/ jueves 20 de enero de 2022

Es la economía, estúpido

The economy, stupid, ha sido una frase a la que desde principios de los años 90 del siglo pasado se recurre con frecuencia para resaltar la importancia de la economía a ras de suelo, la de los bolsillos de las personas y su capacidad para satisfacer sus necesidades más primordiales. Creada por el asesor de campaña de Bill Clinton a la presidencia de Estados Unidos en 1992, James Carville, no fue el slogan oficial de la misma, pero se considera la idea-fuerza más importante (seguida de la de no olvidar atender y reformar el sistema de salud) en que se basó la candidatura de Clinton para derrotar en su afán de reelección a un presidente George W. Bush (padre) con 90 por ciento de popularidad y éxitos en política exterior, el fin de la Guerra Fría y el conflicto en el Golfo Pérsico, pero que tenía sumido al país en una recesión tremenda, con falta de crecimiento, aumento del desempleo, disminución del consumo, alta inflación y disminución del PIB (por la baja en el consumo).

Es la economía, desde luego, la que hoy también puede derrotar cualquier popularidad. Claro, siempre y cuando se trate de países democráticos, con una ciudadanía activa y participativa y con instituciones lo suficientemente fuertes para hacer prevalecer el Estado de derecho.

A estas alturas del sexenio, está más que claro que la política desplegada por este gobierno y la manera de gobernar de López Obrador (LO), tienen al país en una relativa estabilidad macroeconómica pero en un escenario muy comprometido de estanflación (estancamiento económico y alta inflación) que afecta grandemente a la mayoría de la población, sobre todo a los más pobres que dice proteger.

Las estimaciones más optimistas (sin contar con aquellas del gobierno) nos dicen que la economía mexicana crecerá apenas un 2 por ciento este año y que la recuperación per cápita del PIB se podría alcanzar hasta 2029. Ejemplo de esto es que esta semana, el INEGI publicó el Indicador Oportuno de la Actividad Económica, que anticipa un decrecimiento en la actividad de diciembre, en donde las actividades terciarias, donde se concentra la actividad económica del país, presentan una caída estimada de 1.3 por ciento.

Tony Payan, director del Centro para los Estados Unidos y México en el Baker Institute for Public Policy de la Universidad de Rice en Houston, Texas, y profesor de ciencias sociales en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, publicó esta semana que la economía de México se desaceleró rápidamente desde finales de 2021 y que no sólo no habrá habido crecimiento, sino que la economía mexicana se habrá contraído considerablemente en tamaño durante este período.

En una nota publicada el pasado martes en El sol de México, el informe del Foro de Davos en el Foro Económico Mundial, advierte que “el colapso de Estado es uno de los cinco riesgos que enfrenta México en medio de una crisis económica global provocada por la pandemia de Covid-19”, y define como “colapso de Estado” a los riesgos políticos derivados a un conflicto interno, ruptura del estado de derecho, erosión de las instituciones, golpe militar y la inestabilidad regional o global. El informe evalúa los riesgos a corto, mediano y largo plazo, y, en el caso de México considera que la probabilidad de la “erosión de cohesión social” es una de las principales amenazas a corto plazo, junto con el estancamiento económico prolongado que tendría un crecimiento lento o casi nulo durante varios años.

De acuerdo con el CONEVAL, de 2018 a 2020, 3 millones 800 mil personas se sumaron a la pobreza. Al día de hoy, de acuerdo con el CONEVAL, el número de personas en situación de pobreza creció de 51.9 millones de personas en 2018 a 55.7 millones en 2020. La población en condición de pobreza suma 43.9 por ciento del total mientras que la que vive en pobreza extrema alcanzó 8.5 por ciento. De los 3.8 millones de pobres más, creados por el gobierno de López Obrador de 2018 a la fecha, 2.1 millones correspondieron a un crecimiento de la pobreza extrema. Al cierre del primer trimestre de 2021, el paso de la pandemia y bajos índices de inversión en obra pública, el PIB de México apenas creció 0.4%, en ese mismo periodo la inversión física cayó 3.5% real contra el mismo periodo de 2020.

Durante 2021, según cifras del Banco de México, salieron del país 257 mil 601 millones de pesos (12 mil 628 millones de dólares), en la mayor salida de fondos registrada por el país desde que comenzaron los registros en 1991, y ya somos la economía emergente donde se registró la mayor desinversión durante 2021. A pesar de que la inversión extranjera directa se ha concentrado en el sector energético desde las reformas del 2013, en 2020 siete de cada 100 dólares que los inversionistas extranjeros ejercieron en México, fueron a parar a ese sector, una cifra menor, frente a los 20 por cada 100 dólares registrados en 2018, y esto justamente cuando López Obrador y Bartlett pretenden una contrarreforma eléctrica en la que la CFE quede como ente monopólico, vendiendo la energía más cara y más sucia que existe.

El descuido y deterioro que el gobierno tiene al sistema de salud es ya una tragedia. La falta de medicamentos es ya un crimen y ni se diga lo que pasa con el desastre como se ha manejado la pandemia: a mediados de esta semana, se han dado las cifras más altas de toda la pandemia y el país registró casi 50 mil nuevos casos de COVID19, la Secretaría de Salud dio a conocer que hubo 320 fallecimientos en el mismo periodo, el monto más elevado para esta cuarta ola. 4, 434,758 contagiados por coronavirus en México, más de 301,789 fallecimientos (en realidad, más de 500 mil).

Como lo dijo Macario Schettino en El Financiero, hace unos pocos días, refiriéndose al terrible sexenio de Luis Echeverría en los años 70: “El afán de poder, la rigidez ideológica y la incapacidad de entender el entorno, especialmente el económico, provocaron hace medio siglo una secuencia de crisis que duró 25 años, y que requirió otros 25 para recuperar las condiciones básicas del desarrollo”. Es hora de corregir el rumbo, es la economía, estúpido.

The economy, stupid, ha sido una frase a la que desde principios de los años 90 del siglo pasado se recurre con frecuencia para resaltar la importancia de la economía a ras de suelo, la de los bolsillos de las personas y su capacidad para satisfacer sus necesidades más primordiales. Creada por el asesor de campaña de Bill Clinton a la presidencia de Estados Unidos en 1992, James Carville, no fue el slogan oficial de la misma, pero se considera la idea-fuerza más importante (seguida de la de no olvidar atender y reformar el sistema de salud) en que se basó la candidatura de Clinton para derrotar en su afán de reelección a un presidente George W. Bush (padre) con 90 por ciento de popularidad y éxitos en política exterior, el fin de la Guerra Fría y el conflicto en el Golfo Pérsico, pero que tenía sumido al país en una recesión tremenda, con falta de crecimiento, aumento del desempleo, disminución del consumo, alta inflación y disminución del PIB (por la baja en el consumo).

Es la economía, desde luego, la que hoy también puede derrotar cualquier popularidad. Claro, siempre y cuando se trate de países democráticos, con una ciudadanía activa y participativa y con instituciones lo suficientemente fuertes para hacer prevalecer el Estado de derecho.

A estas alturas del sexenio, está más que claro que la política desplegada por este gobierno y la manera de gobernar de López Obrador (LO), tienen al país en una relativa estabilidad macroeconómica pero en un escenario muy comprometido de estanflación (estancamiento económico y alta inflación) que afecta grandemente a la mayoría de la población, sobre todo a los más pobres que dice proteger.

Las estimaciones más optimistas (sin contar con aquellas del gobierno) nos dicen que la economía mexicana crecerá apenas un 2 por ciento este año y que la recuperación per cápita del PIB se podría alcanzar hasta 2029. Ejemplo de esto es que esta semana, el INEGI publicó el Indicador Oportuno de la Actividad Económica, que anticipa un decrecimiento en la actividad de diciembre, en donde las actividades terciarias, donde se concentra la actividad económica del país, presentan una caída estimada de 1.3 por ciento.

Tony Payan, director del Centro para los Estados Unidos y México en el Baker Institute for Public Policy de la Universidad de Rice en Houston, Texas, y profesor de ciencias sociales en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, publicó esta semana que la economía de México se desaceleró rápidamente desde finales de 2021 y que no sólo no habrá habido crecimiento, sino que la economía mexicana se habrá contraído considerablemente en tamaño durante este período.

En una nota publicada el pasado martes en El sol de México, el informe del Foro de Davos en el Foro Económico Mundial, advierte que “el colapso de Estado es uno de los cinco riesgos que enfrenta México en medio de una crisis económica global provocada por la pandemia de Covid-19”, y define como “colapso de Estado” a los riesgos políticos derivados a un conflicto interno, ruptura del estado de derecho, erosión de las instituciones, golpe militar y la inestabilidad regional o global. El informe evalúa los riesgos a corto, mediano y largo plazo, y, en el caso de México considera que la probabilidad de la “erosión de cohesión social” es una de las principales amenazas a corto plazo, junto con el estancamiento económico prolongado que tendría un crecimiento lento o casi nulo durante varios años.

De acuerdo con el CONEVAL, de 2018 a 2020, 3 millones 800 mil personas se sumaron a la pobreza. Al día de hoy, de acuerdo con el CONEVAL, el número de personas en situación de pobreza creció de 51.9 millones de personas en 2018 a 55.7 millones en 2020. La población en condición de pobreza suma 43.9 por ciento del total mientras que la que vive en pobreza extrema alcanzó 8.5 por ciento. De los 3.8 millones de pobres más, creados por el gobierno de López Obrador de 2018 a la fecha, 2.1 millones correspondieron a un crecimiento de la pobreza extrema. Al cierre del primer trimestre de 2021, el paso de la pandemia y bajos índices de inversión en obra pública, el PIB de México apenas creció 0.4%, en ese mismo periodo la inversión física cayó 3.5% real contra el mismo periodo de 2020.

Durante 2021, según cifras del Banco de México, salieron del país 257 mil 601 millones de pesos (12 mil 628 millones de dólares), en la mayor salida de fondos registrada por el país desde que comenzaron los registros en 1991, y ya somos la economía emergente donde se registró la mayor desinversión durante 2021. A pesar de que la inversión extranjera directa se ha concentrado en el sector energético desde las reformas del 2013, en 2020 siete de cada 100 dólares que los inversionistas extranjeros ejercieron en México, fueron a parar a ese sector, una cifra menor, frente a los 20 por cada 100 dólares registrados en 2018, y esto justamente cuando López Obrador y Bartlett pretenden una contrarreforma eléctrica en la que la CFE quede como ente monopólico, vendiendo la energía más cara y más sucia que existe.

El descuido y deterioro que el gobierno tiene al sistema de salud es ya una tragedia. La falta de medicamentos es ya un crimen y ni se diga lo que pasa con el desastre como se ha manejado la pandemia: a mediados de esta semana, se han dado las cifras más altas de toda la pandemia y el país registró casi 50 mil nuevos casos de COVID19, la Secretaría de Salud dio a conocer que hubo 320 fallecimientos en el mismo periodo, el monto más elevado para esta cuarta ola. 4, 434,758 contagiados por coronavirus en México, más de 301,789 fallecimientos (en realidad, más de 500 mil).

Como lo dijo Macario Schettino en El Financiero, hace unos pocos días, refiriéndose al terrible sexenio de Luis Echeverría en los años 70: “El afán de poder, la rigidez ideológica y la incapacidad de entender el entorno, especialmente el económico, provocaron hace medio siglo una secuencia de crisis que duró 25 años, y que requirió otros 25 para recuperar las condiciones básicas del desarrollo”. Es hora de corregir el rumbo, es la economía, estúpido.