/ miércoles 29 de julio de 2020

Entre Quirino y Sergio, una cuenta pendiente

Parar a Sergio Torres Félix a la velocidad que camina es políticamente imposible. La intentona de la elite del viejo PRI para convertir en estatua de sal su aspiración a la gubernatura de Sinaloa quedó deshecha. Desde la primera quincena de febrero que resolvió ir con todo y contra todo, lo dice recio y quedito: “apareceré en las boletas electorales el 2021”. Y como no le afloja, rebasó la capacidad de algunas áreas gubernamentales en la gestión social ante los sinaloenses.

Literalmente, sacudió el eje central en la que descansa la ineficiencia de funcionarios tanto estatales como federales que no entendieron su papel frente a los apremios de la gente que se debate entre la precariedad económica, la falta de justicia social y los efectos colaterales de la pandemia que disparó el Covid-19 durante los meses que corren hasta nuestros días.

A la frecuencia con que el secretario de Pesca y Acuacultura expresa en los medios de comunicación su idea de estar en la contienda electoral del año entrante, la blinda con una intensa labor de auxilio a los miles de pescadores y de sus familias que claman la presencia de las autoridades.

Al observar que su paso no baja de grado, simpatizantes y adversarios –estos últimos que lo desean dejar fuera incluso del Partido Revolucionario Institucional-, asumen que no hay poder que paralice al ex alcalde de Culiacán que se enfila hacia la candidatura.

Cosa, que sabe el gobernador Quirino Ordaz Coppel y que despierta entre propios y extraños “mil especulaciones”, pero que no cambia en nada el panorama.

Específicamente, cuando el ex presidente municipal culiacanense superó a Ricardo Madrid secretario de Desarrollo Social en el margen de respuesta que pide la población a su problemática.

El titular de la SDS del estado, no sabe movilizarse en el campo de los colonos populares ni de las rancherías. Tampoco acude cuando lo ocupan.

La gente prefiere apelar a la confianza del ex edil para canalizar sus conflictos, quien los escucha cuando lo llaman. Por eso, lo reciben diariamente en sus casas en los diferentes sectores sociales, que les sirve para renovar el “contacto” que establecieron con mucho tiempo atrás.

Ello remueve el vínculo nuevamente entre las poderosas facciones priistas que quieren derrocar al directivo de la SPyA y el mandatario del estado, de tal modo que hurgan a fondo al cuestionar:

¿Comprendió finalmente el Ejecutivo que en su equipo no existe una sola pieza que pueda ser “candidateable” para sucederlo?

¿O, aceptó que la realidad política y social es otra desde el primero de julio del 2018?

¿O, que realmente se la jugará con el partido –Morena- del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y no tiene caso amonestar a alguno de los pretensos a su silla?

En este juego, hay quienes afirman que hay otro factor determinante. La deuda que en principio no quiso reconocer Quirino Ordaz Coppel cuando se anunció su destape para luchar por el cargo que hoy ocupa.

De los diez prospectos en la lista cuyo número completó el nombre del mazatleco, Sergio Torres Félix fue el primero que lo admitió y le dio el espaldarazo al conocer la noticia ese sábado 23 de enero del 2016. El resto le mostró oposición férrea y no se sumó a la campaña de proselitismo.

En cambio el ex edil fue el único que se disciplinó y se solidarizó con el proyecto. Incluso, en el cabildeo de apoyo financiero, que aunque pareciera poco, era muy significativo porque provino de su propia bolsa, en un momento en que todos le dieron la espalda al empresario.

Es muy probable que el gobernador quiera pagar esa cuenta. Y lo deberá sopesar entre los intereses que lo atan con los morenistas, el grupo de los ricos del tricolor y los dueños de empresa que lo ligan a uno de sus apellidos, pero que ejercen sobre las decisiones que estila tomar, una fuerte influencia.

Parar a Sergio Torres Félix a la velocidad que camina es políticamente imposible. La intentona de la elite del viejo PRI para convertir en estatua de sal su aspiración a la gubernatura de Sinaloa quedó deshecha. Desde la primera quincena de febrero que resolvió ir con todo y contra todo, lo dice recio y quedito: “apareceré en las boletas electorales el 2021”. Y como no le afloja, rebasó la capacidad de algunas áreas gubernamentales en la gestión social ante los sinaloenses.

Literalmente, sacudió el eje central en la que descansa la ineficiencia de funcionarios tanto estatales como federales que no entendieron su papel frente a los apremios de la gente que se debate entre la precariedad económica, la falta de justicia social y los efectos colaterales de la pandemia que disparó el Covid-19 durante los meses que corren hasta nuestros días.

A la frecuencia con que el secretario de Pesca y Acuacultura expresa en los medios de comunicación su idea de estar en la contienda electoral del año entrante, la blinda con una intensa labor de auxilio a los miles de pescadores y de sus familias que claman la presencia de las autoridades.

Al observar que su paso no baja de grado, simpatizantes y adversarios –estos últimos que lo desean dejar fuera incluso del Partido Revolucionario Institucional-, asumen que no hay poder que paralice al ex alcalde de Culiacán que se enfila hacia la candidatura.

Cosa, que sabe el gobernador Quirino Ordaz Coppel y que despierta entre propios y extraños “mil especulaciones”, pero que no cambia en nada el panorama.

Específicamente, cuando el ex presidente municipal culiacanense superó a Ricardo Madrid secretario de Desarrollo Social en el margen de respuesta que pide la población a su problemática.

El titular de la SDS del estado, no sabe movilizarse en el campo de los colonos populares ni de las rancherías. Tampoco acude cuando lo ocupan.

La gente prefiere apelar a la confianza del ex edil para canalizar sus conflictos, quien los escucha cuando lo llaman. Por eso, lo reciben diariamente en sus casas en los diferentes sectores sociales, que les sirve para renovar el “contacto” que establecieron con mucho tiempo atrás.

Ello remueve el vínculo nuevamente entre las poderosas facciones priistas que quieren derrocar al directivo de la SPyA y el mandatario del estado, de tal modo que hurgan a fondo al cuestionar:

¿Comprendió finalmente el Ejecutivo que en su equipo no existe una sola pieza que pueda ser “candidateable” para sucederlo?

¿O, aceptó que la realidad política y social es otra desde el primero de julio del 2018?

¿O, que realmente se la jugará con el partido –Morena- del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y no tiene caso amonestar a alguno de los pretensos a su silla?

En este juego, hay quienes afirman que hay otro factor determinante. La deuda que en principio no quiso reconocer Quirino Ordaz Coppel cuando se anunció su destape para luchar por el cargo que hoy ocupa.

De los diez prospectos en la lista cuyo número completó el nombre del mazatleco, Sergio Torres Félix fue el primero que lo admitió y le dio el espaldarazo al conocer la noticia ese sábado 23 de enero del 2016. El resto le mostró oposición férrea y no se sumó a la campaña de proselitismo.

En cambio el ex edil fue el único que se disciplinó y se solidarizó con el proyecto. Incluso, en el cabildeo de apoyo financiero, que aunque pareciera poco, era muy significativo porque provino de su propia bolsa, en un momento en que todos le dieron la espalda al empresario.

Es muy probable que el gobernador quiera pagar esa cuenta. Y lo deberá sopesar entre los intereses que lo atan con los morenistas, el grupo de los ricos del tricolor y los dueños de empresa que lo ligan a uno de sus apellidos, pero que ejercen sobre las decisiones que estila tomar, una fuerte influencia.