunos años. En cuando a Zendejas, fue y regresó más adelante ya veterano junto un jugador al que le apodaban el “Bomba” para jugar con La Garrita, del “Topete” Gastélum. Pasaron sin pena ni gloria. Me parece que fue a finales de la década de los 70´s, en la que vimos también la figura de Porfirio Martínez, traído por el Tecnológico de Culiacán y que pasó después a las filas de la John Deere. Simplemente un jugadorazo. Actualmente radica en Guasave, según tenemos entendido.

En contraparte, el Banco de Sinaloa, respondió con jugadores de Guadalajara. Un portero a quien apodaban el “tío” y se apellidaba Ramírez, los hermanos Salvador y Golo Mendoza, así como Toño y Germán Torres, quienes no eran hermanos, más un portero a quien le apodaban “Manga”, cuyo nombre Benjamín no pudo recordar.

Hasta aquí por hoy. La historia continúa.

Luego de la historia narrada en la entrega anterior, sin más pruebas que lo descrito por mi padre, recapitulado por quien esto escribe y platicado por la vía telefónica con el “Chivas” Farber, le entramos al baúl de otros recuerdos y anécdotas, entre ellas algunas citadas, de acuerdo por lo leído por Benjamín, en el libro de Rafael Borbón, entre ellas la realización de una boda civil durante un juego de fútbol en el estadio Universitario.

El “Chivas” Farber, fue uno de aquel grupo que integró la Selección Sinaloa que obtuvo el título nacional de la máxima categoría efectuado en el desaparecido estadio “Ángel Flores”, hoy llamado estadio Tomateros. Eso fue en el año de 1962, cuando él era apenas un novato de solo 18 años de edad. En ese grupo también estuvo, nada menos que el máximo goleador de todos los tiempos del fútbol local, quien logró 7 títulos de goleo consecutivos vistiendo la camiseta de nuestra máxima casa de estudios, nos referimos a Rafael Armando Guerra Miguel.

El ahora ex magistrado fue uno de esos deportistas que se dan de vez en cuando: cuanto deporte practicó lo hizo con éxito, en su última faceta lo recordamos como tenista, deporte en el que obtuvo innumerables títulos en singles y dobles, en esta última modalidad con Jesús Machado como mancuerna. Como él, solo conocemos a otro en Culiacán: Romualdo Robles Peñuñuri, quien destacó en basquetbol, beisbol y fútbol. Aun se mantiene activo.

Pero bueno, vamos al tema de hoy: los “extranjeros” en el fútbol de Culiacán.

Nos remontaremos, de acuerdo a la versión de Iriarte Farber a fines de la década de los años 50´s y principio de los 60´s, cuando la primera fuerza era el máximo espectáculo del deporte amateur, situación que empezó a menguar con la llegada de la tercera división profesional en la mitad de la década de los años 80´s. Jueves por la noche y domingos a mediodía, eran llenos casi seguros en el estadio Universitario, escenario que bajo el mandato rectoral del Dr. Fernando Uriarte, lo convirtió en la catedral de este deporte, cuando lo fue antes para el béisbol profesional de la Liga de la Costa.

Sí, sacaron a los beisbolistas de su sagrado recinto. Pero no es todo. El estadio universitario albergó a jóvenes que practicaban el atletismo, ahí se realizaban todo tipo de competencia del padre de todas las disciplinas y atrás, en donde está hoy la preparatoria central, el complejo se complementaba a con una alberca olímpica.

En las décadas señaladas jugaban los mejores elementos del deporte de las patadas, a tanto llegó la rivalidad entre algunos equipos que los responsables de Tenería Atlas, con el señor Zimerman y el Banco de Sinaloa, se lanzaron al mercado nacional en busca de jugadores tanto en La Piedad. Michoacán, como en Guadalajara, Jalisco. El máximo objetivo de ambos era terminar con la hegemonía, hoy Universidad Autónoma de Sinaloa, pero también quien de los dos se la arrebataba. Ya sabrá usted como se puso aquello pues muchos consideraban a esos “extranjeros” profesionales porque según esto les pagaban por jugar. Nada que se les pudiese comprobar porque el argumento de Tenería y Atlas y el Banco de Sinaloa, fue que era n sus empleados.

Así las cosas, Tenería Atlas, llegó con valioso cargamento: José “Cohetero” Ornelas, Ezequiel “chequelas” Zendejas y el “Canguro Zaragoza. De ellos, uno se quedó para siempre en Culiacán, concretamente en Costa Rica, fue compañero mío en el COBAES y falleció chace algunos años. En cuando a Zendejas, fue y regresó más adelante ya veterano junto un jugador al que le apodaban el “Bomba” para jugar con La Garrita, del “Topete” Gastélum. Pasaron sin pena ni gloria. Me parece que fue a finales de la década de los 70´s, en la que vimos también la figura de Porfirio Martínez, traído por el Tecnológico de Culiacán y que pasó después a las filas de la John Deere. Simplemente un jugadorazo. Actualmente radica en Guasave, según tenemos entendido.

En contraparte, el Banco de Sinaloa, respondió con jugadores de Guadalajara. Un portero a quien apodaban el “tío” y se apellidaba Ramírez, los hermanos Salvador y Golo Mendoza, así como Toño y Germán Torres, quienes no eran hermanos, más un portero a quien le apodaban “Manga”, cuyo nombre Benjamín no pudo recordar.

Hasta aquí por hoy. La historia continúa.